Casos como el de Arantxa, el de Blanca Fdez Ochoa o el de Almudena Cid me llevan a reafirmarme en la idea de que jamás enviaría a un hijo o hija a un centro de deporte de élite.
El deporte está genial, es sano y muy bueno para los niños y adolescentes. Pero cuando pasa a ser el centro de su vida y se pierden tantas vivencias en prol de conseguir victorias, ir a olimpiadas, medallas...se convierte en insano porque no les permite madurar, al privarles de sociabilizar y desarrollar todos los aspectos de su personalidad, evolucionar a través de cada vivencia.
Hay ejemplos de deportistas con la cabeza muy bien amueblada, pero hay otros muchos (y los que no sabemos) que me llevan a pensar que a ciertos niveles es lo peor que puedes hacer por tu hijo