Me flipa este nuevo viaje espiritual de nuestra influencer literaria: ha descubierto la lectura y, claro, como no podía ser de otra forma, ha decidido que lo esencial no es leer… es empapelar libros con flores. Las mismas flores. Una y otra vez. Lo de disfrutar un libro ya si eso después, primero que combine con la pegatina.
Porque sí, ahora tiene una agenda nueva para organizarse entre los 54 proyectos que ha empezado, y ha decidido que su prioridad vital es… decorarla. Spoiler: si estás tan agobiada por falta de tiempo, igual lo de jugar al ‘scrapbook de la introspección’ no era lo más urgente.
Y lo de ponerle pegatinas a los libros, honestamente… ¿por qué? ¿Para estropearlos con estilo? ¿Para que la portada combine con el incienso? Si al menos fueran pegatinas temáticas: dragones para fantasía, puñales para thriller… Pero no: flores. Para todo. Como si ‘1984’ necesitara hortensias en la solapa para ser más distópico.
Pero ojo, lo mejor es el momento lavavajillas: se le estropea y decide repararlo. Y claro, se lía. Que si es una rancia, que si ya no gasta, que si qué decepción… Mira, primas, que os entiendo: después de ver 17 hauls de velas y cuadros para el baño, una espera una coherencia. Porque claro, arreglar el lavavajillas es una traición al personaje.
Y ya lo de los candelabros y los cuadros en el baño es arte conceptual. O para que la caca tenga luz ambiental, quién sabe.
En fin, yo ya solo quiero ver si las flores van a juego con los cuadros del váter o si ahí también improvisa.
Porque sí, ahora tiene una agenda nueva para organizarse entre los 54 proyectos que ha empezado, y ha decidido que su prioridad vital es… decorarla. Spoiler: si estás tan agobiada por falta de tiempo, igual lo de jugar al ‘scrapbook de la introspección’ no era lo más urgente.
Y lo de ponerle pegatinas a los libros, honestamente… ¿por qué? ¿Para estropearlos con estilo? ¿Para que la portada combine con el incienso? Si al menos fueran pegatinas temáticas: dragones para fantasía, puñales para thriller… Pero no: flores. Para todo. Como si ‘1984’ necesitara hortensias en la solapa para ser más distópico.
Pero ojo, lo mejor es el momento lavavajillas: se le estropea y decide repararlo. Y claro, se lía. Que si es una rancia, que si ya no gasta, que si qué decepción… Mira, primas, que os entiendo: después de ver 17 hauls de velas y cuadros para el baño, una espera una coherencia. Porque claro, arreglar el lavavajillas es una traición al personaje.
Y ya lo de los candelabros y los cuadros en el baño es arte conceptual. O para que la caca tenga luz ambiental, quién sabe.
En fin, yo ya solo quiero ver si las flores van a juego con los cuadros del váter o si ahí también improvisa.