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Hoy, la condenada ya está libre.
El crimen fue encargado por la exmujer de la víctima, la abogada María Dolores Martín, que fue condenada a 22 años y medio de cárcel después de que el juez concediera la custodia de la hija a su ex marido.
A Miguel Ángel Salgado, informático de profesión, un sicario le esperó en el garaje de su domicilio de Ciempozuelos (Madrid) y le descerrajó cinco tiros con una vieja pistola Astra del calibre 9 largo —conocida por los delincuentes más bragados de nuestro país como 'puro'— después de que un juez dictase una sentencia en la que se le concedía la custodia de su hija
Unos dos meses antes de morir, Dolores Martín Pozo, la ex mujer de Miguel Ángel, le dejó bien claro a la salida de los juzgados de familia lo que le esperaba: "Te tengo que matar", le gritó delante del vigilante de seguridad al que pidió que le protegiese de su ex esposa. Una semana después, Miguel Ángel comprobó que, de verdad, su vida corría peligro: un coche le sacó de la carretera con el propósito de matarle. El hombre vivió un mes y medio más: el 14 de marzo de 2007, ya no le dejaron escapatoria. La noche antes, su asesino fracturó un cristal del portal para acceder al inmueble y esperarle en el garaje: sin testigos, sin huellas. Con la firma de un profesional, como muy bien sospechaba mi amigo del Grupo de Homicidios.
Durante la larga investigación del crimen de Miguel Ángel Salgado —bautizada como 'operación Garaje'—, los agentes se centraron pronto en Dolores Martín —su ex mujer— y en un curioso personaje, Eloy Sánchez Barba, hermano de un socio de Dolores y bien relacionado con personajes de uno y otro lado de la ley: hablaba por igual con los encargados de dar una paliza a un camarero de una discoteca valenciana que con un guardia civil que le mantenía puntualmente informado de las pesquisas en torno al crimen del marido de su amiga Dolores.
A las pocas horas de ser hallado el cuerpo de Miguel Ángel Salgado, un veterano guardia del Grupo de Homicidios —ha resuelto más crímenes en Madrid él solo que Kurt Wallander y Martin Beck juntos en sus gélidas demarcaciones— me sacó de dudas: "Esto ha sido obra de un profesional, Marly. El último tiro se lo pegó con el cañón de la pipa apoyado en la cabeza, le remató...", dijo apesadumbrado, aunque, casi inmediatamente, añadió entusiasmado: "pero si lo resolvemos, va a ser de los buenos, investigación pura y dura, ya verás, ya..." Y así fue. A partir de ese día, mi amigo y sus compañeros, igual que el brigada Vila y los suyos, dedicaron la mayor parte de su tiempo a buscar justicia. Pero con una gran diferencia: lo que en 'La estrategia del agua' acaba en unos pocos días, en la realidad llevó muchos meses de un trabajo ímprobo, que incluyó decenas de miles de llamadas y muchas sorpresas: una conversación de la inductora del crimen con María Emilia Casas, la presidenta del Tribunal Constitucional, o el encargo de Ana Obregón a su escolta —luego detenido por intermediar entre inductora y sicario— de propinar una paliza al presentador Jaime Cantizano.
www.elmundo.es
El crimen fue encargado por la exmujer de la víctima, la abogada María Dolores Martín, que fue condenada a 22 años y medio de cárcel después de que el juez concediera la custodia de la hija a su ex marido.
A Miguel Ángel Salgado, informático de profesión, un sicario le esperó en el garaje de su domicilio de Ciempozuelos (Madrid) y le descerrajó cinco tiros con una vieja pistola Astra del calibre 9 largo —conocida por los delincuentes más bragados de nuestro país como 'puro'— después de que un juez dictase una sentencia en la que se le concedía la custodia de su hija
Unos dos meses antes de morir, Dolores Martín Pozo, la ex mujer de Miguel Ángel, le dejó bien claro a la salida de los juzgados de familia lo que le esperaba: "Te tengo que matar", le gritó delante del vigilante de seguridad al que pidió que le protegiese de su ex esposa. Una semana después, Miguel Ángel comprobó que, de verdad, su vida corría peligro: un coche le sacó de la carretera con el propósito de matarle. El hombre vivió un mes y medio más: el 14 de marzo de 2007, ya no le dejaron escapatoria. La noche antes, su asesino fracturó un cristal del portal para acceder al inmueble y esperarle en el garaje: sin testigos, sin huellas. Con la firma de un profesional, como muy bien sospechaba mi amigo del Grupo de Homicidios.
Durante la larga investigación del crimen de Miguel Ángel Salgado —bautizada como 'operación Garaje'—, los agentes se centraron pronto en Dolores Martín —su ex mujer— y en un curioso personaje, Eloy Sánchez Barba, hermano de un socio de Dolores y bien relacionado con personajes de uno y otro lado de la ley: hablaba por igual con los encargados de dar una paliza a un camarero de una discoteca valenciana que con un guardia civil que le mantenía puntualmente informado de las pesquisas en torno al crimen del marido de su amiga Dolores.
A las pocas horas de ser hallado el cuerpo de Miguel Ángel Salgado, un veterano guardia del Grupo de Homicidios —ha resuelto más crímenes en Madrid él solo que Kurt Wallander y Martin Beck juntos en sus gélidas demarcaciones— me sacó de dudas: "Esto ha sido obra de un profesional, Marly. El último tiro se lo pegó con el cañón de la pipa apoyado en la cabeza, le remató...", dijo apesadumbrado, aunque, casi inmediatamente, añadió entusiasmado: "pero si lo resolvemos, va a ser de los buenos, investigación pura y dura, ya verás, ya..." Y así fue. A partir de ese día, mi amigo y sus compañeros, igual que el brigada Vila y los suyos, dedicaron la mayor parte de su tiempo a buscar justicia. Pero con una gran diferencia: lo que en 'La estrategia del agua' acaba en unos pocos días, en la realidad llevó muchos meses de un trabajo ímprobo, que incluyó decenas de miles de llamadas y muchas sorpresas: una conversación de la inductora del crimen con María Emilia Casas, la presidenta del Tribunal Constitucional, o el encargo de Ana Obregón a su escolta —luego detenido por intermediar entre inductora y sicario— de propinar una paliza al presentador Jaime Cantizano.
'Operación Garaje': el crimen que inspiró a Lorenzo Silva | Cultura | elmundo.es
El crimen que inspiró a Lorenzo Silva Marly, personaje —basado en un periodista real— del nuevo libro de Lorenzo Silva, habla del crimen en que se inspiró la novela.
