Eurocopa 2024


Cuando a Sánchez le hacen «un Wert»​

En el Palacio de la Zarzuela no había claqué ni ningún tipo de agitador contratado para levantar los ánimos de los asistentes. Ahí había unos muchachos JASP, jóvenes, aunque sobradamente preparados, para detectar cuando alguien está haciendo un uso perverso de tus méritos y cuándo no​

17/07/2024 Actualizada 01:30

Cuando ayer veía las informaciones sobre el recibimiento de los Reyes y del presidente del Gobierno a la selección ganadora de la Eurocopa, magníficamente resumidas en la noticia de El Debate «La alegría de los jugadores con los Reyes contrasta con su seriedad ante el mitin de Sánchez» y pérfidamente criticadas con sutileza por algunos integrantes del Equipo Nacional de Opinión Sincronizada, me vinieron a la cabeza las imágenes de cuando se hizo la reforma de la Ley de Educación en el Gobierno de Mariano Rajoy y desde el PSOE se montó una campaña para que los estudiantes le negaran la mano al ministro de Educación, José Ignacio Wert. Y cada vez que Wert presidía una entrega de premios o de títulos académicos algunos entre los que los recogían le negaban la mano. Los medios del entorno izquierdista jableaban a los jóvenes como si fueran grandes héroes. Los chicos tendrían grandes méritos, sin duda, pero educación muy escasa.
En el saludo al presidente del Gobierno no consta que nadie le negara la mano. Eso parece claro. Pero sí resultó muy evidente el que sin tener que perpetrar esa falta de educación, dejaron constancia de que estaban allí a disgusto. Y ya, cuando la claqué de Moncloa se puso a aclamar las palabras del presidente, las caras de los jugadores se tornaron en la expresión de los actores de una tragedia griega. Todo muy revelador.
Como revelador fue el tono de los jugadores con el Rey en el campo y con los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía en el Palacio de la Zarzuela. Ahí no había claqué ni ningún tipo de agitador contratado para levantar los ánimos de los asistentes. Ahí había unos muchachos JASP, jóvenes, aunque sobradamente preparados, para detectar cuando alguien está haciendo un uso perverso de tus méritos. Esta selección ha demostrado ser la mejor del torneo al no perder ni un solo partido –entre otras razones– y tienen todo el derecho a que se les reconozca sin que nadie pretenda apropiarse de sus méritos.
Sánchez haría bien en reflexionar sobre lo sucedido con motivo de esta victoria. Como resulta evidente, estos chicos tuvieron en conjunto una actitud muy similar entre ellos cuando se encontraban ante el Rey y ante el presidente del Gobierno. No creo que se hayan pasado un mes preparando, coordinando, ensayando este ademán. Los jugadores de la selección son de orígenes geográficos, familiares y sociales muy diferentes entre ellos. Ya sabe, hasta los hay «racializados» en expresión de Irene Montero, secretaria política de Podemos, partido integrante de la «mayoría» de la que depende Sánchez. Pero parecieron tener una sintonía espontánea muy reveladora a la hora de saludar a Sánchez. Incluidos los racializados.
Presidente, cuando España gana la Eurocopa y la práctica totalidad de los jugadores de la selección crean la imagen de que ha sido una victoria de la que no quieren que participe el presidente del Gobierno, algo va mal para usted. Muy mal. Le recomiendo que se lo haga mirar.
 

HEMOS VUELTO​



Con la final de la Eurocopa se ha constatado que la España feliz nunca se fue; la de siempre, la plural, la de todos, sigue más vigente que nunca. Es sencillo de entender: nos han intentado colar una ideología impostada, por la puerta de atrás, que jamás ha representado la realidad de la calle. Nos hemos dicho (con cierta razón) que vivimos en las ruinas de una civilización pasada, aquella de la transición, elegante y estética, que, con este conato de revolución cultural, fue casi destruida por completo. Ha quedado patente, sin embargo, que los cimientos son fuertes y, desde ellos, es imperativo volver a edificar lo perdido. He visto con emoción el camino de una selección que ha vuelto a unir a una patria que había olvidado su esencia, la del humanismo por encima de la política, aquella que priorizaba la persona al votante y que no hacía apología de ese odio del que beben ciertos partidos. España se ha rebelado ante esa colectivización de la izquierda, ese enfrentamiento entre hermanos, esa cultura de la cancelación y la ha sustituido por la comedia, la alegría y el buen vivir. El pueblo se ha demostrado muy superior a sus dirigentes y los jugadores de la selección se han reivindicado como adalides de la España de siempre, de la del 2008, 2010 y 2012.

Cuando alguien me pregunta por nuestro presidente siempre contesto que ocupa una posición moralmente ilegítima (que no legal y constitucional) porque no representa la realidad de España y su gente. Ha hecho de la política un enfrentamiento entre españoles, una cruenta batalla muy alejada de la contraposición democrática de las ideas. Nos han hecho pasar por normal lo que no tiene ningún sentido: un asalto continuo a las instituciones y un aprovechamiento de una posición privilegiada para hacer de lo común algo propio. Esta distorsión que enfanga la vida institucional y ensucia la imagen interna y externa de la nación en toda su extensión, contrasta radicalmente con la imagen de unas calles que se abrazan con alegría, que no preguntan quién eres, ni a dónde vas, a quién amas o lo que piensas; simplemente les vale con el amor que profesas a esta tierra y el orgulloso sentido de ser parte de este crisol de ilusiones y sentimientos. Una pluralidad de personalidades que no se juzga ni se margina, simplemente se comparte.

El renacimiento de una identidad común, esa que se siente y se vive en las plazas y las calles, nos recuerda que, más allá de las diferencias ideológicas, existe una esencia compartida que nos une. La Eurocopa ha sido un catalizador para esta renovada conciencia colectiva, un evento que ha trascendido el mero ámbito deportivo para convertirse en una celebración de la unidad. En estos momentos de alegría, es evidente que la pluralidad no es un obstáculo, sino algo que enriquece el tejido social. La victoria en el deporte ha sido más que un triunfo en el campo; ha sido una reafirmación de la capacidad de un pueblo para superar adversidades y divisiones. Los jugadores, con su dedicación y esfuerzo, se han convertido en un símbolo de esta España resurgente. Han demostrado que, trabajando juntos, podemos tocar el cielo, y que la colaboración y el respeto mutuo son fundamentales para el éxito.

Cabe destacar, también, esa absoluta victoria en las calles de regiones sometidas al pensamiento único por los partidos nacionalistas y el reconocimiento a esos valientes a los que han señalado sistemáticamente por sentirse españoles en España. He podido ver con satisfacción cómo, en las redes sociales, aquellos que nos odian se lamentaban de su fracaso. Años de adoctrinamiento y persecución solo han servido para demostrar que España está más viva que nunca y que llega a cada rincón de esta provecta patria. Es indiscutible nuestro triunfo. Nos hemos quitado los complejos, hemos bailado y les hemos hecho bailar. Una y mil veces volvería a nacer español.
Es esencial que aprovechemos este momento para reflexionar sobre el camino a seguir. Debemos reconstruir los puentes que se han roto, fomentar el diálogo y el entendimiento, y rechazar la política del enfrentamiento que tanto daño ha hecho. Es imperativo que nuestros líderes escuchen el clamor de la ciudadanía, que pide un cambio hacia una política de altura. La España que se ha mostrado en la Eurocopa es la que todos queremos: una nación que valora a cada individuo por lo que es, que celebra sus diferencias y que se une en torno a un objetivo común. La tarea no será fácil, pero los cimientos están ahí. Debemos trabajar desde ellos para edificar una sociedad que refleje verdaderamente los valores de libertad, orgullo y gallardía. Es momento de dejar atrás las divisiones artificiales y construir juntos un futuro donde todos tengan un lugar, donde se priorice el bienestar de las personas sobre los intereses partidistas.

El deporte nos ha dado una lección de vida: cuando nos unimos, somos invencibles. Que esta lección se extienda a todos los ámbitos de nuestra sociedad, para que la alegría y el buen vivir sean la norma y no la excepción. Hemos vuelto, y con más fuerza que nunca, para demostrar que la España plural, inclusiva y alegre nunca se fue y que, pese a los intentos de esa neoizquierda nacional de impostar una ideología nueva, esta patria sigue más viva que nunca y, simplemente, estaba esperando el momento adecuado para resurgir y reivindicarse. Le pese a quien le pese: ¡Viva España!

 
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Pero el momento más llamativo tuvo lugar cuando Dani Olmo llegó a saludar a Felipe VI. Mientras el rey le daba dos golpes en la espalda, exclamó entre risas: "¡Esa cabeza prodigiosa! ¡Esa cabeza!".
A su lado, Letizia con una enorme sonrisa le dijo: "¡Fue increíble!". Ambos hacían referencia a una de las últimas jugadas de la final de la Eurocopa. En el minuto 90, Dani Olmo sacó sobre la línea de gol un remate de un jugador inglés que se colaba ya sin remedio hacia la portería y que hubiese supuesto el empate a dos.

Felipe VI protagonizó precisamente una de las imágenes de la noche en ese momento, ya que los fotógrafos captaron sus gestos de alivio y de susto al ver la jugada. Mientras, a su lado, el príncipe Guillermo de Inglaterra aparecía lamentándose por la ocasión perdida.
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Gibraltar es la última colonia en Europa.
Gibraltar, en el extremo sur de España, es territorio británico de ultramar desde 1713, año en que fue cedido en virtud de un tratado tras la Guerra de Sucesión española.
Para la ONU, Gibraltar es un "territorio no autónomo pendiente de descolonización". Además, señala que esta descolonización debe ser llevada a cabo mediante negociaciones bilaterales entre España y Reino Unido, negociaciones que la ONU viene recomendando ininterrumpidamente desde 1965
 
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España logra su cuarta Eurocopa para convertirse en el rey de Europa a nivel de selecciones​

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España se proclama campeona de Europa. / Anadolu

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OYARZABAL


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DANI OLMO CARBAJAL



Me alegro de que los jugadores tengan el reconocimiento que se merecen después de ganar la Eurocopa en sus ciudades de origen. En especial Ozaryabal, que tuvo que soportar esas pintadas horribles en su contra.

Una pena que el Ayuntamiento de Pamplona no quiera homenajear a Mikel Merino, y también a Nico Williams.
 
OYARZABAL


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DANI OLMO CARBAJAL



Lo de Oyarzabal fuimos la cuadrilla de toda la vida, y que estuviésemos en frente de la sede de Bildu fue coincidencia pura.
Simplemente venía bien el lugar de la cuesta.
 
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