Y los sugars de los Gales festejando como minions lo que les tiran sus adorados y la prensa servil, cuando eso mismo visto en los Sussex, lo han criticado hasta cansarse. Ahí es posible darse cuenta que no es que odien las supuestas faltas al protocolo de Meghan, porque los otros las han roto y se las festejan. Esto siempre ha sido otra cosa, solo que no se atreven a decirlo abiertamente.
Y Kate y William lo seguirán haciendo, copiar a los otros, porque creen que con eso dejan en ridículo a los Sussex, pero la realidad es que quienes quedan muy mal son ellos por su falta de imaginación. Es evidente que jamás han tenido un equipo creativo importante detrás que los impulse como figuras públicas. Muchos años se recostaron en sus laureles, sin hacer nada que los hiciera cercanos al pueblo, porque lo dieron todo por sentado, que solo por ser ellos tenían que adorarlos (o por lo menos soportarlos), pero llegó el huracán Meghan, que puso en evidencia sus carencias, su falta de actividad, de creatividad, de buen hacer ante la opinión pública y en lugar de contratar gente que los diferenciara de los Sussex usando sus puntos fuertes (que personalmente yo no les encuentro, porque me parecen un par de aburridos viejóvenes, pero alguno tendrán) y además apoyándose en los otros, han preferido ser una copia gris de Harry y Meghan, haciendo lo mismo que ellos pero a su manera, porque saben que los lacayos chupatintas de la prensa y sus sugars (haters de Meghan) les van a alabar hasta el revoltijo de pancake que hagan, solo para atacar a los otros.
Son los otros, los Sussex, los que están marcando el paso, por más que insistan que son irrelevantes. Tratan de hacerlos irrelevantes (que es muy diferente), a ver si los Gales por fin parecen interesantes y divertidos, pero solo hay que ver las fotos o videos de estos últimos, para entender que por más que lo intenten, son muermos. La luz siempre parece mortecina, los colores apagados, ellos con cara de pocos amigos o risotadas fingidas, manoteo de Kate a diestra y siniestra (porque como la otra habla con las manos, ella se apuntó también cuando antes no lo hacía), queriendo hacerse los simpáticos y cercanos, rompiendo supuestos protocolos que los otros ya habían roto y en fin. Dan pena ajena.
En lugar de poner a Kate como mecenas y apoyar las distintas disciplinas artísticas desde su conocimiento como historiadora del arte, han intentado hacerla pasar por artista y es un fracaso, porque ella no es artista. No han sabido enfocar y explotar correctamente lo que ella sabe por la universidad. Luego, tratan de venderla como una madraza experta en infancias, pero teniendo niñeras a su servicio las 24 horas. Me recuerda a esas influencers que escriben un libro con consejos de crianza cuando tienen un solo niño y se los cuidan otras personas. Si se hubiera querido preparar de verdad en ese tema, nada como estudiar en una universidad. Una segunda carrera hubiera impulsado un montón su imagen pública y pudiendo permitírselo. Pero no. Mejor fingir que sabe y abrir centros de investigación y dar propuestas que quedan en nada.
Y lo mismo va para Bullyam. Por lo menos su mujer llama algo la atención con sus vestidos de mediados del siglo pasado, pero ¿él? Según tiene propuestas para pacificar medio oriente, hacer el mundo mas ecológico, pero no hace nada que realmente marque una diferencia, no está preparado como estadista o diplomático porque no estudió nada de eso, su huella de carbono es infinita y ni siquiera se preocupa por aprender el idioma de la región que representa. Lo único que tiene William es el apoyo de la prensa, eso sí, con condiciones y precio. Le han tapado mucho, le han alabado naderías a cambio de vender su alma. Prefirió recibir dinero, decir que su madre era una histérica. Prefirió no mover un dedo y no demandar por lo que el conglomerado Murdock hizo contra él, su madre y su hermano, como ya se demostró en un juicio. Como príncipe de Gales hubiera sentado un precedente muy importante, hubiera puesto en cintura a los medios que, escudándose en la libertad de expresión, han caído en el libertinaje más vil. Pero no. Prefirió acurrucarse con ellos, demostrando una vez más su falta de carácter. Ser iracundo no es tener carácter.