@Sydney, me encantaria poder leer el primero, no lo conocia, y no sé si estará traducido.
Jacqueline también es apasionante en su psicologia de mujer de su época.
El segundo libro sí lo leí y, sí, describe como la admiración que le hacia perdonar la naturaleza mujeriega de su padre la empujó a enamorarse y casarse con un hombre igual en ese aspecto, guapo, atractivo pero más intelectual que su padre - de modo que llegó a querer a su marido de una manera diferente a su padre, que era bon vivant sin más preocupación en la cabeza que la de tener efectivo para seguir viviendo -. De todos modos, suegro y yerno congeniaron en su visión de la vida mujeriega, mientras que, para John, su suegra debió ser la única mujer a quien no hechizó jamás, a él le incomodaba estar con su suegra y la cara que le ponia siempre. De hecho, Janet quiso quitarle la idea a Jackie de casarse con él -cometiendo el error de compararle despreciativamente con el padre de la chica-, pero ella no la escuchó.
El hecho de que John Kennedy fuese un hombre glamouroso y con éxito con las mujeres le pareció a Jackie tan atractivo como el hecho de que también fuese tan fragil en su salud, que despertó su instinto de protección hacia él, igual que sentia que su padre necesitaba ser cuidado y que su madre pecó al abandonarle dejándole solo con sus deudas y su bebida (no comprendió el suplicio de ser esposa engañada hasta que le tocó a ella, pero no por eso madre e hija se acercaron la una a la otra). John Kennedy, además, le garantizaba un nivel de vida fabuloso, cosa importante para una chica criada en la mentalidad de que habia que casarse bien, pero tampoco se lo habia planteado como única opción de vida al ennoviarse con un corredor de bolsa y aspirar a ser tomada en serio como periodista estando soltera. Y que él la eligiese entre tantas, que le confiase su salud, su vida e incluso su futuro político (una vida pública que, en principio, era lo que menos le gustaba a ella, ni su padre ni su padrastro eran politicos, ella no habia crecido en ese mundo), la deslumbró, sin darse cuenta de que no es lo mismo ser la hija de un conquistador que la esposa de uno, sobre todo si le quieres. Por naturaleza, por instinto, te duele no ser la única compañera sexual del hombre que quieres y más si es tu marido. Durante la presidencia la resarció ver su triunfo social como primera dama, la admiración que despertaba, pero no del todo... ella huía de la Casa Blanca para no ver la forma en que su marido se las arreglaba para engañarla a sus espaldas.
Es, en cambio, curioso, como, en el lbro de Mercurio, en un fragmento describe a Kennedy como un hombre que, pese a no sentirse culpable por su comportamiento extramarital, era lo bastante justo para no sentirse con derecho a fiscalizar a su esposa en ese sentido, siempre y cuando no lo hiciese con un hombre del partido rival y, a ser posible, él mismo no se enterase - para no poner a prueba sus propios sentimientos al respecto frente a ese hipotético hombre pues sabia que no habria tenido derecho moral para decirle nada a su esposa-. De todos modos, él no pareció nunca creer tener motivos para mostrarse celoso respecto a su mujer en ese aspecto, se sentia muy seguro de su lealtad hacia él, si alguna vez ella le engañó desde luego que no dió señales de darse por enterado (del modisto Oleg Cassini -ex marido de una ex-amante suya en sus tiempos de soltero, la actriz Gene Tierney, de la que habia estado enamorado-, que tenia fama de conquistador, solo parecian molestarle las inmensas facturas que presentaba, a veces pagadas por el viejo Joe), excepto cuando apareció el pirata de Onassis en escena. Era el amante de su cuñada, un tipo de mala reputación y ver a su mujer siguiéndole la corriente parece ser que le puso de mal humor. Ante la depresión de ella por la pérdida del bebé no se atrevió a negarle el capricho de ir al crucero del pirata, pero ante las fotos viéndola en el yate del tipo y lo que daba que hablar no tardó en llamarla para que acortase el crucero y volviese a casa -cosa que ella no le negó, como habria hecho en otros tiempos-, yendo él a buscarla al aeropuerto con los niños y subiendo al avión con ellos para saludarla fuera de la mirada de las cámaras.
Jackie siempre se justificó por su matrimonio con Onassis diciendo que no habia buscado amor en él, que ya habia tenido ese tipo de matrimonio la primera vez - con el consiguiente sufrimiento -. Siempre dijo que en Onassis buscaba "seguridad" - creo que incluso en el aspecto emocional por no estar enamorada y, por descontado, su pasta, claro, aunque no lo dijese - y nunca sintió no corresponder a Onassis porque se sabia un trofeo para él. Tu pasta a cambio de mi nombre. Ese fué el acuerdo, cosa que la vanidad de Onassis no pudo tolerar aunque hubiese sido la realidad. Y es que Jackie, incluso en vida de Onassis, seguia asistiendo a actos de homenaje a su difunto con sus hijos. A sus ojos, Onassis, sin educación, ni cultura, ni delicadeza verbal al tratarla - pues Jack jamás la habia insultado ni alzado la voz, como hizo Onassis por despecho en público - perdió la batalla ante el difunto y éste ganó en el recuerdo de Jackie.
Jackie jamás ejerció de viuda de Onassis, pero volvió a asumir el papel de viuda del presidente Kennedy cuando volvió a Estados Unidos, creándose además un nuevo horizonte profesional en esa editorial rescatando sus inquietudes juveniles. Se llevó los millones de Onassis, pero lo consideró un paréntesis olvidable en su vida.
En Maurice Templesmann ya solo buscó un compañero y lo consiguió, un buen compañero en el que encontró cariño y lealtad incondicional durante veinte años, y Caroline y John le apreciaron de verdad por eso. Pero él asumió que ella sentia, por su pasado, por sus hijos, por su trayectoria vital, que el hombre de su vida habia sido John F. Kennedy y, naturalmente, en una charla privada con él, al morir, le hizo entender que desease ser enterrada junto a él y su bebé.
Sin embargo, también a ella le tocó ser incomprendida por no haber querido jamás explicarse jamás. Porque en el fondo despreciaba al gran publico que habia hecho de su marido -¡al que habian asesinado, como después a Bobby! - y su matrimonio pasto de morbo sin respeto.
Por eso creo que es inaudito lo poco comprendida que ha sido esta pareja,-que no tuvo nada de romántica, pero ahi está el error de las amantes de las novelas, que se confunde amor y romanticismo-, precisamente por todas las cosas escandalosas - unas ciertas y muchas falsas - que el stablisment vendió de ellos - con la aquidiscencia de los plumillas que se forraron a costa de ellos - para borrar el prestigio de presidente que habian asesinado.
Reitero que si no le hubiesen asesinado, si no hubiesen sido tan envidiados, hoy sobre la vida sexual de Kennedy sabriamos tanto como la de Clinton, Bush padre, Johnson - que tuvo una amante que se sepa - y tantos otros, historias que a la larga poco interesan al publico. Pero a Kennedy, un presidente inteligente, innovador, dispuesto a acabar con la Guerra Fria - hundiendo asi la industria armamentistica americana -, a dar igualdad de derechos a las minorias, glamouroso y admirado no puedes matarle sin destrozar también su reputación con saña. Y si la viuda se enfada y se niega a aceptar esas cosas, con ponerla de ambiciosa que estaba con él solo por la pasta y la posición, suficiente. Como después se casó por pasta con un pirata ¿que más pruebas hay de que no podia querer a su primer marido a pesar de todo?
A mi no me cabe la menor duda de que ella hubiese deseado que Jack Kennedy hubiese sido su único marido hasta la muerte natural de él, que no se habria prolongado más de dos decadas dado su estado de salud, pero les habria permitido criar a sus hijos juntos.