FAMILIA DE LA REINA SOFIA
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El rey Pablo I y la reina Federica, fotografiados en 1947 en su descapotable, como dos estrellas de cine en Atenas. / GETTY IMAGES
Lo dicen las dos biógrafas españolas de la reina Sofía , Pilar Urbano y Pilar Eyre: para conocer a la monarca emérita conviene más mirar a Grecia que quedarse en España, el país en el que la rubia y tímida princesa llegó al trono. Fue una carambola de la reina Federica que salió bien, al menos en términos dinásticos. No podemos decir lo mismo en el plano sentimental: la joven Sofía no encontró en Juan Carlos a un hombre similar a su padre, el rey Pablo. Su ideal de masculinidad.
No conocemos a Pablo de Grecia tanto como a su esposa, Federica de Hannover. En parte porque murió muy pronto, a los 62 años y de un cáncer de estómago, y no llegó a vivir en España con Sofía , como sí hizo la reina Federica. Sin embargo, no fue menos carismático que su vivaz esposa, al contrario. Tenía porte de actor de Hollywood, se había cultivado intelectualmente (estudió filosofía, ingeniería, arqueología y música) y gastaba físico portentoso de suboficial de crucero naval. Un cañón de señor
«Medía 1,93, tenía unos bondadosos ojos gris azulados y la voz grave, y podía hablar de música y de la transmigración de las almas en tono algo pedante y doctrinal en cinco idiomas», le describe Pilar Eyre. El tercer hijo del rey Constantino

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El amor entre Pablo y Federica fue tal, que varias biografías señalan cierta postergación de los niños. «A diferencia de otras parejas, en esta no había uno que quería y otro que se dejaba querer, ambos competían en desmesura», cuenta Eyre. «En verano, Pablo le llevaba a su mujer bloques de hielo a la habitación para que se refrescase y le compró un yate con el que recorrían incansablemente las deslumbrantes islas griegas, diseminadas por el Mediterráneo como las cuentas de un collar».
Tan enamorado estaba Pablo de Grecia de Federica de Hanover, que sostenía que se habían conocido en otras vidas. Pilar Urbano, biógrafa oficial de la reina Sofía, le preguntó si no se sintió excluida por ese amor tan absorbente: «Mis padres estaba muy enamorados, se querían mucho», confirmó la emérita. «Eso no me daba celos, al contrario. ¡Me daba seguridad!».

Por qué Pablo de Grecia fue el rey más adorado de su tiempo: historia de amor imposible, flechazo con la reina Federica y admiración de su hija, la reina Sofía
Pablo de Grecia fue un hombre guapo y carismático, culto y atento, que vivió la gran historia de amor con la que soñaba su hija, la princesa Sofía. Su decepción cuando s
Por qué Pablo de Grecia fue el rey más adorado de su tiempo: historia de amor imposible, flechazo con la reina Federica y admiración de su hija, la reina Sofía
Pablo de Grecia fue un hombre guapo y carismático, culto y atento, que vivió la gran historia de amor con la que soñaba su hija, la princesa Sofía. Su decepción cuando supo de las infidelidades de Juan Carlos debió ser brutal.

El rey Pablo I y la reina Federica, fotografiados en 1947 en su descapotable, como dos estrellas de cine en Atenas. / GETTY IMAGES
Lo dicen las dos biógrafas españolas de la reina Sofía , Pilar Urbano y Pilar Eyre: para conocer a la monarca emérita conviene más mirar a Grecia que quedarse en España, el país en el que la rubia y tímida princesa llegó al trono. Fue una carambola de la reina Federica que salió bien, al menos en términos dinásticos. No podemos decir lo mismo en el plano sentimental: la joven Sofía no encontró en Juan Carlos a un hombre similar a su padre, el rey Pablo. Su ideal de masculinidad.
No conocemos a Pablo de Grecia tanto como a su esposa, Federica de Hannover. En parte porque murió muy pronto, a los 62 años y de un cáncer de estómago, y no llegó a vivir en España con Sofía , como sí hizo la reina Federica. Sin embargo, no fue menos carismático que su vivaz esposa, al contrario. Tenía porte de actor de Hollywood, se había cultivado intelectualmente (estudió filosofía, ingeniería, arqueología y música) y gastaba físico portentoso de suboficial de crucero naval. Un cañón de señor
«Medía 1,93, tenía unos bondadosos ojos gris azulados y la voz grave, y podía hablar de música y de la transmigración de las almas en tono algo pedante y doctrinal en cinco idiomas», le describe Pilar Eyre. El tercer hijo del rey Constantino

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El amor entre Pablo y Federica fue tal, que varias biografías señalan cierta postergación de los niños. «A diferencia de otras parejas, en esta no había uno que quería y otro que se dejaba querer, ambos competían en desmesura», cuenta Eyre. «En verano, Pablo le llevaba a su mujer bloques de hielo a la habitación para que se refrescase y le compró un yate con el que recorrían incansablemente las deslumbrantes islas griegas, diseminadas por el Mediterráneo como las cuentas de un collar».
Pablo creía que había conocido a Federica en otra vida
Tan enamorado estaba Pablo de Grecia de Federica de Hanover, que sostenía que se habían conocido en otras vidas. Pilar Urbano, biógrafa oficial de la reina Sofía, le preguntó si no se sintió excluida por ese amor tan absorbente: «Mis padres estaba muy enamorados, se querían mucho», confirmó la emérita. «Eso no me daba celos, al contrario. ¡Me daba seguridad!».
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