Y vuelta la burra al trigo. Es el día de la marmota.
Obviedad tras obviedad. Que si los recuerdos, que si la limpieza de los baños, que bla bla bla bla. "Reflexiones para arriba y reflexiones para abajo". Es cansina, es redundante, es muuuy pesada.
Qué depresión de cocina...a mí tampoco me cuadra que haya sido solamente por el tema coche, que hayan dejado la casa en la que vivían. Qué depresión de casa en general. Ese jardín de película de miedo, destartalado, descuidado, esa cocina oscura, sin apenas entrarle luz natural, esos suelos, esas miles de ventanas y puertas en medio de un laberinto. Todo tan oscuro...aquel sótano. Y ella, dale que te pego a la "reflexión".
La madre de una amiga mía, era así. Cambiaba de casa como el que se cambia de calcetines. Una desquiciada de la limpieza, la cual le hacía a sus hijas la vida imposible. Iba pasando los dedos por las superficies de los muebles a ver si mi amiga había limpiado todo a conciencia. Yo le preguntaba que por qué se cambiaban de casa tantas veces y mi amiga me contestaba agachando la cabeza, que no lo sabía...
"Aire fresco por las ventas, suelos brillantes y por qué no? el aroma de una vela encendida" No se puede ser más cursi, más mojigata y más cansiiiiiinaaaaaa.
Cuando la he visto preparando el desayuno en aquella cocina lúgubre y fea, me ha dado un ataque de risa. Ay ésta Carmen, qué ganas de complicarse la vida. O no...a saber...