Escribamos entre todos una novela improvisadamente.

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Se trata de que entre todos escribamos una novela, en donde yo empezaré a relatar.

La única norma es que mínimo tienen que ser 2 líneas y máximo 50.

Podemos relatar lo que queramos, dar los giros que queramos, incorporar nuevos personajes creados por nosotros como eliminar a los ya creados. Exactamente como la lucha libre.

La única condición es que hay que seguir el hilo de la historia que se va formando.

Empiezo yo:



Madrid, septiembre de 2024.

Rosita, una joven de 25 años, asidua al foro cotilleando, retira su revolver Astra NC6 de una papelera situada en las afueras de la estación de metro de Arturo Soria, tal y como había acordado con su vendedor en el mercado negro. En una discreta bolsa blanca del Dia se encuentra el arma junto a unas cuantas balas.

Rosita es una esbelta chica de 1.75. Luce el pelo corto, teñido de caoba. Sus ojos marrones coinciden con su tono ligeramente moreno, una estilizada nariz, unos finos labios que a menudo se pinta de negro y unos grandes dientes bastante separados entre sí, siempre relucientemente esmaltados y sanos.

Días antes, Rosita ha descubierto uno de los sucesos más lamentables y duros de su vida.

Su hermana Mara, de 18 años, ha caído en una relación con un proxeneta llamado Junior, según su propia y menor hermana le relató.

Llevaba tres meses ejerciendo la prostitucion, enamorada de Junior y sometida a su negocio, dándole todo el dinero mientras él mismo gestionaba todo.

Junior, ese misterioso hombre al que Mara sigue atada, y del que ha dado demasiados detalles sobre él a Rosita, esa noche en que rompió a llorar y lo manifestó todo en la habitación de su hermana mayor.


Una vez Rosita armada, guarda la cacharra en su bolso y se dirige a la boca del metro. En un buen rato llegará a Aluche, su destino, en busca de Junior.

Una vez allí, puede localizar a Junior sentado en la terraza del bar Arabelle, hoy día regentado por un matrimonio chino.

Junior es un tipo de unos 30 años.

Sus azules y vivos ojos impactan. Ese rostro de legionario reventado y violento se articula sobre ellos. Sus duros rasgos hacen el resto.

Lleva una negra gorra Nike, una camiseta blanca de tirantes y unos vaqueros desteñidos, y el brazo izquierdo completamente tatuado. El derecho deja entrever mejor esas venas que sobresalen en su antebrazo, y siete de sus diez dedos son adornados por sellos de oro.

Junior está, en soledad, devorando un bocadillo de tortilla que acompaña con una cerveza, mientras coge una servilletita y repasa sus dedos sin interrumpir su comida, que vuelve a morder de una, justo cuando ve como Rosita, una desconocida, de repente, y sin vacilar, ni pedir permiso, se sienta en su misma mesa, justo delante de él, a un palmo, para decirle:

- Hola, qué tal estás, Junior?


Mientras Junior sostiene con su mano derecha el trozo de pan, reacciona agresivamente, mirando mal, sorprendido, pero sereno y seguro, pues él sabe resolver estas cosas. En tono violento responde:

- Tú qué coxx quieres? Quién coj*nes eres?


.......CONTINUARÁ.
 
Última edición:
- Rebaja ese tono si sabes lo que te conviene -dice Rosita con una sonrisa, mientras hábilmente saca el revólver de su bolso y apunta a Junior por debajo de la mesa - Supongo que no querrás comprometer a tus chicos

Junior parece confundido por un momento, pero entonces comprende la situación al ver el brazo de Rosita situado bajo la mesa.

- ¿Quién te envía?
- ¿Por qué no me lo dices tú?
- Bueno, tengo varios candidatos. Me cuesta hacer amigos, ¿sabes?

Junior mira a su alrededor nerviosamente. Normalmente no le interesa pasar desapercibido, pero ahora se siente incómodo ante la posibilidad de que alguien se percate de su presencia. La pareja de mediana edad que está a dos mesas de distancia parece haber vuelto a sus asuntos, luego de haberles dedicado una mirada curiosa tras la airada respuesta de Junior ante la llegada de Rosita. La gente camina por la calle sin siquiera dedicarles una mirada, y la pareja que regenta el bar está enfrascada en una animada charla.

Rosita continúa mirándole fijamente, con una sonrisa estática. Junior la analiza. Parece una mujer normal, alguien anodina; no parece la clase de persona que dispararía a otra en medio de la calle y se iría caminando. No ha venido a matarme, eso está claro, piensa Junior. Como mucho, querrá darme un mensaje.

- Está bien, nena, ¿por qué no me dices qué quieres? - dice Junior mientras vuelve a comer su bocadillo. Quiere aparentar tranquilidad, aunque esta situación inesperada le está resultando bastante incómoda.
- Por favor, cierra la boca al comer.

Junior suelta una sonora carcajada ante el comentario y luego la mira por unos segundos.

- Me resultas familiar. ¿Nos hemos acostado? - Rosita no aparta su mirada de él - ¿Es por eso que estás aquí? ¿Me echas de menos? Sabes, podemos llegar a un trato tú y yo -dice mientras la mira de arriba abajo con cierta lujuria en sus ojos.
- ¿Y qué harías luego? ¿Me regalarías flores y luego te convertirías en mi chulo?

Junior deja de sonreír lentamente. En su cara se va dibujando una mueca, un gesto entre desagrado y realización. Empieza a atar cabos. Esos ojos, ese pelo. Lo entiende. Da un largo sorbo a su cerveza y deja el vaso sobre la mesa con gesto solemne.

- Vaya, vaya, vaya. Nunca esperé que nos conociésemos en estas circunstancias, cuñada.

Rosita le sonríe ampliamente. Las piernas le tiemblan, pero no lo deja entrever.

- Siempre es hermoso conocer a la familia, ¿no crees? Estoy deseando conocer a la tuya. Bueno, en realidad ya les conozco, aunque no en persona. Me encantaría que me invitaras algún día a esa hermosa casa que tenéis en Yetes; ya sabes, esa en donde os reunís todos juntos de vez en cuando; esa a donde llevas a ese hijo bastardo que tienes.

Junior aprieta los puños. En sus ojos se ve la lucha interna que tiene para no dejar escapar su rabia. ¿Esa zorra le está amenazando? Quiere levantarse y patearla. Recuerda el brazo que ella tenía debajo de la mesa. Lentamente, toma una de las arrugadas servilletas de papel que están en la mesa y la arroja al suelo.

- Ten cuidado con lo que haces -dice Rosita con una voz suave - El gatillo es muy ligero.

Junior aparta ligeramente hacia atrás su silla para recoger la servilleta del suelo, y echa un vistazo bajo la mesa. Sabía lo que podría encontrarse, pero la vista de aquellas piernas junto con la del arma hacen que se ponga algo inquieto.
Se incorpora y se acomoda en su silla. Ambos se miran fijamente.

Rosita está impactada. No se reconoce a sí misma. Cuando planeaba esta visita no se imaginaba que estaría tan nerviosa, y sin embargo ahí está, aparentando una tranquilidad que resulta pasmosa.

- Hablemos -dice él por fin.
 
- Si vuelves a acercarte a mi hermana tu cabeza volará. Repitelo: "si vuelvo a acercarme a su hermana, mi cabeza volará".
 

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