Los musulmanes sí te matarían por una simple broma o acto provocador. Los cristianos, no.Puedes probar a hacer eso en Filipinas o delante de alguna catedral mexicana a ver si no te corren a ostias. Prueba.
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Los musulmanes sí te matarían por una simple broma o acto provocador. Los cristianos, no.Puedes probar a hacer eso en Filipinas o delante de alguna catedral mexicana a ver si no te corren a ostias. Prueba.
Estoy de acuerdo con lo que dices, les faltó escaleta y guion 100% pero me parece un buen punto de partida para empezar a cambiar la forma de hacer las campanadas y meter más espectáculo y quizás una competencia sana entre cadenas y que la espectacion pase más al nivel técnico de programa que a qué ropa llevan las presentadoras.Yo tampoco lo vi desastroso pero como espectadora se me hace incómoda la sensación de que estaban rellenando tiempo y que faltaba contenido. No me pasa eso viendo La Revuelta y tampoco pasaba en Sálvame.
Yo no les pido que sean megacorrectos porque si no vería otra cosa pero esperaba más escaleta y guión y un punto medio de adaptar lo que funciona para su audiencia a un público que no es necesariamente el suyo. Y aunque el saludo hubiese sido a otros presentadores no me hubiese gustado estar en directo y que me griten con un megáfono, ya me parece bastante incómodo cuando a un reporter@ se le cuela un espontáneo, lo veo de sentido común dejar trabajar en ese momento porque el saludo que para unos puede ser grasioso para otros puede ser un directo que se complica, entre el megáfono, el pinga, leer cue, etc.
No sabe ni pronunciar la pobre.
O sea, que no podemos llamar gorda a Lalachus porque es superofensivo, todos los cuerpos son válidos y si lo decimos somos fachas, pero ella sí puede sacar una estampita para mofarse del cristianismo, la religión mayoritaria en España, en la TV pública que pagamos entre todos, mientras sobre el islam no hace bromitas, no sea que la lapiden por la calle.Broncano y Lalachus son productos de una sociedad líquida, tan estúpida como cobarde. Encarnan, cada uno a su manera, lo peor de nuestro tiempo: un simple, palmero del poder y con la gracia en donde amargan los pepinos, que se cree cómico subversivo y antisistema, y una gorda feminista con la gracia en donde no brilla el sol, que se cree cómica y jamás asumirá que la han encumbrado precisamente por gorda y feminista.Pero son productos perecederos destinados a un público carente de crítica y con un CI negativo. El péndulo ya se está moviendo y estos personajes caerán pues no aportan nada intelectualmente relevante o moralmente aceptable. Mientras tanto, se harán de oro pues la izquierda sí premia a los que no se salen ni media letra del guion para politizar hasta unas puñeteras campanadas.
No sabe ni pronunciar la pobre.
O sea, que no podemos llamar gorda a Lalachus porque es superofensivo, todos los cuerpos son válidos y si lo decimos somos fachas, pero ella sí puede sacar una estampita para mofarse del cristianismo, la religión mayoritaria en España, en la TV pública que pagamos entre todos, mientras sobre el islam no hace bromitas, no sea que la lapiden por la calle.Broncano y Lalachus son productos de una sociedad líquida, tan estúpida como cobarde. Encarnan, cada uno a su manera, lo peor de nuestro tiempo: un simple, palmero del poder y con la gracia en donde amargan los pepinos, que se cree cómico subversivo y antisistema, y una gorda feminista con la gracia en donde no brilla el sol, que se cree cómica y jamás asumirá que la han encumbrado precisamente por gorda y feminista.Pero son productos perecederos destinados a un público carente de crítica y con un CI negativo. El péndulo ya se está moviendo y estos personajes caerán pues no aportan nada intelectualmente relevante o moralmente aceptable. Mientras tanto, se harán de oro pues la izquierda sí premia a los que no se salen ni media letra del guion para politizar hasta unas puñeteras campanadas.
No sabe ni pronunciar la pobre.
O sea, que no podemos llamar gorda a Lalachus porque es superofensivo, todos los cuerpos son válidos y si lo decimos somos fachas, pero ella sí puede sacar una estampita para mofarse del cristianismo, la religión mayoritaria en España, en la TV pública que pagamos entre todos, mientras sobre el islam no hace bromitas, no sea que la lapiden por la calle.Broncano y Lalachus son productos de una sociedad líquida, tan estúpida como cobarde. Encarnan, cada uno a su manera, lo peor de nuestro tiempo: un simple, palmero del poder y con la gracia en donde amargan los pepinos, que se cree cómico subversivo y antisistema, y una gorda feminista con la gracia en donde no brilla el sol, que se cree cómica y jamás asumirá que la han encumbrado precisamente por gorda y feminista.Pero son productos perecederos destinados a un público carente de crítica y con un CI negativo. El péndulo ya se está moviendo y estos personajes caerán pues no aportan nada intelectualmente relevante o moralmente aceptable. Mientras tanto, se harán de oro pues la izquierda sí premia a los que no se salen ni media letra del guion para politizar hasta unas puñeteras campanadas.
No sabe ni pronunciar la pobre.
O sea, que no podemos llamar gorda a Lalachus porque es superofensivo, todos los cuerpos son válidos y si lo decimos somos fachas, pero ella sí puede sacar una estampita para mofarse del cristianismo, la religión mayoritaria en España, en la TV pública que pagamos entre todos, mientras sobre el islam no hace bromitas, no sea que la lapiden por la calle.Broncano y Lalachus son productos de una sociedad líquida, tan estúpida como cobarde. Encarnan, cada uno a su manera, lo peor de nuestro tiempo: un simple, palmero del poder y con la gracia en donde amargan los pepinos, que se cree cómico subversivo y antisistema, y una gorda feminista con la gracia en donde no brilla el sol, que se cree cómica y jamás asumirá que la han encumbrado precisamente por gorda y feminista.Pero son productos perecederos destinados a un público carente de crítica y con un CI negativo. El péndulo ya se está moviendo y estos personajes caerán pues no aportan nada intelectualmente relevante o moralmente aceptable. Mientras tanto, se harán de oro pues la izquierda sí premia a los que no se salen ni media letra del guion para politizar hasta unas puñeteras campanadas.
No sabe ni pronunciar la pobre.
O sea, que no podemos llamar gorda a Lalachus porque es superofensivo, todos los cuerpos son válidos y si lo decimos somos fachas, pero ella sí puede sacar una estampita para mofarse del cristianismo, la religión mayoritaria en España, en la TV pública que pagamos entre todos, mientras sobre el islam no hace bromitas, no sea que la lapiden por la calle.Broncano y Lalachus son productos de una sociedad líquida, tan estúpida como cobarde. Encarnan, cada uno a su manera, lo peor de nuestro tiempo: un simple, palmero del poder y con la gracia en donde amargan los pepinos, que se cree cómico subversivo y antisistema, y una gorda feminista con la gracia en donde no brilla el sol, que se cree cómica y jamás asumirá que la han encumbrado precisamente por gorda y feminista.Pero son productos perecederos destinados a un público carente de crítica y con un CI negativo. El péndulo ya se está moviendo y estos personajes caerán pues no aportan nada intelectualmente relevante o moralmente aceptable. Mientras tanto, se harán de oro pues la izquierda sí premia a los que no se salen ni media letra del guion para politizar hasta unas puñeteras campanadas.