Acabo de leer los dos primeros capítulos en la casa del libro, no sé si alguna más lo ha hecho.
Me gustaría decir que me ha sorprendido, pero no. El estilo intenta ser el de todas estas novelas que te coges para pasar un rato, que son facilitas de leer, pero no engancha.
En el prólogo narra algo sobre la parálisis del sueño, donde no profundiza nada, no habla de sensaciones, sólo nos mete figuras arquetípicas: el hombre del sombrero, una asiática (the ring?), una niña con un peluche (quizá inspirada en Annie, fantasma de Mery King´s Close) y a Agnes.
Luego, todo resulta como muy atropellado. En el primer capítulo, ya te ha contado que la ha dejado el novio, que quiere dejar su vida atrás, cómo es la relación con su hermano y la vida que tiene este. La ha llamado su hermano, y le ha dicho que se vaya a Edimburgo. Ha comprado los billetes, te cuenta lo que ha estudiado y se despide del trabajo. Todo esto, en tres páginas.
En el segundo capítulo, queda con una amiga para despedirse y hablan de la relación con su ex, se va al aeropuerto, se queda dormida en el avión y sueña con Agnes. Mete su poquita de moda porque nombra prendas que se usaban en el s. XIX y se despierta en Edimburgo.
Ella hablaba el otro día del desorden de La verdad sobre el caso Harry Quebert, de los saltos temporales. Por lo menos ese libro está estructurado. Su libro tiene batiburrillo en los propios capítulos. No sé cómo continuará, pero esos dos capítulos, en mí, no han funcionado. Y el estilo es muy adolescente, parece una redacción de instituto.