Pablo González se infiltró como periodista en instalaciones militares ucranianas, en la mayor central energética de Polonia, en la boda de una oficial del ejército americano en la república de Georgia, y hasta en una Asamblea de la OTAN para reportar con detalle al Servicio de Inteligencia Militar ruso.
La investigación contra el reportero hispanorruso por espionaje a favor del Kremlin, coordinada por la justicia polaca, ha intervenido en sus dispositivos electrónicos una batería de informes que detallan estas y otras operaciones similares.
EL MUNDO ha tenido acceso en exclusiva a decenas de documentos que custodiaba González cuando fue detenido por las autoridades polacas en febrero de 2022 en ordenadores portátiles, iPads, discos duros portátiles y teléfonos móviles.
Según ha podido acreditar este periódico a través de diversas fuentes de Inteligencia españolas y extranjeras, no sólo obraba en su poder un informe sobre el principal opositor de Putin, Alexei Navalny, en el que aparecían las direcciones de las clínicas en las que fue atendido por el ataque que sufrió en 2017. También figuran en sus discos duros, entre otras cuestiones, maniobras militares en campos de entrenamiento ucranianos.
Con frecuencia, los agentes de los servicios de inteligencia rusos están obligados a informar de cada persona a la que conocen. Entre otras cosas, se trata de evitar que se crucen con agentes de otros servicios secretos de países que Moscú ya tenga fichados. Pablo González describió las circunstancias de su conocimiento de la ciudadana polaca Magdalena Jodovnik, una periodista con la que tuvo una relación y con la que compartió piso y viajes de trabajo -incluso a Siria- y a la que nunca reveló sus actividades de espionaje. "Se tragó mi leyenda", escribió en uno de sus informes, de acuerdo con el medio ruso Agentsvo. En cambio, González proporcionó a Moscú la biografía de la chica y sus características. Pablo González -que también manejó la identidad rusa de Pavel Rubtsov al haber nacido en Moscú y disponer de un pasaporte ruso- confeccionó un documento entre el 21 de marzo y el dos de abril de 2016 que tituló "Viaje de negocios a Ucrania".
Bajo este equívoco encabezamiento dio cuenta de su incursión en esas fechas en instalaciones militares ucranianas. Según los informes de los servicios de inteligencia que han analizado esta infiltración, que consideran una de las más relevantes de cuantas llevó a cabo siguiendo instrucciones del GRU, González se desplazó a Ucrania siguiendo órdenes de la inteligencia militar rusa, de la que formaba parte "formalmente", según las pesquisas judiciales, desde al menos 2016. En aquella ocasión su objetivo fue "informarse sobre cuestiones políticas y, en particular, sobre temas militares". Para ello esgrimió ante las autoridades ucranianas que estaba realizando una "labor periodística" y que su interés estaba motivado concretamente por un "trabajo de fin de máster", así como por una colaboración con el diario vasco Gara con motivo del 30 aniversario de la catástrofe de Chernobyl. Al mismo tiempo, aseguró que preparaba un reportaje sobre la comunidad LGTBI ucraniana.
En ese desplazamiento había conocido en el restaurante Under Wonder a una tal Alena Sytnik a la que pidió ayuda para visitar un campo de adiestramiento militar ubicado en Lviv, a apenas 40 kilómetros de la frontera polaca. Pero a la que también le mostró interés en acceder a la oficina de enlace de la OTAN. Ambos mantuvieron acto seguido una cita en otro restaurante, esta vez con un amigo de su contacto, Taras Dziuba, que le ayudó a tramitar los permisos con el Ministerio de Defensa. Todos estos movimientos, sostiene la Justicia polaca, los fue reportando González en tiempo real al GRU mediante comunicaciones secretas. El periodista fue recibido finalmente el 30 de marzo de 2016 por el coronel Taras Gren, que le dio acceso -junto al fotógrafo Juan Teixeira- a las instalaciones militares y le permitió mantener conversaciones con instructores estadounidenses y canadienses y asistir a al menos tres ejercicios militares diferentes llevados a cabo por las tropas ucranianas. Aquel viaje lo aprovechó González para preparar, además, "un informe sobre la comunidad LGTBI"; asistir a una manifestación de veteranos de Chernobyl frente a la sede del Gobierno ucraniano, visitar en persona la vieja central nuclear, o verse en una cafetería con la viceministra de Ecología de Ucrania, Svitlana Kolomiec, así como con Volodymyr Ariev, vinculado al Consejo de Ucrania, quien le ayudó a acreditarse.
En el marco de sus movimientos en Georgia concentró también sus esfuerzos en citarse con un militar de nombre Giorgi Shonia que se disponía a casarse con una oficial del Ejército Americano, Katrina Hensley. En referencia a esta última, elaboró un documento detallando su currículum y subrayó que era "aconsejable" asistir a la boda, a la que había sido invitado. De esta manera, razonó a sus superiores, iba a reforzar los vínculos de amistad con el militar georgiano y despejaría cualquier sospecha de que se aproximaba a ellos para obtener información sensible.
Tal y como queda reflejado en los archivos informáticos de González, el reportero se volvió a desplazar a Georgia en junio de 2019. Esta vez para entablar contacto con un estadounidense, Justin Tomczyk, que según él tenía un "talante antirruso" y del que estaba seguro de que colaboraba o iba a hacerlo en el futuro con el Servicio Secreto americano.
González aplicaba disciplinadamente el vocabulario de Moscú, que señala como antirruso o rusofóbico a cualquier profesional que rechace las políticas del Kremlin. De la misma manera, todo el que no sea favorable o neutral ante las acciones de Moscú es un operativo de los servicios de inteligencia americanos. Ese mismo año reportó haberse entrevistado con otros ciudadanos americanos en Ucrania vinculados a la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa (OSCE) y a la Freedom House en el país, organización en defensa de la democracia que promueve la lucha contra el fascismo en todo el mundo.
En más de una ocasión, González se ufanó ante sus jefes de su otra vertiente como operativo ruso: no sólo recabar datos, sino difundir narrativas gubernamentales de manera encubierta. "Parece que logré sembrar una semilla de duda entre los euroatlantistas", presumió hablando de los resultados del Foro en Rzeszow, Polonia.
Uno de los informes más destacados de cuantos elaboró en sus primeros años de colaboración con la inteligencia militar rusa fue el que tuvo como objetivo la sesión de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN que se celebró entre el 26 y el 29 de mayo en la localidad georgiana de Tiflis. En aquel documento, González resaltaba constantemente que "las ponencias tenían un sabor antirruso" y que habían sido preparadas "con el fin de presentar a la Federación Rusa como un peligro para la OTAN". A su vez, destacaba las alocuciones del ministro de Defensa de Georgia, que enfatizó la necesidad de "reforzar la defensa antimisiles del país con sistemas franceses y la posibilidad de adquirir rápidamente sistemas antitanque estadounidenses".
"Cree que deben prepararse para la posibilidad de que, en caso de guerra, las unidades militares deben estar listas para la acción nuclear".
"De las pruebas obtenidas se concluye que permanecía a la espera de cumplir órdenes de personas que operaban dentro de la estructura del GRU", concluyen las autoridades polacas, que también han descubierto que González tenía en su poder un vídeo y fotografías de la planta de cogeneración de energía de Siekierki, en Varsovia, la más importante del país y una de las más grandes de Europa. Tras el inicio de la guerra, el sistema energético de los países de Europa Central ha estado en la diana de sabotajes consumados o frustrados para provocar la división de la población ante el contundente apoyo a Ucrania de la mayor parte de sus gobiernos.
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La investigación contra el reportero hispanorruso por espionaje a favor del Kremlin, coordinada por la justicia polaca, ha intervenido en sus dispositivos electrónicos una batería de informes que detallan estas y otras operaciones similares.
EL MUNDO ha tenido acceso en exclusiva a decenas de documentos que custodiaba González cuando fue detenido por las autoridades polacas en febrero de 2022 en ordenadores portátiles, iPads, discos duros portátiles y teléfonos móviles.
Según ha podido acreditar este periódico a través de diversas fuentes de Inteligencia españolas y extranjeras, no sólo obraba en su poder un informe sobre el principal opositor de Putin, Alexei Navalny, en el que aparecían las direcciones de las clínicas en las que fue atendido por el ataque que sufrió en 2017. También figuran en sus discos duros, entre otras cuestiones, maniobras militares en campos de entrenamiento ucranianos.
Con frecuencia, los agentes de los servicios de inteligencia rusos están obligados a informar de cada persona a la que conocen. Entre otras cosas, se trata de evitar que se crucen con agentes de otros servicios secretos de países que Moscú ya tenga fichados. Pablo González describió las circunstancias de su conocimiento de la ciudadana polaca Magdalena Jodovnik, una periodista con la que tuvo una relación y con la que compartió piso y viajes de trabajo -incluso a Siria- y a la que nunca reveló sus actividades de espionaje. "Se tragó mi leyenda", escribió en uno de sus informes, de acuerdo con el medio ruso Agentsvo. En cambio, González proporcionó a Moscú la biografía de la chica y sus características. Pablo González -que también manejó la identidad rusa de Pavel Rubtsov al haber nacido en Moscú y disponer de un pasaporte ruso- confeccionó un documento entre el 21 de marzo y el dos de abril de 2016 que tituló "Viaje de negocios a Ucrania".
Bajo este equívoco encabezamiento dio cuenta de su incursión en esas fechas en instalaciones militares ucranianas. Según los informes de los servicios de inteligencia que han analizado esta infiltración, que consideran una de las más relevantes de cuantas llevó a cabo siguiendo instrucciones del GRU, González se desplazó a Ucrania siguiendo órdenes de la inteligencia militar rusa, de la que formaba parte "formalmente", según las pesquisas judiciales, desde al menos 2016. En aquella ocasión su objetivo fue "informarse sobre cuestiones políticas y, en particular, sobre temas militares". Para ello esgrimió ante las autoridades ucranianas que estaba realizando una "labor periodística" y que su interés estaba motivado concretamente por un "trabajo de fin de máster", así como por una colaboración con el diario vasco Gara con motivo del 30 aniversario de la catástrofe de Chernobyl. Al mismo tiempo, aseguró que preparaba un reportaje sobre la comunidad LGTBI ucraniana.
En ese desplazamiento había conocido en el restaurante Under Wonder a una tal Alena Sytnik a la que pidió ayuda para visitar un campo de adiestramiento militar ubicado en Lviv, a apenas 40 kilómetros de la frontera polaca. Pero a la que también le mostró interés en acceder a la oficina de enlace de la OTAN. Ambos mantuvieron acto seguido una cita en otro restaurante, esta vez con un amigo de su contacto, Taras Dziuba, que le ayudó a tramitar los permisos con el Ministerio de Defensa. Todos estos movimientos, sostiene la Justicia polaca, los fue reportando González en tiempo real al GRU mediante comunicaciones secretas. El periodista fue recibido finalmente el 30 de marzo de 2016 por el coronel Taras Gren, que le dio acceso -junto al fotógrafo Juan Teixeira- a las instalaciones militares y le permitió mantener conversaciones con instructores estadounidenses y canadienses y asistir a al menos tres ejercicios militares diferentes llevados a cabo por las tropas ucranianas. Aquel viaje lo aprovechó González para preparar, además, "un informe sobre la comunidad LGTBI"; asistir a una manifestación de veteranos de Chernobyl frente a la sede del Gobierno ucraniano, visitar en persona la vieja central nuclear, o verse en una cafetería con la viceministra de Ecología de Ucrania, Svitlana Kolomiec, así como con Volodymyr Ariev, vinculado al Consejo de Ucrania, quien le ayudó a acreditarse.
En el marco de sus movimientos en Georgia concentró también sus esfuerzos en citarse con un militar de nombre Giorgi Shonia que se disponía a casarse con una oficial del Ejército Americano, Katrina Hensley. En referencia a esta última, elaboró un documento detallando su currículum y subrayó que era "aconsejable" asistir a la boda, a la que había sido invitado. De esta manera, razonó a sus superiores, iba a reforzar los vínculos de amistad con el militar georgiano y despejaría cualquier sospecha de que se aproximaba a ellos para obtener información sensible.
Tal y como queda reflejado en los archivos informáticos de González, el reportero se volvió a desplazar a Georgia en junio de 2019. Esta vez para entablar contacto con un estadounidense, Justin Tomczyk, que según él tenía un "talante antirruso" y del que estaba seguro de que colaboraba o iba a hacerlo en el futuro con el Servicio Secreto americano.
González aplicaba disciplinadamente el vocabulario de Moscú, que señala como antirruso o rusofóbico a cualquier profesional que rechace las políticas del Kremlin. De la misma manera, todo el que no sea favorable o neutral ante las acciones de Moscú es un operativo de los servicios de inteligencia americanos. Ese mismo año reportó haberse entrevistado con otros ciudadanos americanos en Ucrania vinculados a la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa (OSCE) y a la Freedom House en el país, organización en defensa de la democracia que promueve la lucha contra el fascismo en todo el mundo.
En más de una ocasión, González se ufanó ante sus jefes de su otra vertiente como operativo ruso: no sólo recabar datos, sino difundir narrativas gubernamentales de manera encubierta. "Parece que logré sembrar una semilla de duda entre los euroatlantistas", presumió hablando de los resultados del Foro en Rzeszow, Polonia.
Uno de los informes más destacados de cuantos elaboró en sus primeros años de colaboración con la inteligencia militar rusa fue el que tuvo como objetivo la sesión de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN que se celebró entre el 26 y el 29 de mayo en la localidad georgiana de Tiflis. En aquel documento, González resaltaba constantemente que "las ponencias tenían un sabor antirruso" y que habían sido preparadas "con el fin de presentar a la Federación Rusa como un peligro para la OTAN". A su vez, destacaba las alocuciones del ministro de Defensa de Georgia, que enfatizó la necesidad de "reforzar la defensa antimisiles del país con sistemas franceses y la posibilidad de adquirir rápidamente sistemas antitanque estadounidenses".
"Cree que deben prepararse para la posibilidad de que, en caso de guerra, las unidades militares deben estar listas para la acción nuclear".
"De las pruebas obtenidas se concluye que permanecía a la espera de cumplir órdenes de personas que operaban dentro de la estructura del GRU", concluyen las autoridades polacas, que también han descubierto que González tenía en su poder un vídeo y fotografías de la planta de cogeneración de energía de Siekierki, en Varsovia, la más importante del país y una de las más grandes de Europa. Tras el inicio de la guerra, el sistema energético de los países de Europa Central ha estado en la diana de sabotajes consumados o frustrados para provocar la división de la población ante el contundente apoyo a Ucrania de la mayor parte de sus gobiernos.

El falso periodista Pablo González espió a la OTAN, a militares en Ucrania y la mayor central de Polonia
Pablo González se infiltró como periodista en instalaciones militares ucranianas, en la mayor central energética de Polonia, en la boda de una oficial del ejército americano en...
