Y lo más gracioso es que resulta publicidad gratuita.
Si no fue por ellas, no me habría enterado de las galletas en cuesti+on.
Es que el odio, además de otros dramas para el que lo siente, impide pensar.
En el caso de quienes odian a Meghan es aún más extraño: dicen que la mujer es absolutamente irrelevante y que no importa a nadie, pero paradójicamente pasan su días enteros, su vida entera, pendientes de hasta analizar a qué holerán las flatulencias que se lanza la mujer (para poder gritar a los cuatro vientos que las flatulencias de MeghanNarcisista rompen el protocolo royal, porque huelen FOFÓ y no a dulce jazmín, como ha ser ser una flatulencia royal).
Es que sería todo muy cómico, si no fuera tan trágico y triste. Porque esas mentes no están bien, están muy perturbadas. Que vuelvo a decir: una cosa es que puedas sentir antipatía por la mujer (que no entrañaría nada anormal), pero OTRA cosa es ODIAR a la mujer. Y más, si es un odio obsesivo, enfermizo e histérico. Al punto de enviciarte (dime tú el nivel de locura) por vivir para ese odio.
Es que ese odio que sienten por Meghan es tan irracional y tan heavy, que ni siquiera lo sentirían por un Hitler (por el cual sí habría todas las razones objetivas para sentir odio), por ejemplo. Volvemos a la infausta nota de un degenerado cronista, en uno de los tabloides británicos, cuando afirmó: odio a Meghan más que a Fulanito de tal (tristemente célebre asesino/a).
Meghan los tiene muy locos.