Yo seguía a Begoña cuando su vida era irse con una maleta de ruedas a esperar que abriera el gimnasio a las 6 de la mañana para que nadie le quitase la plaza de aparcamiento. Grabación de entrenamiento y poses marcando silueta. Vuelta a casa previo paso por el Mercadona, mirar en el programa del juzgado a ver si tenía alguna notificación, tender lavadora y plano de mejunje que se hacía para comer. Café y tarde después de haber fregado la casa y el suelo como hacía a diario. Esa tarde o bien se sentaba en el sofá y contaba que tenía una relación complicada con su madre por cosas del pasado, o que siempre había elegido mal a sus parejas, o que tenía que pedir un crédito al colegio de abogados porque no le llegaba para terminar el mes….enseñaba el perchero con la ropa de colores pastel que tenía en un burro etiquetada por días, luz tenue y a dormir muy temprano.
Eso en Negreira y en aquel pueblo al que se fue porque dejó el piso. Allí su rutina cambió un poco como los días que tenía que ir a Santiago al juzgado.
Luego ya empezó con las mentorías.
Y de repente se ha convertido en otra persona.
Y está en un sitio que llevaba años anhelando, porque en sus monólogos de tarde siempre decía que ella sabía que el canal le daría dinero como para vivir. Primero lo intentó con consejos jurídicos, no pareció irle bien, luego con vida diaria, y se ve que tampoco. Ahora con política. Está donde siempre dijo querer estar. Ganando mucho dinero. Ella había explicado que siempre había sido pobre.
De aquellos polvos vienen estos lodos.
Parece que es el precio que tiene que pagar porque su canal de YouTube diera el pelotazo y ella fuera rica y famosa que era lo que siempre decía que quería ser.