A mí, francamente, María del Monte nunca me ha caído bien. Ha ido toda la vida de correcta, de "doña sentencias", de listilla, queriendo dar a entender cosas sin decirlas expresamente y dejando mal a otros. Esas lecciones de moralidad al respecto de cuestiones sobre Chabelita, Paquirrín o de su ínclito sobrino entre otros a mí siempre me han resultado un alarde de vanidad, de querer estar por encima de los demás, de presumir de cierta intelectualidad como si fuera la ciudadana perfecta. Con Chayo Mohedano se portaron fatal todos, ella incluida, porque con sus silencios y sus caritas estaba protegiendo a su indeseable sobrino que hizo mucho daño a esa muchacha. Ha sido siempre una petarda, que salió en el programa de Bertín penando porque se le había muerto hasta el perro y se había quedado sola (eso dijo textualmente) y poco tiempo después destapó ya públicamente (porque todo Sevilla ya lo sabía) que estaba con su mujer desde hace mil años. A mí me da pena como de cualquier ciudadano que pase por una situación así, pero ni más ni menos, porque con la actitud de ahora- "presunción de inocencia" "presunción de inocencia"- vuelve por donde solía. Si tanto quieres a tu sobrino cómetelo.
