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Las experiencias de conversión que estáis contando son muy bonitas y significativas. A mí me ocurrió hace cinco años, cuando el confinamiento. Estaba enfadada con Dios: ¿Por qué teníamos que pasar por eso? Con los problemas particulares de cada quien por añadidura. Todo muy difícil. Ese verano intenté comprender a Dios a través de la Biblia, que nunca había leído. Al leer los Evangelios quedé atrapada por Jesucristo. Sé que no soy ni seré la creyente perfecta, pero tiene un lugar en mí como nunca imaginé. Nunca he sido religiosa, pero sí espiritual. En fin, cada uno lo vive a su manera y como puede. Asistí a catequesis y recibí los sacramentos que me faltaban. Y ahora he descubierto a san Judas Tadeo en este grupo, y no deja de sorprenderme. Estoy acompañada, lo sé. Y lo agradezco mucho. Creo que mi fe es muy sincera aunque aún debo mejorar y crecer espiritualmente. Esta es una faceta de mi vida que me da satisfacciones, quizá la única. Pero aquí estoy y estoy feliz. 




