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Aquel sobeo...​

Se soba a quien se quiere, no a quien se odia. Se soba a quien lo acepta con gusto, no a quien las pasa canutas participando en un espectáculo en el que no desea participar​

12/04/2024Actualizada 01:30
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No se me ha borrado la imagen. En uno de esos desayunos que se organizan en Madrid, que son puro postureo y al que acuden gentes y gentuzas muy poderosas, sentaron juntos al presidente de los empresarios, el vasco Garamendi, y a la indocumentada de Fene, Yolanda Díaz. Garamendi, como buen vasco, es tímido y discreto en sus manifestaciones públicas. Yolanda Díaz es la Sobona Mayor del Reino, con mayúsculas, por constituir un título vitalicio. A Yolanda Díaz le sientan a su lado a un erizo, y soba al erizo. Y lo malo para el erizo es que, al término del sobeo, el que termina dolorido es el pobre animalito.
Garamendi desayunó mientras era toqueteado, palpado, hurgado, acariciado, magreado y frotado por un pulpo escapado de las peceras de Pescaderías Coruñesas. Y Garamendi soportó con gran dignidad la invasión táctil de su cuerpo. Yolanda Díaz, además de hueca y resentida, es lo más parecido a un octópodo, a un molusco cefalópodo dibranquial, que lo mismo soba a Sánchez, que a Feijóo, a Pam, al padre Ángel y al cocinero José Andrés, ese hombre tan bueno dedicado a la caridad publicitaria. Tocar a otra persona, cuando se aborrece lo que representa esa persona, está muy feo. Ya lo dijo Don Mendo cuando comprobó que su amada Magdalena Manso del Jarama procedió ante su mirada a sobar al duque de Toro, Don Pero. «Pero aquel ¡Pero mío!, aquel sobeo/ delante de mi faz, estuvo feo».
La octópoda, que afirma que los madrileños y los que viven en Madrid son «gente muy rara», puso a prueba a Garamendi, y a fuer de sincero, debo reconocer que Garamendi respondió con elegante dignidad al presumible delito de acoso sexual de la intelectual gallega. Eso sí, le perjudicó durante el desayuno. Cada vez que Garamendi intentaba mojar su «croissant» –mojar en el café o el chocolate churros, porras y bollos es costumbre española de muy elevadas maravillas–, la octópoda se lo impedía sujetando el brazo derecho al presidente de los empresarios, mientras le sonreía y se secaba la nariz en la solapa de la chaqueta de Garamendi.
En el periodismo actual, los grandes detalles no son analizados por los enviados especiales a los desayunos pomposos. Los profesionales de la información se dedican a desayunar, lo cual impide el seguimiento de los gestos y actitudes de los desayunadores importantes. La dignidad se extrema en el invitado a desayunar que no desayuna. Acudir a un baile y bailar es motivo suficiente para ser expulsado violentamente del local y del club al que pertenece el movedor de caderas. Lo analiza y explica a la perfección don Francisco Silvela en suFilocalia, primer tratado de la cursilería escrito en colaboración con don Santiago Liniers en 1868 (Imprenta de Tomás Fortanet, Madrid). No hay capítulo dedicado a las ministras octópodas, porque en aquellos tiempos esas manifestaciones no se exhibían en público. Y los ministros, todos ellos, tenían barba.
El problema, más que el sobeo, es la traición al sobado. La eximia analfabeta no es coherente en sus magreos. Se soba a quien se quiere, no a quien se odia. Se soba a quien lo acepta con gusto, no a quien las pasa canutas participando en un espectáculo en el que no desea participar. Ahora, el corcho que tapona el cerebro de la melosa ha saltado por los aires y la sobona ha puesto a parir a la víctima sobada. Ha dicho que Garamendi es el presidente de unos empresarios intolerables y que le recuerda a Milei.
También se equivoca.
Garamendi es discreto, tímido y en muchas ocasiones, bastante resbaladizo. Últimamente se le advierte más firme, harto de las chorradas sindicalistas de la octópoda.
Pero no se parece a Milei.
¡Ojalá se pareciera!
 

Aquel sobeo...​

Se soba a quien se quiere, no a quien se odia. Se soba a quien lo acepta con gusto, no a quien las pasa canutas participando en un espectáculo en el que no desea participar​

12/04/2024Actualizada 01:30
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No se me ha borrado la imagen. En uno de esos desayunos que se organizan en Madrid, que son puro postureo y al que acuden gentes y gentuzas muy poderosas, sentaron juntos al presidente de los empresarios, el vasco Garamendi, y a la indocumentada de Fene, Yolanda Díaz. Garamendi, como buen vasco, es tímido y discreto en sus manifestaciones públicas. Yolanda Díaz es la Sobona Mayor del Reino, con mayúsculas, por constituir un título vitalicio. A Yolanda Díaz le sientan a su lado a un erizo, y soba al erizo. Y lo malo para el erizo es que, al término del sobeo, el que termina dolorido es el pobre animalito.
Garamendi desayunó mientras era toqueteado, palpado, hurgado, acariciado, magreado y frotado por un pulpo escapado de las peceras de Pescaderías Coruñesas. Y Garamendi soportó con gran dignidad la invasión táctil de su cuerpo. Yolanda Díaz, además de hueca y resentida, es lo más parecido a un octópodo, a un molusco cefalópodo dibranquial, que lo mismo soba a Sánchez, que a Feijóo, a Pam, al padre Ángel y al cocinero José Andrés, ese hombre tan bueno dedicado a la caridad publicitaria. Tocar a otra persona, cuando se aborrece lo que representa esa persona, está muy feo. Ya lo dijo Don Mendo cuando comprobó que su amada Magdalena Manso del Jarama procedió ante su mirada a sobar al duque de Toro, Don Pero. «Pero aquel ¡Pero mío!, aquel sobeo/ delante de mi faz, estuvo feo».
La octópoda, que afirma que los madrileños y los que viven en Madrid son «gente muy rara», puso a prueba a Garamendi, y a fuer de sincero, debo reconocer que Garamendi respondió con elegante dignidad al presumible delito de acoso sexual de la intelectual gallega. Eso sí, le perjudicó durante el desayuno. Cada vez que Garamendi intentaba mojar su «croissant» –mojar en el café o el chocolate churros, porras y bollos es costumbre española de muy elevadas maravillas–, la octópoda se lo impedía sujetando el brazo derecho al presidente de los empresarios, mientras le sonreía y se secaba la nariz en la solapa de la chaqueta de Garamendi.
En el periodismo actual, los grandes detalles no son analizados por los enviados especiales a los desayunos pomposos. Los profesionales de la información se dedican a desayunar, lo cual impide el seguimiento de los gestos y actitudes de los desayunadores importantes. La dignidad se extrema en el invitado a desayunar que no desayuna. Acudir a un baile y bailar es motivo suficiente para ser expulsado violentamente del local y del club al que pertenece el movedor de caderas. Lo analiza y explica a la perfección don Francisco Silvela en suFilocalia, primer tratado de la cursilería escrito en colaboración con don Santiago Liniers en 1868 (Imprenta de Tomás Fortanet, Madrid). No hay capítulo dedicado a las ministras octópodas, porque en aquellos tiempos esas manifestaciones no se exhibían en público. Y los ministros, todos ellos, tenían barba.
El problema, más que el sobeo, es la traición al sobado. La eximia analfabeta no es coherente en sus magreos. Se soba a quien se quiere, no a quien se odia. Se soba a quien lo acepta con gusto, no a quien las pasa canutas participando en un espectáculo en el que no desea participar. Ahora, el corcho que tapona el cerebro de la melosa ha saltado por los aires y la sobona ha puesto a parir a la víctima sobada. Ha dicho que Garamendi es el presidente de unos empresarios intolerables y que le recuerda a Milei.
También se equivoca.
Garamendi es discreto, tímido y en muchas ocasiones, bastante resbaladizo. Últimamente se le advierte más firme, harto de las chorradas sindicalistas de la octópoda.
Pero no se parece a Milei.
¡Ojalá se pareciera!
 

La gran fiesta requeté​

Todo viene de las guerras carlistas, y el dibujo de la gabarra requeté durante la toma de Bilbao en la Guerra Civil​

13/04/2024Actualizada 01:30
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Más de un millón de vizcaínos han celebrado con un grandioso y popular espectáculo de color y alegría, la victoria del Athletic de Bilbao en la Copa del Rey. Del Rey de España, obviamente. El Athletic de Bilbao es un club diferente. Cuando yo era niño, casi todos los españoles sin raíces vascas lo tenían como su primer o segundo equipo. Ese cariño casi unánime remitió cuando el Athletic se convirtió en el club oficioso del PNV, en los años de la transición. Pero aun así, su espíritu y sus limitaciones en un fútbol globalizado por los poderes económicos son dignos de admiración. El único equipo español con una mayoría abrumadora de españoles, casi todos ellos vascos, si bien en los últimos años abrieron la mano a navarros, riojanos y algunos franceses. Reconozco que, en mi infancia y juventud, por razones sentimentales, mi segundo equipo fue la Real Sociedad de San Sebastián, el gran adversario del Athletic. Mi inolvidado amigo Antón Martiarena, donostiarra puro y duro, ya en el atardecer de su vida, tenía una ilusión que no pudo disfrutar. Que el Athletic descendiera a Segunda División. Entre los donostiarras y bilbaínos, la rivalidad era y es ancestral y deportiva. Agobiados por los años de plomo, algunos directivos de la Real Sociedad asumieron la conveniencia de cambiar el nombre al histórico club donostiarra. Herri Batasuna, más fuerte en Guipúzcoa que en Vizcaya, amenazó con «adoptar medidas desagradables» si la Real Sociedad mantenía su denominación de Real Club, dignidad concedida por el Rey Alfonso XIII. Y propusieron que pasara a llamarse «Gipuzkoa Futbol Grupo». ¿Cómo borrar las huellas de un club que se conoce en todas partes como «La Real»? Nadie puede negar que el Athletic era más poderoso, y que muchísimos jugadores de la Real se pasaron al club rival, convirtiendo a los de Atocha –ahora los de Anoeta– en el vivero fundamental del Athetic, casi tan nutrido como el de Lezama.
Cuarenta años llevaba el Athletic sin navegar por el Nervión sobre su gabarra. En las márgenes de la ría, un millón de aficionados luciendo la camiseta del gran club bilbaíno. Todo viene de las guerras carlistas, y el dibujo de la gabarra requeté durante la toma de Bilbao en la Guerra Civil.
Quizá ignoran esos orígenes los bilduetarras, muchos nacionalistas y Pachi López. El último, con toda seguridad.
De los valientes y estéticos –navarros, sobre todo– partidarios de Carlos VII a los requetés que combatieron al comunismo en la Guerra Civil y participaron en la toma de Bilbao.
Por el río Nervión
Bajaba una gabarra, (bis)
Rumba, la rumba, la rum.
Con once requetés
Con boinas coloradas
Ruma, la rumba, la rumba (bis)
La rumba y el cañón.
Es decir, que lo de la gabarra no es consecuencia del nacionalismo vasco, sino del carlismo español. Y es bueno y beneficioso que se haya adoptado su origen para celebrar las victorias del Athletic de Bilbao. La gabarra con los carlistas con boinas coloradas. No existe contradicción ni incoherencia en ello. Pero es bueno matizar el nacimiento de las tradiciones y las costumbres.
Los once requetés de boinas coloradas bajaron por el Nervión poco después de liberar a Bilbao, el cinturón de hierro, de los «gudaris» nacionalistas.
Rumba, la rumba, la rumba.
Pero me sumo a la alegría. ¡Enhorabuena, Athletic!

Más de Alfonso Ussía​

 

El intruso​

Muy cercanos, y sin padecer su bronce mazacote pintadas ni quebrantos, se alzan los monumentos a Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, el segundo de ellos, un probado forajido socialista​

14/04/2024Actualizada 01:30
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Madrid es una ciudad tan tolerante y abierta, que siendo la capital de un Reino cristiano, ha mantenido un monumento –también respetado por el franquismo– al Diablo, el monumento al Ángel Caído. Creo que se trata del único conjunto escultórico en una capital europea al Demonio. No se le concede importancia y nadie repara en su significado por su intrascendencia política. Por otra parte, es un monumento de alta calidad artística.
El Ángel Caído no es el intruso monumental en Madrid. En el Paseo de la Castellana, se levanta un gran edificio de corte estalinista. Se proyectó y principió durante la Segunda República, y en el Régimen de Franco se ultimó y ocupó de acuerdo a las funciones originales del proyecto. Los Nuevos Ministerios. Su estructura y su inmensidad no desentonarían en Moscú. En el lateral que linda con la plaza de San Juan de la Cruz y la calle de Ríos Rosas, se levantaba una escultura ecuestre del Generalísimo Franco, que fue derribada con nocturnidad y alevosía. No creo en la utilidad de derribar monumentos, cuyos significados responden a períodos de la Historia de España. Pero de derribarlos, como ordena la Ley de los Resentimientos Históricos, se hace con todos los que recuerden aquellos tiempos de las dos Españas enfrentadas. Cuando se retiró el monumento a Franco en los Nuevos Ministerios, Felipe González fue claro y conciso. «Descabalgar a Franco en bronce no tiene ningún mérito. Nadie se atrevió a intentarlo cuando vivía».
Muy cercanos, y sin padecer su bronce mazacote pintadas ni quebrantos, se alzan los monumentos a Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, el segundo de ellos, un probado forajido socialista. La de Prieto es otra historia que acepta el debate. La de Largo Caballero es la síntesis del odio y de la sangre de inocentes derramada a su capricho, silencio, y orden. Meses atrás, el esposo de Begoña Gómez –Ay, Feijóo, qué cobardiño es usted– anunció un siniestro propósito, que cito textualmente: «Largo Caballero actuó como queremos actuar hoy nosotros».
En 1933, Largo Caballero, el que actuó como pretende actuar el esposo de Begoña Gómez –Gamarra, Pons, Bendodo, Semper ¿cuándo se van a sus casas?– anunció sus planes: «Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución –y se refería a la Constitución Republicana– tendremos que conquistarlo de otra manera». Buen ejemplo para el esposo de Begoña Gómez. En 1934, el delincuente inmortalizado en un monumento en el Paseo de la Castellana se mostró con elevada sinceridad: «No creemos en la democracia como valor absoluto. Y tampoco creemos en la libertad». Lo demostró con creces.
Y en febrero de 1936, Largo Caballero se regodea en advertencias que, en otro caso, se interpretarían como sangrientas y violentas amenazas. «Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues ante el fascismo, preferimos la anarquía y el caos». Aquí se destaca la gran mentira socialista. Todo aquel que no lo sea, es un fascista. Y hoy siguen con la murga.
Escribo de estas cosas tan desagradables para recordarle al alcalde de Madrid que al retornar a la capital casado y descansado, tenga a bien recordar que en el Paseo de la Castellana se mantiene en monumento a uno de los mayores maleantes y causantes de la Guerra Civil.
Ese monumento es una estática provocación del intrusismo.
Hay que retirarlo o reponer a todos los derribados.
Y no es necesario ser un héroe para llevarlo a cabo.

Más de Alfonso Ussía​

 

Barrenos​

«Paco, a Las Mulillas las quiero lejos de la mesa presidencial. Son demasiado fogosas». Y el marqués, que se llamaba Paco, obviamente, preguntó al Rey: «¿Quiénes son Las Mulillas, Majestad?». «Tus hijas, Paco, tus hijas»​

15/04/2024Actualizada 01:30
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Un marqués que formaba parte del servicio del Rey Alfonso XIII –omito el título por respeto a sus familiares– tenía dos hijas, mellizas, ardorosamente monárquicas, muy feas, solteras, patrióticas hasta las cachas, con los dientes muy largos e inseparables. Vivían la una para la otra y la otra para la una. En Roma, con motivo de la boda de Don Juan De Borbón y Doña María de las Mercedes, celebrada en plena Segunda República, las dos hermanas adornaban su frente con una Bandera de España, la rojigualda. Esa costumbre de acudir juntas a cualquier evento, unida a sus desmesuradas dentaduras y las cintas de la bandera monárquica exhibida en sus frentes, les granjeó el mote de «las Mulillas». Las Mulillas que arrastraban a los toros hacia el patio de caballos en las corridas de Madrid.
No todos los asistentes a la boda, venidos a Roma desde España, pudieron ocupar asiento en la cena de gala que Alfonso XIII ofreció a los españoles. Fueron más de seis mil los que viajaron hasta Roma para asistir a la boda de los entonces Príncipes de Asturias, y el comedor del hotel en el que se celebró el banquete podía albergar como máximo, a dos mil invitados. El Rey cuidó con esmero la colocación de los dos mil invitados al banquete, y ofreció una recepción a los que, después del largo viaje, no tuvieron sitio en el banquete. Las autoridades de la República, asombradas y preocupadas por la cantidad de monárquicos que se desplazaron a Roma, perjudicaron a muchos españoles a los que no se les permitió viajar. En aquel banquete, durante los postres, hicieron uso de la palabra don José María Pemán y el Rey desterrado.
Ilustración Barca

Barca
Previamente, y durante la operación de colocar en cada sitio del comedor a los invitados, el Rey le comentó al marqués: «Paco, a Las Mulillas las quiero lejos de la mesa presidencial. Son demasiado fogosas». Y el marqués, que se llamaba Paco, obviamente, preguntó al Rey: «¿Quiénes son Las Mulillas, Majestad?». «Tus hijas, Paco, tus hijas».
Con posterioridad a la boda, Las Mulillas volvieron a España. Le narré la siguiente anécdota a José Luis de Vilallonga, el escritor catalán y malísimo actor. Y Vilallonga se apropió de la historieta y la incluyó en un libro dedicado a su familia, como era habitual en él cuando no se le ocurrían sucedidos graciosos.
Viajaban Las Mulillas hacia San Sebastián en un viejo Ford. Superaron Burgos, y al llegar a Pancorbo, un retén de obreros con banderas rojas detuvieron su marcha. Las Mulillas hicieron caso omiso, sacaron sus equinos rostros por las ventanas del Ford y vitorearon al Rey y a España. No destacaban por su prudencia en los gritos patrióticos. «¡Rojos, asesinos, hijos de la Unión Soviética, meteos esas banderas por donde os quepan, viva España y Viva el Rey». Y superaron el retén de las banderas rojas. Un minuto más tarde, toda la sierra de Pancorbo se precipitó sobre ellas, y milagrosamente salvaron la vida. No se trataba de milicianos rojos, sino de obreros que ensanchaban la carretera y anunciaban con sus banderas coloradas el peligro de la explosión de barrenos. Las hermanas Mulillas salvaron milagrosamente sus vidas, y al llegar a San Sebastián, con el susto estancado en sus cuerpos, acudieron a la primera comisaría que encontraron, en la calle Matía, y denunciaron que habían sufrido un terrible atentado. El comisario, que estaba ya enterado de los acontecimientos, las encerró en una celda durante 24 horas por imprudencia temeraria, desobediencia a la autoridad y manifestación de mensajes prohibidos por la República, así como una sanción económica de 60 pesetas por barba.
Estoy seguro de que mis lectores pretenden que les informe de la identidad de las hermanas Mulillas. No lo haré por respeto. Quizá en mis Memorias me sienta más decidido a desenmascararlas. Aquel otoño de San Sebastián fue muy comentado. En Roma, el Rey llamó a su leal servidor, el marqués. «Paco, tus hijas han estado a punto de morir aplastadas por todas las piedras de Pancorbo». «¿Están bien, Señor?»; «como dos rosas»; «llevo cincuenta años intentando matarlas, y no he podido». «Paco, con ellas, la Monarquía no volverá a España».
Fallecieron en un accidente de coche en San Juan de Luz, de vuelta a San Sebastián, después de intentar comprar dos cajones de jabones «Lax». Resultó imposible. Un español que se hallaba en la droguería les recomendó que pidieran «jabones Lux». Pero las Mulillas lo tenían muy claro.
«Preferimos nos lavarnos a perder nuestro inglés».
Sin ellas, al cabo de 40 años, volvió la Monarquía.

Más de Alfonso Ussía​

 

Así de sencillo​

Irán está en el siglo X con poder militar del siglo XXI. Israel está en el siglo XXI y resiste, y nos resiste​

16/04/2024Actualizada 01:30
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Tardó en meditarlo. Al final, con la boca pequeña, no tuvo más remedio que emitir un comunicado blando de condena a Irán. Previamente, el presidente de los Estados Unidos consultó con los dirigentes europeos para unir sus objetivos, pero se olvidó de Sánchez. Lo confirmó un ministro de Israel: «Sánchez es un cero a la izquierda. No sirve para nada». Lo cómico del caso es que se está preparando un cargo internacional para asegurar su futuro, que muchos intuyen más cercano a Alcalá Meco que a Nueva York o Bruselas. Es gafe. Para huir de España y de los trapicheos de su mujer, se organiza un viaje por el cercano y medio Oriente para apoyar la creación del Estado palestino. Y en esas estaba, cuando Irán lanza contra Israel más de mil misiles que son bloqueados por la defensa israelí con el apoyo de algunos –España en babia– países aliados de occidente y Jordania. Ione Belarra, la Montero, Urtasun y demás papanatas y bandidos intelectuales deploran el fracaso iraní. Para mí, que Sánchez es una mezcla de Greta Thunberg y el cocinero José Andrés. Al día siguiente del formidable y fracasado ataque, en Irán, la ONU y demás Estados y organismos del mal, amanecieron con lamentos y decepciones, mientras en Israel se bailaba por las calles de Tel Aviv y Jerusalén. Fue entonces, cuando el cero a la izquierda, el fugitivo de sí mismo, colgó en las redes una condenita tan falsa como mentirosa. Es un cero a la izquierda.
Gustan los políticos y muchos periodistas de analizar obviedades para que éstas se disfracen de imposturas. Todo es más sencillo. Irán representa el mal e Israel nos defiende desde su defensa a la civilización occidental. En España, el nivel cultural ha descendido hasta las soterras de la estupidez, y a las izquierdas les falta muy poco para empezar a elogiar el Holocausto. Irán está en el siglo X con poder militar del siglo XXI. Israel está en el siglo XXI y resiste, y nos resiste. Ejemplos pavorosos. En España, un jurado popular ha condenado a un librero de 81 años a siete años de prisión por defender su vida y su casa de un delincuente con cuarenta acciones delictivas en su haber. Invadió su casa con una motosierra, y el librero de 81 años, actuando en defensa propia, mató al invasor. El librero es Israel y el delincuente muerto era Irán. Pero nuestros jurados, que no han leído, educados en la cultura deSálvamey los comunicadores pedorros, instruidos por Broncanos de peor suerte, iletrados en su mayoría, incapaces de acudir a la librería de don José Lomas, han condenado a Israel por defenderse del ataque y la invasión de Irán, o de Hamás, violando la sagrada frontera de un domicilio particular. Pobre Hamás que fracasa en su intento de invadir la casa de Israel, y maldito Israel que se defiende y no permite que su casa sea invadida. Me figuro que las Belarras, los Urtasun y las Irenes –la nuestra se está poniendo, quizá por la ansiedad, bastante más gordita desde que su tronco inauguró la taberna– se sentirán felices por la condena al librero que salvó su vida y su casa. Consecuencias de la necedad resentida en el poder.
Pero a lo que iba. De cuando en cuando, para aclarar las mentes de los ofuscados y los iletrados, basta y sobra una reflexión sencilla y oportuna para que alguno vea la primera luz del equilibrio. Y esa reflexión se la debemos a María Jamardo. «Un país más pequeño que la Comunidad Valenciana está siendo atacado por los regímenes integristas de Irán, Irak, Siria, Líbano (Hezbollah) Yemen y la Autoridad Palestina (Hamás) desde Gaza. Y Occidente pide proporcionalidad a Israel frente a los que quieren aniquilarlo».
Así es, María. Proporcionalidad. Usted me puede atacar y destruir, y yo me tengo que defender con proporcionalidad, sin hacer daño, porque ustedes no se han enterado todavía de qué va la cosa. Ustedes, los de Israel, están obligados a ser muy prudentes en su defensa. Bloquear un ataque masivo de Irán es una impertinencia.
Y Occidente, con sus políticos huecos y sus izquierdas de siglos pasados, está poblado por una inmensa masa de imbéciles.
Así de sencillo.
Y el cero absoluto, el cero a la izquierda, haciendo el indio por los países árabes porque en España empieza a sentirse incómodo.
¡Ánimo, Israel! Y gracias por defendernos con vuestro coraje.

Más de Alfonso Ussía​

 

Aburrimiento​

Para estar oficialmente informado, había que leer 'El País', y mostrarlo en la calle, causa de mi absoluta desinformación, porque 'El País', técnicamente impecable, era –y lo sigue siendo– un tostón​

17/04/2024Actualizada 01:30
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Al fin,El Paísse ha ocupado de Begoña Gómez. Lo ha hecho aprovechando el cansancio del escaso periodismo libre que queda en España y al que parece aburrirle el seguimiento de esta peculiar mujer. Y como era de esperar, el texto del antaño exitoso periódico ha sido laudatorio y dulce como un empachoso bloque de membrillo. Todos los días surgen nuevas noticias de los tejemanejes de captación de fondos de Begoña Gómez, pero lo habitual aburre hasta a las ovejas. El periódico ideado por Fraga Iribarne y posteriormente dominado por Jesús de Polanco no se ha interesado por las actividades improcedentes de la esposa del presidente del Gobierno, que, en realidad, es el que manda en su dirección.
Curiosa historia.
Como decía Pío Cabanillas Gallas, «a Manolo Fraga le cabe todo lo que ha leído en la cabeza, pero ni una letra más». No conocía a la gente. Era excepcionalmente inteligente, pero poco listo. Su periódico,El País, tuvo en principio, con anterioridad a su aparición, dos posibles directores, elegidos por Fraga. Carlos Mendo y Darío Valcárcel. Fraga era embajador de España en Londres, y se hizo a la medida un bombín. Juan Luis Cebrián dirigía una publicación muy plausible, pero irrelevante. Y acudió a Londres a entrevistar al embajador Fraga. Su entrevista, de gran extensión y profundidad, encandiló al entrevistado, y a partir de aquello, Carlos Mendo y Darío Valcárcel desaparecieron del futuro del nuevo periódico. Cuando Jesús de Polanco, antiguo falangista, montañés de Santillana del Mar y listísimo empresario, se hizo con la mayoría del accionariado con el apoyo incondicional de otro montañés, Pancho Pérez, nacido en El Turujal, uno de los enclaves más necesitados de La Montaña, el director del nuevo periódico, cuyo primer número se adueñó de la calle después de fallecer Franco, fue el elegido por Fraga, Juan Luis Cebrián, periodista brillante, también surgido de la Falange, subdirector delInformacionesperteneciente a los principales Bancos, y muy bien dirigido por Jesús de la Serna. YEl País, con una inteligente estrategia empresarial, cubrió el espacio que demandaba la izquierda española, y fundamentalmente, el Partido Socialista.
Conocí a Polanco en casa de Íñigo y Vicky Oriol. «Para mí, la izquierda española representa exclusivamente el beneficio de mi negocio.El Países mi plataforma, y la izquierda, mi mejor cliente». El editor montañés se convirtió en el hombre más poderoso de España. Fallecido Polanco y retirado Cebrián,El Paísy su grupo Prisa, perdieron una buena parte de su influencia, y las deudas atemorizaron a los accionistas.
No obstante, para estar oficialmente informado, había que leer El País, y mostrarlo en la calle, causa de mi absoluta desinformación, porque El País, técnicamente impecable, era –y lo sigue siendo– un tostón.
Negarle calidad en la dirección a Juan Luis Cebrián es caer en una grave injusticia. Fue un gran director y poderoso manipulador, siguiendo a rajatabla las indicaciones del inteligente empresario Polanco. Ahora me dicen que lo dirige una señora que se llama Pepa Bueno, y que está entregada a Sánchez. De ahí su silencio ante el escándalo comisionista de Begoña Gómez. Y que el máximo accionista no es montañés, sino un empresario de orígenes armenio y libanés nacido en Francia, con un apellido, Oughourlian, que no sabe pronunciar ni la directora del medio. No obstante, ya en plena decadencia, Sánchez se ha apoderado de su línea editorial. Antaño, los ministros llamaban a Polanco y Cebrián para pedirles favores, y ahora los favores los solicita –y siempre le son concedidos–El Paísa los políticos gobernantes.
La orden fue tajante. «Lo de mi mujer, no existe». Y no ha existido. Pero aprovechando el aburrimiento de los medios de comunicación en el mantenimiento estelar del Caso Begoña, al fin El País de Pepa Bueno ha procedido al lengüetazo.
Y hay que combatir el aburrimiento. Lo que puede terminar con quien está terminando con España, es el caso Begoña. Así que, ánimo, y no cejar en el empeño.

Más de Alfonso Ussía​

 

El dispendio del hortera​

El uso de Sánchez del dinero público está muy ligado al capricho personal. Ha impuesto a TVE que contraten a un sujeto a cambio de catorce millones de euros cada año. Por otra parte, el presupuesto de la Casa Real no alcanza los nueve millones​

18/04/2024Actualizada 01:00
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Así lo define en su columna de El Debate el gran Juan Carlos Girauta. Se refiere al nuevo contrato de catering de los Falcon. «Penúltimo dispendio del hortera. Cancela el contrato de catering del Falcon (80.000 euros al año) y firma con la lujosa Do & Co, por dos millones al año. Dos millones en catering. Cabrán ¿diez personas?»
Para mí, que el inconmensurable hortera, de haber vivido en los primeros decenios de la posguerra, podría haber sido uno de los nuevos millonarios que compraban los «haigas» importados por el ministro Arburúa. «¿Qué modelo de coche desea usted?» «El más caro que 'haiga'».
A los aparatosos Lincoln les decían «Lincon». «Me he comprado un haiga, un Lincon, que es el orgullo de mi señora». Los compradores de «haigas» circulaban por las carreteras de España en modelos sofisticados de «Studebaker», que era la marca preferida de los horteras de Las Vegas, estado de Nevada. Allí, en el «Studebaker» descapotable, el Sánchez de los años cincuenta y sesenta le revelaría a su mujer, camino de la costa, su proyecto de chalé. «Vamos a construir un chalé que sea como el Taj Majal con barra de bar en el salón y con váteres en todas las habitaciones». Y ella, enamoradísima. «Ay, mi Pedro, lo de los váteres es imprescindible, porque hay muchos amigos nuestros que son de mucho orinar».
A ver, 2.000.000 de euros en aperitivos, comidas y bebidas. Ese nuevo contrato lo tiene que firmar la ministra de Defensa. En España, no hay institución más honesta, modesta y moderada en sus gastos personales que la militar. Mucho tiene que volar Sánchez para pulirse dos millones de euros en viandas y elixires cada año. Quizá, parte del presupuesto, lo podría cubrir Begoña con sus actividades empresariales, pero mucho me temo que nanay, naranjas de la China. Es del todo lógico el interés del supremo hortera de quedar bien con los invitados, ora hacia La Marismilla, ora a La Mareta, ora allí y ora acullá. Pero me sigue pareciendo mucho el presupuesto aunque sean muchísimos los amigos. A los enfermos de ELA no les aliviará este nuevo presupuesto de catering volador. Y para colmo, la imposición de Begoña, a todas luces improcedente. Durante los vuelos vacacionales con amigos y gorrones, sólo se hablará en inglés en los Falcon. «Es que a mí el inglés se me da muy bien y me vendría de perlas practicarlo en los viajes, Pitpit»; «lo que tú ordenes, Begbeg». Y Pachi López sin abrir la boca en todo el vuelo, lo cual resultará violentísimo.
El uso de Sánchez del dinero público está muy ligado al capricho personal. Ha impuesto a TVE que contraten a un sujeto a cambio de catorce millones de euros cada año. Por otra parte, el presupuesto de la Casa Real no alcanza los nueve millones. Es inferior al presupuesto de la Casa Real de Mónaco, un Estado peculiar, en el que estiras las piernas tomando el sol, y mientras tu cabeza y tu tronco permanecen en Montecarlo, tus piernas se broncean en Francia. Al paso que vamos, si el Rey tiene que usar de uno de los Falcon para representar a España en un viaje oficial, va a terminar pagando la factura de la comida en los aviones oficiales. «Por cortesía de don Pedro Sánchez, Majestad, le hemos practicado un descuento del 10 por ciento de la minuta». «Muchas gracias por el detalle». «De nada, Señor».
¿Qué viandas y bebidas va a proporcionar a los Falcon la empresa Do & Co por dos millones de euros al año? Sumo caviar imperial iraní, cigalas con trapío, bogavantes, langostas, angulas, la más cara de las carnes, guisantes de lágrimas, solomillos de corzo húngaro, changurro, codillo de Baviera, pavos y faisanes, y demás alimentos populares, y no me sale la cuenta. ¿Y los vinos y licores? ¿Y los postres y «mignardises»? ¿Y las cartas y menús en inglés para practicar? Me quedo corto. ¿Se elaborarán platos de «autor» de José Andrés, o Daviz el de «Diverxo»? Me sigo quedando cortísimo.
Derrochador y hortera.
Sin vuelta de hoja.

Más de Alfonso Ussía​

 

Gozo​

El antimadridismo sociológico es partidario de la amnistía a los golpistas y delincuentes del nordeste, a la fragmentación de España, a la elevación a los espacios divinos del supremo hortera, y a la cacería de Isabel Ayuso que, además, es madridista​

19/04/2024Actualizada 01:30
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Sin merecerlo, el Real Madrid ha ganado a los petrodólares en Manchester.
Doble alegría, insuperable gozo.
Presiento profunda tristeza en el antimadridismo sociológico. Bajan por la «Font del Gat» ríos de lágrimas pueblerinas. Y en Madrid se mezclan las miradas cohibidas con las sonrisas declaradas. Las crónicas y las opiniones para nada sirven. Poco ha llovido en Cataluña, pero el «céspet» del estadio alquilado está embarrado de llantos. Son muy de llantos los del nordeste. Y el entrenador mejor pagado del mundo, el que viste de negro, ha vuelto a hacer el ridículo con sus memos planteamientos argentinos. Aquellos dos versos de Agustín de Foxá en su soneto a Celia Gámez.
Tú, que cantas esos tangos con ojeras
Repletos de memeces argentinas.
O del poeta «Joan Maragall», con los versos un alpiste manipulados.
«Lo generós valor junt ab la forsa
Son los bells atributs del Barça».
En el original «son los bells atributs de l´home», pero hoy me he levantado juguetón. Sollozan unos y otros por sus derrotas, mientras en Chamartín se divierten hasta los gatos.
Triple alegría, insuperable gozo.
Una buena parte de los afiliados al antimadridismo sociológico de la prensa deportiva española recela del Real Madrid por su capacidad de aglutinar los sentimientos de millones de españoles. No conozco a un madridista antiespañol. Y a muy pocos colchoneros, a decir verdad. Su pesar viene de otras causas y orígenes. Pero en el nordeste, y en el resto de España, el antimadridismo sociológico nace de las turbulencias políticas e ideológicas. El Real Madrid representa a España, y España no merece la victoria. Y efectivamente, no la mereció. Pero ganó, y ese detalle es el motivo de sus soponcios. Hasta Irene Montero, la que ya no tiene casi nada que hacer, ha criticado con odio la capacidad de reunir a siete ministros del Gobierno en el palco del Real Madrid. Del Gobierno al que ella ha pertenecido por imposición del nuevo tabernero. Los ministros, Irene, no acuden por cortesía respondiendo a una invitación. Son ellos los que llaman, los que insisten y los que disfrutan de gorra los partidos en el Santiago Bernabéu. Y exceptuando a uno de ellos, van al Bernabéu con la esperanza de asistir a una derrota del Real Madrid. El antimadridismo sociológico es partidario de la amnistía a los golpistas y delincuentes del nordeste, a la fragmentación de España, a la elevación a los espacios divinos del supremo hortera, y a la cacería de Isabel Ayuso que, además, es madridista. No así el alcalde de la Capital del Reino más antiguo de Europa, que es colchonero o indio, lo segundo desde los tiempos de Jesús Gil. Porque acampaban junto al río –el Manzanares–, odiaban a los blancos –el Real Madrid–, y su gran jefe se llamaba «Caballo Loco», por «Imperioso». El antimadridismo atlético tiene otras justificaciones que en nada se asemejan al que impera en el nordeste y las izquierdas españolas.
«Para ganar la Copa de Europa hay que tener un gran equipo, un gran entrenador y ganar al Real Madrid». Lo dijo Beckenbauer, el futbolista más grande y elegante de Alemania. No sé. Es inexplicable. El escudo, la historia, el esfuerzo, la disciplina, el afán de superación y la capacidad de sufrimiento. Todo eso y mucho más.
El Real Madrid, el que peor lo tenía, ha vencido a los petrodólares. Inmerecidamente de acuerdo con el juego desarrollado. Pero ahí está el misterio de su grandeza.
Insuperable gozo.

Más de Alfonso Ussía​

 

Con terroristas​

Lo más urgente, justo y preciso es recordarle a Sánchez, sin medidas ni cautelas, que su pacto con el terrorismo etarra, su laxitud con su pasado y su blanqueamiento social y político, le han llevado a superar el límite de la traición​

20/04/2024Actualizada 01:30
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Ni los negocios comisionistas de Begoña Gómez, ni el ridículo que ha culminado durante su gira para que Palestina sea reconocido como Estado, ni la sorprendente fortuna de su hermano el músico, ni todas sus tropelías anteriores y todas las que vendrán, alcanzan la gravedad de sus pactos con el terrorismo de Bildu. El aspirante a «lendakari» del partido proetarra, o etarra –para ser más claros–, ya ha recibido el tironcito de orejas del inquilino –todavía no propietario– del complejo urbanístico de la Moncloa, pero Sánchez le ha respetado el pacto y los acuerdos. Sin ellos, sin los terroristas, y sin los otros, los separatistas de Junts, Sánchez ya habría desaparecido de su proyecto. Quizá, después de pasar por Portugal para ayudar a su millonario hermano, el insigne director de orquesta, a tocar las teclas del piano, estaría instalado en la República Dominicana, libre de las amenazas que se ciernen sobre Venezuela querida.
Pero el terrorismo, el independentismo y la eterna deslealtad del PNV, sostienen su poder. El candidato del PNV a presidir el Gobierno vasco, el castellano Pradales, ha hablado con contundencia. «ETA fue un error y un horror. Fue terrorismo». Lástima que su partido se dedicara, mientras la sangre de los inocentes fluía como un río por toda España, a recoger los frutos caídos del árbol de la vida. Lástima que su Javier Arzallus –sí, Arzallus, como se apellidó toda la vida–, según cuenta Juan María Bandrés en sus memorias, se trasladara al sur de Francia cada dos por tres para pedir a los terroristas etarras «más acciones» con el fin de conseguir más y mejores transferencias de los Gobiernos de Adolfo Suárez y Felipe González. Su partido, señor Pradales, cerró los ojos ante el horror, el error y el terrorismo, lo mismo que hicieron algunos obispos vascos, como José María Setién y monseñor Uriarte Goricelaya. Una lástima.
No obstante, el problema no es el PNV. El problema es que, por mantenerse en la Moncloa, uno de sus fundamentales apoyos es el terrorismo de la ETA disfrazado de blancura democrática. Su candidato, Ochandiano, uno de los «duros» de Sortu, hijo político del etarra Arnaldo Otegui –por favor, Otegui, y no Otegi que se pronuncia en español «Oteji»– se ha negado a reconocer que la ETA fue una banda terrorista. Y a pesar de ello, Sánchez mantiene sus relaciones y sus pactos con semejante gusano de la impostura. Ochandiano no tiene que pedir perdón, porque cree ciegamente que asesinar a mil inocentes, dejar sin futuro a miles de familias, y expulsar de su tierra a 300.000 vascos amenazados, no es terrorismo. Así son y así serán. El que tiene que pedir perdón es Sánchez, sin que la petición de perdón le sirva para aliviar en el futuro su negro horizonte penal. Una mayoría de la sociedad vasca no está enferma, sino podrida. Una juventud putrefacta y educada en el odio. Todo ello, consecuencia de la permisividad y generosidad de los Gobiernos de España que no se atrevieron a actuar desde la Ley para desinfectar a los infectados de alma, a los partidarios de los asesinos, a cerrar el camino a los criminales terroristas, facilitando que pudieran acceder a las instituciones gracias al desolador desinterés de los sucesivos Gobiernos de España.
Ya habrá tiempo para destapar la corrupción familiar de Sánchez y su Gobierno. O no habrá tiempo gracias a la inestimable ayuda que recibe, no del PP, de sus militantes y sus votantes, pero sí de sus dirigentes. Pero hoy, lo más urgente, justo y preciso es recordarle a Sánchez, sin medidas ni cautelas, que su pacto con el terrorismo etarra, su laxitud con su pasado y su blanqueamiento social y político, le han llevado a superar el límite de la traición.
«Seguiremos con Bildu aunque evidentemente no rompa con ETA».
Que me aten esa mosca por el rabo.

Más de Alfonso Ussía​

 

Arte y empresa​

Un hermano empresario y un hermano artista de proyección internacional. Tan importante y fundamental son los Sánchez, que el presidente del Gobierno de España y su mujer, les han permitido vivir en el palacio de La Moncloa​

21/04/2024Actualizada 12:07
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En toda familia que se precie de serlo, se desea tener un gran empresario y un gran artista. En la familia del actor Pepe Viyuela carecen de empresarios, pero cuentan con un artista excepcional que ha interpretado en el cine a Filemón. Cuando veo (y van…) «Centauros del Desierto» y analizo el papel de Ethan Edwards que interpreta John Wayne, su trabajo se me antoja correcto. Pero le falta la gracia y la elasticidad de Pepe Viyuela. La tragedia de John Ford no es otra que su desconocimiento del nuevo Cine español, el subvencionado. De poder elegir y coincidir en el tiempo, el personaje de Ethan se lo habría encomendado a Pepe Viyuela, el extraordinario actor podemita. Ni Wayne, ni Gary Cooper, ni Robert Mitchum, ni Gregory Peck, ni James Stewart, tenían el suficiente carácter y maestría sobre el caballo para inmortalizar a Ethan, perseguir al Jefe Cicatriz y rescatar a su sobrina. Pero Pepe Viyuela no había nacido, o de haberlo hecho, era muy niño para asumir ese papel. Tampoco coincidió con «Casablanca», y Michael Curtiz se tuvo que conformar con encomendarle el papel de Rick a Humphrey Bogart, un actor del montón y sin personalidad comparado con nuestro formidable Pepe Viyuela, de quien dijo Ingrid Bergman: –Admiro mucho a Pepe Viyuela, si bien debo reconocer que ahora mismo ignoro a qué se dedica–. Una tonta.
Pero más completa es la familia Sánchez. Un hermano empresario y un hermano artista de proyección internacional. El mayor de ellos, además, casado con una emprendedora de muy difícil superación. Tan importante y fundamental son los Sánchez, que el presidente del Gobierno de España y su mujer, les han permitido vivir en el palacio de La Moncloa. Todas las noches, el presidente y su esposa se reúnen con sus perennes invitados, el empresario Sánchez y su santa, la señora Gómez, y éstos les explican cómo y cuándo se puede hacer dinero para ahorrar y no tener que vivir de la jubilación. Llevan juntos, los cuatro, cinco años de armonía y esfuerzos, y parece que los negocios les van la mar de bien.
Y para colmo de la felicidad, el otro hermano, David Azagra, es el heredero directo de Herbert von Karajan, Director inolvidado de la Filarmónica de Berlín, también Director eventual de la Filarmónica de Viena, aunque falleciera con anterioridad a cumplir su sueño artístico. Dirigir a la Orquesta Sinfónica de Badajoz, la orquesta que, bajo su dirección, ha conseguido ser estimada y valorada como una de las mejores del mundo.
Tan es así, que en el mundillo filarmónico se asegura que, en 2026, el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena en la Sala Dorada de la Musikverein vienesa, será la Sinfónica de Badajoz la encargada de interpretar las partituras de la familia Strauss, en homenaje a su director, David Azagra, nombre artístico del hermano del presidente del Gobierno. Porque el profesor Azagra, el maestro Azagra, no sólo es el director de la Sinfónica de Badajoz, sino el Coordinador de Conservatorios de Música del área de Cultura de la Diputación de Badajoz, donde existen tantos conservatorios que se precisa de un coordinador de prestigio, y miembro del Patronato de Teatro Real de Madrid, gracias a la excesiva sensibilidad musical de su presidente, don Gregorio Marañón Beltrán de Lis, eximio promotor musical, siempre independiente y ajeno a las exigencias del poder político.
Marañón no se casa con nadie, sea dicho con una frase hecha.
El maestro Azagra, que vive a caballo entre Elvas –Portugal–, y San Petersburgo –Rusia–, de cuando en cuando ocupa un modesto inmueble en Badajoz, sito entre los numerosos conservatorios de la capital pacense, y está a un paso de percibir 400.000 euros procedentes de los impuestos de los españoles –él tributa, según parece, en Portugal–, para montar dos Óperas. La última que estrenó no salió bien. Recibió del ministerio de Cultura 135.000 euros, y la recaudación apenas superó los 2.000. No obstante, don Gregorio Marañón es optimista, admira su trayectoria, y no descarta que se estrene en un futuro una de sus Óperas en el Teatro Real de Madrid. Lógica respuesta a una carrera extraordinaria, gracias a la cual, ahorrativo él, atesora un patrimonio de más de dos millones de euros, muy poco comparado con la estela artística que va dejando allá por donde pasa.
Hay familias con suerte. Arte y empresa.

Más de Alfonso Ussía​

 

Misa de diez​

Los vascos cantan muy bien. No obstante, aquella celebración dominical tenía sus riesgos. El padre Rementería no se dejaba engañar​

22/04/2024Actualizada 10:23
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En la parroquia del Antiguo de San Sebastián, la Misa cantada de los domingos se celebraba a las 10, con el padre Rementería de oficiante. No perdía comba. Cantaba el Coro de Santa Cecilia, pero acompañado de todos los fieles. Los vascos cantan muy bien. No obstante, aquella celebración dominical tenía sus riesgos. El padre Rementería no se dejaba engañar. Detenía el rito y señalaba: «Aquella señora vestida de rosa acompañada de un niño con niqui blanco y pantalón azul, han llegado tarde. La Misa no les vale». No soportaba las blasfemias. «¿Por quéhasher neshesidadesen Dios y Santísima Madre si tenéis la mar y diez parahasher?».
Un domingo de agosto de sol pleno y sin nubes en el horizonte, interrumpió su vibrante homilía: «Estamos en Misa, no en la playa de Ondarreta. Así que ese matrimonio que acaba de entrar con cuatro niños, con cubos, palas, nevera, cocodrilo hinchable, piraucho y balones, a la playa inmediatamente. Así no se viene a Misa». Y la familia playera abandonaba la iglesia a toda pastilla con gestos cariacontecidos.
El padre Rementería cantaba muy bien. Era barítono, pero si la música le demandaba el esfuerzo del tenor, también era tenor. Y cuando decía «a cantar todos», todos le obedecíamos. Se entonaba el «Gure Aitá», el Padrenuestro en vascuence, con una melodía bellísima. El padre Rementería ordenó detener al organista su ejecución. «A ver si somos serios. Ese señor, apoyado en la tercera columna, calvo, con camisa verde y pantalones blancos, mueve la boca pero no está cantando». Y se reiniciaba el «Gure Aitá» con el señor calvo con camisa verde y pantalones blancos cantando con un ardor y temor de imposible superación.
Ilustracion Barca

Barca
«A donostiarras y veraneantes quiero advertir, porque es mi deber advertir, que en cada asqueroso biquini que lleváis a la playa, cuanto más pequeño sea el biquini, más grande es lapresenshiadel Demonio. ¿Y todo eso para qué? ¿Para tostar el ombligo? Además de unaindesenshia, una majadería, Y pecado grave».
Un domingo fue sustituido por un curilla sin personalidad. Decenas de fieles, terminada la ceremonia, se acercaron a la Sacristía a preguntar el motivo de la ausencia del padre Rementería. «Está algo pachucho», informó el sacerdote de la Misa siguiente, la de las 12 del mediodía. Un nuevo domingo, y el padre Rementería sin aparecer. Seguía pachucho. El martes por la tarde, una muchedumbre salía de la iglesia acompañando el ataúd que llevaba los restos mortales del padre Rementería hacia el cementerio de Polloe. Entre los que lloraban su pérdida, centenares de sus fieles regañados, chorreados y expulsados de la Iglesia por el imperio de su voz. En su Misa funeral no cabía un alma. El padre Rementería pasó por la vida, cuando no se enfadaba, haciendo el bien. Recordaba, en la distancia, al don Camilo de Guareschi. Como la espiga. Firme en el suelo, flexible al viento, duro en la trilla y haciendo pan. En la trilla, durísimo, pero sus salidas no aterrorizaban. Él mismo se reía con ellas. «Si Dios me mantiene quiere deshir que le hago gracia. Es mi carácter». Quienes lo conocieron de joven afirmaban que era un manista de frontón extraordinario, con aquellas manazas fuertes y gigantescas.
Lo malo para él, lo aburrido, es que Dios no le permite expulsar del Cielo a los que suben con palas, neveras, trajes de baño y cocodrilos hinchables.
El Cielo se lo pierde.
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Más de Alfonso Ussía​

 
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