ARTICULOS QUE NOS PUEDEN INTERESAR

La Sanísima​

Hemos suspendido la comida, porque si Begoña se entera, y se enfada, el enamorado nos escribirá una carta anunciándonos que tendremos noticias del Fiscal General, que no se anda con chiquitas​

09/06/2024Actualizada 01:30
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He reflexionado y ya sé a quiénes no voy a votar. En vista de ello, un grupo de amigos reflexivos hemos decidido reunirnos para comer. Ricardo, Mani, Fito, Adolfo, Raúl, Vladimiro, Cayín En este rincón de España hay muchos y muy buenos restaurantes, de los que dan de comer con calidad y abundancia. Han sido mis amigos los que me han encargado la elección. En lo alto de la cuerda costera de Ruiloba, está «El Remedio» de Samu; en Cabezón, la Abacería de la Sal de Leti; en la entrada de Comillas, el Real Club Estrada de Raúl Herrera; En San Vicente de la Barquera, el «Boga Boga» de los Santovenia, y Las Redes de José y Susana, y en Caviedes, Cofiño, el templo familiar de Anunciada, Mari Cruz, Beatriz, José y Rubén. Con anterioridad he hablado con los responsables, y claro, no todos los caminos están custodiados por flores. En todos los restaurantes mencionados, dan de comer de maravilla, pero no le conceden importancia a las recomendaciones gastronómicas y culinarias de Begoña Gómez, que también organiza cursos del buen yantar. Ya en Asturias, en Llanes, está el Mirador de Toró, de Sergio y Nuria, con unas vistas impresionantes de la playa, los prados de Cué, y los viveros con langostas y bogavantes. Pero tienen el mismo defecto que los demás. Dan muy bien de comer, pero no coinciden con las recomendaciones de la catedrática Gómez, que más que «cordon bleu» es «cordon d´or». Y en Liébana, en Cosgaya, «El Oso» de las hermanas Rivas, que también saben dar de comer de maravilla, pero no se ajustan a las sugerencias de la enamorada del enamorado epistolar. Y todavía no he encontrado el restaurante que aconseja Madame Gómez, que en cuestiones culinarias es fundamental dominar el francés, como ella, si bien su segundo idioma es el inglés: nadie como Begoña, ni la nueva duquesa de Westminster, sabe poner los labios para pronunciar «sostenéibol», al igual que el difunto y cultísimo José María de Areilza, conde de Motrico, de quien mi maestro Santiago Amón decía que era tan elegante, que para decir «sí» ponía boca de «oui».
Es difícil encontrar por aquí un restaurante tipo Gómez. Es decir, un restaurante que eduque en la comida sana. Que ofrezca perspectivas de cambio, y genere educación gastronómica con productos ecológicos de proximidad. Un producto ecológico que no garantice la proximidad de su siembra y cosecha, no es admisible. Si comemos en Caviedes, las zanahorias ecológicas no pueden ser de Ruiloba, y si lo hacemos en Ruiloba, los tomates de Liébana no son admisibles, porque hay que recorrer setenta kilómetros para hacerse con ellos, y setenta kilómetros no pueden considerarse proximidad. Además, la catedrática Gómez, que es muy suya en este aspecto, es muy partidaria del «sostenéibol» y muy adversa al «emendéibol», de tal forma que, para comer educadamente con productos ecológicos de proximidad, es exigencia imprescindible constatar la proximidad «in situ». De tal manera que, para ingerir un lenguado ecológico de proximidad, el cliente está obligado a pedir que el lenguado sea pescado en su presencia, y si el lenguado no pica en el anzuelo, el cliente tendrá que elegir otro producto «sostenéibol», por ejemplo, un rábano de la huerta del restaurante. Y claro, me dicen mis amigos, todos ellos muy aficionados al lenguado, que para celebrar el día de reflexión con un rábano, lo mejor es quedarse en casa y comer patatas lejanas, lenguados de pescadería y arroz blanco de Alicante con bonito de lata y mayonesa «Kraft, que es muy 'recomendéibol'».
De tal modo, y cabe destacarlo, que hemos suspendido la comida, porque si Begoña se entera, y se enfada, el enamorado nos escribirá una carta anunciándonos que tendremos noticias del Fiscal General, que no se anda con chiquitas.
En mi casa, el único producto ecológico de proximidad es el limón. Tengo un limonero con limones. Y con educación, me comeré el más grande. Y si nadie me ve, calentaré una lata de fabada, y a los productos ecológicos de proximidad, que les den muy mucho por donde hay que darles.

Más de Alfonso Ussía​

 

La ola de los tontos​

Un noble español se hallaba en una «cabanne» de la piscina del Hotel du Palais, antigua residencia estival de Eugenia de Montijo. Hacía manitas con «mademoiselle» de Polignac Etcheberri, una deliciosa fruta temprana y generosa​

10/06/2024Actualizada 09:34
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El público de tenis de París es tonto. Hace la ola. Lo de la ola supera cualquier majadería social. Supera incluso, a bailar haciendo el trenecito. Don Francisco Silvela dejó de tratar a un amigo cuando supo que en una fiesta, hizo de máquina del trenecito bailando la polca «El Ferrocarril».
Creo que hacer la ola es una ocurrencia mejicana. En unos Juegos Olímpicos. El público que llenaba el Estadio Azteca hizo la ola y el periodismo patrio lo consideró muy divertido. Sitúense en un lugar de veraneo tenido por elegante, por ejemplo Biarritz, que es un rollo.
Ilustración

Barca
Un noble español se hallaba en una «cabanne» de la piscina del Hotel du Palais, antigua residencia estival de Eugenia de Montijo. Hacía manitas con «mademoiselle» de Polignac Etcheberri, una deliciosa fruta temprana y generosa. El noble español, madrileño veraneante en Biarritz, hacía manitas y se daba besuquines con la fruta temprana y generosa. Lo malo es empezar. Se inicia la sesión con manitas y besuquines y se termina en empresas mayores. Para eso está la «cabanne», para guarecerse de las miradas del resto de los asiduos a la piscina del Hotel du Palais, que se aburren como monos. Como dijo Francis Hoomer, se aburrían como el que va a una boda y se pasa la noche bailando con su madre.
La cosa se ponía golosa, cuando el noble español, honrando su hidalguía, y para no comprometer el prestigio de la señorita Polignac Etcheberri, dedujo que lo más práctico era seguir con las carantoñas en el interior de la «cabanne». No obstante, los susurros y controlados sonidos provenientes del interior indicaban que allí se estaba desarrollando una escena de altísima temperatura. Al fin, cesaron los ruiditos, y la señorita Polignac Etcheberri apareció de nuevo, tomó carrerilla y se zambulló en la piscina. Con estupor, el noble español, advirtió que todos los clientes de la piscina del hotel, vibrando de emoción, hicieron la ola. Pagó la factura y retornó a España, profundamente avergonzado.
En casos como el que narro, sólo se puede admitir la tontería de la ola si se producen tres situaciones inesperadas. La situación A, la situación B y la situación C.
Situación A. La señorita Polignac Etcheberri resbala con antelación a proceder al impulso que culmina en chapuzón, y protagoniza un trompazo. En tal caso, la ola es aceptable.
Situación B. La señorita Polignac Etcheberri se impulsa, protagoniza en el aire un escorzo muelle, y se introduce en el agua en la zona con menor fondo. Lo que se dice, «tirarse de cabeza por donde se hace pie». Golpe desagradable, pero a todas luces merecido. En tal caso, la ola es también aceptable.
Situación C. La señorita Polignac Etcheberri protagoniza el escorzo muelle y durante su breve trayecto por el aire, con anterioridad a su contacto con el agua, el noble español surge como un relámpago con un rifle entre las manos, y abate a su joven amante de un magistral disparo en el codillo. En tal caso, la ola es inevitable.
Pero a sabiendas de su efímera admisión, el que hace la ola y se divierte en tan humillante trance es tonto. Y el público parisino de Rolland Garros hace la ola.
Por discreción, creo llegado el momento de rubricar el texto.

Más de Alfonso Ussía​

 

Cosas electorales​

En claves nacionales, las derechas españolas tendrían en el Congreso la mayoría absoluta y desbancarían al Gobierno y sus aliados comunistas, separatistas y partidarios del terrorismo etarra​

11/06/2024Actualizada 01:30
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En 365 días, los que completan un año, el PSOE de Sánchez y de Gómez ha perdido las elecciones municipales, las autonómicas, las generales y las europeas. Pero aún le queda un importante porcentaje de electores, ora inmigrantes, ora simplemente socialistas, ora agradecidos y ora paniaguados. En las elecciones al Parlamento Europeo, ganó el PP por cuatro puntos de diferencia. Pocos puntos de diferencia a pesar de la corrupción, las traiciones y la entrega de España a la anti España del yerno del empresario de las saunas. Vox se ha mantenido, y ha surgido Alvise, un particular que ha empatado en escaños con la sobona de Sumar, que es vicepresidenta del Gobierno, y ha superado a los podemitas. En claves nacionales, las derechas españolas tendrían en el Congreso la mayoría absoluta y desbancarían al Gobierno y sus aliados comunistas, separatistas y partidarios del terrorismo etarra. O se ponen de acuerdo y dejan de distanciarse por majaderías, o España no tendrá remedio.
Los socios de Sánchez en España han fracasado. Resulta divertida la estupidez colectiva de Coalición Canaria. Gracias a su apoyo a Sánchez mantendrá su escaño el PNV, cuya representante ignora el número y los nombres de las islas que conforman el archipiélago canario, que no son siete, sino nueve, Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura, Lanzarote, la Palma, Gomera, Hierro, la Graciosa y la isla navegante e imaginada de San Borondón. Un vendaval de libertad y defensa de sus entregadas tradiciones ha barrido Europa, si bien en España el vendaval ha menguado en fuerza y firmeza. No somos más tontos que los demás. Simplemente, somos más corruptos. La delegada de Pfizer en Europa, la Von der Leyden, ya ha anunciado que ofrecerá una alianza con los socialistas para seguir al frente de la Comisión Europea, y que el PP está dispuesto a la aceptación del pacto. El problema del PP es de sencillo arreglo. Fuera el equipo de Feijóo, desde Cuca Gamarra y González Pons, pasando por Guardiola, Bendodo y Borja Sémper, los de la Agenda 2030, otra derrotada en las elecciones europeas.
Que un partido presente en el Gobierno, con una vicepresidenta y varios ministros tontos, sea superado por un ciudadano que se presenta por libre, sin apoyos, sin apariciones en las cadenas de televisión y sin otro bagaje que su sentido común, exige la inmediata dimisión de la sobona de Fene y sus ministros necios. Lo mismo que los podemitas, que se han dado un batacazo como el chalé de Galapagar. El separatismo catalán se ha dado una ducha de melancolía. La cosa de Puigdemont ha perdido centenares de miles de votos, y esa pérdida da que pensar. No obstante, la prensa y los servicios informativos de las cadenas de televisión y radio enriquecidas por el Gobierno, destacan la resistencia del Gobierno de Gómez. Las valoraciones serán las de siempre, transexuadas y pervertidas, pero las cifras cantan, y ha ganado el PP, por menos de lo que se creía, pero ha ganado. Sólo falta un poco de sentido común para alcanzar acuerdos con Vox y los representantes de las candidaturas no sobornadas por los socialistas. En el resto de Europa, no hay discusión posible. El vendaval de la libertad.
Como escribe Bieito Rubido, en España no tiene castigo la corrupción. Sánchez no acompañó a la despeinada bailona, que perdió 700.000 votos socialistas. Meloni Superestar. Macron, digno en su decisión de convocar elecciones legislativas, arrasado por la señora Le Pen, a la que votan masivamente todos los barrios obreros de las grandes ciudades de Francia. El socialista alemán, a tomar por «arslog», que según tengo entendido puede traducirse por culo. El BNG, el galleguismo separatista, será representado por un etarra condenado. Y Tezanos se ha lucido, una vez más, manipulando sus encuestas y predicciones con el dinero de todos los contribuyentes.
La ultraizquierda liderada por Gómez, el amor de Sánchez, ha perdido. Pero no convocará elecciones. No por miedo a perderlas, sino por el terror que le produce su horizonte penal. Porque, mientras España tenga jueces independientes, las posibilidades de la pareja derrotada el pasado domingo de conocer los albergues gratuitos carcelarios, son muchas más de las que ellos creen.
Y ganó Carlitos. Y con él, la buena España.

Más de Alfonso Ussía​

 

La morena enchufada​

Se ha marchado de Sumar, pero mantiene su armario, sus peluqueras, sus cabellos rubios, su mala pinta, su cargo de vicepresidenta, su piso, su coche oficial, sus escoltas y su importante salario​

12/06/2024Actualizada 01:30
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Mayte Alcaraz –tú escribiendo y Carlos ganando en París–, ha firmado en El Debate un texto conciso, preciso y contundente, además de documentado, de Yolanda Díaz, la cabeza hueca de Fene. Se titula su columna «La Ignorancia viste de Prada», y nos recuerda todos los pasos, ingratitudes, puñaladas traperas, traiciones y metamorfosis que ha ido acumulando a lo largo de su carrera política. Aquella morena con más pistoleras en sus caderámenes que Clint Eastwood de joven, y menos ideas en el intelecto que un berberecho con vocación de ostra, ha reconocido a medias su monumental fracaso, atribuyéndolo al «desafío mundial de la Internacional del Odio». Hay que reconocer que no se anda con chiquitas. La Internacional del Odio se reunió hace unos días y aprobó el jardazo electoral de Yolanda Díaz y Sumar. Ese infame contubernio es el responsable de la torta que se ha llevado puesta su partido y los socios de su partido, entre los que destaca Izquierda Unida, jirón con jirones del PCE, que se ha quedado sin escaño en el Parlamento Europeo. Antonio Mingote, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española recordó a un tal Barrantes, que era un tonto que no sabía que era tonto, colaborador de «La España Moderna» y al que Leopoldo Alas, «Clarín», puso en su sitio con su inteligente aspereza habitual.
El señor Barrantes es tonto. Eso ante todo.
El señor Barrantes es un ignorante. Eso después.
El señor Barrantes es un adulador. Eso siempre.
El señor Barrantes no sabe escribir con gramática,
Y es un poetastro detestable.
Y después de esta sarta de elogios, mimos y consideraciones, «Clarín» concluye: « Y cuando el señor Barrantes quiera otra, que vuelva por ella».
Creo que me he despistado. Estaba escribiendo de Yolanda Díaz, no del señor Barrantes, al que no tuve el placer de conocer.
El que era Príncipe de Gales, posteriormente Rey y finalmente, Duque de Windsor tras su abdicación de la Corona británica en su hermano «Bertie», Jorge VI, quiso conocer personalmente al gran P.G. Wodehouse. Hay tontos con una ranura de luz. Después de la audiencia, Wodehouse definió con maestría a Su Alteza Real: «Me ha parecido un pterodáctilo con una pena secreta». Insisto en mi afición por visitar los cerros de Úbeda. Aquí y ahora, nada tienen que ver El Duque de Windsor, Wodehouse y los pterodáctilos con una pena secreta. Escribía de Yolanda Díaz. Retomo el sendero.
Después de conseguir escalar en la política gallega gracias al energúmeno de Beirás, y engañar a Iglesias y conseguir que Sánchez el de la Gómez la hiciera vicepresidente del Gobierno de España, la de Fene se puso rubia, rubialesca por sus besos, y se vistió de Prada. Además de su importante salario y sus gastos pagados en viajes, representaciones y aviones Falcon, se instaló en un humilde piso madrileño propiedad del Estado de 450 metros cuadrados. Traicionó a Podemos y fundó Sumar, que me da la risa. Cinco fracasos electorales, uno detrás del otro. La «Internacional del Odio» ha terminado con ella. Y con nobleza, antes de que la expulsen, ha dimitido. Pero parcialmente. Se ha marchado de Sumar, pero mantiene su armario, sus peluqueras, sus cabellos rubios, su mala pinta, su cargo de vicepresidenta, su piso, su coche oficial, sus escoltas y su importante salario. Es decir, que la «Internacional del Odio» está siendo con ella generosísima. Eso sí, ha dejado más cadáveres –en sentido figurado, claro está–, en las cunetas que su colega en las ideas –en sentido histórico– apodado El Campesino, del que recomiendo la lectura de sus Memorias en su estancia en la URSS de Stalin y La Pasionaria.
Nuestra pijilla, de la que Mayte Alcaraz destaca su verborrea de celofán y su dominio de la cochambre podemita, ha dimitido de muy poco. Sumar no es nada. Dimitir de la nada es una metáfora. Sigue en el palmito. La Ignorancia viste de Prada. Y seguirá vistiendo de Prada hasta que se rompa la goma.
La Internacional del cinismo y el postureo, es la que manda.
Pero en unos meses, de nuevo morena y en vaqueros. De marca, claro. Terminará en la directiva de la CEOE. Eso, la ranura de luz en la oscuridad intelectual. Lo que en España se dice el enchufe.

Más de Alfonso Ussía​

 

Nuevo periodismo​

Pero como en la Judicatura, también en el periodismo quedan mohicanos. Los poderes tratan a los mohicanos, los últimos, con el desprecio, el silencio y el «ya lo pagarás». Del «ya lo pagarás» se ocupa el Ministerio de Hacienda y la Agencia Tributaria​

13/06/2024Actualizada 01:30
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Admiro a los tenaces. A los periodistas tenaces y empecinados en honrar su profesión, que no son muchos. Se enfrentan día tras día al hastío que la política española y europea les impone. Y salen airosos del trance. En España, los periodistas que cumplen con su obligación desde el principio básico de la independencia intelectual, no tienen el objetivo del enriquecimiento económico. Es decir, que viven y se mueven en los mismos parámetros que los grandes periodistas clásicos, casi todos ellos fallecidos en la ruina y la necesidad. Para triunfar económicamente en el periodismo hay que ser un poco, bastante, o muy golfo. Y el periodismo actual está rebosado de golfos riquísimos, que montan sus despachos de influencias, buscan las jefaturas de prensa de los partidos políticos y las grandes empresas, y lógicamente, porque son muy listos, se forran. Los hay que aparecen simultáneamente en diferentes tertulias de televisión y radio, cumpliendo estrictamente con su nuevo deber. Obedecer al amo y desprestigiar a los colegas que todavía viven, qué ilusos, creyendo en la libertad.
En España, ahora mismo, hay menos libertad que durante el franquismo. Todos los poderes influyen y confluyen en la manipulación de las noticias. Por otra parte, ha surgido un nuevo periodismo, en ocasiones bochornoso y de cuando en cuando luminoso, que ayer no existía. Se trata del periodismo libre de los lectores, con sus interpretaciones y sus comentarios en las redes sociales. Cuando yo era joven, siglo pasado, los lectores se limitaban a comprar los periódicos y comentar en sus tertulias y peñas las noticias y los artículos de opinión. Ahora escriben y se publican sus opiniones. Los partidos políticos han establecido un sistema de presión en las redes más que poderoso. Se advierte con claridad si los opinantes son libres o forman parte de las oscuridades bien pagadas. De los últimos hay decenas de miles, y son más efectivos y profesionales los adscritos a los partidos de la ultraizquierda, que además, si no tienen nada que decir, insultan y se quedan tan panchos. Y también impera el periodismo de las tertulias en los platós de las televisiones privadas que juegan a dos bandas. La del supuesto respeto a la libertad de opinión siempre que esa libertad de opinión no sea motivo suficiente para que el poder político amenace con restringir o eliminar las subvenciones de dinero público.
Pero como en la Judicatura, también en el periodismo quedan mohicanos. Los poderes tratan a los mohicanos, los últimos, con el desprecio, el silencio y el «ya lo pagarás». Del «ya lo pagarás» se ocupa el Ministerio de Hacienda y la Agencia Tributaria, pero esa desvinculación con la decencia no es un invento de los socialistas. Los socialistas han mejorado el invento, pero su creador fue Cristóbal Montoro, el comunista infiltrado en el PP de Aznar y de Rajoy. Por otra parte, un individuo aburridísimo.
Uno escribe algo tan obvio como «el matrimonio Sánchez acosado por la corrupción», y se destaca la valentía de quien lo redacta y lo firma. No hay valentía en ello, y menos heroicidad. Hay sentido común y vergüenza torera, porque el matrimonio Sánchez, efectivamente, está acosado por la corrupción. Es entonces, cuando el presidente de la empresa editora del periódico, la televisión o la radio en la que trabaja ese redactor o columnista, –casi siempre empresas capitalistas cercanas a las diferentes derechas–, reclama en su despacho la presencia del 'valiente' que se ha limitado a escribir desde su libertad. «Mira, hombre, no lo tomes como una amenaza, pero estás provocando una situación difícil de solucionar. Piensa, que parte de tu sueldo proviene de las ayudas del Gobierno, y claro, si te dedicas a investigar la corrupción del Gobierno desde nuestro medio, es lógico que recibamos una llamada de atención. Procura, en los próximos días, escribir algo positivo de los Sánchez, nos harías un gran favor, y sobre todo, te lo harías a ti mismo».
Debo decir que en el único medio que jamás me han amonestado o recomendado más prudencia, ha sido El Debate. Un periódico católico, apostólico y romano –como yo–, que admite y respeta que algunos de sus colaboradores no estén de acuerdo ni con Su Santidad El Papa. Pero también en otros medios quedan mohicanos. Cuando desaparezca el último, nos llegarán la Televisión Cubana, el Gramma, el Pravda y el Izvestia., con sede en El País.
Siempre que los mohicanos permitan su extinción, que está por ver.
 

Hardy​

Otra cosa es Françoise Hardy. No sólo se ha ido ella, sino una parte inolvidable de nuestras vidas de ayer, cuya memoria forman las columnas de nuestras vidas de hoy. Siempre nos quedará su estética de aquellos años​

14/06/2024Actualizada 01:30
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Françoise Hardy ha fallecido. Era sosa y elegantísima. Los amores de la juventud se olvidan o cambian de color. Para mí, Françoise Hardy siempre será un junco melancólico en blanco y negro. A todos nos han besado nuestras parejas bailando «Tous les Garçons et les Filles de mon âge», y más de uno se ha llevado un tortazo por provocar excesivos roces y cercanías. Tenía una voz agradable, un tono agradable, una elegancia agradable y un saber estar agradable. Además, tímida y bohemia. Bohemia bien peinada, lavada , vestida de oscuro y siempre de paso. «Le fin de l´eté». Su recuerdo me lleva a la memoria de los mejores tiempos de San Sebastián. Tenía el Real Club de Tenis de San Sebastián un gran presidente, Javier de Satrústegui y Petit de Meurville. Sus amigos de Biarritz y San Juan de Luz le informaban de los cantantes de moda contratados para actuar en el sudoeste francés. Y Satrústegui aprovechaba su estancia para llevar a las grandes estrellas de la canción francesa a las «fiestas o galas de los lunes» en el club de Ondarreta, falda de Igueldo. Y gracias a él disfrutamos de Charles Aznavour, Jhonny Holliday, Silvye Vartan, Mirelle Mathieu, Hervé Vilard, y Fraçoise Hardy. Falló Georges Moustaki, por considerar que el auditorio del Tenis era demasiado pequeño para su grandeza musical.
Moustaki cantaba «Le Metéque», «Le Facteur», «Nous sommes deux, nous sommes trois», «Le train», casi todas ellas canciones de Mikis Theodorakis, el gran compositor griego que se instaló en París durante unos años. Mis preferidas, Silvye Vartan y Françoise Hardy, tan diferentes. La primera cantaba regulín, con poca voz, pero era una belleza de origen búlgaro, con los piños separados y movimientos de hayedo. Y la segunda, el árbol soso y bellísmo, que cantaba con una naturalidad pasmosa y una sonrisa tímida y distante. Su canción «Mon amour, adieu», provocó un ataque de desesperado amor en mi amigo Eugenio Egoscozábal, que irrumpió en el escenario para tomarla entre sus brazos y llevársela a su casa como los viejos guerreros hacían con las doncellas que rescataban del secuestro del dragón en los castillos más tenebrosos. Françoise Hardy no supo interpretar la presencia de Eugenio en el escenario, y se amparó tras las cortinas que daban a las bambalinas. Tranquilizada, reapareció, repitió «Mon amour, adieu»,y Egoscozábal, entre aplausos, le hizo entrega de un ramo de flores que todavía me pregunto de dónde lo sacó. Pero el final de fiesta no podía ser otro que «Tous les garçons et les filles de mon âge» que cantábamos todos, mientras rompían las olas en el malecón de Igueldo, que años más tarde enriqueció su proa de rocas con el Peine de los Vientos de Chillida. Nos quedamos sin Moustaki, pero Françoise Hardy se adueñó de nuestros recuerdos. En blanco y negro, para siempre.
Dicen que el periodismo consiste en anunciar en grandes titulares que Stanley Allen ha fallecido a miles de lectores que ignoran quien era y a qué se dedicaba el difunto Stanley Allen. Otra cosa es Françoise Hardy. No sólo se ha ido ella, sino una parte inolvidable de nuestras vidas de ayer, cuya memoria forman las columnas de nuestras vidas de hoy. Siempre nos quedará su estética de aquellos años. He visto una imagen de Françoise Hardy de los últimos tiempos, y mantiene la clase y la elegancia, pero no es ella. Y como es de justicia, en blanco y negro la lloro, en blanco y negro la añoro, y en blanco y negro le dejo estas palabras de gratitud en forma de elegía.

Más de Alfonso Ussía​

 

La pictórica​

En vista de ello, la «presidenta» del Gobierno, según el incisivo Titán de Portugalete, Pachi López, ha recuperado su fundamental afición, la pintura​

15/06/2024Actualizada 01:30
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Si las actividades de una mujer menguan por imperativos judiciales, el tiempo libre pesa en exceso. Cuando Margaret Thatcher dejó de ser la primera ministra del Reino Unido, «los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses». Creo que fue Pierre Daninos, el gran escritor de humor francés, el que sentenció: «He pasado un año en Londres. Un domingo». Cuando una mujer activa y ocupada se enfrenta a la necesidad de la discreción pública, tiene que llenar las horas con sus aficiones para no envejecer de aburrimiento. Más aún, cuando apenas abandona su reducto palaciego y discute con su marido por minucias. Aquellos corazones que latían al unísono han dejado de bombear al mismo tiempo, y sus sístoles y diástoles se han independizado en su totalidad. En vista de ello, la «presidenta» del Gobierno, según el incisivo Titán de Portugalete, Pachi López, ha recuperado su fundamental afición, la pintura. Pero no como pintora, sino en su papel analítico, crítico y artístico. Y de ello, debemos sentirnos orgullosos todos los españoles, incluidos la señora Chivite, el fiscal general a un paso de ser reclamado por el Supremo, y el presidente del Tribunal Constitucional que rompe y rasga cada día diez páginas de la Constitución. Y Penélope Cruz, que se me olvidaba.
El presidente de Turquía, don Recep Tayyip Erdogan ha visitado España en compañía de su esposa y primera dama –en este caso, correcto– de la nación otomana, doña Emine. Y doña Emine, ha solicitado visitar el Museo del Prado. No las salas de Velázquez, o de Goya, o del Bosco, sino la totalidad de la considerada mejor pinacoteca del mundo.
Y a pie, no con patinete. Y se ha hecho acompañar por la mejor anfitriona, doña Begoña Gómez, eximia analista e intérprete de la pintura universal.
Más o menos, como Miss Murcia. En la única ocasión que formé parte del jurado de Miss España, en compañía de Antonio Mingote y bajo la presidencia de Luis María Ansón, Miss Murcia reconoció ante la mesa del jurado que su gran afición era la pintura. Mingote, como experto, le preguntó en quién se inspiraba para pintar sus cuadros, y ella respondió sin titubeos y con edificante modestia. «Yo pinto como Velázquez pero con muchísimos más colores». Una respuesta grandiosa.
No sabíamos los españoles que nuestra doña Begoña era tan pictórica. Recibió a doña Emine vestida de blanco, de un blanco Zurbarán, blanco de inocencia, blanco de pureza, blanco de incorrupción y doncellez. Y a gran velocidad, porque no tenían tiempo, recorrieron todas las salas del Prado, como era deseo de doña Emine, para finalizar la visita en Las Meninas de Velázquez, ante la que se hicieron la foto. No fue necesario el asesoramiento ni las explicaciones de un experto, porque pasaron ante los cuadros a gran velocidad. Pero sí mereció algunas palabras la obra maestra velazqueña, Las Meninas. Doña Emine, después de recuperar el ritmo respiratorio, comentó que «Velázquez no pintaba nada mal», y doña Begoña, se mostró completamente de acuerdo. «A mí, Velázquez me ha gustado desde que era niña». Un inolvidable encuentro cultural con una encantadora evocación de la niñez.
Y sin perder la sonrisa, a pesar del atosigante futuro judicial que le aguarda si su esposo no lo remedia con un Decreto-Ley, doña Emine, no sonrió. Las mujeres mahometanas son, en exceso, inexpresivas. Agradecen poco los esfuerzos que se hacen por ellas. Pero pelillos a la mar, que no es bueno incordiar demasiado.
Se me antojó formidable la decisión de doña Begoña de recuperar sus conocimientos pictóricos, aunque fuera a excesiva velocidad, en momentos de tribulación y posible mudanza. Hay que llenar las horas vacías, que se hacen interminables.
Esta mujer vale mucho

Más de Alfonso Ussía​

 

El sustituto​

El invencible Tezanos, el más idóneo para sustituir a don Álvaro cuando éste, con bastantes probabilidades, ocupe el lugar que se le asigne en el vehículo celular que le proporcione el ministro Marlasca en cumplimiento de las leyes​

16/06/2024Actualizada 01:30
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El señor Fiscal General, considerado entre los suyos como el peor de la clase, está a un paso de la imputación. En La Moncloa se elabora la lista de los posibles sustitutos. Por lógica, un Fiscal General, para acceder al más alto cargo de la Fiscalía, está obligado a demostrar que, previamente, ha sido fiscal. No obstante, y del mismo modo que la chufla teñida de Sumar pretende que los jueces sean jueces sin aprobar la oposición, Sánchez tiene previsto nombrar sucesor de su malogrado Fiscal General a uno cualquiera de sus lamedores, sin reparar en su currículo como fiscal o como ingeniero técnico de Caminos, Canales y Puertos.
Dos nombres destacan entre sus preferidos. Barrabés y Tezanos. Para mí, que Tezanos sería el adecuado. Barrabés, el gran amigo de su esposa, carece del empaque que todo Fiscal General debe mostrar en sus movimientos. García Ortiz es una rotunda calamidad, pero se mueve bien, se ríe mucho y aparece y desaparece como si perteneciera a la familia de las libélulas. En este punto y hora, los lectores de El Debate se preguntarán, con pleno derecho a hacerlo, de qué familia forman parte las libélulas, y no tengo inconveniente alguno en informarles al respecto. Las libélulas, de cuerpo largo, esbelto y colores llamativos – en este caso, el rojo carmesí–, es el insecto más extravagante de la familia de los Odonatos, y se mantienen horizontales cuando se posan. Sobre todo, cuando se posan sobre las jardineras invadidas por flores del palacio de La Moncloa. Vistas de frente, sus enormes ojos advierten, y por detrás, mueven sus términos corporales con peculiar delicia, gracia y agilidad. Barrabés nada tiene de libélula, ni Koldo, ni David Azagra. Tampoco Tezanos, pero éste último es capaz de cualquier milagro en su metamorfosis con tal de contentar a su amo. Y no se ríe tanto como García Álvarez. Tampoco hay que descartar a Pachi López, que lo ha sido todo en la política cuando en realidad es lo más cercano a la nada. Sería un gran Fiscal General, que desbordaría la sabiduría jurídica de sus subordinados con su absoluta falta de conocimientos. En España, los sabios siempre han estado a merced de los iletrados y los tontos osados.
No obstante, sigo prefiriendo a Tezanos, el invencible Tezanos, el más idóneo para sustituir a don Álvaro cuando éste, con bastantes probabilidades, ocupe el lugar que se le asigne en el vehículo celular, que a pesar de su disgusto sollozado, le proporcione el ministro Marlasca en cumplimiento de las leyes. Servicio discrecional.
Porque don Álvaro, considerado no idóneo para desempeñar su cargo por el Consejo General del Poder Judicial, gran maestro de la desviación de poder, y máximo responsable de sus órdenes ilegales a sus subordinados, se halla a un paso de ser imputado, es decir, procesado, por revelación de secretos. Ahora, además, pretende que los cuatro fiscales del «Procés» o «Prusás», no obstaculicen la amnistía al delincuente Puigdemont, acusado de terrorismo, prevaricación y uso fraudulento del dinero público, siguiendo órdenes de Sánchez, que oportuno es recordarlo es el culpable del desbordamiento del pozo de detritus extendido por toda España.
Don Álvaro no es un Fiscal General, sino un servil esclavo del poder ejecutivo, un miembro oculto del Gobierno, que ha depositado toda su lealtad al servicio de un aspirante a tirano olvidando a todos los españoles. Una desdicha de Fiscal General.
Y para colmo, un dictador instalado en la Fiscalía. Será el Supremo el encargado de analizar sus turbios comportamientos, pero hay que preparar a su sucesor. Y sigo creyendo que el más idóneo es Tezanos, que no es fiscal, pero que compensa ese pequeño inconveniente con un tesón en la equivocación y una lealtad en la manipulación que le convierte en digno sucesor de la libélula monclovina.
Tezanos, Fiscal General.

Más de Alfonso Ussía​

 

Los gorros rusos​

«Lo he metido en una bolsa y lo he tirado a la basura». Justo y merecido castigo. Veinte dólares por nada. Pero una lección y unas palabras que no olvidaríamos nunca. «Sabíamos que eran extranjeros por lo mucho que reían»​

17/06/2024Actualizada 08:57
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Viajamos un grupo de escritores y periodistas a Moscú. Yeltsin en el poder. Fuimos recibidos por Shevarnadze –cuyo despacho presidía un busto de J.F. Kennedy–, por Gorbachov –que nos dedicó un par de horas–, y por la Momia de Lenin, que se mostró muy educado durante nuestra visita. Marcelino Oreja, Pepe Oneto, Antonio Burgos, Manu Leguineche, José María Carrascal Era embajador de España el magnífico diplomático y escritor Pepe Cuenca, que nos recibió en el aeropuerto de Sheremetievo con las dos intérpretes que nos habían asignado. Una, Olga, comunista, partidaria de la extinta URSS y muy enfadada con la vida. Fea. Y la otra Tatiana, aperturista, anticomunista y encantada de la vida. Guapa.
Guardias rusos con sus gorros en la Plaza Roja

Barca
La última noche cenamos en un restaurante cercano a nuestro hotel –el Metropol–, y a la Plaza Roja. También en las inmediaciones del Teatro Bolshoi. Corrió el vodka. De vuelta al hotel hicimos corro de ocurrencias y anécdotas en la Plaza Roja, junto a los almacenes Gum. Nos reíamos con estrépito. Se acercaron dos soldados. Creímos que nos iban a detener. Se trataba de dos centinelas nocturnos del mausoleo de la momia de Lenin. Un frío estremecedor, sosegado por el vodka previamente ingerido. Los soldados nos hablaron en un tono que interpretamos amable y amistoso. La intérprete comunista se negó a traducir sus palabras. La aperturista, lo hizo con gran rapidez: –Los centinelas del mausoleo de Lenin quieren saber si alguno de ustedes estaría interesado en comprarles por 20 dólares sus gorros–. El desmoronamiento del sistema. Dos soldados del Ejército ruso, nos ofrecían sus gorros a cambio de 20 dólares la pieza. Pepe Oneto y yo aceptamos el trueque. Los soldados ya volvían, descubiertos, hacia sus puestos de guardia, cuando Manu Leguineche les preguntó:
«¿Cómo se han atrevido a vendernos sus gorros?" Respondió el más comunicativo. «Porque sabíamos que ustedes no eran rusos». Y Antonio Burgos insistió. «¿Y qué les hizo pensar que nosotros no éramos rusos?».
«Por lo mucho que reían. En Rusia nadie ríe en la Plaza Roja y a estas horas de la noche. Aquí no tenemos ganas de reír».
Figúrense a la Guardia Real y los Alabarderos vendiendo a los turistas su ros y su alabarda. Figúrense a dos soldados de la Guardia Real británica, vendiendo a los turistas que pasean durante la noche por los alrededores del palacio de Buckingham, sus morriones. La intérprete comunista estaba desolada, avergonzada. Y yo, malvado colaborador del vergonzoso pacto comercial, también sentí algo de distancia conmigo mismo por haber participado en ese pequeño, pero trascendente, acto de compraventa. Pero el pecado lleva su penitencia. Desayunando al día siguiente, Pepe Oneto, me hizo partícipe de su decisión. «He tirado el gorro de los guardias de Lenin a la basura. Olían muy mal por culpa de la calefacción del hotel». Asentí cariacontecido. «Lo mismo me ha pasado a mi. Lo he metido en una bolsa y lo he tirado a la basura». Justo y merecido castigo. Veinte dólares por nada. Pero una lección y unas palabras que no olvidaríamos nunca. «Sabíamos que eran extranjeros por lo mucho que reían».

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De aspectos y parecidos​

Lo lamentable del ministro de Averías Ferroviarias, Óscar Puente, no es su parecido con los primates, sino su comportamiento. Ha completado su homonización pero no su humanización​

18/06/2024Actualizada 01:30
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Nada tiene de insultante ni despreciativo establecer comparaciones físicas entre los hombres y los animales. Javier Barcáiztegui, «Barca», el gran dibujante, compañero de pupitre de quien firma, descubrió en mi perfil un acentuado parecido con las ovejas. Y he mantenido una cierta dignidad ante su acertada percepción. Hay hombres y mujeres con aspecto de pájaros y peces. Y muchos propietarios de perros terminan pareciéndose a sus cánidos. Mi amigo José Ignacio Benjumea, tímido y despistado, cuenta su experiencia en una montería: «Hace muchos años me invitó Tomás Osborne a una cacería de perdices en 'El Marquesado', una preciosa finca entre Jerez y Puerto Real. Entre los invitados había uno acompañado de su perro, al que no conocía. Tenían un parecido tan extraordinario que, cuando Tomás me lo presentó, confundido, le di la mano ¡al perro!». Cuando soltaba una carcajada, el formidable Charlton Heston demostraba que también los caballos saben reír, y el inmortal Winston Churchill que los porcinos disfrutan fumándose un puro.
Lo lamentable del ministro de Averías Ferroviarias, Óscar Puente, no es su parecido con los primates, sino su comportamiento. Ha completado su homonización pero no su humanización. La homonización se refiere a lo somático, y la humanización a lo psicológico y cultural. La antropogénesis no es otra cosa que el estudio y evolución del hombre, el antropo. Y es perfectamente compatible evolucionar, más o menos, en el aspecto físico y no hacerlo en el cultural y psicológico. Formar parte de un gobierno y dirigirse públicamente, a través de las redes sociales, a un ciudadano como «un saco de mierda», demuestra claramente una involución en su antropogénesis. Socialmente, este individuo está descalificado para ejercer un cargo de responsabilidad pública. Más aún, cuando la noticia publicada por el «saco de mierda», el periodista Vito Quiles, se aproxima mucho más a la verdad que a la mentira, a la veracidad que a la fabulación.
No es la primera vez que Puente hace gala de su involución. El próximo paso será caminar en cuadrupedia. El gorila y el chimpancé se sirven de las cuatro extremidades para desplazarse. Con una diferencia con otros grandes simios. Lo hacen apoyándose en los nudillos de sus manos, en tanto que el orangután se apoya en la parte externa de sus palmas. No he tenido el placer cívico-científico de coincidir con el señor ministro incompetente, y por ello ignoro la estética de sus andares. Pero sí he conocido muchas de sus actuaciones pre-ministeriales y ministeriales, y debo insistir en denunciar su falta de idoneidad para desempeñar su alto cargo. Este individuo involucionado debe, aunque no lo sienta, el máximo respeto a los ciudadanos. La humanización, la evolución cultural, sentimental y psíquica del hombre, no admite entre sus logros la grosería y la falta de educación, y menos aún, desde el poder casi omnímodo de un alto cargo mal ofrecido y peor desempeñado. Al ministro Puente le urge lo que no ha tenido en su casa ni en sus colegios. Una buena educación, un saber estar y decir, y sobre todo, una estabilidad emocional que no conoce ni por el forro. Se deja llevar por la ira desde la atalaya del poder. Yo mando, tú obedeces, y si no lo haces, eres un saco de mierda. Sería interesante que algún científico naturalista se ocupara de este sujeto con el fin de acertar en su descripción.
Y lo escribo sin ánimo de irritar sus reacciones. Los seres humanos, iluminados por Dios, venimos del mono. Y alguno se ha quedado rezagado.

Más de Alfonso Ussía​

 

La antipochola​

Navarra, carlista o isabelina, monárquica o republicana, de derechas o de izquierdas, jamás había perdido su personalidad, única e intransferible. Siempre española y patriota​

19/06/2024Actualizada 01:30
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Los socialistas navarros se han opuesto a apoyar, agradecer y reconocer el papel de la Monarquía en España. No se han atrevido a votar en contra de la propuesta del PP y Unión del Pueblo Navarro, como sí han hecho EH Bildu –ETA–, Geroa Bai –casi ETA–, y Contigo-Zurekin –ni la más puñetera idea–. Donde exista un movimiento nacionalista o separatista, el socialismo está con ellos, camuflado y sin camuflar. El PSC es nacionalista, como el PSE, como los socialistas baleares, como el PSG o el Partido Socialista del País Valenciano. Resulta curiosa esa coincidencia antiespañola en los partidos socialistas periféricos.
La presidenta de Navarra, la tal Chivite, se mueve con más comodidad ideológica entre los nacionalistas y separatistas vascos, los colonizadores de Navarra, que entre los navarros leales a España y la Constitución. Y su aspecto –ayer escribía de los aspectos y parecidos–, es muy navarro. En Navarra abundan las mujeres espigadas, delgadas y juncales. Físicamente, la tal Chivite podría –haciendo trampas con la edad– ser la décima hermana Guerendiain, las célebres y maravillosas 'Pocholas', propietarias y trabajadoras del restaurante pamplonés más conocido en el mundo. Pero supondría insultar la memoria de aquellas nueve hermanas inimitables. Pasar por Pamplona y no visitar 'Las Pocholas', todas ellas navarras de alma y aspecto, equivalía a no haber pasado por Pamplona. Y en San Fermín, las hermanas, unas en la cocina y otras en el comedor, aceptaban con una sonrisa permanente tres o cuatro turnos de comidas o cenas. Por su local en el Paseo de Sarasate, las sombras de Hemingway, Orson Welles, Alfred Hitchcock, y de todos los grandes toreros que habían toreado, o toreaban en los siguientes días, en la plaza más variopinta y bulliciosa de España. Y ahí, en «Las Pocholas», se reunió Don Juan De Borbón con los representantes del General Mola para obtener el permiso de éste –no lo concedió–, para combatir con el seudónimo de Juan López en la Guerra Civil. Y ahí, en Las Pocholas, el Cónsul británico en España, Sir Samuel Hoare, se reunió con sus aliados para evaluar la posible entrada de España en la Segunda Guerra Mundial, si Hitler cumplía su sueño de ocupar Gibraltar.
Las Pocholas eran navarras y patriotas, las nueve, Paquita, Petra, Josefina, Floren, Fermina, Rosarito, Rosalía, Conchita y María. Nueve hermanas que cumplieron con la promesa que hicieron a su madre y que pudieron cumplir, gracias a Félix Huarte que les adelantó el dinero necesario, para seguir con la tradición culinaria de la familia. Y no eran muy diferentes en su parecido a la tal Chivite, la nacionalista vasca del Partido Socialista de Navarra, la amiga de Bildu, la comprensiva con los «muchachos algo violentos de la ETA», según descripción del exreverendo padre jesuita Javier Arzallus –por favor, Arzallus y no Arzalluz, que esa «Z» final es un invento de anteayer–. Gracias a la generosidad del socialismo navarro, Pamplona está gobernada por los simpatizantes de la ETA. La tal Chivite es, por lo tanto, la antipochola, que puede gobernar Navarra gracias al período de vasconización que está sufriendo el Viejo Reino.
Los navarros son –o eran–, de sí y de no. Jamás de cobardes camuflajes. Gracias a los socialistas navarros, la colonización vasca ha llegado ya hasta la Ribera, la gran comarca navarra mucho más cercana al ánimo de Aragón que a los límites vasconavarros. Navarra, carlista o isabelina, monárquica o republicana, de derechas o de izquierdas, jamás había perdido su personalidad, única e intransferible. Siempre española y patriota.
Hasta que el nuevo socialismo se la ha entregado a los descendientes directísimos del terrorismo vecino, y sus callados condescendientes.
La enjuta, delgada y juncal Chivite, la navarra Chivite, la antipochola.
 

El Rey​

El Rey reina en la nación más difícil para hacerlo, y en una época convulsa y enfrentada. El Rey cumple escrupulosamente con sus deberes constitucionales, y este cumplimiento es motivo de repulsa de quienes se creen defensores a ultranza de La Corona​

20/06/2024Actualizada 01:30
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Se trata de una obviedad que muchos olvidamos. Los monárquicos, que somos mayoría, no sostenemos la Monarquía. En ocasiones, por exceso de entusiasmo o por hacer uso de un derecho que no existe, nos creemos legítimamente capacitados para indicarle al Rey el camino a seguir. Y afortunadamente, el Rey no nos hace caso, porque el camino lo dibuja su responsabilidad, no el elogio o nuestra discrepancia. El Rey reina en la nación más difícil para hacerlo, y en una época convulsa y enfrentada. El Rey cumple escrupulosamente con sus deberes constitucionales, y este cumplimiento es motivo de repulsa de quienes se creen defensores a ultranza de La Corona. El Rey no firma lo que le gusta o le disgusta. Firma lo que le ordena la Constitución impulsada por su padre, el Rey Juan Carlos. Aquí, en España, los que creen ser los más suyos, le han dado la espalda por no practicar el «balduinismo» belga. Bélgica es un país, y España es la Historia. Se criticó con dureza al Rey su elección matrimonial. Entre las críticas, las mías. Hoy se ha demostrado que la callada labor de la Reina Letizia ha acercado a la Corona a grandes espacios sociales que jamás mostró apego o coincidencias con la Monarquía.
Al Rey le ha correspondido, por la presión de un Gobierno que no conoce la lealtad, de un Gobierno marcado por la corrupción y un enfermizo afán de supervivencia, conllevar con su obligación la tristeza del vil trato que ha recibido su padre, Don Juan Carlos I, por parte del Gobierno. Y se le ha recordado que su reinado es consecuencia del fecundo reinado de su padre. Quizá muchos españoles ignoren que el infame destierro del Rey Juan Carlos, ordenado por Sánchez y Calvo, se ha cumplido y se cumple porque el Viejo Rey sabe que su presencia estable en España podría ser aprovechada por los enemigos de España para envenenar el reinado de su hijo. Y el Rey, como su padre el 23 de febrero, fue determinante para que un movimiento separatista, terrorista y delictivo lograra la independencia de Cataluña. El 23-F el Rey resolvió el golpe militar a sabiendas de que las Fuerzas Armadas, incluyendo en ellas a los principales responsables del golpe, estaban con él. Desde una lealtad equivocada, pero con él. Y sus autores cumplieron durísimas condenas, sin peticiones de perdón ni llantos de forajidos. Y el Rey sabe que la Ley de Amnistía que se ha visto obligado constitucionalmente a firmar, no es otra cosa que un panfleto de muy difícil aplicación, a cambio de la compungida y simultáneamente chulesca exigencia de perdón de delincuentes huidos que han intentado romper España con el dinero de los españoles. Pero estaba obligado a firmar el panfleto, porque así lo manda la Constitución.
El Rey ha cumplido diez años en el trono, y su popularidad es creciente. El sentido de la responsabilidad y la discreción ante la injusticia le vienen de su bisabuelo, de su abuelo,y de sus padres, que no hay que olvidar a la Reina Sofía. El Rey no necesita trucos ni escondites para encontrarse con la calle, porque la calle le aplaude y le abraza, del mismo modo que a otros le abuchea. El Rey lleva diez años en su sitio, y cuando un Rey se afirma en su sitio, no lo pierde, por fuertes y desagradables que sean los vendavales de la traición.
La educación de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía son dos columnas más de la Corona y del futuro de España. El Rey reina, no gobierna. El Rey insinúa, no ordena. El Rey es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, con una aplastante mayoría de lealtad sin límites a su figura. El Rey lo es también de quienes día tras día le insultan, le amenazan y le desprecian. Pero con todos eso, puede. Y le sobran fuerzas.
Si los monárquicos fuéramos más condescendientes, más comprensivos y más leales, ayudaríamos al Rey a superar todos los grandes problemas de la España que le ha tocado reinar.
Entre otros motivos, porque ser monárquico no concede derechos ancestrales. El monárquico tiene sentido cuando el Rey no está. Si está y reina, ser o no ser monárquico tiene el mismo sentido que ser o no ser del Club Atlético de Cecebre.
Y claro ¡Viva el Rey!

Más de Alfonso Ussía​

 
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