ARTICULOS QUE NOS PUEDEN INTERESAR

El ruido y las nueces​

Sánchez ha conseguido que el PP y Vox sean los encargados de escandalizar con el ruido para que sus corrupciones no dañen su cosecha de nueces​

13/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Hasta ahora, Sánchez ha sido habilidoso y eficaz, silenciando el escándalo de la corrupción continuada de su Gobierno y de su familia con el ruido del despiste. Tiene en el Gobierno y en muchos medios de comunicación a sus mejores colaboradores. Siempre que se siente acosado o comprometido, los medios de comunicación serviles se callan y sus ministros aulladores sueltan una barbaridad con trascendencia efímera, pero suficiente para distraer la atención de la ciudadanía. –Óscar, piensa en una burrada, la dices y así la gente deja de interesarse con lo de Begoña–. Y Óscar Puente cumple con destreza su cometido, que no es la administración y mejora de los Transportes, sino la captación del interés general mediante sus chorradas y extralimitaciones verbales. Y todos los que no pertenecemos ni compartimos, y menos aún, comemos del pesebre oficial, caemos en la trampa, y le dedicamos mayor atención a los exabruptos de sus especialistas en soltar majaderías, que en la corrupción del sanchismo, que no es sólo material, sino intelectual y reflexiva. Hay que reflexionar, meditar y planear la corrupción mucho y bien, para alcanzar con tanta facilidad los objetivos. El ruido para todos, y las nueces para ellos.
El gran problema, que diluye toda posibilidad de terminar con Sánchez y su creciente tiranía, no es otro que la inutilidad de los partidos de la oposición. El mismo PP ha caído en el mensaje de que Vox es la ultraderecha, y Vox que la arrogancia del PP le impide alcanzar unos acuerdos duraderos y confortables para unir sus fuerzas y alejar de La Moncloa al inquilino que ocupa sus estancias. Sánchez ha conseguido que el PP y Vox sean los encargados de escandalizar con el ruido para que sus corrupciones no dañen su cosecha de nueces.
No entiendo, comprendo ni me cabe en la mente al PP, ni entiendo, comprendo ni me cabe en la mente a Vox. Uno y otro se han empeñado en desmoralizar a sus votantes, que no entienden, ni comprenden ni les cabe en la mente, que no hayan encontrado el acuerdo mínimo para intentar lo que España necesita con urgencia. Expulsar a Sánchez de La Moncloa. No tienen otro mandato democrático que esa exigencia. Y están obligados a ceder en sus discrepancias y en sus desavenencias. Conseguido el fin, que hagan lo que les venga en gana, que es el destino final de las siempre fragmentadas, egoístas y estúpidas derechas españolas.
Sánchez ya no necesita a sus voceros y sus cómplices para desviar y nublar el ánimo y el análisis de sus adversarios. Son sus adversarios los que le ofrecen el campo libre para culminar sus tropelías. La ruptura del PP y Vox puede considerarse como el gran triunfo estratégico de Sánchez. El PP con sus complejos –y su desdichada dirección–, y Vox con su sorprendente y absurda altanería, se han sometido a la corrupción sanchista, dejando con la boca abierta a sus muchos millones de partidarios y electores. Parecen dos tontos discutiendo mientras el listo les anima a seguir enfrentándose y aprovecha la situación para adueñarse de todos los espacios del poder.
Sánchez no necesita a nadie para desviar la atención. Los españoles estamos en manos de la profesionalidad y decencia de los jueces independientes que aún quedan en España. Nada se puede esperar de estos partidos de la oposición dominados por los complejos y la farsa de la pureza. El ruido lo hacen el PP y Vox. Las nueces, no caben ya en La Moncloa.
 

La heroína fondona​

La postal del acceso a España de Marta Rovira no es para enmarcar. Cuando, al fin, pisó tierra española, le ofrecieron una señera estrellada, que al desplegarla, y por culpa del viento, le cubrió rostro y cabeza​

14/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

No deja de sorprenderme el separatismo catalán. Una mujer que delinque, huye y deja a merced de la Justicia a sus compañeros delincuentes sin posibilidad de fugarse, ha sido recibida por un ridículo grupo de abandonados que han vitoreado su heroísmo. La heroína no se exilió, como ella dice y repite. La heroína huyó como una coneja en pos de una madriguera segura. Y la madriguera segura, en la que ha permanecido durante siete años, era una madriguera de cinco estrellas según los baremos de la hostelería para logomorfos. Para hospedarse en Suiza durante siete años hay que tener mucho dinero, o recibir descaradas cantidades provenientes de los bolsillos de los majaderos que acudieron a recibirla.
Lo malo es que, una parte importante del dinero que ha ayudado a sobrevivir con toda suerte de lujos suizos a la heroína, también venía de los impuestos de los madrileños, los andaluces, los castellanos y demás gentes prescindibles.
Lo que no ha podido mejorar ha sido la estética. Para cruzar a pie la frontera que separa a Francia de España, hay que ofrecer un cierto empaque, una serenidad emotiva. Hasta Manuel Azaña, que no era estético, alcanzó a pie el suelo de Francia huyendo de su derrota haciendo gala de una emocionada entereza, flema y filosofía. Narra su huída admirablemente Federico Jiménez Losantos en su libroLa Última Salida de Manuel Azaña. Nuestra logomorfa, traviesa conejilla, se escapó a toda pastilla de España, y eligió Ginebra para glorificar su libertad, coincidiendo allí con Anna Gabriel, más tonta aún que la heroína, por cuando la Justicia no había dictado orden de detención contra ella. Y como buena comunista, se refugió en Suiza, y no en La Habana, esa maravillosa ciudad que se cae a trozos gracias a la economía socialista.
La postal del acceso a España de Marta Rovira no es para enmarcar. En Suiza ha engordado, se le han puesto los muslos como a Roberto Carlos, el genial futbolista del Real Madrid, y no le han cambiado ni el rostro ni el pelochichi de la cabeza. Se dejaba acompañar de colegas de poca monta, y cuando, al fin, pisó tierra española, le ofrecieron una señera estrellada, que al desplegarla, y por culpa del viento, le cubrió rostro y cabeza, hecho que demuestra que hasta las señeras separatistas son útiles si se dan las oportunas circunstancias. «Venimos a ultimar lo que empezamos». Y como es de lágrima fácil, muy de chacha de los años cuarenta del pasado siglo, no pudo alargar su discurso. Imagen tan ridícula como la del viandante que alza el brazo para detener un taxi en la ciudad, y el taxi no repara en él y continúa su marcha, dejando al viandante con el brazo en alto y expresión de simio desencuadernado.
Como era de esperar, Marta Rovira, la de los siete años en Suiza, se refirió a su autonomía como «nación invadida». Referencia obligada que aún conmueve el sentimiento de muchos empecinados en seguir haciendo el ridículo creyendo a pies juntillas las promesas falsas de sus dirigentes. A ninguno de sus recibidores , se le ocurrió preguntarle de qué había vivido estos siete años en Suiza y quién o quienes le mandaban el dinero para comer, comprar chocolates y no ir a la peluquería. Los separatistas catalanes son muy discretos y respetuosos con los que juegan con sus ilusiones, y no se les ocurre preguntar obviedades. Ahora se propone cargarse a Junqueras, otro que tal, pero con una diferencia. Junqueras tuvo tiempo de escapar, fue citado por la Justicia y posteriormente detenido, juzgado y condenado, mientras Marta Rovira vivía a cuerpo de divorciada de millonario en la ciudad donde el dinero es lo más importante. Más aún que Guillermo Tell, el héroe nacional suizo, leyenda de cenutrios.
Así, que habrá que seguir los pasos de Marta Rovira en pos de concluir lo que tan malamente inició.
Mi humilde persona, como parte insignificante de la invasión de Cataluña, le desea, como mínimo, que se ponga a dieta.
Fondona.

Más de Alfonso Ussía​

 

Decisión​

Continuará si me lo permiten. Porque lo gordo, viene ahora​

15/07/2024Actualizada 09:53
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Buenos días, Tomás.
–Buenos días, señor marqués.
–Cuando me pongas la ginebrita, a ver si me consigues el número del móvil de Juanma.
–¿Qué Juanma?
–El de Sevilla. El presidente de no sé qué de Andalucía.
– ¿Juanma Moreno?
–Equilicuá.
–Lo intentaré. ¿La ginebrita, cargada o liviana?
–Muy cargada, Tomás. Lo que tengo que decirle a Juanma es muy serio.
Creo que es simpático. Siempre está sonriente. Pero mucho me temo que, después de charlar conmigo, su mente se abarrotará de nubarrones. Me duele, pero no puedo seguir así. Soy el dueño del mayor campo de Andalucía. Una especie de Condado de Treviño con acento andaluz. Todos los que me conocen saben que la línea figurada que divide a las provincias de Cádiz y Sevilla, pasa por la mesa de mi comedor principal. De esta forma, Paula, mi mujer preside la mesa desde Cádiz, y yo lo hago desde Sevilla. Ningún Rey de la Historia de España ha gozado de ese privilegio, y por esa razón, Franco jamás aceptó las invitaciones de Mamá para cazar en La Jaralera. Él presidía la mesa en el municipio de El Pardo, y Doña Carmen se sentaba en la otra presidencia, también en el municipio de El Pardo. Y nos envidiaban, lo cual es tan perdonable como lógico. Me trae Tomás la ginebrita.
Ilustración de Barca para la columna de Ussía del lunes 15 de julio de 2024

Barca
-Cargadísima, señor marqués.
–Gracias, Tomás. ¿Y el teléfono de Juanma?
–Me han dicho que no me lo pueden dar. Que llame a la Junta de Andalucía, pregunte por la secretaría del presidente, y que, si don Juanma puede, se pondrá, y si no puede o no quiere, no se pondrá.
–Se pondrá, ¡vaya si se pondrá!
–¿Junta de Andalucía?
–Aquí es.
–¿Juanma Moreno?
–Querrá usted decir, el señor presidente.
–Vale, de acuerdo, no se ponga usted así. Lo he hecho con la mejor intención. Dígale que le ha llamado el marqués de Sotoancho. Le doy el número de mi móvil. 886549900. Que espero su respuesta.
–¿Usted qué se ha creído? El presidente no devuelve llamadas de particulares, por marqueses que sean.
–Le repito el número. Apunte. Es el 886549900. Buenas tardes.
No han pasado ni diez minutos y Juanma responde a mi llamada.
–¿El marqués de Sotoancho?
–Al aparato.
–Soy el presidente.
–Buenas tardes, señor presidente.
–Llámeme Juanma. Y con tuteo. Soy muy sencillo.
–A mí, Cristián Ildefonso. Y no soy nada sencillo.
–Pues dime, Cristián Ildefonso.
–Nada, Juanma, que he decidido independizarme de Andalucía y de España y crear un nuevo Estado asociado. Me he decidido cuando te he visto de nuevo rindiendo homenaje al cenutrio de Blas Infante.
–Es el Padre de Andalucía.
–El Padre de Andalucía es el Rey Fernando III el Santo. Infante era un memo pro islamista. Pero eso no es lo fundamental. Lo fundamental es que La Jaralera es autosuficiente, y su núcleo urbano, Guadalmazán del Marques –ese marqués soy yo–, es partidario de ir a las urnas ilegalmente en treinta días. Si lo hacen unos forajidos en Cataluña, y queman coches, y pegan a la Policía y a los transeúntes, incendian sus calles y toman el poder por asalto, yo hago lo mismo. Ellos lo hicieron para robar mejor y seguir robando, y nosotros lo haremos para crear en España un Estado al que serán bienvenidos todos los españoles que sean de mi agrado. Sin robar, porque todo es mío, y no voy a ser tan tonto como para robarme a mí mismo. ¿Lo entiendes, Juanma?
–Cristián Ildefonso espero que si lo intentas, te mando a los guardias.
–Tengo Fuerzas Armadas. Todos los habitantes de Guadalmazán, capital del Principado, doscientos soldados de la antigua Yugoslavia, y cien drones que he comprado en el mercado negro que, de ponerme farruco, te dejan el Palacio de Montpensier como un solar.
(Continuará si me lo permiten. Porque lo gordo, viene ahora).

Más de Alfonso Ussía​

 

Wimberlín​

Fue una delicia recuperar la imagen de la reunificación de España. Los que sufrieron una patada en el estómago fueron los tibios como Illa, y los separatistas catalanes y vascos​

16/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

La belleza y estética de Wimbledon para Alcaraz. La noche de Berlín para la Selección de España de fútbol, entrenada por un riojano creyente y pausado, muy distante del protagonismo futbolero. El domingo, España ganó en Wimberlín. Sánchez no quiso volar en el mismo avión que el Rey y la Infanta Sofía. Lógico desdén. Sánchez ya no puede viajar en un avión donde no se le considera la máxima autoridad. –¡Tengo hambre! ¡Mi plato de jamón!–, –perdón presidente, aguarde que se lo ofrezcamos al Rey y la Infanta, y posteriormente le prepararemos el suyo–. El Rey estuvo en Wimbledon y asistió a la semifinal de Carlitos y Medvedev. Y en Berlín, con la alegría del triunfo de la Selección, que le hizo protagonista de la victoria. A Sánchez no le permitieron que participara en la entrega de medallas y el trofeo del campeón. Iba muy malamente vestido. El Rey recibió los espontáneos abrazos de todos los futbolistas españoles. Declaró el tonto de Illa, el que estuvo a punto de convertir España en un infinito hospital, que cada gol o buena jugada de Lamine Yamal equivale a una patada en el estómago de la ultraderecha. A estas alturas, y sigue con la murga.
Supe que yo no pertenecía a la ultraderecha porque disfruté como un loco con el juego de los catalanes Lamine Yamal, Cucurella y Dani Olmo, del navarro Nico Williams, de los vascos Oyarzábal y Merino, sin olvidar al portero Unai Simón, de los madrileños Carvajal, Nacho –y algo menos, de Morata–, y de Rodrigo, de los andaluces Fabián y Navas de todos, un equipo de amigos y patriotas ejemplares. Fue una delicia recuperar la imagen de la reunificación de España. Los que sufrieron una patada en el estómago fueron los tibios como Illa, y los separatistas catalanes y vascos. Se vendieron en Cataluña y las Vascongadas decenas de miles de envases de Omeprazol, para ayudar a eliminar las bilis separatistas.
El aperitivo maravilloso se lo debimos a Carlos Alcaraz, que no sólo superó al formidable Djokovic, sino al gafe del comentarista de Movistar, Mielgo, que no comenta, aventura, que no narra, predice, y cada vez que lo hacía, ganaba el punto decisivo el serbio. Lo contrario que Alex Corretja, tan bueno y ajustado en el comentario como en su pasado tenista, simpático y concreto, lleno de humor y sabiduría tenística.
La noche de Wimberlín pude disfrutarla en casa con mis nietos, pero preferí hacerlo con ellos y mi mujer en el Real Club Estrada, con más socios reunidos que los habituales del Bernabéu. Copas y pinchos de tortilla, raciones de croquetas y gambas Allí, con mis amigos Adolfo y Raúl Herrera, el segundo responsable de haber convertido al club que se moría en el mejor restaurante de Comillas, lo cual nadie se lo reconoce ni agradece en su lejana Junta Directiva. Y por allí pululando y llevando a los más de doscientos espectadores, las delicias de Marga y Elías, las sombras sonrientes de Noelia, de Carmen, de Henar, de Casilda, de Alejandra, de Verónica, de Ana Y el alarido en el gol de Oyarzábal, que produjo el susto en los bosques cercanos, la huida de los corzos, el vuelo de los jilgueros, el mosqueo de los jabalíes, el pavor de las vacas, y el estupor de los pocos patos que quedan en La Rabia, porque los ecologistas han terminado con su riqueza permanente, y es que ellos son así. Noche inolvidable, con Wimbledon atrás y Berlín en directo, Wimberlín, la noche en la que todos los españoles de bien brindaron por España.
A Sánchez no le dejaron bajar al terreno de juego porque iba como muy hortera, muy malamente vestido, lo contrario que el Rey de España, el Príncipe de Gales y el seleccionador español.
¡Wimberlín!
 

Periodismo aberrante​

17/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Y un segundo antes de que el asesino pulsara el gatillo de su rifle de precisión, Trump movió la cabeza. La bala encaminada a perforar el cráneo de Donald Trump no tuvo reflejos y siguió su rumbo. Acertó, pero no de pleno. Atravesó la zona alta de la oreja derecha del candidato conservador a la presidencia de los Estados Unidos. Se agachó, fue rodeado por sus miembros del equipo de seguridad, y se incorporó dolorido y encorajinado, como el torero corneado que se niega a refugiarse en la enfermería de la plaza. Sangraba la herida. Habían intentado asesinar de nuevo, a un político conservador que, con todos sus defectos formales, reúne la ilusión de millones de ciudadanos estadounidenses para llevarlo, de nuevo, a la presidencia de los Estados Unidos. Las imágenes no mentían. Pero el amplio sector del periodismo aberrante español, se empeñó en poner en duda la existencia del atentado. La cloaca informativa coincidió en el ridículo y la villanía.
Un tipo que se presenta como «escritor» y colabora en «La Vanguardia» de los Godó, escribió en tuiter: «Uuuuuy». Y aclaró su estado de ánimo y su orgullo de autor: «Jamás haré un tuit mejor». Creo que se llama Pedro Vallín. En el diario que dirige la pobre Pepa Bueno, «El País», se decantó por las apariencias en detrimento de las evidencias. «Trump, evacuado de un mitin tras escucharse aparentes disparos». Como se trata de un periódico que sobrevive gracias a las ayudas públicas, y haciendo gala de una reacción digna de admiración, se mantuvo en la apariencia pero en un segundo titular añadió un dato de interés mundial. «Trump, evacuado de un mítin por el Servicio Secreto tras un aparente atentado. Se ha ido con algo de sangre». Es decir, que para «El País», con toda la gaita de la transexualidad imperante en los movimientos feministas, Trump fue evacuado del mítin tras el aparente atentado porque le sorprendió inesperadamente la menstruación. «El Mundo», también sagaz: «Disparos en un mitin de Trump. El expresidente herido, y dos personas muertas, entre ellas el autor del presunto atentado». Trump herido, dos personas muertas, y el atentado, presunto. De no ser «presunto» habrían fallecido todos los asistentes. TVE, demostrando la gran sagacidad de sus redactores, da la noticia bajo el amparo de la suposición. «Trump, supuestamente disparado».
Y en una tertulia improvisada, un tertuliano «lamenta que el atentado va a favorecer a Trump». Que le hayan «supuestamente disparado» y herido, carece de importancia. Lo preocupante es el error y la poca pericia del asesino. A punto estuvo de reconocer el ilustrado comentarista: «Una ocasión así no se puede desperdiciar con un mal disparo. Si se dispara contra Trump, hay que matarlo, no herirle en una oreja». En «La Razón», el titular de urgencia tampoco es acertado. Pasamos del presunto atentado, el aparente atentado y el supuesto atentado al posible atentado. «Trump, evacuado de un mitin tras un posible atentado». En la cadena de televisión de la misma propiedad, La Sexta, el atentado se rebaja a un simple incidente: «¡Última hora! Dos víctimas en este incidente. Un miembro de la audiencia y el tirador. Además, hay un herido grave». En mi humilde opinión, si en un mitin electoral muere un terrorista, un espectador y se produce un herido de alta gravedad, lo de «incidente» queda muy cortito, muy poquita cosa. Un incidente es caerse por la calle y doblarse un tobillo.
Pero las normas que imparte la Moncloa para coincidir en la adjetivación de los hechos no pueden modificarse si se pretende seguir recibiendo dinero público con el fin de sostener las pérdidas de la empresa.
Menos mal que ha imperado la prudencia, porque la inicial consigna no era otra que la que sigue: «Trump se inventa un atentado contra él, el tirador se pone nervioso y le atraviesa la oreja, y encima va y se enfada».
Aberrante sectarismo del más poderoso sector del periodismo español. Lástima que no haya coincidido el atentado contra Trump con la gran noticia del día: «Fallece inesperadamente en la localidad burgalesa de Santo Obdulio de los Pinsapos, doña Hermenegilda Jilandros, cuando soplaba las 107 velas de su tarta de cumpleaños».

Más de Alfonso Ussía​

 

Héroes de San Marino​

Víctor Tarradellas fue el que consiguió de los rusos la promesa de enviar a Cataluña 10.000 soldados a cambio de que la nueva republiqueta reconociera como ruso al territorio ucraniano del Donbass​

19/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Lo firma Joan López en «El Debate». Tanto confiaba Puigdemont en su «república» con anterioridad a proclamarla y cuya duración no excedió los ocho segundos de vigencia, que, durante los meses previos, el enlace de la Generalidad con los rusos, no colgó el teléfono hasta que, al fin, le garantizara Bélgica su protección , su residencia y su buena vida a costa de los impuestos de los españoles. Víctor Tarradellas fue el que consiguió de los rusos la promesa de enviar a Cataluña 10.000 soldados a cambio de que la nueva republiqueta reconociera como ruso al territorio ucraniano del Donbass. Los diez mil soldados rusos desplazados a Cataluña para defender el efímero Estado catalán se consideraron imprescindibles por Puigdemont y Tarradellas por temor a no encontrar a diez mil catalanes dispuestos a luchar y morir por la sardana, la barretina, la herencia del abuelo Florenci, la catalanidad de Messi, la financiación del «Barça» y la finalización –al fin, ya con Cataluña ocho segundos independiente del resto de España–, de la Sagrada Familia de Gaudí, que esta vez iba en serio y con fecha fija, es decir, en enero de 2102, más o menos, ya en pleno siglo XXII.
Cuando Puigdemont huyó en el maletero de un coche, con el permiso de Soraya Sáenz de Santamaría, y ocupó el asiento trasero, ya en Francia para seguir, rumbo al norte hasta Flandes, dejando en Cataluña tirados a todos los tontos que le apoyaron, ya tenía asegurado su refugio, si bien no era el de su primera elección. Víctor Tarradellas gestionó el «exilio» del gerundense «excrementat» –pronúnciese «axcramantat»–, en la República de San Marino, un bello territorio independiente de Italia, con 33.000 habitantes, montañoso, de empaque medieval y conocido por celebrarse en su zona más plana el Gran Premio de Automovilismo de Fórmula 1, el Gran Premio de San Marino. Preciosos paisajes y medievales castillos, en uno de los cuales soñaba el gerundense «desterrat» –pronúnciese «dastarrat»–, montar su corte y recibir a Sánchez de tú a tú.
San Marino, que se extiende hacia el Adriático con sus 61 kilómetros cuadrados de superficie, está dividido en regencias, equivalentes a nuestras provincias. Y cada seis meses dos capitanes regentes de diferentes partidos son elegidos para comandar y cogobernar el pequeño Estado. Cuando Víctor Tarradellas, por orden de Puigdemont, rindió visita a San Marino para convencer a los capitanes regentes de las ventajas que disfrutarían los sanmarinenses con Puigdemont huido de la Justicia y «autoexiliado», los capitanes regentes eran Enrico Caratoni y Mateo Fiorino. Y tanto el uno como el otro decidieron mandar a Puigdemont y Víctor Tarradellas a freír puñetas. San Marino es un Estado más extenso que El Vaticano, que sólo cuenta con 44 hectáreas. Y que el Principado de Mónaco ( 208 hectáreas) y más reducido en extensión que Liechtenstein ( 160 kilómetros cuadrados) y Andorra, que encabeza la magnitud territorial de los pequeños estados de Europa con sus 468 kilómetros cuadrados. Cinco países ricos, muy invertidos en dinero exterior, de vida plácida y serena, que no quieren líos con paletos sobrevenidos y aldeanos pendencieros. De ahí que Puigdemont tomara el camino español hacia Waterloo con la autorización de las autoridades flamencas de Bélgica, que no olvidan –como tantos holandeses–, que fueron súbditos del Rey de España. Curioso asunto. Los nativos de todos los territorios de América del norte, de la América central, de América del sur, de los Caribes y del Pacífico, así como de Filipinas, eran españoles como los de Madrid, Santander o Sevilla. Pero los habitantes de Flandes, se consideraban súbditos del Rey de España, y esa pequeña diferencia, todavía les molesta.
Por ello, urge homenajear con discursos a los postres y placas conmemorativas a los capitanes regentes de San Marino, señores Caratoni y Fiorino, con un acto de gratitud por la patada en el culo que propinaron al «caganer» amnistiado por Sánchez antes de que su traspuntín hiciera sombra en los 61 kilómetros cuadrados de la preciosa, preciada y apreciada república de San Marino, que sin 10.000 rusos ha sido capaz de mantener su independencia respecto a Italia.
Estos paletos son muy ridículos.

Más de Alfonso Ussía​

 

Paseing​

El «paseing» o «andanding» o «promenading» no es otra cosa que el paseo. Todo el mundo pasea. No conozco actividad más aburrida, por preciosos que sean los paisajes y los caminos. Además, altamente peligroso​

20/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Hoy, en señal de máximo respeto por los malos momentos que estará viviendo la acosada por la ultraderecha, dispongo a relajarme, apartarme de la política, y plantear una duda que me corroe desde hace muchos años. Además de aburrido, ¿es bueno o malo para la salud corporal e intelectual el «paseing»? El «paseing» o «andanding» o «promenading» no es otra cosa que el paseo. Todo el mundo pasea. No conozco actividad más aburrida, por preciosos que sean los paisajes y los caminos. Además, altamente peligroso. El 90% de los ataques de perros a los seres humanos se producen en los paseos. Y se ha puesto de moda pasear en familia. Así que va uno cómodamente sentado al volante de su coche, por carriles y sendas entre prados y montañas, y se topa con los abuelos, los padres, los nietos, los amigos de los nietos y los dos o tres perritos que viven a costa de tan abigarrada familia, en pleno «paseing». En semejante tesitura, el conductor del agradable coche, con asiento mullido, aire acondicionado y música al gusto del consumidor, es obligado pisar el acelerador.. Jamás el saludo, y menos aún, con amable sonrisa. El profesional del «paseing» siempre tiene una necesidad. O necesita agua, o tiene hambre, o solicita descanso o uno de los abuelos se ha torcido el pie y dañado el tobillo mientras exclamaba en voz alta: ¡Qué maravilla de paseo! Es entonces, cuando la familia ruega al conductor que la libere del anciano lesionado, lo lleve hasta el más cercano centro de urgencias, y así poder seguir paseando libremente, ajena a los dolores del veterano pariente.
Así me ha ocurrido en la mañana de hoy.
Desde mi casa a Caviedes hay más de treinta kilómetros de distancia. Se pueden recortar tomando desde La Hayuela un camino de tierra, en invierno tranquilo y solitario, y en verano poblado por multitud de familias, senderistas y ciclistas perfectamente prescindibles. Así que admiraba un maravilloso hayedo, a mitad de camino, cuando, después de una cerrada curva, me he topado con una familia descansando. Todos, cubiertos por gorras de béisbol y entre ellos, tres perritos comprensiblemente malhumorados. Perritos de ciudad, para nada aficionados a los paisajes y las sorpresas que las sendas naturales procuran.
Los que aparentemente descansaban, se interesaban por un individuo que soltaba toda suerte de ayes y maldiciones. He estado a punto de acelerar, pero algo bueno queda en mi conciencia, y a sabiendas del peligro que corría, me he detenido.
¿Están bien?
Nosotros sí. El que está mal es el abuelo Rubén. No puede andar. Y no tenemos coche.
No se preocupen. Llamen a «urgencias» y en diez minutos tendrán aquí una ambulancia.
No hemos traído nuestros móviles. Queríamos pasear de manera ecologista y modo sostenible. ¿Podría llevar al abuelo Rubén a un centro médico?
La verdad es que no entraba en mis planes llevar a su abuelo Rubén a ningún sitio.
Usted es insolidario.
Plenamente insolidario.
Hemos apuntado su matrícula y nos proponemos denunciarle a la Guardia Civil.
En tal caso, metan al abuelo Rubén en la parte trasera de mi coche, con una manta para evitar que el sudor impregne los asientos y me deje un tufo solidario.
Se ha llevado a cabo la operación. Los tres perritos insistían en subir también al coche, a lo que me he negado.
Los perritos se los quedan ustedes.
Cucufate es el del abuelo.
Me da igual.
El abuelo, ya asentado en el coche ha gritado.
¡Cucufate, arriba!
Y ha subido Cucufate.
Durante el trayecto al centro asistencial, ni una palabra. Hay que agradecer en situaciones como la mía, que los lesionados sean antipáticos. Un simpático puede acabar con la paciencia de cualquiera.
Llegados al centro asistencial, y antes de que me pidieran mi tarjeta sanitaria, he dejado en un banco al abuelo mientras Cucufate hacía por mí.
Todavía me estoy recuperando.
Pero continúo en trance.
Anda, Begoña, no mientas que es peor.

Más de Alfonso Ussía​

 

La macedonia​

Se dice y comenta, siempre en susurros, en el hogar de los Sánchez, que el abogado obedece a rajatabla las órdenes del enamorado de Gómez​

21/07/2024Actualizada 02:00
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Dos semanas atrás, en la víspera de la primera declaración fallida de Gómez, su abogado el ex ministro de Justicia de Zapatero, Camacho, declaró: «Mi cliente está dispuesta a colaborar con la justicia y a declarar ante el juez». No declaró. Anteayer, después de la segunda comparecencia de Gómez con la húmeda clausurada, el abogado disculpó el silencio de Gómez: «Mi representada no ha declarado, pero no porque tenga nada que esconder». Que me aten esa mosca por el rabo.
Se dice y comenta, siempre en susurros, en el hogar de los Sánchez, que el abogado obedece a rajatabla las órdenes del enamorado de Gómez. –Camacho, hasta dónde y cuando sea posible, que Gómez no abra la boca. Conozco a Gómez bastante bien, y puede resultar desastrosa su declaración–.
Gómez, efectivamente, es una caja de sorpresas cuando habla. Su cabeza es como una macedonia de frutas. Si declara de acuerdo con las cerezas, le salen los gajos de naranja. Si habla recomendada por los cuadraditos de pera, le surgen los pensamientos del kiwi. Se muestra altiva y distante, y hasta solemne, encadenando sobreactuaciones verbales impregnadas de incomprensibles tonterías. Sean rescatadas sus intervenciones fundraisingueras, y aunque sólo sea por una vez, me darán la razón.
Años atrás, una amiga bastante inmersa en la superficialidad y la tontería, se equivocó de pedal. Por aprobar a los 26 años el examen para obtener el carné de conducir, su padre, emocionado, le regaló un Seat 127 de color natillas. Un coche con tres pedales. El del embrague, el del freno y el acelerador. Por desgracia, y a todos nos puede suceder conduciendo un coche tripedal, protagonizó una incidencia. Se coloreó el semáforo en rojo, ella presionó el pedal del freno, el pedal del freno había ocupado el espacio del pedal de embragar, el coche en lugar de detenerse se deslizó con empuje, y golpeó de refilón a un ciudadano que cruzaba la calle con el semáforo en verde para los viandantes. Por fortuna, el percance fue leve, pero mi amiga tuvo que enfrentarse a un juicio. Todos los testigos declararon que se había saltado el semáforo en rojo. Una contrariedad.
Y ella, que no era como Gómez, respondió a las preguntas del abogado de la víctima, de algunas precisiones requeridas por el juez y de su abogado defensor. Cuando respondió a las preguntas de su letrado, el ambiente en la sala se caldeó. El padre de mi amiga, que se hallaba entre el público, interrumpió el juicio y fue severamente amonestado por Su Señoría. Pero Su Señoría tuvo el detalle de permitirle hablar. –Señoría, le ruego que interrumpa la declaración de mi hija. La hemos preparado concienzudamente en mi casa. Sabíamos que era imposible acceder a la absolución, pero sí mitigar la gravedad de la sentencia. Resulta, Señoría, que mi hija tiene la cabeza a pájaros, no coordina, se pone nerviosa, y cuando miente, se le nota demasiado. De continuar respondiendo a las preguntas que le formulan, es muy probable que Su Señoría se vea obligado a condenarla a 30 años de prisión. Es mi única hija, y a pesar de su fragilidad intelectual, la quiero mucho. Pero suspenda su declaración, porque a medida que responde, toda la estrategia de su defensa se hace añicos. Sí, Señoría, como habrá comprobado, mi niña es un tanto tontita y en lugar de cerebro, tiene una ensalada de frutas. Yo pagaré la sanción económica que le impongan, pero me temo que esto se nos ha ido de las manos. Gracias, Señoría–.
El juez, que era justo, comprensivo y humano, dio la vista por terminada y condenó con severidad económica a la niña un tanto tontita. Pero no pasó de ahí.
No entiendo el motivo que me ha llevado a recordar aquel episodio de mi amiga inexperta en pedales. Como tampoco entiendo qué tiene que ver con la negativa a responder de Gómez.
La vida, efectivamente, es una tómbola, tom, tom, tómbola.

Más de Alfonso Ussía​

 

La fístula​

Hay que demostrar a los separatistas catalanes y vascos, que son unos farsantes, y que independizarse es más sencillo de lo que creen. Es decir, que a lo único que aspiran es a seguir robando del Tesoro español​

22/07/2024Actualizada 08:33
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

Juanma avisado. La verdad es que no tengo intención alguna de separarme de España, pero sí de molestar a los separatistas con una suave independencia al modo relámpago. Ya independientes, convocaré mi 'referéndum' y votaremos por unanimidad la integración de nuevo en España. Hay que demostrar a los separatistas catalanes y vascos, que son unos farsantes, y que independizarse es más sencillo de lo que creen. Es decir, que a lo único que aspiran es a seguir robando del Tesoro español.
El mayordomo observa el culete dolorido del señor marqués

Barca
–Tomás….
–¿Mantengo mi tratamiento de «señor marqués» o debo usar el de Su Alteza?
–Todavía no somos independientes, y por lo tanto, no ha tenido lugar la coronación principesca. Además, Tomás, ni a ti te lo he comentado, sufro un principio de fístula perianal, y un príncipe no puede proclamarse como tal con los culámenes doloridos. Recuerda el caso de Gilberto VIII de Mogrovia. Fue destronado cuando su mayordomo mayor, Alexander, descubrió en su cuarto de baño un paquete de compresas almohadilladas. Se fue de la muí, la noticia la publicó el periódico republicano, y se produjo el golpe de Estado que terminó con su efímera estancia en el trono.
–Mi padre tuvo eso mismo, señor marqués, y sufrió horrores. Si le soy sincero, había notado que, de una semana hasta hoy, usted había perdido el empaque marquesal de sus andares.
–Podrías habérmelo dicho.
–Me daba corte, señor. Existen dolencias que no deben ser comentadas. Además de ese tipo de fístulas, los golondrinos axilares.
–Jamás he padecido de golondrinos.
–Por eso me mantengo a su servicio. Un mayordomo que se precie no puede servir a un señor con golondrinos axilares. Estuve a punto de abandonarle cuando su madre, la malvada marquesa viuda, le obligó a operarse de fimosis a los 56 años y tuvo usted que soportar durante una semana lacerantes escoceduras de pitilín.
–Aquella semana aún me hiere, Tomás. Gracias por permanecer a mi lado.
–Entonces, señor marqués, ¿Lo de la independencia se retrasa?
–Hasta que el doctor Casanova no me lo permita, se retrasa. Habla con la Casa Real para que no se pongan nerviosos.
–¿Con quién de la Casa Real?
–Con el amable telefonista que responda a tu llamada.
–Procedo a hacerlo de inmediato, señor marqués.
–Gracias, Tomás. Y con anterioridad a hablar con la Casa Real, me pones la cremita que tengo guardada en el armario de las viagras, y me la extiendes por el culete.
–Bajo ningún concepto, señor. Me da mucho asco. Vomito con sólo imaginármelo.
–El servicio ya no es lo que era.
–Es lo que era, señor, pero sin la obligación de extender cremitas en los culetes.
–El culete de tu marqués, es decir, un culete noble, no puede producir alteraciones en su mayordomo.
–No lo voy a hacer, señor.
–Tú te lo pierdes, Tomás.
Indignante. Apuntaré en su «debe» este desaire. Que se olvide de la paga extraordinaria del 8 de agosto, día de San Honesto, Patrón de la Jaralera. Tampoco es para tanto. También los marqueses, aunque la gente no lo sepa, podemos padecer de fístulas perianales. Adoptaré las medidas y sanciones oportunas.
Me duele bastante. Pero tengo que mantener la dignidad y el empaque. Ser marqués de Sotoancho y ejercer como tal, en ocasiones resulta durísimo. Jamás habría esperado este mal detalle de Tomás. En San Honesto nos veremos…

Más de Alfonso Ussía​

00CitarNombrar
 

La farsa por Alfonso Ussía​

No es una fiesta de «La Cultura», como ellos pretenden, sino el reparto de premios de una industria al borde de la quiebra​

La Razón
La RazónLa Razón
  • Alfonso Ussía
Última actualización:11.01.2012 21:31
El cine es farsa y figuración. Cuando se hace bien la farsa es arte, y cuando se hace mal, como en España, es industria ruinosa, bazofia pura. El mundillo de la farsa dentro de la sociedad cabe en un ombligo. Un ombligo habitado por quienes, acostumbrados a la farsa de su dignísima profesión, la han adaptado también para sus vidas. En España se ha producido muy buen cine por unas pocas pesetas invertidas por los productores, y se ha hecho un cine abominable, aburrido, tostón, reiterativo, politizado y coñazo con millones de euros de los contribuyentes. Y una vez cada año, la farsa se reúne para repartirse unos premios que se conceden a espaldas de la realidad y la lógica. Si la farsa fuera coherente y agradecida, este año tendrían que haber llovido las candidaturas sobre la última película de Santiago Segura, «Torrente 4», que ha salvado, desde la libertad de los espectadores que pasan por taquilla, al resto de los bodrios producidos.

Pero la farsa es envidiosa, y no tolera deserciones en sus filas ni independencias artísticas, industriales o económicas. De ahí que los premios que reparte con el nombre de un genio universal, Goya, se hayan convertido en una mentira distribuida entre la mediocridad y la militancia que a muy pocos interesa.

Me informan los entendidos, que técnicamente, el rodaje de «Torrente 4» se ha llevado a cabo con altísima calidad. Puede gustar o no el personaje de Segura, pero nadie puede poner en duda que se trata de un tipo que en algún momento, en alguna secuencia, nos recuerda a todos nosotros. Es un personaje nacido de la realidad más abrupta de nuestra sociedad, y su éxito en taquilla –el único del año–, es mucho más importante y fundamental que las críticas de los beatos de la sabiduría y de los concededores de bulas.

En esta edición, ya está decidido, va a ganar Almodóvar muchos kilos de bronce representando al humillado genio de Fuendetodos, porque así lo ha decidido el sistema. Gracias a esa generosidad anticipada del sistema, Almodóvar retorna al seno de la llamada «Academia», y todos tan contentos. Dieciséis nominaciones. Competirá con cuatro películas, cuya opinión acerca de su calidad e interés me está vedada porque no las he visto. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen, y me parece bien siempre que no pretendan que también los contribuyentes les paguemos la ombliguera celebración y posterior fiesta. Es noche de llantos y abrazos, de envidias viperinas sonrientes, de elogios que no se sienten y de plagios hollywoodenses llevados hasta el extremo más decidido de la cutrez y la horterada. Pero no es una fiesta de «La Cultura», como ellos pretenden, sino el reparto de premios de una industria al borde de la quiebra que sobrevive gracias a unas ayudas económicas, de las cuales, los que ayudamos, no hemos sido consultados para ejercer el derecho a la voluntariedad.
La gran farsa de la envidia establecida. Formidables actores y actrices jóvenes que ascienden y chocan con el tapón que les impide brillar en libertad. Un tapón sobre el que viven unos cuantos y una botella repleta de talento nuevo que aprisiona a los que amenazan con retirar a los farsantes establecidos. Siempre los mismos con alguna novedad bien calculada para despistar.

Siento tener tan baja y mala opinión de la industria quebrada del cine español. Los culpables han sido ellos, los que predominan sobre los demás, los que se creen propietarios de ese ombligo, ya olvidado por el cuerpo libre de la sociedad. Pero les deseo que se lo pasen bien en la fiesta. O en la farsa.
 

Mentira camuflada​

Alfonso Ussía
66.jpg


Hay mentiras que se camuflan en otras y salen airosas del trance. Una mentira es de fácil captación siempre que no se muevan a su alrededor otras cincuenta burlas y falsedades. En este caso, la mentira principal triunfa sin problemas. La gran mentira de esta semana es la «pérdida de confianza». El nuevo Director General de la Guardia Civil, Félix Azón, ha destituido de su cargo, la Jefatura de la Unidad Central Operativa (La eficaz y temida UCO) al coronel don Manuel Sánchez Corbí, un servidor de España con una trayectoria extraordinaria de riesgos y éxitos memorables. Éxitos compartidos, porque no hay guardia civil que se atribuya la exclusividad de los aciertos. Félix Azón pierde la confianza en el Coronel Corbí, le informa de tan irreparable pérdida al ministro del Interior, Grande-Marlaska, y salta la casualidad. También el ministro ha perdido la confianza en el brillante, honesto y respetado coronel. Marlaska, que anda de concertinas –su jefe acude en avión a conciertos y él se obsesiona con las concertinas que hacen pupa a los invasores–, le comunica su pérdida de confianza al presidente del Desgobierno, Peter Sánchez, y también Peter coincide en la pérdida de la confianza. En vista de ello, ponen a uno de los más brillantes investigadores y jefes de la Guardia Civil en «destino pasillo». ¿Cuál es la gran mentira? Ninguna de las citadas anteriormente. La gran mentira es ocultar que el Coronel Corbí ha sido destituido porque así se lo ha ordenado a Sánchez el Partido Nacionalista Vasco. Lo curioso del caso, es que el partido político que más ha padecido la independencia y la eficacia de la UCO ha sido el Partido Popular, lo que demuestra lo tontos que son algunos.
Don Manuel Sánchez Corbí – el único protagonista de este texto que merece un tratamiento de respeto–, entregó a España 25 años de su vida en la trinchera más avanzada de la lucha contra el terrorismo etarra. Fue él con sus íntimos colaboradores el que señaló la ubicación del zulo de tortura de José Antonio Ortega Lara. Después, con toda la información del Coronel, un juez prevaricador comunista quiso pasar por el héroe de la película. Francia supo reconocer la gran labor del Coronel y lo condecoró mientras algunos Jueces para la Democracia en España intentaron manchar su nombre con falsas torturas a los pobres, llorosos y estercolados terroristas apresados por la Guardia Civil. Al Coronel Corbí y su equipo de investigación se debe el paciente y excepcional seguimiento de la desaparición de Diana Quer, y la rápida detención de la asquerosa asesina del pequeño Gabriel, tan querida por el actual Director del Instituto Cervantes, el bolchevique poeta, el juntaversos García Montero de Grandes, el sonriente y sonreído farsante. Pero la gran labor del Coronel Sánchez Corbí se ha desarrollado, con plena independencia al frente de la UCO. -¿Qué coxx es la UCO-, preguntó el delincuente Jordi Pujol cuando él y su familia fueron descubiertos. Los casos «Púnica» y «Lezo», que tanto han avergonzado, humillado y pesado en el PP son consecuencia del trabajo de la UCO al mando del Coronel Corbí. Y el caso de los «ERE», del PSOE en Andalucía, el robo más cuantioso de los que nos ha deparado la política de todos los que se han producido y que nada ha avergonzado, ni humillado, ni pesado en el socialismo, fue consecuencia del trabajo de la UCO al mando del Coronel Sánchez Corbí. Si el PNV considera fundamental la destitución del brillante coronel, por algo será. Y nada bueno.
Por mi parte, he decidido mantener mi plena confianza en el coronel de la Guardia Civil don Manuel Sánchez Corbí, ejemplar servidor de la decencia del Estado, combatiente contra el terrorismo y responsable de la investigación callada y eficaz de la Benemérita. Un español rotundo. Y asimismo, manifiesto que he perdido toda la confianza en Azón, Marlaska, Peter y el traidor de turno del partido vasco del fruto sangrado y la sotana. Abrazo y reconozco mi gratitud y admiración al coronel destituido, y a los mentirosos perdedores de confianzas, pues que quieren que les diga. Por mí, que les den, que alguno de ellos me lo agradecerá.
 

El tropezón​

Cuando todos los deportistas han desfilado y se sitúan en la zona central del estadio olímpico, se da paso a los discursos y se proclama, con ridícula emoción, la apertura oficial de los Juegos. Y ahí llega mi frustrada ilusión​

23/07/2024Actualizada 01:30
2961F65FBF3061ED35723661ED32D5.webp

El de hoy es un texto políticamente incorrecto. Yo añadiría, en un alarde de sinceridad, que inadmisible. Pero responde a una ilusión no cumplida que tengo desde mi juventud, y que, de incumplirse en los Juegos Olímpicos de París, mucho me temo que jamás la podré experimentar. Cuatro años de nueva espera se me antojan insalvables.
Los Juegos Olímpicos se inauguran con una fiesta multicolor. Todos los atletas y deportistas desfilan detrás de sus banderas. El público se emociona con esta elemental exhibición, y los deportistas olímpicos se comportan como si fueran «cheerleaders» de cualquier festejo popular en Filadelfia. En la actualidad se ven mucho en las canchas de baloncesto, y en mi niñez, ignoro el motivo, las conocíamos por «charibaris». Pero toda esa aglomeración de aliporis apenas me afecta. Mi ilusión jamás lograda es otra.
Cuando todos los deportistas han desfilado y se sitúan en la zona central del estadio olímpico, se da paso a los discursos y se proclama, con ridícula emoción, la apertura oficial de los Juegos. Y ahí llega mi frustrada ilusión.
El último atleta que porta la antorcha encendida en el Olimpo, entra en el Estadio. Una ovación la recibe. Se ignora si la ovación se dedica a la antorcha o al atleta. En mi opinión, inmerecida a una y otro. De haber conservado el fuego del Olimpo, el aplauso estaría justificado. Sucede que ese fuego que tanto ilumina la emoción de los espectadores, es un fuego de mechero «Bic», «Clipper» o «Zippo». Desde Grecia, se ha apagado en muchas ocasiones, y vuelve a prenderse con la ayuda de estas prestigiosas marcas de encendedores. Y el atleta, apenas ha recorrido dos o tres kilómetros portándola, que no es distancia merecedora de ovaciones. Pero mi ilusión –siempre insatisfecha–, nace en mi ánimo en esos momentos.
No es otra, que el atleta que asciende con toda su energía y agilidad por las escaleras que conducen el pebetero, tropiece en un mal cálculo de escalón, pierda el equilibrio y se caiga. Un morrazo olímpico.
Se me escapa la vida y ningún atleta portador de la antorcha se ha dado el morrón en la escalera hacia el pebetero. Desde Roma, en 1960, hasta Tokio, en 2021, he seguido con enorme ilusión e interés la acción del atleta portador de la ultima antorcha. Y nunca se ha caído. Pero en la presente ocasión, es muy probable que, al fin, mi sueño se haga realidad. Macron es gafe.
He consultado con arúspices, brujos, quirománticos y adivinadores. He invertido en ello centenares de euros. El británico Melvin Sandhouse, que predijo dos años atrás que Biden no se presentaría a la reelección como presidente de los Estados Unidos, me ha desanimado. «El atleta no tropezará», ha asegurado. Pero el chino Hoang-Chu-Min, que aventuró que a Gómez le iban a salir los tiros por la culata en los «fundraising» segmentados, ha sido categórico. «El atleta se dará la torta». Los chinos son muy suyos, no hay chino bueno, pero Hoang-Chu-Min, no se deja llevar por la peculiar perversidad amarilla, sino por la contemplación de los astros, y no duda al respecto. En la culminación de mi existencia, mi sueño se cumplirá.
Ante miles de millones de espectadores, con todo el mundo pendiente de la antorcha de fuego «Bic», «Clipper» o «Zippo», el atleta portador del olímpico artilugio, tropezará, perderá la antorcha, se precipitará hacia el suelo en un tramo de diez escalones como poco, se fracturará el menisco, y darán comienzo los Juegos Olímpicos de París.
El chino no falla.

Más de Alfonso Ussía​

 
Back