Felicitación navideña 2024

El ‘annus mirabilis’ de Felipe y Letizia

Si ya es duro llorarlas, las tragedias traen consigo esa otra vejación de gestionarlas. La reacción a las catástrofes ha hecho a algunos políticos y ha deshecho a otros. La respuesta al huracán Sandy remachó la victoria de Obama en 2012, mientras que el manejo del huracán Katrina por parte de Bush elevó la palabra “Katrina” a sinónimo de desastre. En el calor del momento no es fácil acertar: a Trillo le criticaron por llevar traje entre los restos del Yak; a Mazón, por llevar un chaleco en la riada. Que no es fácil lo demuestra que hasta los expertos se equivocan: Isabel II tuvo un reinado de aplauso unánime, pero nunca fue más criticada que por su tardanza en ir a Gales tras el derrumbe de una escombrera. Cada decisión aquí tiene su riesgo: cuando los Reyes acudieron —casi de inmediato— a Paiporta, tal vez se soslayó el descontento popular, la presencia de agitadores, la lectura en la prensa internacional de unas imágenes muy duras. Pero esas fotos con la cara manchada de barro han quedado como lo más digno de la presencia del Estado aquellos días. En el calor del momento también puede haber “gracia bajo presión”: se tomó la decisión de ir y fue correcta.

En el gremio periodístico, la “gracia bajo presión” es esa inspiración que nos asiste para dar lo mejor de uno mismo cuando la fecha de entrega se aproxima. En realidad, es la definición que Hemingway —obsesionado con estas cosas— daba de la valentía. Más allá de bajar al barro en términos literales tras la riada, en estos diez años de reinado se han tomado otras decisiones cuyo valor por lo general ha premiado el tiempo: hoy resulta implanteable pensar que el 3 de octubre de 2017 el Rey no hubiera intervenido. A veces esas decisiones han sido casi shakesperianas: renunciar a la herencia del padre, revocar el título a una hermana. Fueron las consecuencias de una abdicación envenenada, con una Corona bajo mínimos en aprecio y la incertidumbre sobre el alcance y las consecuencias de las malandanzas del emérito. En fin, en estos diez años han ido arreciando independentismos, izquierdas republicanas y derechas antimonárquicas, y el Rey ha acumulado más experiencia en consultas que un dermatólogo. Mientras tanto, ¿qué ocurría? Que en la Casa se aplicaba un aburrido programa de lo que hoy se llama gobernanza: auditorías del Tribunal de Cuentas, código ético, una transparencia que —vean la web y comparen— parece, por lo menos, transparente. Ha sucedido todo con una eficacia tan discreta que casi ni parece un milagro. Y voilà, la institución más viejuna es la más regenerada.

Diez años después de la proclamación, podemos decir que la Corona española ha vivido en 2024, por fin, un annus mirabilis. Lo peor de las escandaleras de Juan Carlos I ha quedado atrás. Cada visita del emérito causa un ruido decreciente. Los elementos más díscolos de las afueras inmediatas de la familia están desactivados: pensemos en Froilán, oculto tras una duna en Emiratos. La incorporación —hace solo unos días— de la infanta Sofía a la agenda institucional es un refuerzo relevante para una Corona de recursos humanos muy exiguos, que de este modo gana en presencia. Se sella así, además, el éxito habido con la Operación Leonor: hablar mal de la princesa y la infanta es tan impopular como arrancarse a fumar en una clínica. El regreso de los reyes a Cataluña tiene por su parte de algo de cierre simbólico de una época buena para nadie. La suma de noticias positivas, en fin, ha traído como resultado un alza de impacto en la valoración de los sondeos. Las cosas están bien, pero ante todo reconforta que estén mucho mejor de lo que estaban.

En poco más de un mes, la Corona ha tenido, a ojos de todo el mundo, una acumulación de esos gestos “inteligibles” que pedía el teórico Bagehot: la compasión —ahora llamada empatía— en Valencia, la reivindicación de su aspecto ceremonial con las fotos de Leibovitz. También, un viaje a Italia que da la medida de la utilidad de la institución: un dividendo en imagen para España y el éxito de asentar, con dos Gobiernos de orientaciones antitéticas, uno de los mayores momentos de cercanía bilateral en siglo y medio de relaciones.

El annus mirabilis tiene lugar en el vigésimo aniversario de la boda real. Cuadra muy bien, porque no es menor señalar la influencia alcanzada por la Reina en el estilo de lo que, de no ser una frivolidad, podría llamarse corona dual. Ella se ha convertido en un poder. Los nombramientos recientes en su entorno dan indicio de una sensibilidad algo distinta: el jefe de la Casa ya habla siempre de “los Reyes”. Y es importante señalar este ascendiente porque lleva consigo el mérito humano de quien ha tenido que soportar —a izquierda y derecha— todo tipo de esnobeos y críticas, suspicacias y maledicencias, sin posibilidad de defenderse. Algunos creemos que hay un cierto reparto de papeles por el que el Rey llega a un mundo más conservador y la Reina —que se ha interesado en público por el decrecimiento— a un sector más progresista. Los equilibrios, de momento, parecen funcionar. Pero lo mejor de que la Corona funcione es que ha hecho verdad aquello que en la España de hoy nos parece imposible: que una gran institución se ha regenerado. Casi dan ganas de permitirse la esperanza.

https://elpais.com/opinion/2024-12-20/e ... tizia.html
Gracias por compartir, muy bien escrito, aunque tendencioso (en mi opinión).

Yo me creeré que ha habido regeneración cuando sea visible la riqueza acumulada por el padre (que en parte heredará Felipe) y cuando sean realmente transparentes con su estatus familiar.
 
Obviamente, sacan la postal de felicitacion de Navidad en las fechas de navidad.
Pero por ningun lado han dicho que la foto sea reciente, ni de navidad, ni de este año ni de ningun año pasado.
Asi que no han mentido.
Pero Chispitas, tú has leído lo que has escrito?.. Es una postal de felicitación por la Navidad o es pura coincidencia que haya salido por Navidad? En la postal ponen feliz Navidad, pero la foto no tiene nada que ver con la Navidad porque nunca se comprometieron a que fuera a ser una foto navideña…?

Season 9 What GIF by One Chicago
 
Felices fiestas se desean a las fiestas de los pueblos en verano.
Normal que no lo pongan en la tarjeta.
Ahora son Navidad el 24 y Natividad el 25 .
Por lo menos en mi ciudad.Aunque ahora se está escuchando Nochebuena para mí siempre será Navidad el 24.
Toda la vida pensé que el nacimiento de Jesús fue el 24 y ahora resulta que es el 25.
Natividad .
 
Última edición:
No se porque la llaman navideña, si de Navidad no tiene nada. Ni árbol, belén, lucecitas o unos ñomos aunque sea.

O sera por el Prepa con la barba blanca a lo Papa Noel?

Podrían decir Despidiendo al 24 y sería más coherente.
Pero para que hablar de coherencia con esta pandilla.
es una moda que siguen en alguna que otra casa real también…. Supongo que por acercarse a las personas que no le encuentran sentido religioso a la fecha. Año a año se han ido distanciando de imágenes navideñas pero no se separan de vacacionear y del consumismo….
 
El ‘annus mirabilis’ de Felipe y Letizia

Si ya es duro llorarlas, las tragedias traen consigo esa otra vejación de gestionarlas. La reacción a las catástrofes ha hecho a algunos políticos y ha deshecho a otros. La respuesta al huracán Sandy remachó la victoria de Obama en 2012, mientras que el manejo del huracán Katrina por parte de Bush elevó la palabra “Katrina” a sinónimo de desastre. En el calor del momento no es fácil acertar: a Trillo le criticaron por llevar traje entre los restos del Yak; a Mazón, por llevar un chaleco en la riada. Que no es fácil lo demuestra que hasta los expertos se equivocan: Isabel II tuvo un reinado de aplauso unánime, pero nunca fue más criticada que por su tardanza en ir a Gales tras el derrumbe de una escombrera. Cada decisión aquí tiene su riesgo: cuando los Reyes acudieron —casi de inmediato— a Paiporta, tal vez se soslayó el descontento popular, la presencia de agitadores, la lectura en la prensa internacional de unas imágenes muy duras. Pero esas fotos con la cara manchada de barro han quedado como lo más digno de la presencia del Estado aquellos días. En el calor del momento también puede haber “gracia bajo presión”: se tomó la decisión de ir y fue correcta.

En el gremio periodístico, la “gracia bajo presión” es esa inspiración que nos asiste para dar lo mejor de uno mismo cuando la fecha de entrega se aproxima. En realidad, es la definición que Hemingway —obsesionado con estas cosas— daba de la valentía. Más allá de bajar al barro en términos literales tras la riada, en estos diez años de reinado se han tomado otras decisiones cuyo valor por lo general ha premiado el tiempo: hoy resulta implanteable pensar que el 3 de octubre de 2017 el Rey no hubiera intervenido. A veces esas decisiones han sido casi shakesperianas: renunciar a la herencia del padre, revocar el título a una hermana. Fueron las consecuencias de una abdicación envenenada, con una Corona bajo mínimos en aprecio y la incertidumbre sobre el alcance y las consecuencias de las malandanzas del emérito. En fin, en estos diez años han ido arreciando independentismos, izquierdas republicanas y derechas antimonárquicas, y el Rey ha acumulado más experiencia en consultas que un dermatólogo. Mientras tanto, ¿qué ocurría? Que en la Casa se aplicaba un aburrido programa de lo que hoy se llama gobernanza: auditorías del Tribunal de Cuentas, código ético, una transparencia que —vean la web y comparen— parece, por lo menos, transparente. Ha sucedido todo con una eficacia tan discreta que casi ni parece un milagro. Y voilà, la institución más viejuna es la más regenerada.

Diez años después de la proclamación, podemos decir que la Corona española ha vivido en 2024, por fin, un annus mirabilis. Lo peor de las escandaleras de Juan Carlos I ha quedado atrás. Cada visita del emérito causa un ruido decreciente. Los elementos más díscolos de las afueras inmediatas de la familia están desactivados: pensemos en Froilán, oculto tras una duna en Emiratos. La incorporación —hace solo unos días— de la infanta Sofía a la agenda institucional es un refuerzo relevante para una Corona de recursos humanos muy exiguos, que de este modo gana en presencia. Se sella así, además, el éxito habido con la Operación Leonor: hablar mal de la princesa y la infanta es tan impopular como arrancarse a fumar en una clínica. El regreso de los reyes a Cataluña tiene por su parte de algo de cierre simbólico de una época buena para nadie. La suma de noticias positivas, en fin, ha traído como resultado un alza de impacto en la valoración de los sondeos. Las cosas están bien, pero ante todo reconforta que estén mucho mejor de lo que estaban.

En poco más de un mes, la Corona ha tenido, a ojos de todo el mundo, una acumulación de esos gestos “inteligibles” que pedía el teórico Bagehot: la compasión —ahora llamada empatía— en Valencia, la reivindicación de su aspecto ceremonial con las fotos de Leibovitz. También, un viaje a Italia que da la medida de la utilidad de la institución: un dividendo en imagen para España y el éxito de asentar, con dos Gobiernos de orientaciones antitéticas, uno de los mayores momentos de cercanía bilateral en siglo y medio de relaciones.

El annus mirabilis tiene lugar en el vigésimo aniversario de la boda real. Cuadra muy bien, porque no es menor señalar la influencia alcanzada por la Reina en el estilo de lo que, de no ser una frivolidad, podría llamarse corona dual. Ella se ha convertido en un poder. Los nombramientos recientes en su entorno dan indicio de una sensibilidad algo distinta: el jefe de la Casa ya habla siempre de “los Reyes”. Y es importante señalar este ascendiente porque lleva consigo el mérito humano de quien ha tenido que soportar —a izquierda y derecha— todo tipo de esnobeos y críticas, suspicacias y maledicencias, sin posibilidad de defenderse. Algunos creemos que hay un cierto reparto de papeles por el que el Rey llega a un mundo más conservador y la Reina —que se ha interesado en público por el decrecimiento— a un sector más progresista. Los equilibrios, de momento, parecen funcionar. Pero lo mejor de que la Corona funcione es que ha hecho verdad aquello que en la España de hoy nos parece imposible: que una gran institución se ha regenerado. Casi dan ganas de permitirse la esperanza.

https://elpais.com/opinion/2024-12-20/e ... tizia.html
Cierto que escribe bien y no desaprovecha la ocasión. Regenerar la institución. Pero de una forma que a poco que se piense se le ve un claro reconocimiento a la gran verdad, la que ha sido la entraña de las actuaciones reales: Relevancia y protagonismo de la real visita. Y me pregunto, una vez más, ¿adonde llega el pueblo soberano en su capacidad-incapacidad de situarse en la tremenda realidad de ser tan facilmente manejable? ¿Es que este pueblo no cuenta con una capacidad interpretativa y de propio criterio? Que para la pareja real este terrible suceso haya favorecido eso que llaman imagen con la consiguiente adhesión de agradecimiento no creo lo dude nadie. Pero ¿es posible que todo un Jefe de Estado saque su propio beneficio de la enorme desgracia ajena? Pues sí, es posible, lo estamos viendo.

Se dirá es la Corona la que se ha beneficiado. Pero es que la tan nombrada Corona, así, con mayúsculas, no es absolutamente nada sin gentes de carne y hueso q ue dicen representarla. Y estas gentes de carne y hueso, en plena caida descendente, se benefician de un acontecimiento de tan negativo suceso, vidas de personas, derrumbe de situaciones normales de las que, dicho sea de paso, aun no se han recuperado y, ¿se recuperarán? De la tragedia nada que añadir, pero que la misma sirva como reclamo de la magnificencia de estas majestades en pleno período de rehabilitación, es algo que clama al cielo. Y, mientras tantas y tantas personas calificarán los terribles sucesos como los peores de sus vidas, la cuasi agonizante monarquía celebra muy privadamente su camino de puesta a punto para poder emerger con menos recelos y avisos de peligro institucional.

Lo triste, alucinante y falto de buen juicio, de la más elemental perspicacia, es esa especie de arrebato general que se ha producido con la presencia física en el campo de la tragedia de la pareja que sirve de realce y engrandecimiento.

Y es algo que siempre he pensado y en ello me reafirmo, ¿como es posible que ante desgracias de magnitud tan desgarradora, la simple visita de un coronado y una añadida, sirva para enaltecer a éstos dando como resultado su reentronización popular?

¡Felipe! ¡Leticia! La fortuna os acompaña.
 
El ‘annus mirabilis’ de Felipe y Letizia

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El annus mirabilis tiene lugar en el vigésimo aniversario de la boda real. Cuadra muy bien, porque no es menor señalar la influencia alcanzada por la Reina en el estilo de lo que, de no ser una frivolidad, podría llamarse corona dual. Ella se ha convertido en un poder. ….
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En poco más de un mes, la Corona ha tenido, a ojos de todo el mundo, una acumulación de esos gestos “inteligibles” que pedía el teórico Bagehot: la compasión —ahora llamada empatía— en Valencia, la reivindicación de su aspecto ceremonial con las fotos de Leibovitz. También, un viaje a Italia que da la medida de la utilidad de la institución: un dividendo en imagen para España y el éxito de asentar, con dos Gobiernos de orientaciones antitéticas, uno de los mayores momentos de cercanía bilateral en siglo y medio de relaciones.


Pero lo mejor de que la Corona funcione es que ha hecho verdad aquello que en la España de hoy nos parece imposible: que una gran institución se ha regenerado. Casi dan ganas de permitirse la esperanza.

https://elpais.com/opinion/2024-12-20/e ... tizia.html
Destaco esas frases:
  • Corona dual: qué significa esto? La consorte progre que tanto monta, monta tanto como el titular?…
  • Compasión en Valencia: … poco y tarde
  • La reivindicación de su aspecto ceremonial con las fotos de Leibovitz: perdona?… si les han timado 120 mil euros o más para trolearles y dejarles (sobre todo a Felipe) como el emperador desnudo del cuento y a su mujer como una diva cualquiera de Hollywood
  • Gran institución que se ha regenerado: suena al NODO…
Una perspectiva muy amable y nada crítica. Están intentando influenciar positivamente la opinión pública como cuando después del 23F nos vendieron a Campechano como el salvador de la democracia. Están en su derecho de intentarlo pero canta bastante.
 
Destaco esas frases:
  • Corona dual: qué significa esto? La consorte progre que tanto monta, monta tanto como el titular?…
  • Compasión en Valencia: … poco y tarde
  • La reivindicación de su aspecto ceremonial con las fotos de Leibovitz: perdona?… si les han timado 120 mil euros o más para trolearles y dejarles (sobre todo a Felipe) como el emperador desnudo del cuento y a su mujer como una diva cualquiera de Hollywood
  • Gran institución que se ha regenerado: suena al NODO…
Una perspectiva muy amable y nada crítica. Están intentando influenciar positivamente la opinión pública como cuando después del 23F nos vendieron a Campechano como el salvador de la democracia. Están en su derecho de intentarlo pero canta bastante.
Dime, ¿a todo tienen derecho? ¿o se comportan como el negociante que aprovecha coyunturas extremas para sacar más rendimiento a sus negocios? Entonces ¿Ya se llega a la admisión de la monarquía como un centro de cambio según de donde vengan las contrariedades?
 
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