Sustituir funcionarios por IA
Hablan los purgados por Elon Musk. "Somos el canario en la mina de lo que va a ocurrir"
La agencia digital gubernamental 18F era pionera en EEUU en impulsar proyectos tecnológicos. Elon Musk ha despedido ahora a todos sus empleados, casi un centenar. Sus integrantes explican el caos que se está produciendo
El magnate Elon Musk. (Reuters/Kevin Lamarque)
Por
Manuel Ángel Méndez 25/03/2025 - 05:00
Jeff (nombre ficticio) habla desde algún punto de EEUU. Dice dónde, pero pide no publicarlo para evitar más problemas. "Técnicamente, seguimos siendo empleados del Gobierno, pero no por mucho tiempo. De momento, tenemos que andarnos con cuidado", explica en una videollamada con El Confidencial. Al igual que sus casi 90 compañeros, fue
despedido fulminantemente hace unas semanas de la agencia digital gubernamental 18F, como parte de los recortes impuestos por el
Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge) de
Elon Musk. "Nos enviaron un email a cada uno. Decían que ya no éramos necesarios y nos daban dos meses. El 29 de abril será el último día. Nos están desmantelando desde dentro".
Jeff no acostumbra a irse tarde a dormir, pero aquel viernes 28 de febrero eran algo más de las doce y seguía despierto. Estaba inquieto. Tenía un presentimiento.
Decidió abrir el email del trabajo, y allí estaba. Era un mensaje de despido. El nuevo jefe del departamento, Thomas Shedd, un exingeniero de Tesla, lo acababa de enviar
al filo de las 00:00 horas desde un correo no gubernamental. Con 50 y pico años, a Jeff la vida se le acababa de poner cuesta arriba. "Mi primera reacción fue cabrearme, "¿por qué he abierto el email antes de irme a la cama…?", me dije. Luego pensé en mi mujer. “Se lo tengo que decir. No quiero irme a dormir con el secreto de que acabo de perder el empleo", recuerda desasosegado.
Él y varios de sus colegas
se han organizado ahora para denunciar lo que está ocurriendo dentro de una de las unidades de innovación digital más visionarias del Gobierno federal de EEUU. Llamada 18F (por el cruce entre las calles 18 y la F en Washington, donde se ubica la sede de la Administración General de Servicios, GSA, en sus siglas en inglés), esta agencia es, en esencia,
un Doge antes de que empezara a funcionar el Doge de Elon Musk. Creada en 2014, en plena administración Obama, se trata de un grupo de ingenieros, diseñadores y tecnólogos que asesora al Gobierno en proyectos tecnológicos con el fin de evitar malgastar dinero público. Adscrita a la unidad de Servicios de Transformación Tecnológica (TTS), ha impulsado iniciativas consideradas como referente en la gestión pública del país.
Una de ellas es Direct File, que
permite remitir online la declaración de impuestos, en lugar de tener que acudir en persona o contratar a un gestor. Ha creado también múltiples webs meteorológicas que consultan millones de personas, el servicio Cloud.gov, que ofrece alojamiento seguro en la nube a múltiples agencias del Gobierno, o Login.gov, que permite un único sistema de entrada a innumerables sistemas informáticos federales.
Pese a su éxito, 18F ha sucumbido al rodillo del Doge y la agencia ha quedado por completo desmantelada, en
uno de los ejemplos más evidentes de la estrategia caótica y errática de Elon Musk, que ha comenzado a granjearle un buen puñado de enemigos
dentro de la propia administración Trump.
"La purga de 18F explica bien la filosofía tóxica que Musk está importando de
Silicon Valley. Solo les importa el código que produces, solo piensan en poner todo en manos de ingenieros y reducir costes. Así no funciona el sector público. No puedes gestionarlo como una empresa, no estamos aquí para hacer dinero, sino para ofrecer servicios", explica Jeff. "
Creen que los funcionarios somos unos vagos, malgastamos el dinero y defraudamos. Ya tienen la respuesta de antemano, así que no se molestan en entender por qué las cosas se hacen de una u otra forma. Despiden sin ton ni son y luego, oh, resulta que esto se hacía así por una ley, oh, resulta que este otro programa protege a gente vulnerable… El mantra de Silicon Valley de "muévete rápido y rompe cosas" aquí lo que está rompiendo son personas. Hay personas que ya han muerto porque han desaparecido las ayudas a sus medicamentos. Y estoy seguro de que está ocurriendo lo mismo a más gente por el
cierre de USAID".
Uno de los directivos que se está encargando de inocular el ADN de Silicon Valley en el entramado gubernamental es precisamente el ingeniero y exempleado de Tesla Thomas Shedd, ahora al frente de la unidad TTS, de la que dependía 18F. Shedd ha comunicado a los empleados que aún conservan su puesto que la nueva misión de la agencia es
"funcionar como una empresa de software". Múltiples fuentes han contado
a la revista Wired que la transición está generando un enorme caos interno, con funcionarios llamados a reuniones sin previo aviso, forzados a presentar su código a ingenieros mucho más jóvenes que ellos.
El plan de
Elon Musk y el Doge pasa por usar inteligencia artificial para automatizar procesos y, de paso,
reemplazar funcionarios. Es decir, hacer más con menos y, supuestamente, disparar la productividad de los que se quedan. Eso es lo que pretenden, por ejemplo, con GSAi, un nuevo chatbot de IA que ya están usando casi 15.000 empleados federales para automatizar tareas que hasta ahora estaban realizando personas.
Se trata de una herramienta propietaria desarrollada con Claude Haiku 3.5 (
propiedad de Anthropic) y con una interfaz muy parecida al de ChatGPT. Al entrar en el sistema, un mensaje avisa:
"No introduzcas información gubernamental confidencial (emails, fotos, vídeos, audios, conversaciones...)
ni datos personales". La realidad detrás de GSAi es que, internamente, nadie sabe cómo se está construyendo ni quién está al mando.
"Estamos más desbordados que nunca después de los despidos y este no es un uso eficiente de nuestro tiempo", explicaba enfadado un empleado del TTS en una reunión interna reciente con el nuevo director de la GSA, Stephen Ehikian, y con Thomas Shedd. "
Cuando hay buenas tecnologías, el trabajo de la GSA es ofrecerlas, no hacer un reemplazo mediocre [como GSAi]", publicaba otro en un chat
online interno,
según ha confirmado Wired. "¿Habéis usado esta IA para organizar los despidos?", preguntaba otro.
"Lo que hace el GSAi, ayudarte a escribir emails y cosas similares, ya lo hacía una herramienta desarrollada internamente por nosotros. Creo que han cogido lo que ya había, le han puesto otro nombre, y ahora lo venden como propio", explica Jeff a este diario. John Skiles Skinner, también despedido por Musk en 18F, asegura que esto es justo lo que ha ocurrido. "Ayudé a desarrollar un sistema de IA para el gobierno.
Doge me despidió, implementó la IA en toda la agencia y dio a entender que puede hacer mi trabajo y el de otros a los que también han despedido. No puede. Nadie de la nueva administración escribió una sola línea de código de esta herramienta, pero ahora dicen que GSAi es el ejemplo de su estrategia de poner a la IA primero. Antes, en mi trabajo, poníamos a la gente primero",
publicó Skinner.
Para Jeff, lo que está ocurriendo no tiene nada que ver con la tecnología:
es pura ideología disfrazada de innovación. “De momento, más que una tecnología efectiva, es una narrativa que están vendiendo: la idea de que el Gobierno emplea demasiada gente y, de alguna manera, se puede sustituir por una IA. Sin embargo, nadie ha explicado
los beneficios reales ni cómo los van a conseguir. Tampoco, y más importante, de dónde vienen los datos que están empleando para entrenar esta IA y qué están haciendo con ellos”, señala Jeff. “¿Quién controla que no se esté extrayendo información gubernamental para entrenar
Grok, la IA de Musk? Ahora mismo, nadie”.
De fondo, se está produciendo un fenómeno que empieza a preocupar a muchos funcionarios de carrera en EEUU:
la paulatina destrucción del sector público en favor de empresas privadas. La última gran señal de este movimiento es la publicación de
una lista de entre 300 y 400 edificios gubernamentales, muchos en propiedad del Gobierno, que la administración Trump quiere vender por considerarlos "no esenciales". Entre ellos, están las sedes del FBI o del Departamento de Justicia. "Si vendes todos esos edificios, luego vas a tener que alquilarlos de vuelta al sector privado.
No es muy diferente a lo que hizo Putin, vender grandes porciones del Gobierno y servicios gubernamentales a oligarcas afines al régimen”, explica Jeff.
Mientras el Doge
lleva ya despedidos a más de 100.000 funcionarios y cerrado o recortado decenas de agencias y proyectos federales, los negocios de Elon Musk se están posicionando para recibir miles de millones en contratos públicos. Tanto en el Departamento de Defensa como en el de Comercio, SpaceX se ha situado como proveedor de referencia para enviar cargamentos al espacio o dar conexión a internet a zonas rurales con Starlink. Y empleados de Musk trabajando temporalmente en el regulador estadounidense de aviación, la FAA, ya tienen luz verde para tomar decisiones que pueden resultar en nuevos contratos para Musk, según fuentes y documentos consultados por
The New York Times. "
Nosotros somos solo el canario en la mina, un ejemplo de lo que está haciendo Musk con el país", zanja Jeff. "Esto es lo que les espera a todos los gobiernos que sigan su ideología".