Evidentemente no.
Yo era muy joven.
Sabía todo, de la A a la Z.
Le di la oportunidad de decirme la verdad y me mintió en mi cara. Mira que a veces era tonta de no querer ver o creerme la realidad, pero de tannnnn evidente, Dios (yo que soy muy creyente) me lo tuvo que poner así por delante porque si no, no había manera de dejarlo, estaba súper enamorada.
Cuando aún así me mintió, le dije todo lo que sabía y como lo sabía. Y se quedó petrificado.
Estuvo unos meses detrás, intentando recuperarme, y yo que ni si (me daba ya asco) que ni no (por mi parte sentía que había abierto una lucha con la otra), hasta que llegó un punto en el que miré por y por mí, mi presente y mi futuro, y que ni el ni esa situación me hacían nada bien. Corte por lo sano, desaparecí, de repente. Y le bloquee cualquier vía de contacto. Dije, pues para ti (para la otra), si, has ganado. Una mierda es lo que has ganado.
Me costó muchísimo superarlo (años) porque más allá del engaño, de la humillación, etc… luego me di cuenta que había un trasfondo de maltrato psicológico muy sibilino. Y reponerte de eso (pero de verdad) es complicado. Y más aún aprender de ello y no repetir patrón.
Pero lo superé, tengo una vida normal y soy feliz.
Si queréis el resto del salsero: a ella la pilló el marido. “Libres” los dos, se juntaron. Se casaron. Tuvieron hijos.
Y… (os prometo que no es coña) como 3-4 años después de aquello y tras un tiempo recibiendo llamadas sin respuesta, SMS y correos electrónicos en plan “admirador” de números que no se identificaban, logré relacionar y dar con la persona que estaba detrás, y era el.
Se había quedado tocado (manda coj*nes) por todo aquello, porque desaparecí… y se dedicaba a llamarme y mandarme SMS desde los teléfonos corporativos de sus trabajos, felicitándome las fiestas XD, mi cumpleaños o diciéndome que “me deseaba”. Y todo mientras su ya mujer estaba embarazada (nunca imaginé que llegaría a sentir pena de ella).
Saltó la libre porque al final, con los emails, me asusté porque rozaba el acoso, me describía perfectamente en sitios y a horas o con personas y ropa que llevaba. Vamos, que no se lo inventaba. E hilando todo lo que tenía guardado (porque por suerte lo había guardado), empecé a sospechar que era el.
Sabía donde trabajaba entonces y un amigo mío, trabajaba en la misma empresa, entonces le pedí que me verifacase si el último tlf desde el cual me habían estado llamando en plan loco quedándose mudo, era suyo corporativo, y bingo.
Ya con esas empecé a tirar de la manta y a dar con el resto de teléfonos de sus empresas anteriores. Las direcciones de email eran falsas, se las abría a posta con un nombre determinado “Pepito Pérez”, mismo nombre por el cual, cuando me estaban tooooodo el santo día llamando de publicidad, preguntaban por esa persona, en lugar de preguntar por mi, la titular del tlf, como suele ser habitual.
Pues con todo eso, cogí y lo llamé al tlf del escritorio de su trabajo

. Se cagó y me colgó.
Entonces le envíe un pedazo de email, detallándole todo de lo que al menos yo me había percatado, con detalle, y diciéndole que sabía de dónde provenía todo, y que si seguía así no me iba a quedar quieta, me iba a defender.
Y me contestó escuetamente reconociendo absolutamente todo (




) y diciéndome que no volvería a ocurrir, que lo sentía. Y así fue
