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Múnich​

¿Se acuerda usted de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972? Los autores intelectuales del crimen masivo y los terroristas que llevaron a cabo el cobarde ataque contra unos deportistas, no tuvieron un buen final​

16/05/2024Actualizada 01:30
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En principio, creí estar oyendo a Tamara Falcó ejerciendo de política de la ultraizquierda.
¡Caray con Tamara!, comenté susurrando.
-No es Tamara. Tamara no habla tan pijo. Es Rita Maestre-, me informó el amable taxista. Y era, efectivamente, Rita Maestre.
Con un huevo duro en la boca, Rita Maestre anunciaba al mundo una importante noticia. En un arrebato de coraje y valentía, siempre con el huevo duro en la boca, la arrolladora política madrileña se plantó. ¡Ay Seña Rita! ¡Adiós Julián! De la Verbena de la Paloma. «Me borrow –borro–, de la celebración de San Isidro por la medalla de honour –honor–, que ha concedido el Ayuntamiento de Madurid –Madrid–, a la Comunidad Judía.
Es prouvocativo –provocativo–, y vergonzouso –vergonzoso–. La verdad, es que me temblaron los muslos de la emoción. Después del acto en el Ayuntamiento de Madurid –Madrid–, se acostumbra ofrecer un «cock-tails» de aperitif –aperitivo–, con toda suerte de canapés. Y ese surtido canapetero sólo lo rechazan los políticos ultraizquierdistas por motivos de enorme trascendencia internacional. –Prefiero quedarme sin probar los canapés de «saumon fumé» -salmón ahumado-, que asistir a un acto en el que se premia a un Estado genocida-. Lo del Estado genocida se lo copió a Irene Montero, una de sus íntimas amigas. –Es «horouroso» – horroroso–, lo que está haciendo Israel con los «palestinous», en español, palestinos. De Hamás, de sus crímenes, de sus asesinados, de sus torturados y de sus rehenes, «rien de rien» –nada de nada–.
Por otro lado, Pablo Iglesias, ese tipo con aspecto de recién levantado con un pijama de un mes de uso ininterrumpido, expuso una brillantísima idea. «Hay que expulsar a Israel de la próxima Olimpiada de París. Y en el caso de que Israel acuda a la Olimpiada, España tendría que renunciar a su participación».
Ante todo, una aclaración, fenómeno.
Lo que se celebra en París a partir del 26 de julio de 2024 no es una Olimpiada. Se celebran los Juegos Olímpicos. La Olimpiada es el tiempo que transcurre, por lo normal cuatro años, desde que se clausuran los anteriores Juegos Olímpicos hasta que se inauguran los siguientes. Las Olimpiadas duran cuatro años y los Juegos Olímpicos treinta días, lo que usted tarda en cambiar de pijama.
Pero hay muy mala fe en sus palabras. ¿Se acuerda usted de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972? Se lo habrán contado. En aquellos JJOO un comando terrorista palestino irrumpió en la residencia de los deportistas de Israel y asesinó a sangre fría a 11 atletas que representaban a su nación. Algunos fallecieron en la Ciudad Olímpica, y el resto en el aeropuerto de Múnich, donde fueron llevados como rehenes. Los Juegos no se suspendieron, y fue el Estado de Israel el que atendió y aprobó que no fueran suspendidos porque el mundo y el deporte nada tuvieron que ver con la salvajada.
¿Ha visto usted la película «Múnich»?
Los autores intelectuales del crimen masivo y los terroristas que llevaron a cabo el cobarde ataque contra unos deportistas, no tuvieron un buen final. Pero no fue Israel la que había atacado. Fue Israel la nación que respondió por sus hijos asesinados. Mal ejemplo ha elegido, petimetre.
Israel responde. Pero nunca es el primero en atacar.
Y España participará. Su exigencia, habrá que añadirla a la antología de sus necedades, que precisa de varios volúmenes de los gordos.

Más de Alfonso Ussía​

 

Jipidos​

Oportuno es recordar el llanto de Pablo Iglesias cuando acudió a visitar la tumba de su abuelo, al que no conoció. Aquella escena, me dejó turulato durante semanas, y de cuando en cuando la rememoro, y me turbo​

17/05/2024Actualizada 01:30
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Llorar sin motivo en público es una ordinariez. La tristeza hay que saber dominarla para no violentar a los demás. Las lágrimas no son reprimibles. Lo malo son los jipidos, los soponcios y los sollozos. El desmayo en un cementerio, muy habitual entre los folclóricos, desaconseja la cercanía con el desmayado. Edgar Neville no los soportaba. –He dejado de ir a los entierros porque se han puesto de moda los desmayos, y me producen una humillante vergüenza ajena–. Recuerdo una entrevista, breve pero jugosa, a una chica muy mona que fue efímera novia de Gonzalo de Borbón Dampierre, primo hermano del Rey Juan Carlos. Durante la entrevista, perdió la serenidad y le temblaron labios y barbilla. –Es que lo he pasado muy mal en las últimas semanas. A mi madre le dolían mucho las encías–. Menos mal que en un alarde de coraje y valentía, terminó por superar tan angustioso dolor materno.
Anteayer fue entrevistada la corajuda independentista catalana Marta Rovira, la del pelo inguinal distribuido por toda su cabeza. Se refería a los malos resultados de su partido, ERC, en las elecciones autonómicas del nordeste de España. Ella, dando muestras de su valor y siendo una de las responsables del llamado «tsunami democrático», huyó a Suiza. Marta Rovira anunció ante los micrófonos que sostenían emocionados reporteros, que a pesar de los malos resultados de ERC, seguirá en la lucha –desde Ginebra–, y Cataluña al fin, más pronto que tarde, será una nación independiente y soberana. –Llegaremos al final–, y al emitir tan histórica frase, lloró. Cambió los vítores por los jipidos, y debo reconocer que consiguió con holgura originar en mí, que no soy partidario, una profunda alteración anímica, una elemental turbación. Me la figuré sufriendo en Suiza durante su penoso autoexilio, tan calamitoso y brutal como el de Puigdemont en Waterloo, y me sumé al lloriqueo. –Esta gente lo ha pasado muy mal– dije para tranquilizarme. No obstante lamenté que no especificara si, durante el atribulado cambio de domicilio, le dolieron o no las encías.
Entre el servicio doméstico que permanecía durante decenios en una casa, se lloraba mucho cuando sobrevenía a sus patrones alguna desgracia inesperada. La niña mayor de la noble familia cayó gravemente enferma. Una difteria. Diagnóstico seco y pronóstico brutal. Sus padres soportaron la desgracia con educada entereza. Pero no así el servicio doméstico, que plañía en cada rincón de la casa. Milagrosamente, la enfermedad entró en crisis y la niña mejoró. Fuera ya de peligro, el padre de la enferma le dijo a su mujer, la madre de la paciente: –Nuestra hija no se muere, a Dios gracias, pero a ver quién es el guapo que se atreve a decírselo al servicio–.
Oportuno es recordar el llanto de Pablo Iglesias cuando acudió a visitar la tumba de su abuelo, al que no conoció. Aquella escena, me dejó turulato durante semanas, y de cuando en cuando la rememoro, y me turbo.
De ahí, la admiración que he sentido por la serenidad y entereza mostrada por un compañero de partido de Marta Rovira. Me refiero, como es de suponer, a Gabriel Rufián. Rufián anunció años atrás que permanecería en Madrid, representado a su partido en el Congreso de los Diputados, 18 meses. Ni un día más. Desde aquella promesa, han transcurrido 106 meses, y le ha tomado el gusto a Madrid. De los pobres resultados de su partido en las elecciones catalanas, él es también máximo responsable. Sobrevive en Madrid gracias al modesto sueldo que España asegura a sus diputados. Y también a la tranquila educación de sus gentes, que no le insultan por la calle como en Barcelona. Por ello, Rufián se ha impuesto a sus sentimientos, y ha declarado que sigue, que no se va, que se mantiene en su escaño, y que su presencia en Madrid es vital para alcanzar, con anterioridad a la finalización de las obras de la Sagrada Familia de Gaudí, la independencia de Cataluña. Y lo ha dicho sin emocionarse, y menos aún, llorando a moco tendido por la conmoción del momento. «Seguiré en Madrid». Y sin soltar una lágrima.
Un hombre realmente excepcional.

Más de Alfonso Ussía​

 

De Ruiloba a Belorado​

No se puede disculpar a las clarisas de Belorado por su supuesta inocencia. Ahí hay algo más, y eso algo más es lo que preocupa​

18/05/2024Actualizada 01:30
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A pocos centenares de metros de mi casa, en el barrio tolano de Pando, se alza el Carmelo de Ruiloba. Lo habitan siete madres carmelitas que rezan y se sacrifican por los demás sin perder la sonrisa ni quejarse del cansancio. Un huerto y un taller de cerámica les ayuda a sobrevivir. El monasterio es inmenso, y sólo siete de sus celdas están ocupadas. Rezan de madrugada, por las mañanas, por las tardes y en las noches frías del norte de España. A un kilómetro de Comillas, alejadas del bullicio y el ruido de sus playas. Se oye la mar rompiendo en los acantilados del Remedio, con la ermita de la Virgen de Ruiloba, Nuestra Señora del Remedio también panteón de una admirable familia, muy cercana al impulso de El Debate. Mi mujer, con frecuencia, reza con ellas. Yo las visito con la reja de por medio, y siempre salgo admirado y agradecido. No se hacen las buenas; son la bondad. No presumen de espirituales; son la espiritualidad. Su alegría es contagiosa, y están informadas y al corriente de lo que sucede más allá de sus muros. Y rezan para que todo se arregle. Siete voces hacia Dios que no ceden, ni callan ni se resignan. Los hábitos marrones, carmelitanos, dibujando un paisaje humano y místico de otros siglos. Podría abandonar una noche de lluvia y vientos el monasterio Santa Teresa de Jesús a lomos de su burra, y a nadie le extrañaría la circunstancia. Y en una celda, separada de las que ocupan las monjas de contemplación, quizá a San Juan de la Cruz le llegaría la inspiración divina para escribir su Canto Espiritual. En fin, todo lo bueno reunido, repartido en siete almas, iluminando tanta grandeza.
Me figuro que, años atrás, también se respiraría esa cercanía con Dios en el monasterio de las Clarisas de Belorado y Orduña, que se han dejado embaucar por un falso obispo excomulgado e inmobiliario, que se presenta como Su Ilustrísima Reverendísima don Pablo de Rojas Sánchez-Franco. Personaje singular, que vive en Bilbao, en una lujosa casa con doncella y mayordomo, rodeado de muebles y objetos situados como si se tratara de la tienda de un anticuario con mal gusto. El señor «obispo» no padece de humildades. Se presenta como Duque Imperial, Príncipe Elector del Sacro Imperio Romano Germánico y cinco veces Grande de España. Fue consagrado obispo de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, por otro pájaro de obispo, monseñor Subirón, discípulo de monseñor Thuc, aquella calamidad. No reconoce a los Sumos Pontífices posteriores a Pío XII. Es decir, a Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Y en un alarde de precisión ha recordado que en España sólo hay dos obispos legalmente ordenados. Monseñor Subirón y él. De lo que no hay duda es de su acomodada situación económica, de acuerdo con la imagen que nos regala de su pisito de Bilbao con su servicio doméstico sirviéndole el té.
Me figuro que sus títulos y Grandezas de España, que no figuran en ninguna edición nobiliaria, también se los habrá inventado. Duque de Tiara Linda, Duque de la Sierra de Cazorla –allí veraneaba de niño para refrescarse del calor de Linares, su ciudad natal–, Duque de Hisopogrande, marqués del Báculo Magefesa, y conde del Morado Moaré. Sólo le falta proclamarse Papa, si bien ha admitido a sus amigos más cercanos, que aspira a más.
Lo imperdonable es que ha metido a una comunidad de monjas clarisas en un lío descomunal. Todas ellas pueden ser excomulgadas. Todas ellas –las de Belorado, que no todas las clarisas–, se han dejado convencer por este caradura y se han enfrentado al Papa, como el inconcebible Clemente del Palmar de Troya. No se puede disculpar a las clarisas de Belorado por su supuesta inocencia. Ahí hay algo más, y eso algo más es lo que preocupa.
Rezando por ellas están las carmelitas de Ruiloba. Y ellas serán capaces de abrir la luz en las mentes infectadas de unas monjas de clausura por los delirios de un papanatas. De un pobre payaso anclado en un pasado que jamás existió. Simplemente, de un pobre «snob».

Más de Alfonso Ussía​

 

«El charlatán»: el verdadero artículo censurado a Ussía​

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Por Alfonso Ussía​

25/03/2020 España
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Confesamos, de entrada, que Ussía nunca ha sido santo de nuestra devoción, pues esa querencia monárquica impenitente que padece, cuando esta monarquía, que no fue la planeada, ha sido el pilar de nuestros males desde hace cuatro décadas, dice poco de él, pero tampoco cabe duda, y en buena lid hay que reconocerlo, que cuando arrea en buena dirección lo hace a las mil maravillas. Como saben, La Razón le ha dado un grosero tirón de orejas y le ha censurado este artículo. Léanlo como homenaje a él y para que Marhuenda quede aún más en evidencia.
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Sánchez no se atreve a enfrentarse a una rueda de prensa abierta, libre y sin censuras en las preguntas. Es un timador. El pasado martes habló – mejor escrito, leyó-, durante una hora para no decir nada, y terminada su lectura, un hombre muy respetuoso, le formuló cuatro cariñosas preguntas cuyas respuestas ya tenía preparadas. El periodismo también es culpable. Se confirma, que aprovechando el barullo y la paralización de la ciudadanía en sus encierros domésticos, Sánchez ha ratificado al comunista bolivariano Iglesias en la Comisión del CNI. Me decepcionó que Casado se olvidara de semejante barbaridad. Esa designación supera con creces el calificativo de traición, pero al español confinado esos detallitos no le preocupan, de momento. Si ya quedó mal Sánchez leyendo su homilía y respondiendo a las preguntas elegidas de cuatro amiguetes, ya me dirán lo que hubiese ocurrido si los periodistas que asistieron a la prédica verborreica de Sánchez hubieran sido profesionales libres. -¿Por qué admitió usted que uno de sus vicepresidentes en cuarentena, se sentara a su lado en un Consejo de Ministros? ¿Por qué no tuvo usted la firmeza cívica de obligarle a abandonar la mesa? ¿Relaciona usted el contagio del coronavirus de su esposa y la compañera de Iglesias con la manifestación feminista del 8 de marzo? ¿ Ha leído usted las conclusiones de la OMS y de una buena parte de los dirigentes europeos que consideran una barbaridad haber permitido esa concentración? ¿Fue el vicepresidente Iglesias el que le coaccionó para actuar con tan demostrada irresponsabilidad y cobardía? ¿Sabía ya, cuando autorizó semejante gamberrada infecciosa que pocas horas más tarde declararía el Estado de Alerta? ¿Dónde están esos 200.000 millones de euros de los que usted presume? ¿Ha iniciado su reparto, o está a la espera de reunirlos? ¿Por qué ordenó en su momento, a principios de su mandato, el desmantelamiento del hospital de campaña más avanzado del mundo diseñado y construido por
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el Cuerpo de Sanidad Militar? ¿Relaciona usted el lamentable contagio de su esposa con su asistencia a la manifestación y los besos que intercambió con la ministra de Igualdad, la gran promotora de la farsa? ¿Confía usted en la creciente mansedumbre de los españoles durante su confinamiento hogareño, o teme que finalizada la cuarentena, actúen judicialmente contra ustedes por su insuperable incompetencia, sus mentiras, sus ocultamientos y sus desvergüenzas en la gobernación de España? ¿Recibió en su momento los informes científicos que le advertían de una propagación masiva del virus si no se adoptaban las medidas necesarias para impedirla? Y por último, señor Sánchez. Como Presidente del Gobierno de una Estado democrático y libre, al menos hasta su llegada al poder, ¿por qué impide la presencia y las preguntas de los periodistas independientes, tal como hicieron sus predecesores, incluido el calamitoso y nefasto Rodríguez-Zapatero? ¿Se trata de una consigna soviética de Podemos? Y perdón, porque la última nunca es la última. ¿Por qué sigue bajándose los pantalones, y posteriormente los calzoncillos, y después de ello mostrándoles el culo a los separatistas catalanes para que le propinen una patada en el trasero de todos los españoles? Gracias, señor, Sánchez. Le deseamos una feliz estancia en su hogar, y una pronta comparecencia, acompañado de su cómplice antiprofiláctico ante el Tribunal Supremo. Creo que haría usted bien en saber que su vicepresidente en cuarentena que se salta la cuarentena, y cuya compañera padece de la pandemia, llevó a la manifestación a una niña de pocos meses de edad, lo cual es de esperar que se le antoje como una imprudencia establecida en los ámbitos del delito contra los menores.
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Una hora de cotorra y cuatro preguntas preparadas. Para mí, que el periodismo libre haría bien en sentirse avergonzado. No está España para saberse gobernada por Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón o los inspectores de policía de los libros de Tintín, Dupont o Dupond. ¡Qué tediosos y afectados botarates! Le preguntaron en una rueda de prensa libre, en la Casa Blanca, al Presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johnson el motivo de su reafirmación en el cargo de Director del FBI del nada popular J.Edgar Hoover. Y Johnson, que no tenía la respuesta preparada respondió con lozana frescura y sinceridad. «Es mejor tener a ese individuo dentro de mi tienda y meando hacia afuera, que fuera de mi tienda y meando hacia dentro». El problema de los españoles no se soluciona buscando la bondad o maldad de elegir bien el destino de la micción. Los españoles tenemos a dos individuos, socios de Gobierno, que están en la azotea haciendo pis hacia abajo, allá donde nos encontramos todos, y sin boina.
No obstante, uno confía en una reacción ciudadana cuando se abran las puertas de nuestras casas y las voces de la indignación puedan ser oídas. Y las empresas que presumen de periodismo libre, que se lo miren o dejen de enviar a sus profesionales a una representación teatral.
 

Los niños que no se lloran​

En Hamás se han servido de los niños y la población civil para crear un escudo contra los ataques de Israel​

19/05/2024Actualizada 01:30
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La desproporción de la fuerza militar de Rusia y Ucrania es escandalosa. Un día Rusia invadió Ucrania, y su ejército se enfrentó a una resistencia numantina. Pero Putin es intocable para la izquierda basura española. Los niños ucranianos masacrados, bombardeados, mutilados, heridos y desaparecidos no conmueven a los histéricos podemitas. Y al escribir podemita, incluyo a todos, los de Podemos, los de Sumar, los comunes y los supervivientes de Izquierda Unida. Esos gritos, esas acusaciones, esas exigencias de romper nuestros vínculos históricos con una nación que convirtió el desierto en un vergel, no se manifiestan cuando los misiles de Putin matan a civiles en Ucrania. Y si los civiles muertos son niños, son los niños que no se lloran, porque en las izquierdas basura de España, sólo se lloran los niños de Hamás. Y me parece bien, porque yo también los lloro, con un detalle que establece nuestras diferencias. Llorar a todas las víctimas de dos guerras, de dos bandos invasores, de otros dos bandos invadidos, es lo justo y humano. Llorar sólo a unos niños y olvidarse de los cuerpos de otros niños sin vida entre el barro y los escombros de Járkov, me distancia de la gentuza.
El soporte económico antisemita es inmenso. En todo el mundo, universidades, sindicatos, asociaciones y toda suerte de grupos dependientes del fanatismo, convocan manifestaciones en contra de Israel.
Lo de Ucrania molesta y se olvida. La financiación iraní al terrorismo de Hamás no tiene límites. Ucrania se ve obligada a implorar ayuda, una ayuda que, en gran parte, necesita de la burocracia norteamericana y europea. Empiezan a aparecer los restos mortales de los rehenes y las mujeres violadas y asesinadas en plena borrachera de odio y sangre. La ONU, esa gran reunión de golfos y vividores que no sirven para nada, acaba de reconocer que las cifras de muertos civiles caídos por ataques de Israel son rotundamente falsas. No obstante, los plañideros sin sentimientos no han reconocido la trampa. Claro que han muertos niños palestinos, y mujeres palestinas y ancianos palestinos, del mismo modo que han regado con su sangre los suelos de su Patria niños ucranianos, y mujeres ucranianas y ancianos ucranianos. Pero unos se lloran y otros se olvidan. En el fondo, la brutalidad de la guerra provocada por el terrorismo de Hamás, adquiere una dimensión más terrible que la invasión de Rusia a Ucrania. Rusia y Ucrania están en el mismo siglo. Israel y Hamás, separados por diez siglos. La Edad Media contra el Siglo XXI. Y el comunismo español se ha situado a favor de la Edad Media.
En Hamás se han servido de los niños y la población civil para crear un escudo contra los ataques de Israel. En Járkov, los niños y los civiles mueren porque Europa y las naciones llamadas libres, respetan más la diplomacia que la razón, su economía que la razón, sus contratos que la razón. Pero ello no justifica el silencio ante los niños muertos que nadie llora.
Detrás de ellos, no hay ideología, ni resentimiento ni odio.
Pero son tan niños como los caídos en Palestina.

Más de Alfonso Ussía​

 

La entrada de Peter Pan​

El propósito de Peter Pan no era otro que dar un braguetazo con Pitulina, a la que le salían los millones de dólares por las orejas​

20/05/2024Actualizada 09:01
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Sebastián López de Ardorales –Sebas Ardorales–, era un tipo con suerte. Inteligente, guapo, bien educado y con notable éxito entre el mujerío. Pero también tenía un defecto monumental, muy desagradable. Le gustaban las fiestas de disfraces. Lo pasaba muy bien en las fiestas de disfraces, y la anciana costurera de su casa, se los hacía a medida. Se recuerdan sus disfraces de beduino, de jefe sioux, de capitán Ahab, de Guillermo Tell, de bandolero de Sierra Morena, y de mayonesa. Sí, han leído bien. Dominaba hasta tal punto los disfraces que se vistió de mayonesa para asistir a una fiesta. Pitulina Zornoza-Echeguren, hija única del conocido estafador boliviano Armando José –Pitulín–, Zornoza-Echeguren y de su bella esposa, Mariella Stopinapoulos, de prestigiosa familia naviera del Mar Egeo, le invitó a una velada de disfraces. Vivían en Madrid con toda suerte de lujos y detalles, en un amplio piso de la calle de Serrano, en el que Pitulina invitó a todo Madrid a la fiesta de disfraces más ansiada de aquella época. Y Sebas Ardorales fue invitado a participar en ella. Eligió para tan magno acontecimiento disfrazarse de Peter Pan.
Ilustración de Barca

Barca
Un vestido de Peter Pan adaptado a la modernidad. Es por todos sabido que Peter Pan carecía de bragueta en sus ajustadas calzas, y en las fiestas de disfraces se sirve alcohol en abundancia. La vieja costurera se lució en la confección del disfraz de Peter Pan con bragueta. Su propósito no era otro que dar un braguetazo con Pitulina, a la que le salían los millones de dólares por las orejas.
Se acercaba la fecha de la fiesta, y Sebas Ardorales, ya con el disfraz ultimado, se pasaba horas ante el espejo practicando gestos, movimientos y palabras de Peter Pan. Le salía muy bien lo que tenía entrenado para impactar a Pitulina al acceder a su casa. Un gesto como apuntando un inicio de vuelo, y la frase segura y rompedora que dirigiría a su anfitriona, nada más verla. – Quiero que seas mi Wendy todos los días de mi vida-. Una declaración de amor alejada del uso y la vulgaridad.
Llegó el día. Sebas se vistió de Peter Pan, activó su último ensayo ante el espejo, y salió a la calle en pos de un taxi. Su aspecto llamó extraordinariamente la atención de los viandantes. Un taxi se detuvo, y el conductor se dirigió a él con divertido respeto. –¿Dónde le llevo, señor Pan?–. Llegados a su destino, Peter Pan pagó el taxi con una generosa propina.
Tocó el timbre y abrió la puerta Pitulina, su Wendy. Iba disfrazada de tristeza. Toda de negro. Peter se impulsó para alzar el vuelo, y saludó a Pitulina: –Quiero que seas mi Wendy todos los días de mi vida–. A ella le brotaron algunas lágrimas, mientras se disculpaba por no haberle avisado de los últimos acontecimientos.
–Esta tarde, ha muerto mi papá–.
En efecto, en el salón principal de la casa, entre cuatro inmensos cacharros de plata, yacían los restos mortales de Armando José Zornoza-Echeguren. Entre los nervios de la fiesta y una citación judicial que le aconsejaba que se presentara ante el Juez de Instrucción con la advertencia que, de no presentarse, le enviaría a domicilio a una pareja de la Guardia Civil para proceder a su detención, su corazón decidió dejar de latir definitivamente. Los invitados fueron avisados, exceptuando a Sebas Ardorales, que no oyó la llamada del teléfono por hallarse puliendo los gestos de Peter Pan. Y Peter Pan se apercibió de su situación confusa inmersa en el ridículo más total. Su decepción fue tal, que reaccionó con tardanza y escaso sentido de la adaptación a los hechos acaecidos.
– Lo de tu padre es muy gordo. ¡ Lástima de fiesta!–.
– Abandona inmediatamente esta casa, Ardorales–, dijo Pitulina mientras señalaba enérgica la puerta principal.
Guardo en el anonimato la auténtica identidad de los protagonistas porque los veo con frecuencia y pueden sentirse abatidos por la pública exposición de sus nombres.
Ardorales terminó dando el braguetazo con la madre. Como él acostumbra a decir: - No hay mejor caldo que el de la gallina vieja-.
Y así estamos. Pitulina, soltera.

Más de Alfonso Ussía​

 

Líderes​

Es lo que tiene el hombre. Que está deseando creer en alguien más importante que él para adquirir la cómoda situación de miembro de la manada​

21/05/2024Actualizada 01:30
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España es el país de los líderes confusos y efímeros. No me refiero exclusivamente a los políticos, que son confusos pero por desgracia, más duraderos que efímeros. En los primeros años de la santa transición se estableció en Madrid una lideresa que reunía todos los meses a lo más granado de la política, el periodismo, la intelectualidad y la empresa en su pequeño apartamento del barrio de Chamartín. Se trataba de una afanosa mujer peruana, Mona Jiménez, que organizaba tertulias mientras ofrecía a los participantes y oyentes un terrorífico plato de lentejas. Curiosamente, iban todos los que eran y todos los que estaban. El bloque de apartamentos en el que se ubicaba la sede de las «Lentejas de Mona Jiménez» era de construcción liviana y ahorrativa, y más de una vez, mientras hablaba Emilio Romero, o Fernando Suárez, o Enrique Múgica o Luis Solana, se oían gemidos y expresiones de alta calentura provenientes del apartamento contiguo, separado del de Mona Jiménez por un tabique con escasa vocación aislante. Así que Emilio Romero anunciaba solemnemente que Adolfo Suárez había perdido toda su confianza, cuando sus palabras se mezclaban con los aullidos de aquella pareja ardiente y feliz del apartamento adyacente –Suárez no podrá terminar esta legislatura porque cómo me gustas, Manolo, más, más, más, si ahí, ahí, y claro está, que sin Suarez UCD desaparecerá–. Hubo que cambiar de local porque en cierta ocasión, cuando soltó su perorata Luis Solana Madariaga, experto en asuntos de Defensa, Manolo el del apartamento inmediato, que se hallaba en situación de descanso primaveral, logró que su voz atravesara el tabique de separación con esta contundente frase. –¡Solana, no diga más tonterías!–
Pero nadie que frecuentara aquellas lentejas de Mona Jiménez puede poner en duda, que al menos, en su mínima organización, era la lideresa.
En el viejo «Mayte Commodore», plaza de la República Argentina, José Luis Coll organizó una tertulia de humoristas, dibujantes y pintores. Aburridísimas. Nada más tedioso que el intento de ser gracioso durante una hora, o la exposición de calidad pictórica de unos pocos artistas que no tenían nada que decir. Coll fracasó como líder. Es muy complicado dar con la tecla en reuniones programadas. Antonio Mingote abandonó el local, acompañado por este servidor de ustedes, de muy mal café. –Qué cantidad de pelmazos se dedican a estas cosas–. Él, sin saberlo, sí era un líder. Pero eligió, por su bien, no saberlo bajo ningún concepto.
El ser humano se mueve detrás de seres inconcebibles. Reparen en el obispo que no es obispo, y que viaja a Londres para tomar en el Ritz el té de las cinco. La que ha armado. Un tipo que no engaña a nadie, porque a leguas se le adivinan todas las esquinas de su golfería, se ha convertido en un líder cismático engañando a unas monjas de clausura. Es lo que tiene el hombre. Que está deseando creer en alguien más importante que él para adquirir la cómoda situación de miembro de la manada.
¿Es un líder Sánchez? Por supuesto que lo es. Nadie puede en soledad, hacer tanto daño, decir tantas mentiras y enfrentar a los españoles con tanta facilidad. Pero Sánchez es un líder a tiempo fijo. No es Kennedy, es Sánchez. Un líder de verdad, líder de un siglo, político, militar, pintor, brillante parlamentario y magnífico escritor, Winston Churchill, nos explicó quién es Sánchez sin conocer a Sánchez. Esa capacidad para emitir una opinión con un siglo de antelación es la que define a los auténticos líderes.
«La diferencia central entre humanos y animales, es que éstos últimos nunca permitirían que el más estúpido de la manada los lidere».
Este tipo sí valía.

Más de Alfonso Ussía​

 

De la Loren a Albares​

Imágenes de nuestro aparentemente ridículo ministro de Asuntos Exteriores encabezando una procesión de subalternos. Aparentemente ridículo pero ¡Qué apostura! ¡Qué manera de crecer centímetros por la solemnidad de sus movimientos!​

22/05/2024Actualizada 01:30
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Pasaba Santiago Amón por el Hotel Castellana Hilton, hoy Intercontinental, el nido de pasión de Ava Gardner con Mario Cabré y Luis Miguel Dominguín. Una pareja de policías controlaban a un centenar de curiosos. Cuando supo el motivo de la concentración, Amón se sumó a la fiesta. «Esta a punto de salir Sofía Loren». Y no era mentira. Cinco minutos mas tarde, aparcó un coche en la entradilla para taxis del gran hotel madrileño, y apareció Sofía. No se produjo ningún incidente histérico. Sofía Loren fue aplaudida y reverenciada. Un entusiasta , al verla a menos de dos metros de distancia, se sintió invadido de fuego patriótico y gritó ¡Viva España! Amón se precipitó a corregirlo. –Me parece bien que haga usted noble uso de nuestra amada patria. Pero le recuerdo que Sofía Loren es italiana–. El hombre no reculó. –Sofia Loren pertenece a todo el mundo, y yo grito ¡Viva España! Porque quiero y como quiero–. Amón no entró en discusiones, y se centró en la actriz.
«El más bello animal de s*x* femenino que he visto en mi vida. Qué parsimonia al andar, que compostura, que empaque, que bien movía los brazos, y miraba altanera, pero rebajada a la compañía de los que la esperábamos, pobre gente gris. Ni El duque de Edimburgo se mueve así».
Recordé a mi viejo maestro ayer, cuando seguía las noticias en los informativos de una cadena corrupta de televisión. Imágenes de nuestro aparentemente ridículo ministro de Asuntos Exteriores encabezando una procesión de subalternos. Aparentemente ridículo pero ¡Qué apostura! ¡Qué manera de crecer centímetros por la solemnidad de sus movimientos! Mirada retadora, pecho erguido, brazos rítmicos, piernas perfectamente ajustadas a la brevedad de sus piernas, distinción y donaire. Me sentí orgulloso de nuestro aparentemente insignificante ministro de Exteriores. En un momento de euforia y gratitud, Bertram-Berty-Wooster define la entrada en el salón de su mayordomo Jeeves: «Es la solemne procesión de un hombre sólo». Eso es Albares para mí. La solemne procesión de un hombre sólo, aunque se haga acompañar por sus diferentes asesores en materias de extrema gravedad. Se disponía a reñir al embajador de Argentina, advirtiéndole que de no disculparse el presidente Milei con Sánchez por haber insinuado que Begoña Gómez es una mujer corrupta, él, Albares, rompería relaciones diplomáticas con Argentina, que es como romper relaciones con tu madre, tu hermana y tu hija simultáneamente. Pero qué dignidad en los andares, y en la mirada, lo contrario que ese pobre Pons del PP que cada día es más lerdo –y como se dice en mi tierra adoptada, «cobarducu»–, o ese Garamendi gaseoso, o ese Puente cavernícola que sí insultó al presidente argentino atribuyéndole un constante consumo de drogas. Y ahora se arma este lío, con el PP situado del lado del PSOE, por algo tan sabido como comprobable.
Me quedo con la dignidad de Albares, que ha pasado de imitar a Napoleón a superar a Clemente Metternich. En su cuerpo chiquitín ¡Cuánto orgullo!
Y ¡Viva Italia! En honor de Sofía Loren.

Más de Alfonso Ussía​

 

Máxima ridiculez​

Claro, que establecer comparaciones entre la estructural Duquesa De Alba y la chica del gran profesional de las saunas de mariquitas, se podría interpretar como una falta de respeto a nuestra historia​

23/05/2024Actualizada 01:30
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Entre Sánchez y su empleado con aspecto de jefe de sección de los extintos almacenes Flomar, el ridículo de la política exterior del Gobierno ha vencido con holgura en la etapa reina de la estupidez. Gracias a Sánchez, ese noventa por ciento de la humanidad que desconocía la existencia de Begoña Gómez, sabe hoy que Begoña Gómez existe, lo cual se me antoja una crueldad matrimonial de grado superior. Para Sánchez, Begoña Gómez es España. Y no ha consultado con España. De haberlo hecho, España le habría rogado que escondiera durante un tiempo prolongado a Begoña Gómez, la supuesta corrupta, en una habitación luminosa del palacio de La Moncloa, la que abría de par en par sus ventanas la Duquesa Cayetana para activar los recursos poderosos de don Francisco De Goya, el genio aragonés, invitándole a subir a sus habitaciones para pasar y posar del lecho al lienzo durante las soleadas tardes de primavera. Claro, que establecer comparaciones entre la estructural Duquesa De Alba y la chica del gran profesional de las saunas de mariquitas, se podría interpretar como una falta de respeto a nuestra historia. Muchas mujeres han influido en las declaraciones de guerra, invasiones, torneos, duelos, y quebrantos entre los hombres. Ahí tienen al pobre engañado de Menelao, monumental cornudo. Paris, el troyano, le pimpla a la bellísima Elena, y los griegos montan el lío por una cuestión menor. Porque Elena de Troya, también se divirtió con Aquiles, el de los pies ligeros y otras cosas, y a la muerte de Paris acumula amantes y termina casándose con su hermano Deífobo, que, como su nombre indica, era un coñazo.
Pero nada tienen que ver los problemas de Menelao con los de Sánchez. Por otra parte, Menelao invadió Troya por un impulso de honor. Y Sánchez, por motivos mucho más graves que una ocurrencia extramatrimonial, se encerró en La Moncloa durante cinco días, durante los cuales no pegó ni sello ni con un palo al agua, para meditar si era conveniente o no mantenerse en el poder y exponer a Begoña a toda suerte de citaciones judiciales, o renunciar a su cargo de presidente del Gobierno y abrazar el futuro de sus vidas como las de un matrimonio cualquiera, con una casita aquí, con otra casita allá, y con una tercera, acullá. A esas alturas de la meditación, Óscar Puente, que el pobre hombre no domina ni la dicción ni sus contenidos, acusó al presidente de la República Argentina, democráticamente elegido, de «ingerir sustancias extrañas», lo que se traduce por drogas. Y a Sánchez le pareció muy bien. Invitado por Abascal y Vox a un acto de partido de gran resonancia, Milei se refirió a la esposa del que gobierna meditando y se le escapó la voz «corrupta». Y España ha retirado a su embajadora de Buenos Aires, porque España ha sido insultada por Milei. Tararí que te vi.
Ninguna de las antecesoras de Begoña en La Moncloa pudo ser acusada, ni en broma, de corrupta. Ni Amparo Illana, ni Pilar Ibáñez-Martín, ni Carmen Romero, ni Ana Botella, ni Sonsoles Espinosa, ni Elvira Fernández Balboa, se dedicaron a hacer negocios desde la privilegiada situación que les concedían sus maridos. Carmen Romero se presentó a unas elecciones por Cádiz y fue elegida, lo mismo que Ana Botella formó parte de la candidatura de Gallardón. Salió elegida por los votos de los madrileños, y cuando don Alberto se fue a ser ministro de Justicia, Ana Botella ocupó la alcaldía. Siempre con las urnas, detrás.
Esta mujer que hoy nos preocupa no ha hecho nada en su vida que sea cierto. Y se ha dedicado a los negocios. Si un ministro español le llama drogado a Milei, si un presidente del Gobierno de España se niega a felicitarlo por su triunfo –despreciando la voluntad democrática de una abrumadora mayoría de argentinos–, Milei está en perfecto derecho de meter un poquito la pata. Podría haberlo evitado, pero no le dio la gana, y me parece muy bien. Los del PP han hecho banda con Sánchez. Y el de Flomar ha retirado a la embajadora de España de Buenos Aires.
Simultáneamente, todo el mundo ha leído o sabido lo de «corrrupta», que para nosotros, hasta que no se demuestre, se queda en «presumiblemente corrupta».
Cuando el río suena…
Y ridículo internacional.

Más de Alfonso Ussía​

 

Dama cadete​

La Princesa de Asturias ha encandilado a millones de españoles en su versión militar. Algún día será la Jefa Suprema de las Fuerzas Armadas y nada mejor para ello que el aprendizaje en la austeridad, el sacrificio alegre y el deber cumplido de las academias militares​

24/05/2024Actualizada 01:30
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Sánchez no sabe qué hacer con Vergoña. Está loca y perdidamente enamorado de ella. Después de cinco días de brazos caídos y profunda meditación, la luz del amor alumbró su futuro. Resultó emocionante conocer los pliegues de sus sentimientos. «He decidido seguir». Y lo hizo por ella, para ella y con ella. Es decir, que lo hizo por España, para España y con España, porque según nos hemos enterado últimamente, España es ella, y quien critica sus tejemanejes financieros, critica a España, y quien duda de su acrisolada honestidad, es un mal español. Pero Sánchez no es del todo un botijo sin agua. Sabe que algo ha hecho mal, y busca la reparación. Ni Milei ni el reconocimiento como Estado de quienes no desean ser Estado, sirven ya como coartada. Sabe que lo más importante es reivindicar, al fin, desde el amor, a Vergoña, y me dicen que ha logrado hallar la senda de la recuperación del prestigio.
Días atrás, con gran envidia, mientras se mordía las uñas de los dedos y algunas –no todas–, de los pies, vio las imágenes del homenaje que le brindó el Gobierno de Aragón a la Princesa de Asturias. La soltura, simpatía y naturalidad de sus palabras. Uniformada, la futura Dama Alférez del Ejército de Tierra, con la boina roja de la Academia General Militar, agradeció el cariño que había encontrado en Aragón y sus gentes. Ahí ha aprendido el significado del esfuerzo, del sueño interrumpido, de las grandes marchas, del compañerismo, de la decencia y su compromiso permanente con la verdad. Lo que todos sus compañeros de promoción también han aprendido de ella durante su paso por la AGM. Y ahora le toca la Escuela Naval Militar de Marín, y la Academia del Aire de San Javier. En la primera de ellas, se encontrará con las buenas sombras de su bisabuelo, su abuelo y su padre. La Princesa de Asturias ha encandilado a millones de españoles en su versión militar. Algún día será la Jefa Suprema de las Fuerzas Armadas y nada mejor para ello, que el aprendizaje en la austeridad, el sacrificio alegre y el deber cumplido de las academias militares.
Y Sánchez, viendo entre brumas de envidia el éxito de la Princesa Leonor después de su primer año militar, tuvo la gran idea. –Vamos a conseguir que mi amor, Vergoña, vuelva a ser mi amor Begoña–.
Llamada al Ministerio de Defensa. La ministra, Margarita Robles, al aparato.
–¡Margarita! Soy tu presidente. Quiero que mi Begoña ingrese el año que viene en la Academia General Militar. He comprobado que da muy buena imagen con lo del homenaje a la Borbón Ortiz–.
–No es sencillo, presidente. Jamás ha ingresado un cadete en la AGM con más de cuarenta años cumplidos. Además, y perdona mi sinceridad, no me figuro a Begoña soportando el nivel físico e intelectual de un alumno de la Academia. Con tus hijas, podría intentar una trampa, pero con Begoña, no.
–Pues yo te ordeno que ingrese. Y que se vista con ese uniforme que le queda tan bien a la chica de los Borbón Ortiz, y con esa boina roja tan aparente y deslumbrante, y que le enseñen a comportarse como a la Princesa, y hablar con naturalidad. Que no tenga que recurrir a la segmentación multicanal. Ya sabes que tengo bastante manía a su familia, pero lo de esta chica me ha convencido. En agosto, te la mando.
–No voy a poder agradarte, mi presidente perpetuo. Se tiene que examinar. Además, que la buena educación ya la traía de su casa.
–Que se examine.
–Suspendería.
–Yo, mediante Decreto Ley aprobaría su ingreso.
–No aguantaría ni un día la disciplina militar.
–Creo que Sabiniano, su padre y mi suegro, fue cabo furriel en la Mili.
–Bueno, presidente, déjame que estudie lo que me propones. Te llamaré un día de estos.
–Begoña, en agosto ingresas como dama cadete en la AGM. Lo harás como mediopensionista. Todos los días te llevará y te devolverá a casa el «Falcon. No quiero que te mezcles a la hora de dormir con tanta gente. Perderías tu «savoir faire».
-¿ Y de los negocios, quién se va a encargar?
- Puente.

Más de Alfonso Ussía​

 

Otros tiempos​

No se trata de otra cosa que recordarles a los horteras supremos que los aviones de Iberia, al menos hasta la llegada de Puente, vuelan puntuales y precisos. Y que el respeto institucional era común entre todos los políticos​

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25/05/2024Actualizada 01:30

Tuve la fortuna y el honor de ser amigo de Pablo Castellano, el más honesto y consecuente político de izquierdas que he conocido en mi vida. Compartimos, desde el respeto a nuestras ideas, centenares de 'tertulias' en el programa 'Protagonistas' de Luis Del Olmo. Abogado, socialista a la izquierda del PSOE y republicano federal. –Señor monárquico–, me llamaba, y yo le respondía con un –señor republicano–, que más que un tratamiento era una definición. Tarifó con el PSOE, se sentía anticomunista, y su cabeza guardaba la brillantez y la coherencia de un español de izquierdas ilustrado, esa especie que ahora ha desaparecido del mapa. Además, a él le debo la concesión del Premio González-Ruano de Periodismo, que patrocinaba la Fundación Cultural Mapfre Vida, el más ansiado y envidiado de todos, con excepción del Mariano de Cavia de Prensa Española, que era el fetén, y que también poseo, y ruego ser perdonado por ello.
Escribí el artículo premiado después de comer con Pablo un codillo en 'Edelweis'. Aquella mañana había regresado de Palma. Y me narró pormenores del viaje, que yo supe resumir en un texto que se publicó en ABC con el título «La Pasajera». La pasajera era la Reina Sofía. Otros tiempos. Pablo tenía reserva en un tempranero vuelo de Iberia Palma-Madrid, y como diputado, fue invitado a esperar en el salón de autoridades. Pocos minutos más tarde, accedió al mismo salón la Reina Sofía acompañada de un ayudante militar. Y por último, se abrieron de nuevo las puertas del exclusivo espacio para acoger al entonces ministro de Defensa, Narcís Serra, el de la voz cantarina. Junto al salón de autoridades, aguardaba un avión 'Mystére' de la Subsecretaría de Aviación Civil, el modelo precursor de los actuales, famosos y mal ocupados Falcon.
Pablo Castellano dedujo, y no acertó, que aquel avión estaba destinado a llevar a Madrid a la Reina. Compartieron desayunos. A las 8.15 de la mañana, unos obsequiosos empleados del aeropuerto, anunciaron al ministro Serra que su avión estaba preparado. El ministro se despidió de la Reina con respeto, de Pablo Castellano con distancia, y se desearon buenos vuelos hasta Barajas. Diez minutos más tarde, los mismos empleados comunicaron a la Reina y al diputado Castellano que les aguardaba una camioneta para acercarlos al avión de Iberia, que ya había iniciado el embarque de los pasajeros. El republicano, con señorío, cedió el protagonismo a la Reina. Embarcaron por la puerta delantera, y según Pablo, la Reina saludó a los pasajeros con una amplia sonrisa y les pidió perdón por haber accedido al avión con retraso. –No ha habido retraso, Majestad. Acabamos de embarcar–, le dijo uno de los más cercanos al asiento reservado a la Reina. El avión de Iberia inició su rodadura hasta la cabecera de pista y esperó a que efectuara el despegue el «Mystére» del ministro Serra. Posteriormente, despegó.
La Reina había desayunado y rechazó amablemente el zumo de naranja terrorífico que ofrecía Iberia a sus clientes. Pablo tomaba notas para una comparecencia parlamentaria y la Reina conversaba con su ayudante. Cuando el vuelo de Iberia rodó por la pista de Barajas, el 'Mystére' de Narcís Serra, se dirigía a los aledaños de la sala de autoridades, donde cuatro coches le aguardaban. A la Reina le esperaba su coche y uno de escolta. Descendió el pasaje, y la Reina le ofreció a Pablo Castellano llevarlo hasta el Congreso. –Gracias, Señora, pero tengo un taxi esperándome–. Y efectivamente, ahí estaba el taxi. Los cuatro coches del ministro socialista de Defensa ya circulaban por la Alameda de Osuna cuando la Reina y Pablo se despidieron. –Ha sido muy agradable coincidir con usted, don Pablo–; –y para mí, un honor, desde mi republicanismo, viajar con mi Reina–.
Cuando la Reina salía del complejo de Barajas, un taxi le hizo escolta hasta el primer semáforo.
El ministro en su despacho, llamó con urgencia a Pujol. – Tengo que verte, Jordi. Felipe se opone a tu petición de eliminar la Mili obligatoria–. –Esto hay que arreglarlo–. Llegaron las elecciones y ganó Aznar sin mayoría absoluta. Serra se apuntó a la banca. Aznar, a cambio del apoyo parlamentario de Pujol, suprimió el Servicio Militar.
Y la Reina, cuando viajaba de particular, siguió haciéndolo en Iberia, Líneas Aéreas de España.
No se trata de otra cosa que recordarles a los horteras supremos que los aviones de Iberia, al menos hasta la llegada de Puente, vuelan puntuales y precisos. Y que el respeto institucional era común entre todos los políticos.
Otros tiempos.

Más de Alfonso Ussía​

 

El gran taxista​

Europa, con su estúpida y demagógica política de inmigración se ha entregado al islam. Los alemanes, grandes culpables de la situación, quieren dar marcha atrás, y no pueden​

27/05/2024Actualizada 08:45
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En el Reino Unido, un primer ministro y varios alcaldes provienen de la inmigración asiática y africana. Francia, en un cincuenta por ciento, es una nación musulmana. En Suecia, sucede lo mismo. Europa, con su estúpida y demagógica política de inmigración se ha entregado al islam. Los alemanes, grandes culpables de la situación, quieren dar marcha atrás, y no pueden. La arabización de Europa cuenta con el apoyo de los partidos socialistas y comunistas. La extrema izquierda cree que la derrota del sistema les favorece. No conocen a quienes tanto apoyan. Sus cabezas serán rebanadas con el mismo gusto que las de los europeos conservadores, liberales y socialdemócratas. Termino de llegar de Madrid. Tuve la fortuna de pasar un rato delicioso en un taxi. El taxista era un tipo genial, divertido, acalorado y madridista. Me dio su tarjeta para futuras visitas. No descubro su identidad porque terminaría con su trabajo. En las paradas acepta a todos los clientes. En marcha, no se detiene si el usuario del taxi no le ofrece garantías. Y todo responde a una experiencia.
–Hace más o menos un año, me detuve ante la llamada de un cliente en la esquina de Bretón de los Herreros con la Castellana. Era un árabe bastante antipático y muy impertinente. Me pidió que le llevara hasta Alcalá a la altura de Cedaceros. Pues muy bien. Tráfico fluido y yo, como tengo por costumbre, oyendo a mi Rocío Jurado. Quizá tenía la radio a excesivo volumen. Se quejó, y yo, por respeto, bajé el sonido. Me dijo que todas las canciones españolas eran pecaminosas y contrarias a Mahoma. Después de informarme de mi pecaminoso gusto, el que subió el tono de su voz fue él. –¡Le ordeno que apague la radio!–. Como usted comprenderá, en mi taxi el único que ordena o deja de ordenar soy yo. No obstante, en atención al cliente, apagué la radio.
Ilustración de Barca

Barca
Y seguimos hacía el punto de Alcalá a la altura de Cedaceros, en concreto, la iglesia de las Calatravas. No habíamos llegado a Colón, cuando el árabe me dijo que nos quedaban a los cristianos pocos años de poder, y que España volvería a ser mora. –Pues eso sí que no–, me limité a comentar. Ustedes llegaron en el siglo Octavo y en el siglo XV, con la Reconquista, los devolvimos a sus tierras de origen. Pero se lo dije con mucho respeto. El cliente, enfurecido, me exigió que llamara a otro taxista para el término del traslado. Hice la gestión sin llamar a nadie, una conversación falsa. A la altura de Bárbara de Braganza, ya Colón a popa, me detuve y aparqué. –Señor, no le voy a cobrar ni un euro por el trayecto. Ya he llamado a quien viene a recogerlo. Tiene usted que esperar aquí unos minutos. No tardará. No vendrá un taxi, porque casi todos los taxis son pecaminosos y contrarios a la ley de Mahoma. He pedido que lo recoja un dromedario que tenemos en los garajes para situaciones como ésta. Un dromedario con todo lo que un hijo de Alá necesita para viajar cómodo y feliz. El que lleva al dromedario es marroquí, y muy prudente con el tráfico rodante. Espere aquí, no se mueva, que en unos minutos verá bajar por Bárbara de Braganza al dromedario de uso público. Buenas tardes–.
–Encendí la radio, le hice la segunda voz a mi Rocío Jurado, y ahí se quedó el individuo, mirando hacia Barquillo, por donde tendría que llegar el dromedario. No apuntó ni mi matrícula ni la licencia. Y aquí sigo. Con mi Rocío, y musulmán que alza el brazo para que me detenga, ahí se queda. Aquí nos resistimos a nuestra manera–.
No hace falta decir que la propina fue sustanciosa.
- Con Dios, amigo.
- Con Dios, torero.

Más de Alfonso Ussía​

 
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