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Las cenizas del esplendor​

El Godó se ha convertido en un torneo de entrenamiento con vistas a la temporada sobre tierra batida​

23/04/2024Actualizada 09:22
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Así se titulaba un valiente ensayo del escritor y marino Antonio Menchaca, centrado exclusivamente en las familias tradicionales de Las Arenas y Neguri. Los grandes vizcaínos –muchos procedentes de Alemania–, que crearon el poder industrial de Guecho, los hijos que lo mantuvieron más mal que bien y los nietos que terminaron con el poderío conquistado por sus abuelos. Pero hoy no voy a referirme a los vascos –se me antoja un esfuerzo anímico innecesario–, sino a otras cenizas y pasados esplendores.
Después de la humillante visita al expresidente de la Generalidad fugado y perseguido por la Justicia, entre otros motivos, por un delito de terrorismo, del presidente de «Foment del Treball» de Cataluña y vicepresidente de la CEOE, de viscosa ambigüedad política, lo tengo más claro. Saludé a Sánchez Llibre en muchas ocasiones en los actos que organizaba La Razón. Se adelantaba con absurdas justificaciones. «¡Qué conste que soy 'perico', que mi equipo es el Español de Barcelona!».
Como si fuera importante y digno de ser tenido en cuenta ese dato para ser fiable. Pero su visita genuflexa, visitando con su equipo de colaboradores, al forajido del maletero, es una prueba más del esplendor calcinado de la sociedad catalana, y especialmente, de su alta y media burguesía, la española desde el Ebro al sur y la colaboradora del nacionalismo desde el Ebro al norte. La doble lengua, la doble militancia y el doble agasajo.
Dormitaba durante la siesta. Me encantan las películas antiguas que ofrece la Trece, pero sus cortes de publicidad se me antojan insoportables. Exceptuando un par de canales de cine de Movistar, el resto es insoportable y de bajísimo interés cinematográfico. El refugio de la Trecees muy bueno, pero termina el espectador harto de una publicidad excesiva y lamentable. Y busqué con el mando otro canal. Me topé, entre los dedicados al deporte, con la entrega de premios del que fuera el más importante y prestigioso de los que se celebraban en España, el Torneo Conde de Godó, patrocinado en la actualidad por el Banco de Sabadell, porque el Conde de Godó debe transcurrir por una época de necesidad económica. Aquel gran torneo –recuerdo hasta una final apasionante disputada por Manolo Santana y Rod Laver–, era el orgullo del tenis español y del club que lo organizaba, el Real Club de Tenis Barcelona. Y recuerdo al anterior Conde de Godó, el que jamás habría permitido que L a Vanguardia fuera un medio nacionalista y sus emisoras de radio, separatistas, entregando el gran trofeo de plata al vencedor. Un maravilloso trofeo que se entrega en público y se devuelve en privado, por otra parte.
Hoy le ha superado por todos los lados el Máster Mil de Madrid, con sus competiciones simultáneas masculina y femenina. El Godó se ha convertido en un torneo de entrenamiento con vistas a la temporada sobre tierra batida. Las cenizas del esplendor. Y hay que agradecer la organización de ese entrenamiento –muy escasa la presencia de grandes figuras–, al Banco de Sabadell, porque el actual Conde de Godó, al que el Rey Don Juan Carlos I le dijo cara a cara que se arrepentía profundamente de haberle concedido la dignidad de Grande de España después de oír los contenidos de sus emisoras de radio y leer la zigzagueante línea editorial deLa Vanguardia, se limita a aparecer entre los patrocinadores para entregar el trofeo, y su figura también puede encuadrarse en la hoguera ardida del pasado esplendor. El Torneo Conde de Godó resume lo que Cataluña fue y lo que Cataluña es en la actualidad. El sol escondido, el ocaso precipitado que se produce tras la torre del campanario de la aldea.
Y debo reconocer que me entristeció profundamente ese inevitable tobogán del prestigio. De aquel grandísimo torneo apenas queda el regusto del pasado. Y el gran trofeo de plata que se entrega al vencedor con la condición de que lo devuelva. Las cenizas del esplendor.

Más de Alfonso Ussía​

 

Objetivo majadero​

Si España quiere sacudirse y mandar allá donde se merece a este Gobierno de hampones y traidores, sus partidos supuestamente liberales y conservadores se tienen que unir. Si Vox se ha extralimitado hacia un lado en algunas ocasiones, el PP también lo ha hecho hacia el lado contrario en otras coyunturas​

24/04/2024Actualizada 15:30
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Creo que muchos analistas políticos, desde la más infantil ingenuidad, se han equivocado. El gran fracaso en las elecciones vascas –sin contar con la realidad de unas provincias, antaño ejemplares y acogedoras y hoy entregadas a la herencia del terrorismo más cruel–, no ha sido el de Podemos con sus cero escaños. El fracaso lo ha protagonizado Sumar, que ha obtenido un escaño mientras su universal dirigente compraba ropa en un Zara de Madrid. Podemos ha conseguido su objetivo. El fin de la hegemonía de los «vaticanistas» –Pablo Iglesias–, del PNV y el triunfo del terrorismo olvidado de EH Bildu. Podemos no ha conseguido escaño porque sus partidarios, siguiendo las instrucciones del tabernero de Galapagar, han votado a Bildu, y ello no determina derrota alguna. Objetivo alcanzado.
El que no ha conseguido su objetivo ha sido el PP. El objetivo del PP no era mejorar con amplitud sus últimos resultados. No era impedir el triunfo del terrorismo. No era vencer en las urnas a los herederos de la ETA. No era intentar acercarse al nacionalismo económico y militante del PNV. No era superar los veinte escaños alcanzados en torno a las figuras, maltratadas posteriormente, de Jaime Mayor Oreja y María San Gil. El que fuera vicesecretario General de Comunicación del PP y diputado por Málaga del partido acomplejado, analista político de la Sexta rescatada por Soraya, amén de periodista, Pablo Montesinos Aguayo, ha resumido en pocas palabras el fracasado objetivo del PP en las elecciones vascas. Un objetivo desolador, ínfimo y vergonzoso. Un objetivito no culminado.
Lo ha reconocido con dos sinceras frases. Su reflexivo reconocimiento me obliga a renunciar a votar al PP después de muchos años de fidelidad insegura. Esa cobardía del voto útil de la que Montesinos se ha carcajeado en la cara de todos los que hemos hecho el tonto, como yo.
«El PP se queda sin su gran objetivo en las elecciones de «Euskadi» (sic). Quitarle a Vox su representación en el Parlamento vasco». El casadista acomplejado ha insistido en su lamento: «Nuestro objetivo era acabar con Vox y no lo hemos conseguido». Ignoro si Feijóo, Gamarra, Pons, Bendodo, y demás dirigentes del PP comparten la opinión de este despilfarrado majadero. Y si no lo comparten, manifiesto mi estupor por lo mucho que están tardando en desautorizar su majadería.
Si España quiere sacudirse y mandar allá donde se merece a este Gobierno de hampones y traidores, sus partidos supuestamente liberales y conservadores se tienen que unir. Si Vox se ha extralimitado hacia un lado en algunas ocasiones, el PP también lo ha hecho hacia el lado contrario en otras coyunturas. Un gran partido no puede sobrevivir ni aspirar a nada desde el pensamiento único. A Vox le falta la poderosa estructura del PP, y al PP le sobran los complejos que no tiene Vox. Un partido conservador, grande y unido, exige la diversidad de sensibilidades. Y obliga a los dirigentes a someter sus egoísmos y personalismos en beneficio del bien común. No hablo con políticos, y sí con gentes de la calle, de las aldeas, de la costa y de la España real. Y casi todos coinciden. No entienden el enfrentamiento del PP con Vox, ni el de Vox con el PP, aunque con tipos como Montesinos, esa lejanía es más comprensible en Vox que en el Partido Popular. Si en unas elecciones cruciales y con resultados catastróficos para el constitucionalismo, el objetivo fracasado del PP ha sido conseguir que Vox no obtuviera su escaño por Álava, se han perdido todas las posibilidades de terminar con la dictadura en camino planeada por el Frente Popular en unión a los partidos separatistas de las Vascongadas y Cataluña, sin olvidar a los escisionistas gallegos. Si el objetivo fracasado del PP era impedir que Vox alcanzara un escaño en el Parlamento vasco, toda esperanza se pierde. Se pierde la esperanza, y lo que es peor, se pierde España.
Terminaremos viendo al PP apoyando con sus votos la demolición de la Cruz del Valle de los Caídos. Quizá sea el nuevo objetivo de Montesinos.

Más de Alfonso Ussía​

 

Fundrising​

Si los mejunjes económicos y comisionistas que ha protagonizado la esposa de Sánchez durante los últimos cinco años, los hubiera negociado en español, su situación penal se hallaría en definitivo trance de condena. Por mucho menos ingresó en la cárcel el yerno del Rey Juan Carlos I​

25/04/2024Actualizada 01:30
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Begoña Gómez no ha cometido irregularidad alguna. Se ha limitado a exprimir hasta el agotamiento sus magistrales y catedráticos conocimientos del «fundraising». El «fundraising» no es otra cosa que un «abusing de influencing» con el fin de lograr, sin beneficio personal alguno, el «africaning desarrolling». Podría ser «empapelaging» por ejercer excesivo «pressing», pero jamás por cometer «delicting embutiding», es decir, «salchichoning», «butifarring» o «Chorizing de cantimpaling» o «Pamploning». Ella es «honesting», «decenting» y profundamente «solidaring» y «bondadosing»,
No obstante, un Juzgado de Madrid ha abierto diligencias contra ella por posible tráfico de influencias y corrupción. Noticia que obviarán todos los informativos de las cadenas de radio y televisión que «depending» de sus subvenciones, es decir, casi todas. Y tampoco ocupará espacio tan innecesaria noticia en los periódicos que dirige Pepa Bueno, que solamente es uno, «The Country». Y tampoco será comentado ni informado el acuerdo del Consejo de Europa, por el que se insta al marido de Begoña Gómez, un tal Pedro Sánchez, a depositar en dicho organismo todos los datos económicos y financieros de la avispada mujer, alta ejecutiva y catedrática, amén de creadora del idioma «spaninshenglish» que, lógicamente, como creadora de tan sublime lenguaje, domina como nadie. Porque el dominio de los idiomas es muy importante.
Una prima de mi padre lo demostró en el sur de Francia. Se trasladaba de San Sebastián a Biarritz una tarde de agosto para jugarse unas pesetillas en el Casino «Bellevue». Poco antes de llegar a San Juan de Luz, pinchó una rueda de su coche. Entre ella y su chófer, Zacarías, intentaron la proeza de cambiar la rueda perforada. Pero no consiguieron su propósito. Ella, que además de simpatiquísima era mujer decidida, se plantó en la calzada y detuvo a un camión conducido por un amable camionero. Y se dirigió al amable camionero, por lógica, en francés, dado que se hallaban en Francia. «Mercí por votre detentión. Je suis une femme espagnole y la personne que m´acompagne est Zacarías, mon chauffer a point de la jubilation. Notre voiture ha pinché, La ruéde droite de la part d´adelante est completament pinché. ¿Vous serait tan amable de nous portez en votre cabine a une gasolinaire o atelier pour encontrer un mecanique? ¿Vous croyez que Zacarías et moi cabrons en la cabine?». Y el camionero, que era español respondió afirmativamente. «Oui, madame, nous cojons». Camino de la gasolinera o el taller para encontrar un mecánico, mi parienta se dirigió a Zacarías. «Habrá comprobado, Zacarías, que sin idiomas no se puede ir a ninguna parte».
¡Cuánta razón tenía! Si los mejunjes económicos y comisionistas que ha protagonizado la esposa de Sánchez durante los últimos cinco años, los hubiera negociado en español, su situación penal se hallaría en definitivo trance de condena. Por mucho menos ingresó en la cárcel el yerno del Rey Juan Carlos I, siendo su suegro el Rey de España. Pero el uso del «spanishenglish» inventado por la locuaz Begoña, puede dilatar el procesamiento por falta de traductores del idioma elegido para culminar sus travesuras económicas. Lo más grave de lo que puede ser acusada es de hacer «fundraising». Y no hay juez que se atreva a empapelar a una fundraisingona.
De cualquier manera, ya empiezan los jueces españoles y los europeos en requerir informaciones al respecto.
No es noticia a publicar y menos aún, a difundir. Pero se trata de un hecho comprobable y verídico.
Y no es «mentiring».

Más de Alfonso Ussía​


 

Carta a la ciudadanía​

Dimito con pena. Pero sigo. Y ya está. Soy admirable​

26/04/2024Actualizada 09:59
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Querida ciudadanía:
Sinceramente, no puedo más. Me insultan por la calle, me dedican gestos burlones, y mi mujer, de la que estoy enamorado, a punto estuvo de ser sancionada por aparcar en un espacio reservado a la carga y descarga. Es tan injusto, que mi límite de resistencia civil ha sido superado con creces. La izquierda y la ultraizquierda han convertido nuestro matrimonio en una pareja de quebrantos y pesares. El colmo del odio que padecemos y sentimos tuvo lugar el pasado fin de semana. Mi mujer tenía prisa, y no atendió la petición de un niño al que no conocía que le exigió que le comprara un «chupa-chups». Se trató de una trampa tendida por la ultraizquierda. El niño, que estaba debidamente adiestrado, al constatar que mi mujer no atendía su requerimiento, se puso a llorar. Y ha sido denunciada ante la Justicia. Ayer, recibimos la notificación por la que se le cita a declarar, como investigada, ante Su Señoría. Está siendo investigada de «fundraising» de chuches, y hasta ahí podíamos llegar.
He decidido, por lo tanto, incumplir todos mis compromisos registrados en mi agenda, meditar unos cuantos días, y el próximo miércoles daré a conocer mi decisión a la ciudadanía. Intuyo que voy a dimitir. No lo aseguro, porque el bien de mi familia está por encima del bien de España, pero tengo la intención de irme, si bien, en ocasiones, la intención no es suficiente para dar el paso definitivo. Me dispongo a dimitir de El Debate, que inesperadamente se ha situado a favor de la ultraizquierda. Eso sí; si en El Debate no aceptan mi dimisión, seguiré escribiendo, porque si no escribo en El Debate tendré que ganarme la vida en Marruecos, la República Dominicana, o formando parte del personal de tierra de «Air Europa», sin descartar un puestecillo de bajo prestigio en el «África Center» del Instituto de Empresa, que es de lo que más entiende mi mujer, de la que estoy enamorado, y a quien desea destrozar la ultraizquierda y la ultraderecha. Sucede que en «África Center» no cuento con el suficiente apoyo de su ciudadanía, porque un día me enfadé mucho con sus altos accionistas, que prefirieron contratar a la esposa del presidente del Gobierno y dejar en la calle a mi mujer. Y empresarialmente acertaron, porque también la contratada –no sabemos por cuánto ni de qué forma percibía sus honestos dineros contractuales–, y su marido estaban profundamente enamorados. Y gracias a ese amor, los resultados de su incorporación fueron óptimos, porque hay que reconocer –no me duelen prendas en hacerlo–, que el enamorado de Begoña Gómez tenía muchas más influencias que el enamorado de mi mujer, y contaba con el apoyo de la ultraderecha y la ultraizquierda simultáneamente, porque el dinero no tiene ideología. Pero todo ello me ha llevado al borde del precipicio, y en pocos días de meditación y descanso, decidiré si dimito o no dimito, más bien lo segundo, sin descartar la primera opción, de mis artículos en El Debate.
He llegado a la conclusión de que no merece la pena tanto sufrimiento, ver como el fango de la ultraizquierda salpica y embarra nuestro futuro. A nuestra edad, el «fundrasing» y el «brake even», así como «ok» y el «cash flow» , no son fáciles de entender. En tal caso, mi dimisión será irrevocable, siempre que El Debate me permita hacerlo, porque si bien la dimisión sólo depende de la voluntad individual de dimitir, en casos como el que nos compromete, está sometida a la reacción de la ciudadanía de El Debate, a la que me dirijo para rogarles que no acepten mi dimisión, que protesten en las calles, que acosen al juez, y que todo siga como hasta ahora, que es mi única pretensión.
Mi dimisión sin vuelta de hoja depende de la ciudadanía, y a ella me dirijo para que, de una forma u otra, me hagan ver que la dimisión es un error como la copa de un pino. Pero a ella me someto.
Abandono pues, mi trabajo. Me recluyo en mi casa, trataré de convencer a mi mujer, de la que estoy enamorado, que sea más atenta con los niños que piden chucherías en la calle, y a pesar de la ultraizquierda, seguiré en mi puesto.
Si mi admirado presidente del Gobierno se propone hacer lo mismo aun sabiendo cómo se las gasta su mujer, de la que está profundamente enamorado, ¿por qué no imitarlo?
Dimito con pena. Pero sigo. Y ya está. Soy admirable.

Más de Alfonso Ussía​

 

No pasarán, ja ja​

A usted, Pachi, por si lo ignora, besugo portugalujo, le conocen algunos de sus compañeros de escaño como el «jebo pelota»​

27/04/2024Actualizada 01:30
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No entra en la buena educación amenazar con frases bizarras de nuestra Guerra Civil. Pachi López, que no lee, que no ha leído nunca, y que probablemente seguirá sin leer, con motivo de las crecientes y crecidas sospechas de corrupción y abuso del poder marital de la señora de Sánchez nos ha devuelto al Madrid de la Guerra. «No pasarán», ha dicho. Vamos a ver, Pachi, dorado crepúsculo de Portugalete. No recuerde triunfos ajenos.
Es cierto que en Madrid, cuando todos los dirigentes republicanos habían huido a Valencia y los poetas como Rafael Alberti y José Bergamín escaparon de la Capital de España abandonando sus monos de milicianos que jamás se airearon en el frente, el pueblo hambriento y abandonado de Madrid cantaba el «No Pasarán!» como último consuelo ante la definitiva derrota. Un Madrid abandonado por quienes tenían que defenderlo. Un Madrid de catacumbas, que aguardaba con ilusión la llegada de las tropas nacionales. Un Madrid con más de un centenar de checas sin voces ni gritos de terror porque los presos estaban muertos y los guardianes y torturadores corrían hacia el Este a toda pastilla. Pachi, algunos todavía, los más ingenuos y valientes, gritaban el «No Pasarán». Y vaya si pasaron. Pasaron y se quedaron cuarenta años. De suceder lo mismo que evoca desde la más abrumadora necedad, pasarán de nuevo por los votos, aunque carezcan de la voz de Celia Gámez cantando con su desparpajo pampeño aquello de «¡Ya hemospasao!». Lo del «No Pasarán», me recuerda, rosicler de Portugalete, al dibujo de Forges de los dos vaqueros rodeados de pieles rojas. Uno y otro con flechas atravesando sus narices, sus brazos y sus sombreros. –Morgan, estamos rodeados de apaches–; –para mí, Williams, que son comanches–; –pues no sabes el peso que me quitas de encima–.
Para todos aquellos que no son comunistas, ni socialistas, el «No Pasarán» que usted reclama, es motivo de regocijo. Más que un mensaje bélico para la izquierda es un estrambote de humor para los pocos que quedan sobre este conflictivo planeta con aquel recuerdo vivo. El «No Pasarán» –y vaya si pasaron–, es una amenaza a destiempo, un himno capado en el olvido, una frase hecha en el trasanteayer. Les pasaron por todos los lados, entre otras razones, porque ustedes se liaron a dispararse los unos a los otros, mientras las tropas nacionales que rodeaban Madrid permanecían quietas en espera de que los comunistas, los socialistas y los anarquistas resolvieran sus discrepancias a tiros, mientras sus jefes huían como conejos.
Entiendo Pachi, gladiolo siempre en flor de Portugalete, que se exprese desde la más honda preocupación. Usted no es nada sin el meditabundo del fin de semana. Y ya no tiene edad para cortar troncos de árboles, remar en una trainera o bailar el «aurresku» exponiendo sus corvas a una explosión de sus bíceps femorales. Cuando se acabe Sánchez, usted termina. De ahí su obsesión por desandar en pos de la guerra que perdieron sus antepasados más cercanos. A usted, Pachi, por si lo ignora, besugo portugalujo, le conocen algunos de sus compañeros de escaño como el «jebo pelota». Es usted un ignorante zafio, que desconoce que la ignorancia más completa puede ser perdonada si se ejerce y demuestra con simpatía.
Su grito de guerra es un insulto para los suyos. Porque a pesar del «No Pasarán» de los ingenuos y engañados, pasaron sin apenas disparar un tiro y desfilaron por un Madrid alborozado que se sabía libre de padecimientos, persecuciones, paseos y checas.
Busque otra fórmula para provocar. La suya, no es seria. Es gafe. Es históricamente ridícula. Pasaron, Pachi, gloria de Portugalete. Y pasaron paseando, que es lo más grave y penoso para su incultura.

Más de Alfonso Ussía​

 

Mi tía meme​

Si Sánchez valora el tiempo por delante como contrapeso a las agobiantes noticias que seguirán publicándose, se mantendrá en el poder​

28/04/2024Actualizada 01:30
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Que me perdone allá donde se halle.
Cuando escribía en el ABC dirigido por Luis María Anson, aún establecido en el viejo edificio de la calle de Serrano, gustaba el gran Director de organizar una cenas, las del «Español del Mes» y la del «Español del Año» a las que, con frecuencia, era invitado. Cenas divertidas, con actrices muy guapas y todas esas cosas. Anson descargaba la responsabilidad de la elección del premiado en «la Redacción de ABC Y Blanco y Negro», cuando, en realidad, la Redacción de ABC y la de Blanco y Negro, no eran consultadas para nada. De haber sido consultadas, jamás se habría elegido «Español del Año» a Jordi Pujol, que ya dejaba asomar sus intenciones. Y sucedió en una celebración del «Español del Mes», con Pedro Almodóvar de agasajado.
Que me perdone allá donde se halle.
Asistí al acto. Y cuando fui presentado al director de cine manchego, casi sufro un desvanecimiento. Era idéntico a mi tía Meme, del Puerto de Santa María. Mi tía Meme, a la que llamábamos en la familia «bicho bola» había fallecido unos meses atrás, y encontrármela en ABC se me antojó milagroso y pavoroso en extremo, pero simultáneamente me emocionó el acto de homenaje organizado por mi entonces periódico, y del que guardo tan buen recuerdo como gratitud, a mi difunta y resucitada tía de El Puerto. La tía Meme recibió el premio, agradeció la distinción, y zollipeó con transitorio enternecimiento. Cuando supe que no se trataba de mi tía Meme, Almodóvar me produjo una deshabitada impresión.
Panamá aparte, Almodóvar está reconocido como un buen director cinematográfico. No entro en subvenciones porque ignoro sus cuentas, pero negarle el éxito y la sobrevaloración de su obra entraría en el páramo de la injusticia. Es hombre emotivo, y ha declarado que, al leer la carta de Sánchez a la ciudadanía, se puso a llorar como un niño. «Es un ser roto. No existe ser humano que resista lo que el más resistente de nuestros presidentes ha estado sufriendo». Creo que hay diáfana belleza en sus palabras. Lo que quizá ignora Almodóvar es que, con anterioridad a escribir esa carta a la ciudadanía que le hizo llorar como un niño, el PSOE ya tenía contratados los autobuses para trasladar a miles de socialistas a Madrid con el fin de hinchar una manifestación improvisada de protesta por el posible empapelamiento judicial de la esposa de Sánchez, de la que Sánchez se reconoce profundamente enamorado en varias ocasiones, y me parece muy bien.
Aprovechando las infantiles lágrimas de Almodóvar, cinco periodistas reconocidos como «independientes», han escrito un texto al que se han sumado centenares de compañeros de profesión. El texto ha sido redactado por la grácil y centrada Silvia Inchaurrondo, la locuaz Maruja Torres, la simpática Ana Pardo de Vera, la antigua jefa de prensa de Fraga Iribarne, Rosa Villacastín, y el periodista Jesús Maraña, de conocida pulcritud. Pero la reacción más humana, afligida y ardiente, ha sido, sin dejar espacio para la duda, las lágrimas derramadas por Pedro Almodóvar al leer esa carta que nada tiene de emocionante. Además de un tostón, es una estrategia, una mentira más, y un bodrio.
Virgilio, el gran poeta latino inventor de la metáfora, se refería a las lágrimas como «el río amargo de la despedida». No es el caso, porque Sánchez no tiene intención alguna de despedirse. Está valorando en sus mini vacaciones pagadas por todos los españoles, el nivel de las informaciones que tiene en sus manos, y cuenta con el apoyo de Lula, Maduro, Petro, y la Organización Palestina. No está sólo en su sufrimiento.
Su carta ha servido para que la prensa internacional use de la voz «corrupción» en los titulares de sus medios, lo cual es logro de muy reducido éxito. Si Sánchez valora el tiempo por delante como contrapeso a las agobiantes noticias que seguirán publicándose, se mantendrá en el poder. Antes de escribir o que le fuera escrita por otros el rollo de su carta, ya estaban los autobuses contratados. Almodóvar tiene sobrados motivos para consolarse.
Y mi tía Meme, allá donde se halle, que me perdone.
 

Historia de amor​

Los cinco días que ha permanecido encerrado en La Moncloa por amor merecen un homenaje. Y me dispongo a escribir de una maravillosa historia de amor que supera con creces la suya con su señora​

29/04/2024Actualizada 04:23
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Soy disciplinado en mi trabajo. A las 9, después de leer los periódicos, digitales y las noticias, escribo mi artículo diario para El Debate. Si no aguardo a la gran noticia, es por culpa de la gran noticia. Siempre habrá tiempo y días para escribir sobre ella y tratar de analizarla someramente. Por otra parte, que siga o no siga da igual. Le quedan las charos, los jubilados, los nacionalistas y «el mundo de la Cultura», formado por un grupo de zarrapastrosos. Pero en la política internacional, Sánchez ya no está aunque siga estando.
Los cinco días que ha permanecido encerrado en la Moncloa por amor merecen un homenaje. Y me dispongo a escribir, se quede o se marche, de una maravillosa historia de amor que supera con creces la suya con su señora. Un amor imposible que, dos decenios atrás, tuvo lugar en el Parque Natural de Cabárceno. Amor sin intereses políticos o económicos de por medio. Amor puro y duro, apasionado y febril, con un final melancólico, como el de la naranja y el limón de Dodó Escolá.
Juan Hormaechea fue un gran alcalde de Santander. Posteriormente, presidente de Cantabria. Látigo de Isabel Tocino. Gran visionario. Fue el impulsor y creador del Parque Natural de Cabárceno, el zoológico más extenso y abierto del mundo. Eligió la gran mancha de bosque abandonada por los romanos para extraer hierro, semejante a las Médulas del Bierzo. Es uno de los grandes atractivos turísticos de La Montaña de Cantabria. Lo llevó a cabo contra todos, y venció a todos.
En sus primeros años, una alambrada electrificada separaba la primitiva zona reservada a los hipopótamos del prado de un ganadero. Y un hipopótamo se enamoró locamente, sin pedir nada a cambio, de una robusta vaca limusina. Fue un amor correspondido. El hipopótamo, abandonaba el estanque cuando el sol caía, y se plantaba junto a la alambrada en espera de su amadísima vaca. Y la vaca, al advertir la presencia cautelosa y educada de su amado hipopótamo, se aproximaba a su amor paquidérmico y chicoleaban, en sus diferentes idiomas, hasta que el ganadero daba por terminado el coqueteo interracial. Se intentaron besar en vano, porque a la vaca le asustaba el calambre del pastor eléctrico. Pero un pastor eléctrico para una vaca era una minucia para la gruesa piel de un hipopótamo enamorado. Y una tarde, el ganadero alarmado avisó a la guardería de Cabárceno, a Protección Civil y a la Guardia Civil para denunciar que, entre sus reses, pastaba un hipopótamo del río Zambeze que intentaba montarse a su vaca preferida. No describo los detalles de la separación de los amantes porque me falta valor y serenidad para ello. Unos dardos con somnífero se incrustaron en el cuerpo del hipopótamo amante, que fue enclaustrado en el extremo opuesto del parque. La vaca acudía todas las tardes al lugar del encuentro, y al no ver al amor de su vida, entró en depresión, dejó de comer, y falleció de inanición unas semanas más tarde.
El hipopótamo enloqueció, se le agudizó la irritación hasta mostrar una agresividad preocupante y, finalmente, fue sacrificado.
Escribo a las 10:34 de la mañana del lunes 29 de abril. Por ello, nada une este episodio natural, heroico y antirracista con la dimisión o mantenimiento en el poder del político enamorado que ha anunciado su comparecencia ante el universo a las 11 horas del día de hoy. Si no dimite, nos gobernará un presidente atenazado por la agonía del resentimiento. Pero ya es nada, una sombra en trance de vuelo definitivo. Y si renuncia al poder, todavía España tendrá una ventana abierta con vistas a su salvación.
No les deseo a los Sánchez el final del hipopótamo y la vaca.
Sería, por mi parte, una falta de gentileza y cortesía.
Sueño con una España recuperada.
Y antes o después, dimita o no, lo menos malo volverá.
No espero de Sánchez el arrojo de aquel inolvidable hipopótamo ni la honesta decencia de la distinguida limusina, que falleció pobre y honrada por culpa de su amor.

Más de Alfonso Ussía​

 

El fantasma y Duralex​

El más allá no pudo con el Duralex. De los berridos, el fantasma pasó al sollozo, de ahí al llanto contenido y de las medidas lágrimas a los jipidos e hipos de los borrachos fracasados​

29/04/2024Actualizada 08:31
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El conflicto entre el fantasma de un castillo y los platos y vasos de Duralex tuvo lugar en Serdañola del Vallés. Me lo narró uno de sus copropietarios, mi gran amigo y estupendo poeta valenciano Rafael Trenor y Suárez de Lezo. El Castillo de Serdañola, ubicado a pocos kilómetros de Barcelona, tenía un fantasma. Se trataba de un fantasma molesto y poco cuidadoso con la cristalería. Cuando se enfadaba, volaban platos, vasos y jarras, y apenas dejaba elementos intactos. El padre de Rafa reunió a sus hijos para solucionar el conflicto con el fantasma. La vajilla la pagaba él y el fantasma se regocijaba rompiéndola cada dos por tres. El acuerdo familiar se adoptó en pocos minutos. Fueron trasladadas a Valencia las cristalerías que permanecían intactas, y se adquirió una de la marca Duralex.
El fantasma se enfadaba el 4 de agosto. Algo tuvo que sucederle un 4 de agosto para que fuera la fecha elegida para su represalia. De cuando en cuando, apagaba las luces del salón y de los pasillos, pero no se atrevía a más gamberradas. Pero el 4 de agosto se plantaba en elofficedel castillo, y mientras ululaba, rompía vasos, platos, jarras, saleros, lavafrutas y toda suerte de utensilios de cristal. Amanecía el 5 de agosto, y el aspecto que presentaba elofficeera desolador.
Ilustración Ussía y Barca

Barca
Con la compra de la cristalería Duralex, los Trenor pusieron en un grave aprieto al fantasma del Serdañola. El 4 de agosto, el fantasma se presentó en el anexo a la cocina, y se puso a ulular. Seguidamente, agarró un plato y lo lanzó contra la pared. El plato resistió el choque. Un vaso, y lo mismo. Una jarra, e igual de irrompible que el vaso y el plato. El fantasma dejó de ulular, y berreó. Tomó con sus invisibles manos toda la cristalería, y no se rompió ni un solo elemento. El más allá no pudo con el Duralex. De los berridos, el fantasma pasó al sollozo, de ahí al llanto contenido y de las medidas lágrimas a los jipidos e hipos de los borrachos fracasados. Abandonó el castillo y nunca más se supo del pobre fantasma, que se marchó abatido y confuso. No ha vuelto a proceder a aparición alguna.
En Zarauz, en la casa de Narros, el fantasma se limita a sentarse en el pie de la cama en la que duermen los invitados y les toca un pie. El susto es de órdago. Pero no pasa de ahí. La casa de mi bisabuela, la marquesa viuda de Aldama, hoy la viven la Infanta Doña Margarita y su marido, el doctor Carlos Zurita. El fantasma de la bisabuela se hace notar tirando al suelo, una o dos noches cada año, los libros de la biblioteca que no son de su interés, entre ellos, los míos. En Gerramolinos, la casa de Adela Oriol en Comillas es habitualmente visitada por un paje muy bien vestido y educado que no protagoniza más incidencias. Y en el castillo de Arcos de la Frontera del marqués de Tamarón se presenta, sin ser llamado, un mayordomo inglés que falleció en 1879. Porta brillante librea, procede a dar unan pocas reverencias, y posteriormente, con el mismo sigilo que llega, se marcha para no seguir interrumpiendo la conversación de los presentes. Se trata de un mayordomo discreto y conocedor del sitio que ocupa en el escalafón social del precioso castillo que domina el nacimiento del Guadalete.
Los fantasmas dependen del pasado y habitan las casas, castillos y palacios con solera. En la playa de Levante de Benidorm, en un edificio de apartamentos con vistas al mar, concretamente en el 742, se apareció hace años el fantasma del constructor del complejo urbanístico, y fue tal la bronca que le dieron los inquilinos por el deplorable estado de la fontanería que el fantasma se tuvo que instalar en el «Marina D´Or Ciudad de Vacaciones» más cercano al Nueva York levantino. Un fantasma con escaso empaque que hacía ruido al andar por culpa de las chancletas.
Si alguno de mis lectores habita en una casona antigua y tiene un fantasma que rompe su cristalería cada 4 de agosto, ya sabe lo que tiene que hacer.
Comprar una vajilla Duralex.

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Simplemente, un caradura​

Pero no es tonto. Y no ser tonto, en la España de hoy, es como ser Einstein en la Europa del siglo XX. Un Einstein sin escrúpulos, claro está​

01/05/2024Actualizada 01:30
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No se conoce mentiroso ni caradura mayor. Tiene mucho peligro, y ha hecho el ridículo. No importa.
Lo decía Antonio Mingote, que era creyente distante: «Dios es justo. España es una nación maravillosa. Tenemos de todo. Arte, Historia, un idioma que habla medio mundo. Unos paisajes increíbles, meteorología envidiable, mar y montaña, una gastronomía única, y un sentido de la vida, la de los españoles, incomparable. Por lo tanto, Dios ha procedido a equilibrar a última hora nuestras ventajas para no reincidir en su injusticia. Y nos ha llenado España de tontos. Somos el país con más tontos del mundo, y los gobernantes más tontos del mundo, y somos tan tontos, que todavía no nos hemos apercibido de ello. Yo estoy con un pie fuera de esta vida. Lo siento por ti, que aquí te quedas».
El problema no es Sánchez, que es, simplemente, un jeta, un caradura y un mentiroso compulsivo. Un hombre hecho para sobrevivir en la trampa, el lujo, la avaricia y el poder. En otra nación, menos agraciada por la obra de Dios pero con menor número de imbéciles y vividores a costa del dinero ajeno, Sánchez no supondría un problema. El problema no es otro que los millones de españoles que creen en Sánchez, o viven muy bien gracias a Sánchez, o no saben cómo vencer a Sánchez, o se dejan engañar por un engañado a sí mismo, o los que, para chantajear al poder, han exigido y han recibido toda suerte de ventajas fiscales y políticas para extorsionar al Estado a cambio de deleznables reconocimientos y derechos inexistentes. Tenemos a Sánchez gracias a los que hemos aprobado una Constitución en la que cabe que la gobernación de España pueda decidirse por siete votos de chantajistas. Una Constitución que podría haber sido modificada por la derecha y la izquierda, pero ni una ni la otra consideró que la igualdad democrática era fundamental para la garantizar la convivencia. A los españoles, votemos a derechas o izquierdas, nos van a terminar regalando en las urnas, después de depositar nuestros votos, un chupachups y un globo, para volver a casa más contentos y felices. Y mientras tanto, el Poder Judicial caerá en manos de Sánchez, y el Supremo será de Sánchez, y se organizarán refrendos ilegales gracias a Sánchez, y los terroristas socios de Sánchez terminarán gobernando, y Aznar, Rajoy y Feijóo seguirán creyéndose oposición y no colaboradores indispensables del desastre. Porque Sánchez, es un caradura, un mentiroso, un hortera, un vividor y un peligro para la unidad de España.
Pero no es tonto. Y no ser tonto, en la España de hoy, es como ser Einstein en la Europa del siglo XX. Un Einstein sin escrúpulos, claro está.
Creo, no obstante, que Dios ha agudizado en exceso su sentido de la justicia. Podría haber puesto sobre la tierra de nuestra prodigiosa nación, un 33 por ciento de inteligentes, un 33 por ciento de españoles más o menos pensantes y un 34 por ciento de tontos. Pero el porcentaje del equilibrio es desequilibrado. En España, hoy por hoy –y me incluyo–, hay como poco, un 78 por ciento de tontos, de vagos que viven de los demás, de recién llegados que lo obtienen todo cuando a los jubilados españoles se les resta su derecho acumulado durante cuarenta años de trabajo y cumplimiento de sus cotizaciones sociales. Tenemos un desarrollado sentido de la comprensión de la grosería, la violencia, la degeneración subvencionada, el periodismo comprado –¡Bieito, cuenta conmigo!–, y del abuso del dinero público en beneficio de la barbarie y la mentira. Una nación que en el siglo XXI abraza y vota al comunismo es una nación de idiotas.
Sánchez se limita a conocer la situación y se aprovecha. Es simplemente, un vividor, un psicópata y un caradura.
Pero no es tonto.

Más de Alfonso Ussía​

 

Bieito, el primero de la lista​

Si Bieito Rubido es derrotado después de sufrir la primera amenaza pública del PSOE, los derrotados serán también los periodistas paniaguados, los periodistas del pesebre, que hoy aplauden la coacción y las amenazas al periodismo libre​

02/05/2024Actualizada 08:00
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El primer periodista afectado y amenazado por el punto y aparte de Sánchez ha sido el Director de El Debate, Bieito Rubido. Para la banda del falso llorón,El Debate es un «pseudomedio» ligado al PP. Un «pseudomedio» que leen cada día más de 1.500.000 personas, de todas las procedencias sociales y políticas. El ministro Puente, el matón de Pucela, se ha sumado a la amenaza a Bieito Rubido por medio del insulto. Me honro, aún más que ayer, de ser columnista del periódico digital que dirige el primer periodista amenazado por el punto y aparte, prueba irrefutable de que nuestro digital les pica a los de banda en los perendengues como avispas asiáticas. Ya quisieran los de la banda del punto y aparte dominar en un periódico digital con más de 1.500.000 de lectores diarios y en aumento. Tenemos, sus articulistas y redactores, la garantía más luminosa que pueden disfrutar los que nos dedicamos a estas cosas. La libertad plena para exponer nuestras opiniones e informaciones. Siendo un periódico perteneciente a una potente institución cercana e inmersa en el cristianismo. Cuando nos hemos visto obligados, por rigor histórico, a criticar con dureza la actitud de algunos prelados y sacerdotes vascos de los tiempos del plomo etarra, mucho más proclives a pastorear a los lobos que a las ovejas, hemos gozado de la libertad para calificar sus acciones y omisiones. Todo ello gracias a Bieito Rubido, el director, a Luis Ventoso, el director adjunto, y a Ramón Pérez-Maura, el director de Opinión del llamado «pseudomedio» ligado al PP y respetuoso con Vox. Y con tantos colaboradores venidos de las izquierdas que piensan y desean ser libres y soberanos en los espacios que les reserva la empresa editora.
Cuando, ¡aquellos años! Guillermo Luca de Tena, el viejo Patrón de ABC, me llevó, con Luis María Anson de director, a escribir en el diario monárquico y centenario de la calle de Serrano, en tiempos de penurias económicas, puse a prueba la libertad enviando unos versos en los que criticaba la incomprensible situación financiera de Prensa Española. Se enfadaron conmigo todos los pelotas de ABC, mientras Guillermo Luca de Tena me llamaba para felicitarme por mi osadía. Guillermo, con sus decisiones, salvó el ABC, defendió a su director y finalmente llegó a un acuerdo con el Grupo Correo, un excepcional grupo periodístico especializado en los periódicos provinciales que no supo interpretar el significado de ABC en la sociedad española.ABC fue siempre un periódico militante, que no ocultaba su militancia en defensa de España, el humanismo cristiano, la Corona y la libertad. Y fue Bieito Rubido, en su larga etapa de director de ABC, el que recuperó su forma de ser, su paisaje y su grandeza.
Se trata de un inteligente gallego sosegado. Representa su carácter la trinchera enfrentada a la irascibilidad y la inseguridad de muchos directores de medios. Para colmo, es un director que sabe escribir, y desde su calma usa la ironía y el buen gusto en sus críticas, por contundentes que sean. Me enorgullece ser columnista de El Debate. Y más aún, si es el primero de los directores de medios de comunicación amenazado por la poderosa banda del punto y aparte del falso llorón. Creo que, por fortuna, todavía no hemos llegado a padecer el socialismo de Largo Caballero, que fue un socialismo asesino y soviético. Pero ahora se mata sin necesidad de armas y balas. Un Estado en manos de un iluminado psicópata que se ha adueñado de casi todas las instituciones democráticas, puede terminar con cualquiera, caprichosamente, sin necesitar de romper las nucas a traición. De eso saben mucho los socios etarras del llorón enamorado. El Estado en manos del sectarismo y la ausencia de escrúpulos es invencible. Y si Bieito Rubido es derrotado después de sufrir la primera amenaza pública del PSOE, los derrotados serán también los periodistas paniaguados, los periodistas del pesebre, que hoy aplauden la coacción y las amenazas al periodismo libre.
Y el que escribe también padecerá la derrota. Pero llegados a ese punto, escrito sea con el respeto que merecen los que amenazan, me la refanfinfla. «El que amenaza también está en peligro».
Cuenta, querido Bieito, con la modesta fuerza de este escudero.

Más de Alfonso Ussía​

 

Bravo, compañero​

No existe la envidia entre soldados. Sí la admiración. Y el orgullo. Como Cabo Primero en la Reservísima, me siento feliz y orgulloso de mi colega​

03/05/2024Actualizada 01:30
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En el Servicio Militar que se cargó Aznar para contentar a Pujol, entre los muchos valores que se enseñaban a los jóvenes españoles, destacaba el concepto del compañerismo. Jamás mentir, jamás protestar por un servicio o una orden superior, y jamás abandonar a un compañero.
No intento presumir. Pero en los 15 meses que tuve el honor de servir a España en Camposoto –Real Isla de León, San Fernando, Cádiz–, protagonicé una carrera militar ascendente y meteórica. Ingresé de recluta y me licencié de cabo primero. Mi única heroicidad, no reconocida por mis superiores, fue la de soportar, como portador del Guion del CIR 16 en los desfiles de las Juras de Bandera, a un amazónico y muy cabroncísimo mono tití, llamado «Puskas», que regalaron al comandante Mancebo Jurado. El comandante tuvo la desgraciada idea de hacerme desfilar con «Puskas» agarrado por una cadenita sobre mi hombrera izquierda, y cuando más marciales y chulos eran mis pasos, más me mordía en la oreja inmediata a sus afiladísimos dientes. Asqueroso monito. Pero entendí que mi sacrificio orejero no era suficiente para que me fuera acreditada la condición de «valor reconocido» y en mi cartilla militar, la superioridad se limitó a confiar en mi valor con un escueto «se le supone». Una tarde, «Puskas» se zampó una lata de bonito del norte en aceite de oliva que me había preparado con mimo para recuperar fuerzas en el cuarto del cabo furriel, y por extrañas circunstancias, falleció, no por el bonito en aceite, sino a consecuencia de un golpe infortunado en la cabeza. Por fortuna, no se investigó en profundidad la causa de su merecido fallecimiento.
Hace unos años, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, el General don Jaime Dominguez Buj, me invitó a un acto en el que se celebraba el quincuagésimo aniversario de la creación del empleo de cabo primero. Entre ellos, como antiguo cabo primero, el propio ministro de Defensa, a la sazón, el cabo primero Pedro Morenés y Eulate. Guardo mi gorrillo cuartelero con mi distintivo con muy especial orgullo.
Y leo en El Debate que hoy, cuando escribo, 2 de mayo de 2024, la presidente de la Comunidad de Madrid, doña Isabel Díaz Ayuso, se dispone a imponer a un compañero, a un bravo y valiente cabo primero, don Fernando Martín Pozueco, al excelentísimo señor Cabo Primero don Fernando Martín Pozueco, la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo, que rememora el heroico levantamiento del pueblo de Madrid contra el invasor francés. El Cabo Primero Martín Pozueco acreditó su valor en Afganistán, defendiendo en soledad a una ambulancia que estaba siendo tiroteada por los afganos, que un día te abrazan y al siguiente te disparan. Pero la Gran Cruz que le imponen es fruto de su heroísmo, salvando en plena Dana en el último septiembre a numerosos vecinos atrapados por las inundaciones en Aldea del Fresno. Salvó de morir ahogados a tres niños, y una mujer enganchada en una verja. «La expresión de pánico de aquella mujer solo la había visto en Afganistán». Aldea del Fresno fue engullida por un océano de nortazo loco, y ahí estaba el Cabo Primero jugándose la vida por sus vecinos. «Si veo a un vecino ahogándose, prefiero ahogarme con él. Son valores que aprendí desde pequeño en mi casa». Bendita casa, don Fernando.
No existe la envidia entre soldados. Sí la admiración. Y el orgullo. Como Cabo Primero en la Reservísima, me siento feliz y orgulloso de mi colega. En la conmemoración del día de los héroes, condecorar a un héroe es de sentido común. Los cabos primeros estamos de enhorabuena. Y seríamos muchos más los compañeros de don Fernando Martín Pozueco, el héroe de Aldea del Fresno, si Aznar no le hubiera entregado a Pujol, por un puñadito de votos, el Servicio Militar que unía y reunía a todos los jóvenes españoles.
A sus órdenes, Mi Primero.

Más de Alfonso Ussía​

 

Carnes abiertas​

Cinco días con las carnes abiertas es tortura que muy pocas personas pueden soportar. No se trata de un sector carnal definido​

04/05/2024Actualizada 01:30
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De pronto, una frase bien medida y contundente nos hace mejores. Nos agudiza los sentidos y los sentimientos. En El Mundo, ese estupendo periódico italiano que se edita en España –soy lector desde su aparición–, tienen la generosidad de entrevistar a toda página a seres que no han hecho absolutamente nada en su vida. Entrevistar a un personaje, en el fondo, es una falta de originalidad, además de un riesgo. Si el personaje merece la pena siempre termina usurpando el cometido del entrevistador y poco a poco se adueña de la charla para terminar entrevistándose a sí mismo. El mérito está en entrevistar a quien no tiene nada que decir, porque diga lo que diga, suelta una majadería y se queda tan pancho, tan pancha en el caso que me ocupa y preocupa. Vamos a descansar de análisis políticos y profundidades pretenciosas. También las oquedades mentales crean figuraciones y metáforas dignas del mayor elogio.
Lo más interesante que se ha dicho después de la comedia de los cinco días para decidir si Sánchez y Begoña se iban o continuaban no lo ha escrito ningún intelectual. Ha sido un miembro de la Cultura Sanchista la emisora de la perla. Y se la debemos al diario El Mundo y su redactora Andrea M. Rosa del Pino, que consiguió, sin pagarle ni un euro, entrevistar nada más y nada menos que a Rocío Carrasco, Rociíto, tan unida a Sánchez por los llantos y aspavientos. Rociíto es activista del feminismo nuevo, es decir, del antifeminismo, y mantiene excelentes relaciones con Sánchez. A la sagaz pregunta «¿que opinó sobre la casi dimisión de Sánchez?», la representante de la Cultura responde con airada espontaneidad: «¡Pedro Sánchez me ha tenido con las carnes abiertas!». Creo que no se puede explicar con más acierto semántico lo que sintió y padeció Rociíto durante los cinco días de enclaustramiento de su político preferido. Cinco días con las carnes abiertas es tortura que muy pocas personas pueden soportar. No se trata de un sector carnal definido. Son todas las carnes las que procedieron a abrirse en el cuerpo de esta heroica muchachuela, que sigue siendo lo que fue desde que vio las primeras luces. Ser hija de.
Las carnes abiertas duelen, pican y sangran. Y ella aguantó como una jabata, como una Catalina de Erauso, como una Agustina de Aragón, como una Manolita Malasaña, como una María de Molina, como una Irene Montero cuando deploró, en los momentos previos a un Consejo de Ministros, la informalidad de la empresa que se había comprometido a cambiarle la depuradora de la piscina en un par de días y todavía no se habían presentado los operarios en su casa. «Con este calor, y no podemos refrescarnos en la piscina». Horrible, Irene, horrible, le susurró Marlaska.
Cinco días con las carnes abiertas es tortura que no se les ocurre ni a los chinos. Hay carnes que se agrietan por la flacidez y la gordura. Pero una cosa es una grieta epidérmica que una carne abierta como si fuera un entrecot o un solomillo presto a ser cocinado. Lo que habrá sufrido su amante y futuro esposo, que ha soportado la apertura de las carnes de su amada durante cinco días y no ha salido corriendo, como haríamos todos los hombres que conozco. Porque desde que leí la inmortal y exigente entrevista, he preguntado a mis amigos varones. «¿Qué harías si a tu mujer o tu novia se le abren todas las carnes durante un largo fin de semana?» Y la respuesta dice muy poco de la capacidad de sufrimiento de los hombres de España. «Huir de ella», según han respondido el 93 por ciento de los encuestados.
Propongo la creación de una nueva distinción oficial. La Gran Cruz al Mérito de las Carnes Abiertas. No deseo hacer sangre anímica con ejemplos fáciles. Pero, sin dudas de ningún tipo, la primera dama de la Orden del Mérito a las Carnes Abiertas, tiene que ser Rociíto.
Y no se opongan, porque me dolería tamaña injusticia sobremanera.
Lo que ha sufrido esta mujer no tiene nombre.
Y esta bobada de artículo, menos aún.

Más de Alfonso Ussía​

 
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