Una pregunta sin ánimo de polemizar: ¿cuándo dijo Jesús algo sobre matrimonios?
Espero que te te sirva.
Cristo y el propio Dios hablan de la unión indisoluble del hombre y la mujer ya desde el principio de la biblia, en el Génesis, primero como concepto y más tarde, dando nombre a dicho concepto, acuñando las palabras matrimonio, marido, esposa...
Tal es la importancia que Dios da al matrimonio, que Jesucristo se descubre por primera vez ante los hombres como ser metafísico en una boda "Las bodas de Caná" mediante su primer milagro "La multiplicación de los panes y los peces" para dar de comer y saciar la sed de los asistentes a tan importante Sacramento
Hay muchos ejemplos más a lo largo de la Biblia, te dejo sólo unos cuantos para no aburrir al personal, ya que no es el tema del hilo, transcribo primero la cita y luego dejo una breve explicación se su significado teológico.
Génesis 2:24: "Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a summujer, y serán una sola carne".
Después de que Dios hizo a la primera mujer y le confió este extraordinario regalo al hombre, Dios instituyó lo que llamamos
matrimonio: dos personas que se convierten en una nueva entidad. Un hombre y una mujer forman la relación humana más fundamental en el mundo creado por Dios, una relación aun más fundamental que la de padre-hijo. El hombre dejará a su padre y a su madre, y se aferrará a su esposa. Bajo Dios, ella es ahora su compromiso más fundamental. Así también, la mujer deja la casa de su padre (Salmos 45:10) para establecer una nueva unidad familiar con su esposo. Bajo Dios, él es ahora su compromiso más fundamental.
Sin embargo, el hombre no pudo proteger el jardín. Bajó la guardia y permitió que la serpiente se adueñara del oído de su esposa, y ella fue engañada. Luego, el hombre mismo, habiendo escuchado el mandato de Dios de primera mano, escuchó la voz de la serpiente y pecó contra Dios. Y ahora, en este mundo caído y maldito, el matrimonio, la relación más fundamental, no está exenta de graves dolores y dificultades (Génesis 3:16).
Mateo 19:6: "Así que ya no son dos, sinp una sóla carne. Ppr tantp, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe".
A pesar de que el pecado ha invadido la creación de Dios, y con frecuencia los esposos y esposas se encuentran luchando trágicamente entre sí, Jesús refuerza la visión que Dios tiene del matrimonio desde la creación: “Lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe”. El pecado puede desafiar, pero no anula el diseño original de Dios. El matrimonio, de hecho, está hecho para soportar el pecado. Dios quiere que los dos se conviertan en uno, y no que uno se rompa en dos.
Dios llama a los esposos en particular, como a hombres, a la fidelidad en aquello que el primer hombre falló. Dios llama a cada hombre a cuidar y proteger a su esposa y matrimonio con un celo santo, primero de su propio pecado, y luego de los demás. Los fracasos de ella no son excusa para los suyos. Y para las esposas, los fracasos de él no son excusa, tampoco. El hombre y la mujer se unen “mientras los dos vivan“.
Colocenses 3:19: "Maridos, amen a sus esposas y no sean asperos con ellas".
La Iglesia es pionera en la lucha contra el maltrat*, cuando este ni siquiera existía como concepto.
Inevitablemente, ellos pecarán uno contra el otro. Quizá antes de que termine el día de la boda. Seguramente antes de que termine la luna de miel. El pecado desafiará la armonía de su relación de alguna manera. Pero Dios diseñó este pacto de matrimonio para mantenerlos unidos en los tiempos difíciles. Los tiempos difíciles no llegan como una sorpresa en el matrimonio. El matrimonio fue hecho para los tiempos difíciles. Los pactos no son principalmente para tiempos fáciles, sino para los más difíciles.
El llamado específico de Dios al esposo es amar a su esposa. El amor no es solo un afecto espontáneo. Es afecto, y nunca menos, pero es más que eso. También es lealtad al pacto, y actuar en sacrificio. En los peores momentos de un marido, se verá tentado a ser pasivo o severo. Lo que su esposa necesita de él, y lo que Dios le llama a hacer como hombre, es ser gentil y no duro; activo, no pasivo. Ser activo
con suavidad. La gentileza no es debilidad. La gentileza es fuerza bajo control para fines que dan vida. La gentileza es una fuerza admirable que el Espíritu de Dios desarrolla hasta convertirla en una madurez más admirable.
Colocenses 3:10: "Mujeres estén sujetas a sus maridos, como conviene en el Señor".
El llamado de Dios a una esposa es afirmar, recibir, y nutrir el liderazgo amoroso de su esposo en el matrimonio. Su marido es único para ella. Dios no llama a una esposa a someterse a todos los hombres; de ninguna manera. Solo a su propio esposo (Ef. 5:22; Ti.2:5; Primera de Pedro 3:1,5). Y su sumisión a él no es absoluta. Colocenses 3:18 dice “como conviene en el Señor”. Jesucristo es su máxima lealtad y autoridad, al igual que para su esposo. Y si el esposo es obediente a Cristo y se sacrifica como Cristo, él y ella prosperarán juntos en la danza del matrimonio mientras ella lo afirma, lo fortalece, y lo convierte en un hombre mejor de lo que nunca podría ser sin ella.
La sumisión piadosa no es pasiva o débil. Es una de las cosas más difíciles que las personas modernas y orgullosas podrían hacer. Y es precisamente lo que todos hacemos cuando decimos que Jesús es el Señor.