Aspas a mi:
Me sorprende la ligereza con la que Laura Escanes habla de su aborto. Dice que no era el momento, y al año siguiente tiene una hija. Como si una decisión tan profunda dependiera solo de si, en ese instante, te encaja o no. Como si fuera simplemente una cuestión de calendario, y no de conciencia.
No hablo desde la religión, ni desde ningún dogma. Hablo desde una perspectiva humanista, porque creo que incluso en las primeras etapas, lo que ocurre dentro del cuerpo de una mujer no es algo menor. No es una simple reacción biológica que puedas ignorar. No es un órgano nuevo que desarrollas ni un apéndice: es un proceso delicado, con una dirección clara, con un significado.
Llámalo nasciturus, embrión, como te dé la gana. Pero tiene ADN propio. Está dentro de ti y depende de ti, sí, pero ya no eres solo tú. Hay algo ahí que, aunque pequeño, ya es ¿otro? Y lo que ocurre dentro de ti merece ser pensado con más profundidad que la simple frivolidad de decir: “ uy es que no era el momento”.
Encima, hablamos de un tema profundamente delicado. Que hay situaciones durísimas —una violación, una malformación, un riesgo vital—, pero no es lo mismo que abortar porque simplemente no te venía bien. Y lo peor es que como siempre, nos lo comemos solas. ¿Y el hombre? ¿Risto en este caso? Para el fácil, total no tiene que asumir las consecuencias. No se somete a un legrado, la carga emocional de ver a mujeres angustiadas, no carga con la duda, ni con el vacío. Él mete el pito y ya.
Y sí, es verdad que tener un hijo con 20 años te cambia la vida. Pero también te la cambia a los 30, a los 40. También te la cambia perder el trabajo, separarte de tu pareja o que el casero te eche del piso. La vida está llena de momentos que no nos convienen.
Pero, ¿realmente el aborto siempre deja a una mujer en paz, como da a entender Laura? ¿De verdad no hay mujeres que arrastran heridas en silencio?
No juzgo. Solo creo que gente con tanta visibilidad debería dejar de tratar este tema como si fuera una decisión sin peso, sin reflexión, sin responsabilidad. Porque no lo es.
Y que quizás la solución no sea cargar sobre la mujer toda la responsabilidad con la excusa de que es nuestra libertad. Quizás la verdadera solución sea construir una sociedad que no le diga solo “decide tú”, sino que también le diga: “no estás sola”.