Madeleine McCann

@DOLORES H4ZE De verdad me gustaría saber qué significa que "no estás de acuerdo". Con qué?
Expuse cómo me posiciono en el foro de Cotilleando, a santo de qué tienes que estar o no de acuerdo?
Sinceramente no recuerdo ni haber entrado en este hilo. Estaría cotilleando y le daría sin querer xD. Pero tampoco hay que ponerse así vaya jaja
 
Madeleine McCann: caso abierto doce años después

Doce años después de que la niña se esfumara de su cama en la habitación de un complejo turístico del Algarve el caso resucita por enésima vez
img_djuarez_20190503-111339_imagenes_lv_otras_fuentes_dkiss-madeleine-mccann_4_6_2005529138-kTZG-U462127057481ZVE-992x558@LaVanguardia-Web.jpg

Imagen promocional de DKiss del documental sobre la desaparición de Madeleine McCann (DKiss)
Juan Manuel García, Barcelona
12/05/2019 00:45 Actualizado a 12/05/2019 03:37


Ningún caso en la historia reciente ha tenido un impacto global como el de Madeleine McCann, la niña británica que desapareció de su cama en la habitación que compartía con sus hermanos mellizos menores durante unas vacaciones familiares en el Algarve portugués. Sucedió la noche del 3 de mayo del 2007. Han pasado más de 12 años. En este tiempo se han generado 12.000 páginas de información oficial sobre el caso, más de 2.000 diligencias policiales, 500 búsquedas en la zona del suceso y cerca de 9.000 avistamientos de la niña por todo el mundo. Se ha investigado a casi veinte sospechosos, incluidos los padres de la niña, Kate y Gerry McCann. Existen numerosas teorías sobre lo que sucedió, pero ninguna cuenta con pruebas sólidas que la sustenten. Todo son sospechas, especulaciones y rumores infundados.

El último de ellos surgió la semana pasada en un periódico sensacionalista británico, que apuntaba como sospechoso –aunque con indicios realmente muy frágiles– a un ped*filo alemán que cumple cadena perpetua desde el 2012 por haber asesinado a tres niños y violados a una veintena más. La Fiscalía de Portimão no confirmó esta información y se limitó a decir que la Policía Judicial (PJ) portuguesa mantiene “el caso abierto” en coordinación con autoridades internacionales. Scotland Yard desarrolla su propia investigación paralela desde el 2013, y la familia no ha cejado en su empeño de buscar a su hija durante todos estos años, contratando a numerosos detectives privados. Sin resultados.


La Policía Judicial portuguesa, Scotland Yard y los McCann siguen buscando a la niña 12 años después


La hipótesis popular más extendida sobre lo que sucedió aquella noche apunta precisamente a la responsabilidad de los padres de la pequeña Madeleine, un matrimonio de médicos de Leicester. Es la teoría que defiende el polémico excomisario Gonçalo Amaral, primer responsable de la investigación sobre el terreno y apartado del caso cinco meses después de la desaparición de la niña por criticar a la policía británica. El policía se jubiló poco después –con sólo 48 años– e hizo fortuna con la publicación del libro Maddie, la verdad de la mentira, en el que sostiene que la niña falleció porque sus padres le suministraron un somnífero para que no se despertase mientras ellos cenaban con sus amigos en un restaurante cercano al apartamento. Según esta versión, se pasaron con la dosis y después se deshicieron del cadáver con la ayuda del servicio de inteligencia del Reino Unido, el MI5; finalmente, aparentaron un secuestro para encubrir su responsabilidad. Gerry y Kate McCann llegaron a ser investigados formalmente por las autoridades portuguesas, pero fueron exonerados por falta de pruebas.

Otra conjetura con cierto apoyo en la opinión pública es la que señala que Madeleine fue secuestrada por una red de ped*filia internacional. Una de las personas que alimenta esta hipótesis es Julián Peribánez, detective privado de la desaparecida agencia Método 3 de Barcelona, quien trabajó para la familia McCann y se trasladó durante 8 meses a Portugal. Peribánez tiene un papel relevante en uno de los capítulos de la serie que Netflix ha producido sobre el caso –y que coincide en la “cartelera digital” con sendos docs sobre esta misma historia creados por DKISS y Discovery–, en el que mantiene que la niña está viva y que Sudamérica
es un destino “bastante probable”. Hace sólo unos meses, el tabloide The Sun publicó que Scotland Yard investiga la posibilidad que la pequeña Madeleine saliese del cuarto por su propio pie, fuese a buscar a sus padres y acabase atropellada por un conductor, quien supuestamente habría enterrado su cadáver para eludir la acción de la justicia.


El último sospechoso señalado por la prensa británica es un ped*filo alemán ya condenado a cadena perpetua


Todas estas teorías –algunas otras mucho más descabelladas, como que la niña fue secuestrada por traficantes eslavos y vendida a una familia adinerada de África–, han sido estudiadas y desestimadas, una a una, por las autoridades policiales de Portugal y el Reino Unido. La única y terrible verdad sobre el caso es que no ha habido nunca ni parece que esté cerca de haber ninguna prueba concluyente sobre lo que le ocurrió Madeleine McCann ni sobre su paradero actual. Si hay una certeza que se pueda extraer de este misterio, tiene que ver con las miserias de la condición humana, que brotan como en ninguna otra circunstancia en los sucesos macabros que involucran a niños pequeños.

Y es que el caso Madeleine no sólo arruinó la vida de la familia McCann, y su reputación, sino también la de otras personas que fueron señaladas como sospechosas por unas autoridades policiales desbordadas por la presión popular, luego vilipendiadas por los medios de comunicación y finalmente abandonadas a su desgracia cuando se demostró su inocencia. Es el caso de Robert Murat, un inglés que residía en Praia da Luz, muy cerca de los apartamentos donde desapareció Madeleine, y al que se acusó de secuestrar y asesinar a la niña por el mero hecho de mostrarse demasiado colaborador en su búsqueda; o Sergey Malinka, un joven ruso de 22 años que hacía páginas web para Murat, y que también sufrió una “lapidación” popular irracional por el mero
hecho de realizar una llamada perdida a su cliente la noche de los hechos.

Alrededor de ciertas víctimas se crea un halo que no se genera con otras, especialmente cuando los tabloides marcan el ritmo del relato. Madeleine tenía una cara angelical. En el imaginario colectivo de buena parte de la población británica era la versión en miniatura de Lady Di, cuya muerte diez años antes es el único precedente comparable al caso Maddie en lo referente a la cobertura mediática. Cuando la niña desapareció, Twitter acababa de nacer; troll era un expresión que solo entendían los usuarios de los foros de internet; nadie hablaba de fake news (noticias falsas) ni de fact checking (verificación de hechos); y tampoco existía el clickbait (los “titulales cebo”) en la prensa digital. Pero el discurso del odio ya estaba instalado en los medios y en la calle.


El inspector portugués que lideró el caso ha hecho fortuna con un libro en el que acusa a los padres


Según el último informe de la organización Missing Children Europe, cada dos minutos se informa de la desaparición de un niño en Europa. En la mayor parte de las ocasiones (57%) se trata de denuncias por chavales que se fugan por voluntad propia. Los secuestros parentales representan el 23,2% de los casos. Un 14,3% son desapariciones por ninguna razón aparente –niños que pueden haberse perdido o haber resultado heridos–. Los menores migrantes cuya pista se pierde en el país en el que recalan por diferentes circunstancias ocupan un 5% de los casos. Y, por último, las desapariciones clasificadas como secuestro por parte de cualquier persona que no sean los padres de la víctima o sus tutores autorizados suponen únicamente el 0,2%.

A pesar de lo impactante de las cifras, y de que se trata de una cuestión especialmente sensible para nuestras sociedades, por involucrar a seres indefensos que a menudo asociamos con nuestros propios hijos, solo una porción muy reducida de estos casos trasciende a la luz pública. Los mecanismos que determinan cuáles de estos sucesos acaban captando la atención de los medios de comunicación –y a través de éstos, de la población general– son a menudo indescifrables. A buen seguro, intervienen algunos factores tangibles, como la capacidad de influencia de la familia afectada, pero también otros criterios de carácter psicosocial relacionados con el perfil de la víctima.

El fenómeno está documentado e incluso bautizado: el síndrome de la mujer blanca desaparecida. Esta expresión se refiere a la desproporcionada mayor atención mediática que reciben los casos de personas desaparecidas cuando son chicas jóvenes, de clase media o alta y físicamente atractivas, en comparación con los casos de desapariciones de hombres o de personas de otras clases sociales. Cuando el foco de la atención mediática se posa sobre uno de estos episodios, la cobertura de los medios y la respuesta de la audiencia alcanzan cotas excepcionales. En España tenemos los ejemplos recientes de Diana Quer, Gabriel Cruz o Julen Roselló, todos con final infeliz.

Y de Madeleine MacCann. Doce años después del suceso, su nombre no sólo evoca la trágica historia de la desaparición de una niña inocente; también sitúa a las sociedades avanzadas del siglo XXI ante un espejo que refleja su adicción al “entretenimiento basado en crímenes reales”. Una dependencia que los nuevos medios digitales están dispuestos a alimentar.

https://www.lavanguardia.com/vida/20190512/462183638658/2007-2019-caso-abierto.html
 
Madeleine McCann: caso abierto doce años después

Doce años después de que la niña se esfumara de su cama en la habitación de un complejo turístico del Algarve el caso resucita por enésima vez
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Imagen promocional de DKiss del documental sobre la desaparición de Madeleine McCann (DKiss)
Juan Manuel García, Barcelona
12/05/2019 00:45 Actualizado a 12/05/2019 03:37


Ningún caso en la historia reciente ha tenido un impacto global como el de Madeleine McCann, la niña británica que desapareció de su cama en la habitación que compartía con sus hermanos mellizos menores durante unas vacaciones familiares en el Algarve portugués. Sucedió la noche del 3 de mayo del 2007. Han pasado más de 12 años. En este tiempo se han generado 12.000 páginas de información oficial sobre el caso, más de 2.000 diligencias policiales, 500 búsquedas en la zona del suceso y cerca de 9.000 avistamientos de la niña por todo el mundo. Se ha investigado a casi veinte sospechosos, incluidos los padres de la niña, Kate y Gerry McCann. Existen numerosas teorías sobre lo que sucedió, pero ninguna cuenta con pruebas sólidas que la sustenten. Todo son sospechas, especulaciones y rumores infundados.

El último de ellos surgió la semana pasada en un periódico sensacionalista británico, que apuntaba como sospechoso –aunque con indicios realmente muy frágiles– a un ped*filo alemán que cumple cadena perpetua desde el 2012 por haber asesinado a tres niños y violados a una veintena más. La Fiscalía de Portimão no confirmó esta información y se limitó a decir que la Policía Judicial (PJ) portuguesa mantiene “el caso abierto” en coordinación con autoridades internacionales. Scotland Yard desarrolla su propia investigación paralela desde el 2013, y la familia no ha cejado en su empeño de buscar a su hija durante todos estos años, contratando a numerosos detectives privados. Sin resultados.


La Policía Judicial portuguesa, Scotland Yard y los McCann siguen buscando a la niña 12 años después


La hipótesis popular más extendida sobre lo que sucedió aquella noche apunta precisamente a la responsabilidad de los padres de la pequeña Madeleine, un matrimonio de médicos de Leicester. Es la teoría que defiende el polémico excomisario Gonçalo Amaral, primer responsable de la investigación sobre el terreno y apartado del caso cinco meses después de la desaparición de la niña por criticar a la policía británica. El policía se jubiló poco después –con sólo 48 años– e hizo fortuna con la publicación del libro Maddie, la verdad de la mentira, en el que sostiene que la niña falleció porque sus padres le suministraron un somnífero para que no se despertase mientras ellos cenaban con sus amigos en un restaurante cercano al apartamento. Según esta versión, se pasaron con la dosis y después se deshicieron del cadáver con la ayuda del servicio de inteligencia del Reino Unido, el MI5; finalmente, aparentaron un secuestro para encubrir su responsabilidad. Gerry y Kate McCann llegaron a ser investigados formalmente por las autoridades portuguesas, pero fueron exonerados por falta de pruebas.

Otra conjetura con cierto apoyo en la opinión pública es la que señala que Madeleine fue secuestrada por una red de ped*filia internacional. Una de las personas que alimenta esta hipótesis es Julián Peribánez, detective privado de la desaparecida agencia Método 3 de Barcelona, quien trabajó para la familia McCann y se trasladó durante 8 meses a Portugal. Peribánez tiene un papel relevante en uno de los capítulos de la serie que Netflix ha producido sobre el caso –y que coincide en la “cartelera digital” con sendos docs sobre esta misma historia creados por DKISS y Discovery–, en el que mantiene que la niña está viva y que Sudamérica
es un destino “bastante probable”. Hace sólo unos meses, el tabloide The Sun publicó que Scotland Yard investiga la posibilidad que la pequeña Madeleine saliese del cuarto por su propio pie, fuese a buscar a sus padres y acabase atropellada por un conductor, quien supuestamente habría enterrado su cadáver para eludir la acción de la justicia.


El último sospechoso señalado por la prensa británica es un ped*filo alemán ya condenado a cadena perpetua


Todas estas teorías –algunas otras mucho más descabelladas, como que la niña fue secuestrada por traficantes eslavos y vendida a una familia adinerada de África–, han sido estudiadas y desestimadas, una a una, por las autoridades policiales de Portugal y el Reino Unido. La única y terrible verdad sobre el caso es que no ha habido nunca ni parece que esté cerca de haber ninguna prueba concluyente sobre lo que le ocurrió Madeleine McCann ni sobre su paradero actual. Si hay una certeza que se pueda extraer de este misterio, tiene que ver con las miserias de la condición humana, que brotan como en ninguna otra circunstancia en los sucesos macabros que involucran a niños pequeños.

Y es que el caso Madeleine no sólo arruinó la vida de la familia McCann, y su reputación, sino también la de otras personas que fueron señaladas como sospechosas por unas autoridades policiales desbordadas por la presión popular, luego vilipendiadas por los medios de comunicación y finalmente abandonadas a su desgracia cuando se demostró su inocencia. Es el caso de Robert Murat, un inglés que residía en Praia da Luz, muy cerca de los apartamentos donde desapareció Madeleine, y al que se acusó de secuestrar y asesinar a la niña por el mero hecho de mostrarse demasiado colaborador en su búsqueda; o Sergey Malinka, un joven ruso de 22 años que hacía páginas web para Murat, y que también sufrió una “lapidación” popular irracional por el mero
hecho de realizar una llamada perdida a su cliente la noche de los hechos.

Alrededor de ciertas víctimas se crea un halo que no se genera con otras, especialmente cuando los tabloides marcan el ritmo del relato. Madeleine tenía una cara angelical. En el imaginario colectivo de buena parte de la población británica era la versión en miniatura de Lady Di, cuya muerte diez años antes es el único precedente comparable al caso Maddie en lo referente a la cobertura mediática. Cuando la niña desapareció, Twitter acababa de nacer; troll era un expresión que solo entendían los usuarios de los foros de internet; nadie hablaba de fake news (noticias falsas) ni de fact checking (verificación de hechos); y tampoco existía el clickbait (los “titulales cebo”) en la prensa digital. Pero el discurso del odio ya estaba instalado en los medios y en la calle.


El inspector portugués que lideró el caso ha hecho fortuna con un libro en el que acusa a los padres


Según el último informe de la organización Missing Children Europe, cada dos minutos se informa de la desaparición de un niño en Europa. En la mayor parte de las ocasiones (57%) se trata de denuncias por chavales que se fugan por voluntad propia. Los secuestros parentales representan el 23,2% de los casos. Un 14,3% son desapariciones por ninguna razón aparente –niños que pueden haberse perdido o haber resultado heridos–. Los menores migrantes cuya pista se pierde en el país en el que recalan por diferentes circunstancias ocupan un 5% de los casos. Y, por último, las desapariciones clasificadas como secuestro por parte de cualquier persona que no sean los padres de la víctima o sus tutores autorizados suponen únicamente el 0,2%.

A pesar de lo impactante de las cifras, y de que se trata de una cuestión especialmente sensible para nuestras sociedades, por involucrar a seres indefensos que a menudo asociamos con nuestros propios hijos, solo una porción muy reducida de estos casos trasciende a la luz pública. Los mecanismos que determinan cuáles de estos sucesos acaban captando la atención de los medios de comunicación –y a través de éstos, de la población general– son a menudo indescifrables. A buen seguro, intervienen algunos factores tangibles, como la capacidad de influencia de la familia afectada, pero también otros criterios de carácter psicosocial relacionados con el perfil de la víctima.

El fenómeno está documentado e incluso bautizado: el síndrome de la mujer blanca desaparecida. Esta expresión se refiere a la desproporcionada mayor atención mediática que reciben los casos de personas desaparecidas cuando son chicas jóvenes, de clase media o alta y físicamente atractivas, en comparación con los casos de desapariciones de hombres o de personas de otras clases sociales. Cuando el foco de la atención mediática se posa sobre uno de estos episodios, la cobertura de los medios y la respuesta de la audiencia alcanzan cotas excepcionales. En España tenemos los ejemplos recientes de Diana Quer, Gabriel Cruz o Julen Roselló, todos con final infeliz.

Y de Madeleine MacCann. Doce años después del suceso, su nombre no sólo evoca la trágica historia de la desaparición de una niña inocente; también sitúa a las sociedades avanzadas del siglo XXI ante un espejo que refleja su adicción al “entretenimiento basado en crímenes reales”. Una dependencia que los nuevos medios digitales están dispuestos a alimentar.

https://www.lavanguardia.com/vida/20190512/462183638658/2007-2019-caso-abierto.html
YO ESTOY DE ACUERDO CON EL iNSPECTOR PORTUGUÉS- ES UN CASO MUY CONTROVERTIDO Y LA POSICION DE LOS PADRES HA TAPADO A INVESTIGACION.- GRACIAS POR TRAERLO COMPAÑERA @Coti7495
 
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5'

CASA REAL BRITÁNICA
Una conocida de Isabel II, testigo clave en la desaparición de Madeleine McCann
Carole Tranmer es una mujer británica de 71 años que la noche en que desapareció Madeleine McCann, en mayo de 2007, ocupaba uno de los apartamentos superiores
R. RIAÑO
12/05/2019 05:00
Quién le iba a decir a la familia real británica que, de una manera del todo casual, la reina Isabel II acabaría conectada a la investigación por la desaparición de la niña Madeleine McCann, uno de los casos más mediáticos de los últimos años a nivel mundial.

[LEA MÁS: El de Will Smith y otros memes del bebé de Harry y Meghan]

Según ha informado 'The Sun', existe una testigo cuyo testimonio está tomando mucha relevancia para los investigadores. De entre las cientos de voces que escucharon, la de esta mujer, llamada Carole Tranmer, es de las pocas que les resulta creíble y verosímil en su relato.

Tranmer es una mujer británica de 71 años que la noche en que desapareció Madeleine McCann, en mayo de 2007, ocupaba uno de los apartamentos superiores del complejo hotelero Ocean Club, en la Praia da Luz de Portugal, donde la niña dormía.

lf04-lagos-portugal-file-a-file-photograph-dated-12-may-2007-reissued-04-may-2019-shows-a-poster-displayed-of-three-year-old-madeleine-mccann-a-british-girl-who-went-missing-in-2007-while-on-holiday-with-her-parents-in-praia-da-luz-in-lag.jpg

Fotografía de Madeleine McCann, del año 2007. (EFE)



"Mirando hacia abajo, debajo del piso de los McCann, vi a alguien que salía del apartamento de la planta baja cerrando la puerta con mucho cuidado y en silencio. Me pareció muy extraño. Miró a un lado y al otro, cerró la puerta y caminó muy rápidamente hacia abajo".

Su testimonio fue uno entre un centenar. Ahora, tras desarrollarse un retrato mediante la técnica electrónica de identificación facial, ha salido a la luz la imagen de un sospechoso que coincide con el testimonio de Tranmer y con el asesino en serie alemán Martin Ney, de 48 años, quien ha sido encarcelado de por vida por tres asesinatos de niños y 40 ataques sexuales.

kate-and-gerry-mccann-attend-a-service-to-mark-the-11th-anniversary-of-the-disappearance-of-their-daughter-madeleine-from-a-holiday-flat-in-portugal-near-her-home-in-rothley-britain-may-3-2018-reuters-darren-staples.jpg

Kate y Gerry McCann atendiendo a los medios en 2011. (Reuters)
Según los informes, la Sra. Tranmer, de 71 años, ha sido entrevistada tres veces en el pasado por oficiales portugueses y británicos sobre ese "hombre que actuaba de manera sospechosa" en el Ocean Club de la Praia da Luz de Portugal.

Lo curioso de este testigo es que durante las entrevistas con la Sra. Trunmer, estareveló a los investigadores que tenía relación con la familia real británica. Resulta que esta mujer había trabajado para la Colección Real de Arte y aseguró que conocía a la reina personalmente y que con frecuencia se encontraba con la familia real en visitas privadas.

ngh01-windsor-reino-unido-18-04-2019-la-reina-isabel-ii-de-inglaterra-asiste-a-las-celebraciones-de-jueves-santo-en-la-capilla-de-san-jorge-en-el-castillo-de-windsor-en-reino-unido-este-jueves-efe-stringer.jpg

La reina Isabel II en una imagen de archivo. (EFE)
El portavoz de los McCann, Clarence Mitchell, cree que hay un "grado de credibilidad" en las afirmaciones de que Ney podría estar vinculado con el caso.

Maddie, de tres años, desapareció de la habitación del hotel donde ella y su familia se encontraban de vacaciones, mientras sus padres cenaban en un restaurante cercano con amigos. Desde entonces, sus padres, la exdoctora Kate McCann, de 51 años, y el doctor Gerry McCann, de 50, no han perdido la esperanza de que su hija aún pueda estar viva. Madeleine tendría ahora casi 16 años
 
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CASA REAL BRITÁNICA
Una conocida de Isabel II, testigo clave en la desaparición de Madeleine McCann
Carole Tranmer es una mujer británica de 71 años que la noche en que desapareció Madeleine McCann, en mayo de 2007, ocupaba uno de los apartamentos superiores
R. RIAÑO
12/05/2019 05:00
Quién le iba a decir a la familia real británica que, de una manera del todo casual, la reina Isabel II acabaría conectada a la investigación por la desaparición de la niña Madeleine McCann, uno de los casos más mediáticos de los últimos años a nivel mundial.

[LEA MÁS: El de Will Smith y otros memes del bebé de Harry y Meghan]

Según ha informado 'The Sun', existe una testigo cuyo testimonio está tomando mucha relevancia para los investigadores. De entre las cientos de voces que escucharon, la de esta mujer, llamada Carole Tranmer, es de las pocas que les resulta creíble y verosímil en su relato.

Tranmer es una mujer británica de 71 años que la noche en que desapareció Madeleine McCann, en mayo de 2007, ocupaba uno de los apartamentos superiores del complejo hotelero Ocean Club, en la Praia da Luz de Portugal, donde la niña dormía.

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Fotografía de Madeleine McCann, del año 2007. (EFE)



"Mirando hacia abajo, debajo del piso de los McCann, vi a alguien que salía del apartamento de la planta baja cerrando la puerta con mucho cuidado y en silencio. Me pareció muy extraño. Miró a un lado y al otro, cerró la puerta y caminó muy rápidamente hacia abajo".

Su testimonio fue uno entre un centenar. Ahora, tras desarrollarse un retrato mediante la técnica electrónica de identificación facial, ha salido a la luz la imagen de un sospechoso que coincide con el testimonio de Tranmer y con el asesino en serie alemán Martin Ney, de 48 años, quien ha sido encarcelado de por vida por tres asesinatos de niños y 40 ataques sexuales.

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Kate y Gerry McCann atendiendo a los medios en 2011. (Reuters)
Según los informes, la Sra. Tranmer, de 71 años, ha sido entrevistada tres veces en el pasado por oficiales portugueses y británicos sobre ese "hombre que actuaba de manera sospechosa" en el Ocean Club de la Praia da Luz de Portugal.

Lo curioso de este testigo es que durante las entrevistas con la Sra. Trunmer, estareveló a los investigadores que tenía relación con la familia real británica. Resulta que esta mujer había trabajado para la Colección Real de Arte y aseguró que conocía a la reina personalmente y que con frecuencia se encontraba con la familia real en visitas privadas.

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La reina Isabel II en una imagen de archivo. (EFE)
El portavoz de los McCann, Clarence Mitchell, cree que hay un "grado de credibilidad" en las afirmaciones de que Ney podría estar vinculado con el caso.

Maddie, de tres años, desapareció de la habitación del hotel donde ella y su familia se encontraban de vacaciones, mientras sus padres cenaban en un restaurante cercano con amigos. Desde entonces, sus padres, la exdoctora Kate McCann, de 51 años, y el doctor Gerry McCann, de 50, no han perdido la esperanza de que su hija aún pueda estar viva. Madeleine tendría ahora casi 16 años

¿ese testimonio es el mismo que salió en el documental? Se comentaba algo similar...¿o me estoy liando? entre tanto caso y tantos datos..:D
 
si vio a alguien saliendo por la puerta, sin llevarse a ninguna cria

"
"Mirando hacia abajo, debajo del piso de los McCann, vi a alguien que salía del apartamento de la planta baja cerrando la puerta con mucho cuidado y en silencio. Me pareció muy extraño. Miró a un lado y al otro, cerró la puerta y caminó muy rápidamente hacia abajo".

no sé que tiene de raro,igual era simplemente Mc Cann o una de sus amistades, saliendo en una de esas visitas controladoras
 
si vio a alguien saliendo por la puerta, sin llevarse a ninguna cria

"
"Mirando hacia abajo, debajo del piso de los McCann, vi a alguien que salía del apartamento de la planta baja cerrando la puerta con mucho cuidado y en silencio. Me pareció muy extraño. Miró a un lado y al otro, cerró la puerta y caminó muy rápidamente hacia abajo".

no sé que tiene de raro,igual era simplemente Mc Cann o una de sus amistades, saliendo en una de esas visitas controladoras
A mí siempre me pareció que esa persona seria alguien del grupo, cerro con cuidado para que los niños no se despertaran.
 
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