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Chisgarabises y carantoñas​

Preciosa la fotografía de Sánchez el enamorado, Gómez la Imputada, y García Ortiz en el Palacio Real intercambiando caricias, risitas y carantoñas. Es, probablemente, la fotografía del año, la del siervo que recibe de sus amos el público reconocimiento por su leal servidumbre. ¡Cómo está el servicio!​

21/06/2024Actualizada 01:30
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Después de oir y leer las opiniones y planes de los bilduetarras y los huecos de Sumar, reconozco que estoy preocupado. Preocupado es poco. Me siento inquieto, ansioso y desvelado. La gentil Mercedes Aizpúrua, antigua colaboradora periodística de la ETA, lo ha dejado claro y cristalino, como un chorrito de manantial. «Nada que celebrar. Felipe no es nuestro Rey». Por un lado, preocupante, por el otro, alentador. Coincidir en algo con Merche Aizpúrua es motivo suficiente para someterse a un chequeo médico completo. Preocupante porque Merche, a pesar de su edad, aún no se ha enterado de que es española, que Felipe VI es el Rey de España, y que le guste o no, también es su Rey. Su Rey y su Señor de Vizcaya, que era la excusa que usaba Arzallus cuando daba la tabarra en el Palacio de la Zarzuela una semana sí y la siguiente, también. «He venido a visitar al Señor de Vizcaya». Y volvía a «Sabin Echea» tan contento por su machada.
A la Merche es conveniente recordarle que todos sus compañeros etarras fueron unos terroristas españoles que asesinaron, chantajearon, hirieron y le hicieron imposible a otros españoles seguir viviendo en una parte de España. Que no respete a su Rey es otra cosa, pero que su Rey es Felipe VI resulta incuestionable. «No tenemos Rey», dicen los catalanes separatistas y terroristas amnistiados. Claro que lo tenéis. Otra cosa es que no os guste tenerlo, memos. A mí, nada me complacería tener como Jefe de Estado a un presidente de la República, pero no podría dejar de ser español por tan desagradable contingencia. En España, el sistema republicano ha sido un fracaso repetido, un asco histórico. Pero un asco español de pura cepa. Quizá lo más divertido es lo de Sumar, esa cosa de la tontiña de Fene en trance de desaparición, según sus resultados electorales. «Trabajamos para que Felipe VI sea el último Rey de España». Preocupado es poco.
Persistan en el empeño. Su trabajo se lo agradecemos todos los españoles de bien. Yolanda Díaz sólo es útil y positiva cuando no trabaja, que es casi siempre. Si se afana en un objetivo, todo le sale al revés. Lo malo es que, además de ministra de Trabajo, es vicepresidente del Gobierno del España.
Una vicepresidente y varios ministros reunidos en el trabajo de acabar con la Monarquía Parlamentaria que impulsó la Constitución de la libertad y los derechos humanos, se tienen que dedicar a trabajar en otros proyectos, y desistir desde sus hogares de su obsesión de sustituir un sistema democrático en una URSS en miniatura. Dimisión por coherencia y dignidad. Lo malo es que el presidente del Gobierno también está detrás de la maniobra, aunque esté obligado al disimulo institucional. Preciosa la fotografía de Sánchez el enamorado, Gómez la Imputada, y García Ortiz en el Palacio Real intercambiando caricias, risitas y carantoñas. Es, probablemente, la fotografía del año, la del siervo que recibe de sus amos el público reconocimiento por su leal servidumbre. ¡Cómo está el servicio!
En su décimo aniversario como Rey de España, Los Reyes y sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, demostraron que la genética y la Historia van de la mano de la estética y la ejemplaridad. Y eso, la gente de la calle lo percibe. Caen bien, y cumplen con la cercanía. Mientras el Rey condecoraba a 19 españoles procedentes de las 17 comunidades autónomas y de Ceuta y Melilla, en Sumar trabajaban a destajo para derrocar a la Monarquía. ¿Preocupante? Poco. Más bien nada.
Que insistan en su trabajo. Preocupante quizá, la reunión de risitas y caricias de un presidente del Gobierno y una esposa imputada con el fiscal general, humilde ordenanza. ¿Preocupante? Sí, y no poco. Lo de Merche Aizpúrua y lo de Sumar, cositas de chisgarabises. Lo de las risitas, zalemas y mimos extremosos del fiscal general con la posible delincuencia, muy preocupante, que no es poco, a mi modo de ver.

Más de Alfonso Ussía​

 

Lágrimas del Más Allá​

Las raíces del 'Lendakari' Manuel –ahora Imanol–, Pradales Gil, Bascones, Gutiérrez, Sebastián, Calvo y Pérez, son dignísimas, castellanas, de la tierra del Cid, localizadas en Fuentespina, Brazacorta, Gumiel de Izán, Coruña del Conde, Tubilla del Lago y Santa Cruz de la Salceda​

22/06/2024Actualizada 01:30
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Carezco de datos y evidencias. Ignoro, como casi todos los lectores de El Debate, si en el Más Allá existe un territorio de nubes para los tontos dañinos. Parcelado o sin parcelar, de azules infinitos o grises oscuros y marengos. Un misterio. De lo que sí estoy seguro es que, de existir ese territorio celestial para los tontos dañinos, hoy habrá llorado lagrimas rotundas la nube correspondiente a Sabino Arana.
Sabino Arana, el mismo que eligió Lourdes para disfrutar del viaje de novios con su gentil esposa Nicolasa de Achica-Allende Iturri (no se produjo el milagro), amaba apasionadamente a Vizcaya, recelaba de Guipúzcoa y despreciaba a los alaveses, a los que denominaba «castellanos o burgaleses». Un pique muy de campanario de aldea, provincial. Recomiendo a los lectores que lean con atención su magna obra literaria 'De su Alma y de su Pluma', que el PNV se resiste a editar, y cuya última publicación, no venal, corrió a cargo del coraje cachondo del periodista vasco Román Cendoya en el decenio de los 90 del siglo XX. Los que precisen para alegrar sus vidas de un gran libro de humor involuntario, ninguno como el de los pensamientos de Arana, que originan carcajadas en cascada en cualquier lector con dos dedos de frente. Sólo superado por 'El Libro de Jomeini', de obligado estudio en los colegios de Irán, y en el que se recomienda a los iraníes que en pleno desierto se sientan avisados por una urgencia intestinal, que antes de proceder a la evacuación, procuren no orientar sus culos a La Meca.
Así que Sabino, el Jomeini vizcaino, habrá sido informado en su parcela para los muy tontos, que el nuevo 'Lendakari' –lo de «Lehendakari» con la «h» intercalada es otro invento de hace un par de días–, es un miembro de su partido con dieciséis apellidos castellanos y ninguno de origen vasco, y que seis de sus ocho bisabuelos fueron burgaleses. Las raíces del 'Lendakari' Manuel –ahora Imanol–, Pradales Gil, Bascones, Gutiérrez, Sebastián, Calvo y Pérez, son dignísimas, castellanas, de la tierra del Cid, localizadas en Fuentespina, Brazacorta, Gumiel de Izán, Coruña del Conde, Tubilla del Lago y Santa Cruz de la Salceda. He pasado muchas veces por Gumiel de Izán, vecina de Gumiel del Mercado, zona próspera vinatera, y por Tubilla del Agua, que deduzco cercana a Tubilla del Lago, un tramo maravilloso de la vieja carretera de Santander que abarca desde Tubilla del Agua a Quintanilla de Escalada, pasando por San Felices y Covanera, todas ella en el valle del Rudrón, un río rompiente y bellísimo que en Quintanilla se suma al Ebro, al gran Íbero, que nace en Fontibre, Reinosa, y que en los colegios de Cataluña se afirma que se trata de «un río catalán nacido en el país vecino», y se omite que para llegar a Cataluña fluye durante más de setecientos kilómetros por el pobre «país vecino», que no es distancia. Y desemboca en el Mediterráneo de Tarragona, que también es España, y mucho que lo siento.
Pero lo que no me parece bien, y vuelvo al nuevo 'Lendakari' Pradales, es la humillación a la que ha sometido el PNV a su fundador Sabino Arana. Podrían haber buscado entre sus miembros y dirigentes a un candidato que al menos, tuviera un apellido vasco entre los diez primeros. Y no hay ninguno. Cierto es que los padres de Pradales se instalaron en Vizcaya –creo que en Portugalete, donde nació otro maqueto, Pachi López, también conocido como el Titán–, y que Pradales es de nacimiento tan vasco como Ortúzar, la Aizpurúa, Josu Ternera, y Nico Williams. Pero Sabino, como buen nazi que no sabía que lo era porque ni Hitler ni Himmler habían aparecido todavía en escena, no aprobaba las mezclas y deseaba la pureza de raza y el RH negativo, que por otra parte, es el RH imperante entre los saharauis. Pero eso también lo ignoraba el peculiar racista.
Y toma ya. ¡Dieciséis apellidos castellanos los del nuevo «Lendakari»! Es independentista, de buen aspecto y sonriente. Pero Sabino Arana está inundando su nube en la parcela del Mas Allá reservada a los muy tontos, y no le consuela ni San Mamés, que tampoco era vasco, sino de Cesárea de Capadocia, Asia Menor.
Así están las cosas en el más acá y en el Mas Allá.
 

Procuren ser ustedes​

Este consejo responde a la realidad, que se asemeja mucho a la obsesión de un club arruinado, el F.C. Barcelona, por parecerse al Real Madrid​

23/06/2024Actualizada 01:30
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Hoy recibiré toda suerte de descalificaciones y repulsas, pero me ciño a una información de mi periódico, El Debate. Camuflo la identidad de los protagonistas por respeto y discreción.
Un millonario venezolano, hace veinte años, decidió retirarse en España. Compró en la mejor zona de La Moraleja una parcela de dos hectáreas –20.000 metros cuadrados–, y levantó una casa impresionante. Sus vecinos inmediatos, en el Paseo de la Marquesa Viuda de Aldama, un matrimonio con un hijo. Él, un brillante ingeniero de Caminos, y ella una pesada con muchas pretensiones, de esas señoras que van a comprar en invierno el periódico con un chándal, abrigo de pieles sobre el chándal y zapatos de tacón. Su casa, magnífica, nada tenía que envidiar a la mayoría de los chalés de la urbanización.
Pero los millonarios son caprichosos, y el venezolano se hartó de su casa. Contrató a una conocida empresa constructora y a un arquitecto de moda, de esos que proyectan para su lucimiento, derribó la casa y construyó la nueva. Muy acristalada y con un torreón desde el que disfrutaría de una panorámica excepcional. No reparó en gastos y acordó con los constructores y sindicatos tres turnos de seis horas para adelantar los plazos de entrega. La mujer del ingeniero convenció a su marido para imitar al millonario venezolano. Su casa estaba en perfectas condiciones, y el ingeniero, que era un gran profesional pero no millonario, aceptó únicamente la sugerencia de añadir a su casa un torreón como el del venezolano. Se quedó tieso. Más aún, cuando ella, descubrió que el venezolano había aprovechado la obra para construir una pista de pádel tenis. –Me encantaría una pista de pádel–. El ingeniero le recordó a su mujer que ni ella ni él ni su hijo habían jugado jamás al pádel, que el torreón le había soplado los ahorros y que hasta ahí podíamos llegar. Ella amenazó con el divorcio. El ingeniero era un hombre religioso, cumplidor de los preceptos de la Iglesia y se hipotecó para construir la cancha de pádel.
Un día cualquiera, el millonario y el ingeniero coincidieron. El ingeniero, a media broma y media verdad, le confesó que, por su culpa, su vida se había descolocado. Que había perdido el sitio y la cabeza por imitar la nueva casa del venezolano. Que el torreón y el pádel los tenía atragantados y se había quedado sin un euro. El millonario era hombre juicioso, inteligente y medido. Y le dio un consejo: -Querido vecino, no procuren ser como yo. Procuren ser ustedes. Y serán mucho más felices-.
Esta historia, que responde a la realidad, se parece mucho a la obsesión de un club arruinado, el F.C. Barcelona, por parecerse al Real Madrid. Me lo decía hace pocas semanas un gran barcelonista, que fue directivo del club, si bien se enteró tarde y mal de la situación del Barcelona. – El problema no es que el Real Madrid nos haya aventajado en diez puntos en la Liga, y para colmo, que haya ganado la Copa de Europa. El problema es que nos ha sacado veinte años de ventaja.
En El Debate, leo que los problemas laborales están retrasando la remodelación del 'Camp Nou' o 'Nou Camp', que nunca acierto en su denominación. Que el proyecto inicial no sirve, según los arquitectos. Que la constructora turca Limak no ha firmado ningún contrato laboral con sus trabajadores, en su mayoría de nacionalidad rumana. Que éstos han denunciado que trabajan en condiciones deplorables y con un salario muy por debajo de lo legal, incumpliendo las promesas favorables en su contratación. «Nos prometieron que cobraríamos 100 euros cada día, con alojamiento, transporte y tres comidas diarias». Y que nanay.
Los turcos – Laporta no quiso contratar con ninguna constructora del IBEX–, han subcontratado a una empresa que no cumple lo prometido. Y para colmo, los arquitectos han advertido de tres grandes errores en el proyecto. El videomarcador, la cubierta retráctil y la mala visibilidad que tendrán muchos asientos del estadio. Y sin dinero.
Y todo, por imitar al Real Madrid, que sí lo tiene y ha inaugurado su nuevo estadio, impresionante –los gustos son libres–, con toda normalidad.
Urge imitar al millonario venezolano en su consejo al ingeniero vecino: «No procuren ser como el Real Madrid. Procuren ser ustedes, y serán felices».

Más de Alfonso Ussía​

 

Los cacatús​

Don Federico, había descubierto las tribus de los tapajís, los tasabanis, los burúes, los cucurúes, los turunís, los tururúes, los malvasós de la orilla norte, los malvasós de la orilla sur, y los pichiplás​

24/06/2024Actualizada 09:29
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El célebre antropólogo, científico y explorador bilbaíno, nacido en Elanchove, Federico González Gazteluechabe, –hoy, si viviera, Federiko Gontzaletz Gazteluetxabe– descubrió a lo largo de su vida más de diez tribus de la familia de los niarunas durante sus viajes al Amazonas. El profesor González, que no se irritaba con las hormigas rojas, las arañas venenosas de la selva, las peligrosas serpientes, los alaridos del mono aullador, los dientes de las pirañas y los ojos amenazadores de los jaguares, no soportaba la mala educación. En su casa, tanto su esposa, Lorenza –hoy Lorentza– Corcóstegui –Korkostegi– D´Hendaye –de madre francesa–, como sus seis hijos, tenían terminantemente prohibido usar de voces y palabras malsonantes. Ejemplo diáfano el que sigue: su hijo Ramón, el mayor de todos los niños, se hizo pis durante un viaje desde Bilbao a la cercana localidad riojana de Ezcaray. No pudo aguantar el fluvial desahogo. Pero su educación le impedía negar las evidencias, y dirigiéndose a su padre, que conducía el viejo Studebaker familiar, lo hizo de esta manera. –Padre, me he «meau» en los pantalones. El profesor González enloqueció. –¡Un hijo mío no puede decir semejante barbaridad!
Grupo de indígenas observan al explorador

BarcaBarca
–Lorenza, nuestro hijo mayor merece un severo correctivo. Si al menos, hubiera dicho «meado», la cosa sería igual de grave, pero correcta en el uso verbal. Por ello, mañana mismo será internado en Lecároz para que aprenda a hablar sin soltar vulgaridades. Y el pobre Ramón, ingresó en el internado de Lecároz, donde los padres Capuchinos destacaban por sus castigos y collejas.
Don Federico, había descubierto las tribus de los tapajís, los tasabanis, los burúes, los cucurúes, los turunís, los tururúes, los malvasós de la orilla norte, los malvasós de la orilla sur, y los pichiplás. No contento con ello, viajó de nuevo al Amazonas, y haciendo caso omiso a las advertencias de las autoridades de Manaos se adentró en la selva del Río Negro, rumbo a las lagunas de Sabuazú.
Don Federico siempre se adentraba en la selva elegantemente vestido, con tonos verdes y marrones en sus prendas exteriores e interiores.
Y nada ni nadie le hacía retroceder.
Se hallaba tomando apuntes a la sombra de un enorme y vistoso árbol de la Plata, cuando se sintió rodeado de un grupo de indígenas desnudos y con muchas plumas en la cabeza. No supo identificarlos. Como hablaba diferentes dialécticos selváticos, pudo entenderse con un guerrero que se apoyaba en una cerbatana. Y el guerrero, con gran orgullo, le informó que se había topado con los fieros cazadores cacatús. Don Federico tenía gran experiencia y supo granjearse la simpatía de los antipatiquísimos cacatús, que no sabían sonreir. Consiguió hacerles alguna fotografía, y ciertamente, eran para salir corriendo y no parar hasta Manaos. Pero la noticia de su descubrimiento corrió como la pólvora, y a su vuelta a España fue homenajeado en el Centro Superior de Investigaciones Científicas de Madrid.
–¿Nos puede narrar su importante descubrimiento, profesor González?–. Más de mil científicos abarrotaban el gran salón de actos. Y don Federico, con su cristalina palabra, se dirigió a sus colegas.
«El hecho puede ser considerado inenarrable, pero me dispongo a narrarlo. Era una tarde de otoño, que allí no se diferencia en exceso de una tarde de verano. Contemplaba arrobado el bellísimo atardecer, mientras apuntaba datos y guardaba muestras de hierbas desconocidas. Los rayos del sol se filtraban entre los árboles, y volaban sobre mi cabeza ibis escarlatas, guacamayos, tucanes y bellos pajarillos de variopintos colores. ¡Oh –me dije-, qué belleza singular! Inesperadamente, cual sería mi sorpresa, surgieron de la maleza una veintena de indígenas de una etnia, hasta entonces, desconocida para mí y el resto de la humanidad. Portaban arcos, flechas y cerbatanas. Su lacio cabello se ensortijaba con objetos punzantes sobre sus cabezas. Atravesaban sus narices unas barras que según deduje, provenían de huesos de las manos de una especie de monos. Por lo demás, iban completamente desnudos cubriendo sus partes que el natural pudor me impide nombrar, con unos tapacojones como no había visto en mi put* vida».
Y el pobre niño, en Lecároz.
 

Fábula del batutas​

Érase una vez un político con tanto poder que por vivir en un palacio destrozó hasta el pudrimiento a una nación maravillosa que se llamaba España​

25/06/2024Actualizada 01:30
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Para un director de orquesta, dirigir a la Filarmónica de Viena en la Sala Dorada de la Musikverein vienesa en el concierto del Año Nuevo, es un honor y un gozo al que ningún director renuncia. Desde el gran Boskovsky, en la TVE en blanco y negro, hasta nuestros días, el concierto de Año Nuevo es una cita obligada con el buen gusto y la esperanza. El 1 de enero de 2025, año en el que se celebra el bicentenario de Johan Strauss, será de nuevo Riccardo Muti el afortunado director elegido. Boskovsky fue el primero en finalizar los bises del Concierto con la Marcha de Radetzky , colofón tradicional de la gran cita vienesa con los Strauss como principales protagonistas. De Boskovsky a Muti, por ahí han pasado Kleiber, Abbado, Maazel, Von Karajan, Thielerman, Welzer-Möst, Barenboin, Dudamel, Jansons cada uno a su manera, todos formidables directores. Y lo escrito hasta el momento responde a la realidad. Ahora comienza la fábula.
Érase una vez un político con tanto poder que por vivir en un palacio destrozó hasta el pudrimiento a una nación maravillosa que se llamaba España. El primer Estado de Europa, el que fuera en tiempos de Carlos I y su hijo Felipe II el más vasto imperio de la Historia de la Humanidad. En su prohibida letra del himno español, lo canta el extraordinario y humillado por la manipulación y la incultura, José María Pemán. «Gloria a la Patria que supo seguir/ por el azul del mar el caminar del sol». De aquel político sin nombre, se decía que tenía una esposa imputada por tráfico de influencias y un hermano, brillante director de orquesta a cargo de una diputación extremeña y con residencia en Portugal.
Dado que el político sin nombre, sin límites en su ambición y de nociones elementales de geografía, engatusó a una mujer que mandaba mucho en Europa, la fábula puede resultar verosímil. La mujer, alemana y presumiblemente conservadora, cayó en los encantos del rompedor de mapas, el cual ignoraba que Alemania y Austria eran y son dos naciones y dos estados diferentes. Es cierto que en Austria se habla con diferente acento el alemán, pero un alemán es alemán, y un austríaco es un austríaco. La capital de Alemania es Berlín, y la de Austria, Viena. Y en Viena se celebra todos los días primero de año un concierto en honor y recuerdo de los Strauss, con especial memoria a Johan Strauss, el compositor vienés por excelencia, de sus maravillosos valses y sus trepidantes polkas.
Y Sánchez, en un encuentro con la señora que atesoraba sus mismas ambiciones y falta de escrúpulos para mantenerse en el poder de la Unión Europea, atendió su llamada, se tomaron del brazo, y conversaron en un rincón fuera del dominio de la prensa acreditada. Y ahí le susurró la petición. «Ursulilla, tengo muchas cosas que agradecerte. Gracias a ti, mantengo mi poder en lo que queda de España, que es bastante poco. También recordarás que fui el primero en llamarte para expresarte mi sincero dolor cuando supe que un lobo, un lobo malo, no como los lobos que han arruinado a los ganaderos españoles que no saben hacer otra cosa que protestar, mató y se comió a tu “pony» preferido, Dolly. Del mismo modo que yo no olvido tus innumerables favores, tú no puedes olvidar lo mucho que sentí lo del lobo malo que se merendó a tu caballito. Por ello, y con toda la libertad que la amistad procura, te voy a pedir que me hagas una importantísima gestión. Creo que sabes que tengo un hermano, que es un portento en la composición musical y la dirección de orquesta. Se llama David y se apellida Sánchez, pero como Sánchez no suena bien para dirigir una orquesta filarmónica, en lugar de Sánchez se le conoce por Azagra. Estuvo tres años en Rusia, Ursulilla, que en Rusia de música saben lo mismo o más que vosotros. Quiero celebrar en 2026 el logro, dificilísimo, de haber fracturado España. Y la mejor manera para hacerlo, es que consigas, con tus manejos, que me los conozco muy bien, que la Orquesta Filarmónica de Viena piense en mi hermano para dirigir el Concierto de Año Nuevo de 2026 que tendrá lugar en Viena, según me han dicho. Mi familia lo ha pasado muy mal con el fango de la ultraderecha y merece la compensación de una alegría. ¿Me lo conseguirás?
–Por supuesto que sí, Pedro. Ya conoces mis artimañas.
Y es lo que me apresuro a revelar a los lectores de El Debate. El 1 de enero de 2026, el director de la Filarmónica de Viena en el concierto de Sala Dorada de la Musikverein vienesa será ¡ David Azagra!
Con dos…

Más de Alfonso Ussía​

 

La soledad del Rey​

Para visitar tres países fronterizos con Rusia, y recordar ante sus tres mandatarios que España siempre estará dispuesta a defender los intereses del mundo libre, el Rey ha viajado sin compañía​

26/06/2024Actualizada 01:30
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El Gobierno se ha negado a acompañar al Rey en su viaje oficial a los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania. Superando la grosería institucional, debo decir que, en pocas ocasiones, he percibido tanta comodidad y felicidad en un viaje Real. El Rey ha sido recibido por los gobiernos de Estonia, Letonia y Lituania con los brazos abiertos. Y ha visitado a nuestros soldados, marinos y aviadores desplazados allí. Jamás el Rey ha estado tan bien acompañado y tan lejano a la soledad. Sánchez ha intentado humillarlo, y al final se ha apercibido de su error. Le ha mandado de «seño» de compañía, durante un par de horas, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuando su presencia era ya totalmente innecesaria. Esas imágenes del Rey embarcando y desembarcando en el «Juan Carlos I» con solemne soledad han dado la vuelta al mundo. Tan bien la han dado, que han procedido a dar una más, y otra, y otra, para dejar en claro una realidad incuestionable. La dignidad de España la representa su Persona, y la mugre de España, el que ha intentado someterla y humillarla.
El Rey ha visitado una zona de conflicto. Y cuando se visita una zona de conflicto, lo más recomendable es sentirse liberado de microbios conflictivos. Para inaugurar una Casa del Pueblo en Torremocha de los Brezos, el gran Hortera se hace acompañar de ministros, asesores, pesebristas y doscientos agentes de seguridad. Para visitar tres países fronterizos con Rusia, y recordar ante sus tres mandatarios que España siempre estará dispuesta a defender los intereses del mundo libre, el Rey ha viajado sin compañía. Mucho me temo que tenga que ver en la envenenada chapuza el complejo de inferioridad. El marido de la imputada y hermano de «El Batutas», a la sombra del Rey, desaparece. Y lo mismo intuyo de la ministra de Defensa y el ministro de Asuntos Exteriores, que es un pequeñín coleóptero de muy carcajeante presencia y relevancia. Un tipejo que sólo sirve para lo que ha servido. Cargarse la carrera diplomática y la política exterior.
Con ellos, el Rey tendría que adaptarse al programa oficial elaborado por Presidencia del Gobierno, el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores. Lo ha hecho siempre y siempre ha salido airoso, oscureciendo a las «madmuas» de compañía. Pero sin ellos, el Rey se ha sentido libre y feliz, más aún cuando uno de los motivos de su viaje era reencontrarse con sus soldados desplazados a las repúblicas bálticas atendiendo la solicitud de la OTAN. Albares, el ministro de Exteriores, sigue confundiendo la OTAN con la ONU, la CEOE, el CIS y la ANAC –Asociación Nacional de Amas de Casa–. Y sabe que, en los ambientes diplomáticos europeos, se le conoce como «the little flea», es decir, la pulguita. Es conveniente ser comprensivo y misericordioso con los complejos. En Geometría –al menos la que se enseñaba en el Pilar de Castelló–, el triángulo equilátero es un polígono regular por tener sus tres lados iguales. En una fotografía oficial, el Rey se sitúa en el medio y los pequeños ministros a los lados, de tal modo que los vértices de los ministros y el vértice del Rey unidos por tres líneas conforman un triángulo con dos vértices en el suelo y uno en las alturas, y eso resulta molesto. Se lo decía la madre de Antenor Patiño a su hijo, el rey del estaño. «Antenor, no llores por ser bajito. ¡No sabes la cantidad de gigantes que no tienen ni un dólar!». Pues eso, que hay que conformarse con los centímetros que la naturaleza dispone para cada ser humano.
El Rey no ha viajado sólo. La que ha viajado en soledad ha sido España. Así lo ha decidido el Gobierno social-comunista. Y el Gobierno social-comunista ha hecho el ridículo, porque España ha tenido un gran éxito representada por la relativa soledad del Rey, y no por arteros gobernantes. Propongo que, a partir de ahora, el Rey y España cumplan las visitas de Estado de la mano, y sin microbios perjudiciales en su entorno.
Y no me refiero a los microbios por su tamaño.

Más de Alfonso Ussía​

 

Del jinxed al hoodoo​

Los republicanos ingleses, que no llegan al centenar, dicen que Ana de Inglaterra, experta amazona, cuando cabalga al galope por las extensas praderas de su propiedad, ofrece una imagen confusa​

27/06/2024Actualizada 01:30
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Mi asesor de inglés de guardia –el resto está de vacaciones–, me garantiza, que al menos, hasta ahora, el gafe en inglés puede traducirse por «jinxed» o «hoodoo». De una manera u otra, hay que reconocer que , fallecida la formidable Reina Isabel II, un «jinxed» o un «hoodoo» se ha instalado en la Familia Real británica y logrado sus objetivos. El Rey Carlos III –para mí Carlos III será siempre nuestro gran Rey y mejor alcalde de Madrid–, y su nuera la Princesa de Gales, han recibido simultáneamente la visita del cáncer, que es una visita muy desagradable, si bien, los avances de la ciencia en la oncología ofrecen hoy muchas más esperanzas de curación que en el inmediato ayer. En el fondo, a partir de los 70 años, todos los seres humanos, lo sepamos o no, tenemos alguna alteración celular de mayor o menor importancia. Una alteración celular que afecta al Rey, pero también a la Princesa de Gales, que es una belleza de mujer en plena juventud. Y eso se aleja de la norma.
No obstante, el «hoodoo» no se ha conformado con dos víctimas, y se ha introducido en la pata izquierda de un caballo, con el fin de propinar una coz a la princesa Ana, hermana de Carlos, que es una mujer peculiar. Los republicanos ingleses, que no llegan al centenar, dicen que Ana de Inglaterra, experta amazona, cuando cabalga al galope por las extensas praderas de su propiedad, ofrece una imagen confusa. Para unos, se trata del galope de un caballo montado por la princesa, y para otros del galope de la princesa montada por un caballo. Pero el hecho incuestionable es que la patada caballuna se la ha llevado ella y no el cuadrúpedo, y ha tenido que ser ingresada en un hospital para ser tratada convenientemente de la conmoción cerebral que le ha sobrevenido por la coz jamelga. No obstante, en el Reino Unido todo se toma con calma y las desgracias personales, aunque afecten a los miembros de la Familia Real, no se comentan ni se manifiestan en el deambular callejero de los hijos de la Gran Bretaña, que van disminuyendo a medida que son invadidos por los hijos de los naturales de sus colonias. Porque los británicos y los holandeses, autores y difusores de la Leyenda Negra contra España, jamás consideraron –al contrario que los españoles desde el reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón–, a los habitantes de sus nuevos territorios dignos de compartir los mismos derechos que sus colonizadores.
En España también hemos tenido reyes y príncipes sometidos a la gafancia, y no bien tratados por los cronistas de la época y los poetas satíricos, que no se paraban en barras. A don Francisco de Quevedo, el gafe del Conde Duque de Olivares, lo encerró en las mazmorras de San Marcos de León por sentirse indirectamente aludido en su Memorial a Felipe IV, que fue el Rey de la Cultura, de las Artes y de las Letras, y al que Torrente Ballester dedicó un opúsculo «El Rey Pasmado», que se adaptó al cine, y en el que Felipe IV quedaba como un idiota obsesionado por ver desnuda a su primera mujer, Isabel de Borbón. Tan pasmado que, a su muerte, dejó sobre el mundo a más de treinta hijos naturales. Si no llega a ser pasmado, hasta Pablo Iglesias llevaría sangre real en las venas, que vaya usted a saber.
Pero aquí me hallo con otro motivo. Intentar averiguar quién es el gafe que está acribillando a molestias a la Familia Real del Reino Unido. Que una cosa son las enfermedades, que no tienen fundamento ni lógica, y otra muy diferente las coces de los caballos, que tienen lógica cuando se convive con ellos. Por otra parte, el marido de Ana de Inglaterra es un marino que huye de la popularidad y protagoniza la ejemplaridad de la discreción. Un marido que ve un caballo y se encierra en su biblioteca para leer de nuevo una biografía de Nelson. Para mí, que el gafe es Harry, el marido de la buganvilla trepadora americana, resentido, zanahorio y calzonazos. Por ahí van las pistas.
Y si nadie desea seguir esas pistas, me parecerá muy bien. Al fin y al cabo, mi responsabilidad al respecto es nula. Lo que hay que hacer para no escribir de González –Pons. Cosas de gafes.

Más de Alfonso Ussía​

 

Godocito​

Albares se había comprometido a asistir en Barcelona, a una importante reunión con los más importantes ejecutivos del grupo Godó, editor de La Vanguardia y propietario de las emisoras de radio más dedicadas a injuriar a la Corona en particular y a España en general​

28/06/2024Actualizada 01:30
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El ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España no pudo acompañar, como es de obligado cumplimiento, al Rey durante su viaje a Estonia, Letonia y Lituania. Lógicamente, su ausencia demandaba una aclaración o excusa convincentes. Una repentina gripe, Un motín de embajadores y diplomáticos no enchufados, una reunión secreta con Putin o Hamás, en resumen, un asunto serio. En un principio excusó su ausencia por su ineludible presencia en el cumple de una ahijada, que le había encomendado, como padrino, que fuera el encargado de abrir de un bastonazo la piñata cargada de chuches, globos, antifaces, matasuegras y cucuruchos de bruja. Pero a sabiendas de que no colaría la excusa, renunció al pretexto.
Ramón Pérez-Maura, que se informa de todo cuanto ocurre en el Ministerio de Asuntos Exteriores, sacó el conejo de la chistera. Ramón, que bautizó a Albares como «Napoleonchu», y en la Unión Europea se le conoce como el «pulguita», fue el primero en destapar el verdadero motivo que impidió a Albares cumplir con su deber institucional y acompañar al Rey a los países bálticos. Se había comprometido a asistir en Barcelona a una importante reunión con los más importantes ejecutivos del grupo Godó, editor de La Vanguardia y propietario de las emisoras de radio más dedicadas a injuriar a la Corona en particular y a España en general. Un grupo muy provincial, casi comarcal, pero poderoso. La reunión se celebró, pero no sólo asistieron los responsables del Grupo Godó. Se reunieron más de trescientas personalidades, mujeres y hombres, invitados por el Conde de Godó, para celebrar la noche de San Juan. Y hasta allí, mientras el Rey viajaba en deliciosa soledad, voló Napoleonchu para saltar la hoguera y departir amigablemente con la alta sociedad y burguesía barcelonesa.
Vuelvan atrás la vista los lectores y figúrense el escenario de los primeros años de reinado de Juan Carlos I. El Rey viaja a Francia, y por lógica, cuenta con la compañía de su ministro de Asuntos Exteriores. El Conde de Motrico, Javier Solana, Fernando Morán, Marcelino Oreja cualquiera de ellos. Cuando el Rey llega al aeropuerto, falta el ministro. Se interesa por su ausencia, y es informado: –Señor, que lo siente mucho, pero no puede venir. Ha quedado con un grupo muy importante de personas en «Las Lentejas de Mona Jiménez». O también: «El ministro no viene porque había apalabrado hace meses que asistiría a la cacería de perdices de Ignacio Coca en 'La Cepilla'. Más o menos lo mismo.
El Conde de Godó es muy poderoso. Yo he sufrido indirectamente su poder. Me limité a hacer público lo que el Rey Juan Carlos le dijo poco después de su abdicación de La Corona, cuando fue informado del contenido de las emisoras de radio de Godó: –Si de algo me arrepiento, Javier, es de haberte hecho Grande de España–. Cuando se celebró en El Escorial la misa por el 25º aniversario del fallecimiento de Don Juan, Godó accedió a la basílica acompañado por un propio. Yo compartía banco con el Marqués de Comillas y un Eraso, amigo de la infancia de Don Juan Carlos. Y en el banco anterior, se ubicaban el marqués de Quintanar, un Brito Da Cunha, Godó y el propio. El marqués de Quintanar abandonó su sitio y se situó a mi lado. «No quiero estar ni un minuto al lado de ese…».
Pero las fiestas de San Juan que organiza son divertidísimas, y a ella acudió el ministro Albares –desde ahora, Godocito–, cuando su obligación era la de acompañar al Rey en un viaje oficial de singular importancia. Según comenta Ramón Pérez-Maura, la alta y media burguesía barcelonesa, la del 3%, no le hizo excesivo caso al siempre tronchante y dicharachero ministro.
A partir de ahora, las excusas para despreciar al Rey van a perder valor. «No puedo acompañarle porque tengo que asistir al 57ª aniversario del fallecimiento de mi tía Raimunda, hermana de mi abuela». «Decidle al Rey que no cuente con mi compañía. Mi sobrina Marilín ha amanecido con 37,5 de fiebre». Y lo que te rondaré morena.
Con independencia de la grosería de Albares al Rey, la gran decepción. Algunos invitados acudieron al festolín ilusionados por ver cómo saltaba la hoguera el Conde de Godó.
Y se quedaron con las ganas.

Más de Alfonso Ussía​

 

Cursis del lenguaje​

Sucede que tenemos un idioma en común con 500 millones de hispanohablantes en el mundo, y nos hemos empeñado, por simple cursilería autonómica, en convertir el español en una menestra de lenguas​

29/06/2024Actualizada 01:30
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La culpa de la cursilería reinante consistente en mezclar el español con los idiomas autonómicos es de los políticos, los periodistas, los comunicadores y los presentadores de programas de televisión. Se cuenta que unos alemanes viajaron a Vitoria para asistir a la boda de unos amigos. Llegados a «Gasteiz» preguntaron a un transeúnte: –Por favor, ¿la carretera de Vitoria?–; el transeúnte quedó anonadado con la pregunta. –Están ustedes en Vitoria, que es el nombre de «Gasteiz» cuando mandaba Franco–. Y asistieron a la boda.
Don Manuel Fraga Iribarne, además de honesto y superdotado intelectualmente, no estaba libre de protagonizar tonterías. Lo decía su gran amigo, el también gallego Pío Cabanillas. –A Manolo le cabe todo el Estado en la cabeza, pero ni una letra más–. Y se empeñó en galleguizar el artículo singular femenino de La Coruña. La Coruña pasó a denominarse oficialmente «A Coruña». Los conductores y usuarios de la autopista de La Coruña, confundieron al principio el artículo con la preposición «a». –No entendemos que nos avisen que nos dirigimos « A Coruña», y no lo hagan también con «A Valladolid», «A Salamanca» o «A León». Puedo asegurar y aseguro, que no he oído a nadie más o menos normal y ajeno a Galicia referirse a La Coruña como «A Coruña». Cuando se habla español, es de cajón usar la toponimia española, y cuando se habla en vascuence, catalán, valenciano, gallego o mallorquín, las de sus correspondiente territorios.
En español, que es el idioma que más utilizo y domino, se dice Gerona y no «Girona», Lérida y no «Lleida», y San Sebastián y no «Donostia», que además suena peor que su añejo nombre en vascuence, «Donosti». Fuenterrabía y no «Hondarribia». Lean los tratados y estudios en vascuence de Larramendi, Astarloa, Perochegui, Mendizábal o Barandiarán, y todos ellos utilizan el topónimo de Fuenterrabía. Aparece una chica muy mona ante el mapa de España para adelantarnos el tiempo que nos espera al día siguiente, y con gran serenidad nos anuncia que una gran borrasca se adentra por «Fisterra». Después resulta que «Fisterra» es Finisterre, es decir, al modo de Roma, «Finis Terrae», el Fin de la Tierra. Como es Orense y no «Ourense», Pamplona y no «Iruña», Ibiza y no «Eivissa», Alicante y no «Alacant». Y llegamos a la eliminación de la U intercalada que tanto molesta al vasco «batúaparlante». El canalla es Arnaldo Otegui, no «Otegi», que en tal caso se pronunciaría Oteji, Guernica y no «Gernika» o Jernica, y por supuesto, siempre en español Navarra y no «Nafarroa». Y con los cargos políticos, igual. El «president de la Generalitat» es el presidente de la Generalidad, el «conseiller» el consejero, y el «Euskadi Buru Batzar» es la Comisión Ejecutiva del País Vasco, si bien Alfonso Guerra, gran acuñador de ironías y sarcasmos, al referirse al «Euskadi Buru Batzar», lo hacía con síntesis y sorna andaluzas. «El Burubazá ese».
Esta petición de normalidad nada tiene que ver con un desafecto a los idiomas y dialectos autonómicos o locales. Sucede que tenemos un idioma en común con 500 millones de hispanohablantes en el mundo, y nos hemos empeñado, por simple cursilería autonómica, en convertir el español en una menestra de lenguas. Otro día escribiré de los analfabetos –hay excepciones–, que retransmiten los partidos de fútbol. Días pasados, una mujer nos repitió más de diez veces que en las porterías de un campo de fútbol hay un palo corto y un palo largo, es decir, que no son rectangulares, sino trapecios.
No pretendo otra cosa que el equilibrio lingüístico de la normalidad.
Para los que denominan al español «castellano», esta observación de don Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura: «El castellano es el bellísimo español que se habla en Castilla».
Gracias, don Camilo.
Cursis.

Más de Alfonso Ussía​

 

Indolencia​

Es el mundo todavía libre el que va a depender de Trump o Biden, y esa evidencia resulta aterradora​

30/06/2024Actualizada 01:30
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La población de los Estados Unidos de América supera los 334 millones de habitantes. Y entre 334 millones de habitantes, los estadounidenses, divididos entre demócratas y republicanos, sólo tienen dos pretendientes a presidirlos. Creo que, en este caso, los americanos han demostrado su indolencia. Biden o Trump. Entre 334 millones de personas, sólo pueden ser presidentes de los Estados Unidos Biden y Trump, o Trump y Biden. Trump es como un elefante paseando por una cacharrería, y Biden, un atontado. Y de ellos depende el futuro de 334 millones de mujeres y hombres entusiastas y enfrentados que en noviembre van a elegir ser presididos por un elefante con extrañas reacciones y un tontito desorientado. Lo malo es que el mundo libre, lo que entendemos por Occidente, también depende de ellos. Los Estados Unidos, nos guste o no, son el imperio. Una Roma a su manera. El presidente de los Estados Unidos es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas más poderosas del mundo. Y siempre se han mostrado generosos cuando se ha tratado de defender con las armas los valores, las creencias, el humanismo cristiano, y las libertades de los Estados democráticos sin comillas. En el norte de Francia hay más americanos enterrados que franceses. Si los japoneses no hubieran cometido el error traicionero de atacar Pearl Harbour, entre Hitler y Stalin se habrían repartido el mundo. Se trata de casos extremos. Israel es la frontera de Occidente con la Edad Media, frontera heroica, pero siempre apoyada por los Estados Unidos. Un error del inquilino de la Casa Blanca afecta lo mismo a un holandés, que a un alemán, que a un ucraniano y que a un español, que a un votante de Carolina del Norte, de Nevada o de California. Es el mundo todavía libre el que va a depender de Trump o Biden, y esa evidencia resulta aterradora.
En España, como en Francia o en Italia, sólo nos preocupa el futuro de nuestras casas. Aquí tenemos 47 millones de habitantes, sumados los invasores, y como en los Estados Unidos, con sólo dos posibles presidentes del Gobierno. En los momentos actuales, Sánchez o Feijóo. No estamos mejor que los Estados Unidos, pero de ganar uno u otro, el mundo libre seguirá igual, porque ni uno ni otro valen un pimiento, ni influyen en el equilibrio de la política internacional. Por supuesto que prefiero a Feijóo que a Sánchez, cuyo resentimiento social le ha empujado a situarse en los principios del siglo XX. Sánchez no ha ganado jamás unas elecciones, y de hacerlo, ha necesitado el apoyo de los que consideran que la existencia de España ha llegado a su fin. Feijóo tiene a su derecha a un partido nacido de la decepción. Y a su izquierda, al comunismo, el socialismo, el separatismo, el terrorismo y la imbecilidad. Pero tampoco me alivia saber que, entre 47 millones de españoles, sólo tienen probabilidades de gobernar en España Sánchez o Feijóo. O indolencia de los españoles o acatamiento sumiso ante una realidad devastadora. La Unión Europea, una imitación sin éxito de los Estados Unidos, es un caro fracaso. Todo son pactos y acuerdos de profesionales de la política que no pueden vivir ni enriquecerse de otra manera. En los Estados Unidos, la política es más infantil, menos corrupta, pero sólo alcanzan la cima de las posibilidades dos americanos. Y resulta que esos dos americanos son Biden o Trump, Trump o Biden. Y claro, el futuro de la libertad, la prosperidad y los Derechos Humanos es incierto. El mundo libre, al que pertenece España todavía, está en guerra con el Medievo teocrático. Y no nos hemos apercibido de ello. Es más, aceptamos con alegría la invasión de nuestros enemigos, que ya se han apoderado de las calles de Europa. En una situación límite, los Estados Unidos reaccionarían con su fuerza y su diplomacia a favor de sus aliados, pero tendrán que ser Trump o Biden los líderes de esa reacción.
Y no lo veo claro. Soy pesimista. Entre 335 millones de norteamericanos –estadounidenses–, no han encontrado a nadie mejor que a un desbocado y a un tonto gagá.
Y la Edad Media se dispone a aprovechar el vacío.
Lo nuestro es otra cosa.

Más de Alfonso Ussía​

 

Carta de la humillación​

Varias veces, a lo largo de los tres años que llevamos casados, he tratado de hablarte de este asunto, pero como siempre te enfadas y acaloras cuando lo hago, te lo dejo por escrito​

01/07/2024Actualizada 10:51
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Guardo toda la correspondencia interesante que he recibido durante mi larga vida. Decenas de miles de papeles. Guardados, que no archivados, motivo que me impide encontrar lo que busco. Pero siempre me topo con una sorpresa. Con su preciosa grafía, y en unos papeles timbrados del Hotel Formentor, me encuentro un manuscrito de Antonio Mingote. Ignoro si su contenido es de su autoría o no. La letra es la suya, si bien sustituye su identidad en la firma por la de un tal Robustiano. Nada, un día que estaba aburrido de tanta playa y se refugió en el aire acondicionado de su habitación para entretenerse. La carta de Robustiano está dirigida a su mujer, una tal Pepita, a la que Robustiano amaba apasionadamente sin ser del todo correspondido. Escribe Mingote:
Una persona escribe una carta a su mujer que aparece sobrepuesta en la imagen


Barca
Robustiano

«Querida Pepita, amada esposa mía:
Varias veces, a lo largo de los tres años que llevamos casados, he tratado de hablarte de este asunto, pero como siempre te enfadas y acaloras cuando lo hago, te lo dejo por escrito.
Durante el último año lo he pasado muy mal. He intentado cumplir con mis obligaciones –y deseos–, matrimoniales para contigo los 365 días del año. Y sólo lo he conseguido en 29 ocasiones. Las razones que me planteaste para no hacerlo fueron las siguientes:
Que se despertaba la niña: 11
Hacia calor: 16
Hacía frío: 14
Estabas cansada: 13
Estabas muy cansada: 8
Estabas agotada: 3
Era muy tarde: 10
Era muy temprano y a deshora: 7
Te hiciste la dormida: 13
Estabas realmente dormida: 18
Tenías la digestión pesada: 10
Dolor de cabeza: 19
Dolor de espalda: 12
Dolor de muelas: 11
Estabas rezando: 14
No estabas de humor: 15
Estabas triste por la muerte de tu tía: 8
La niña se había despertado y lloraba: 12
Habías ido a la peluquería: 14
Tenías que madrugar al día siguiente: 19
Te habías confesado y cumplías la penitencia: 24
Estabas con tus cosas: 65
Total: 336
De las 29 restantes, no pude terminar en catorce ocasiones porque,
Me pediste dinero para compras en pleno acto: 3
Te dio un calambre en una pierna: 8
Me dijiste que había que pintar el techo: 2
Te molestó un mosquito y tuve que matarlo: 1
Total: 14
De las 15 veces que me dejaste terminar,

Me dijiste que me diera prisa y terminara ya: 8
Tuve que despertarte al terminar: 6
Creí que te habías hecho daño porque te moviste: 1
Cada día te quiero más. Tu marido que te ama

Robustiano.

Ignoro si hoy nos tomarían por tontos. Pero nos reímos una barbaridad.

Más de Alfonso Ussía​

 

Matías​

Se añora a Matías Prats, el padre, Matías Prats Cañete, que llenaba el partido de sabiduría y anécdotas. Los partidos de fútbol, de baloncesto y las corridas de toros​

02/07/2024Actualizada 01:30
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El día menos pensado, en las retransmisiones de los partidos de fútbol, habrá más comentaristas en la misma cabina que futbolistas sobre el terreno de juego. Demasiadas voces, opiniones y coces al idioma para comentar lo que estamos viendo. En la Eurocopa que se está disputando, lo más recomendable es bajar el volumen del aparato de televisión. En las emisoras de radio, pasa lo mismo. Lo narran tres o cuatro expertos que se divierten y hacen chistes entre ellos que nada tienen que ver con el partido que narran. Espectacular fichaje de TVE de la comentarista Verónica Boquete, la del palo largo y el palo corto, la del «fenomenale juego con ele balono de la selecciona española». Se añora a Matías Prats, el padre, Matías Prats Cañete, que llenaba el partido de sabiduría y anécdotas. Los partidos de fútbol, de baloncesto y las corridas de toros. En una eliminatoria de Copa de Europa disputada por el Real Madrid y el «Jeunesse» de Luxemburgo, sólo un futbolista luxemburgués sabía que el balón era redondo. Era calvo, y se apellidaba Gustavson. «Además de por su juego, reconocerán a Gustavson por ser el menos dotado de frondosidad pilosa». Claro, que don Matías era un lector constante de Historia y Poesía, y un notable poeta satírico. Cuando fue despedido del Gobierno el ministro Gual Villalbí, Matías Prats resumió en «La Codorniz» la brillante carrera del gobernante defenestrado en dos versos, el segundo de pie quebrado: «Con Gual o sin Gual/ es igual».
Matías Prats comentaba las retransmisiones taurinas con su acento cordobés, y sabía de toros, de toreros, de empresarios, de mayorales, de subalternos y de público. Entre toro y toro, Ramón Díez, el mejor realizador de fútbol y toros de TVE y del resto del mundo, pinchaba la cámara que ofrecía una visión parcial del público. Y siempre encontraba Matías a un amigo sentado en un tendido digno de ser elogiado. Ramón Díez le gastó una broma. El toro había sido arrastrado por las mulillas, los areneros arreglaban el ruedo, y Díez enfocó y nos ofreció el descenso en aproximación de un avión que se disponía a aterrizar en Barajas. Matías no calló. «Por la hora, deduzco que ese avión de la compañía Aviaco que se dirige a Barajas, es el correspondiente al vuelo La Coruña-Madrid, y muy probablemente comandado por mi gran amigo Fernando Gutiérrez-Piso, tan experto piloto como gran compañero de tertulia. Y muy aficionado a los toros, ordoñista puro». Y el gran Ramón Diéz se la tragó.
Para el fútbol y baloncesto, Matías escondía su acento cordobés y hablaba en un español fluido y neutro. Como «seseaba» y le costaba «cecear» se buscó una artimaña que sólo sus amigos conocían. Si jugaba el Zaragoza, Matías pronunciaba «faragofa», escondiendo la 'c' en favor de la 'f'. «Los faragofanos felebran su gol con grandes abrafos».
No necesitaba a nadie a su lado para comentar innecesariedades. Y resultaba mucho más barato que las muchedumbres de comentaristas que las emisoras de radio y cadenas de televisión contratan para algo tan sencillo como narrar las imágenes de un partido. Los de ahora, y espero ser perdonado por muchos de los numerosos comentaristas deportivos, no narran, ni aportan, ni sirven. No saben hablar y ocultan su ignorancia en frases hechas y abrumadoras: «Ha leído el pase», «el partido está trabado» Pero, hasta para retransmitir un partido de octavos de final de Canicas Sobre Asfalto, las televisiones y radios necesitan contratar a tres comentaristas. El periodista, el entrenador de canicas, y el jugador o jugadora de Canicas sobre Asfalto en situación de retiro.
Matías lo hacía todo, llenaba los espacios huecos, los adornaba de anécdotas, reconocía a todos los jugadores, y remachaba sus intervenciones con un «grafias a todos por permanefer atentos a la pantalla».
Y escribía poemas.

Más de Alfonso Ussía​

 
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