El mundo laboral es un colegio con niños grandes, la lógica está de paseo, lo mejor es trabajar a tu aire.
Creo que esto podría resumir todo lo que se pueda hablar en este hilo. Yo no podría estar más de acuerdo.
En mi primer trabajo, entré en una oficina donde éramos muy poquitos trabajando para un proyecto. En mi departamento, en concreto, éramos tan sólo dos personas: mi responsable y yo. La malísima suerte es que justo mi responsable era una persona que para nada se juntaba con el resto de la oficina, cuando en general, había muy buen ambiente y muy buen rollo, ella marcaba mucho las distancias e incluso tenía un trato a menudo tachado de prepotente y orgulloso con respecto a los demás. Sin embargo, trabajaba muchísimo y era intocable.
Al intentar mantenerme neutral, ella intentó hacerme 'de su bando'. Yo no quería tampoco enemistarme con el resto de la oficina por simplemente ser su subordinada y caerla bien. Especialmente porque yo con mis propios ojos había visto que en grandes aspectos, el resto de la oficina tenía razón con respecto a lo 'especialita' que podía ser mi responsable.
La última etapa del proyecto, recuerdo que ella estaba pasando un bache gordo con su pareja. En horario laboral se tiraba horas al teléfono discutiendo con él y fumando como un camionero. Y cuando no, entraba en la oficina a llorar. Yo era su único apoyo en ese momento, porque se dio cuenta de lo sola que estaba, ya que el resto de la oficina no la aguantaba. En general, estaba con ella lo que podía mientras trabajábamos, pero ella se pispó que con respecto a mi tiempo libre fuera del trabajo, si quedaba con el resto de la oficina y no con ella.
Unos pocos meses después, tras la finalización del proyecto, tengo entendido que ella superó ese bache con su pareja, y a mi me iban a mover a un proyecto que para mi era una oportunidad enorme ( y mi responsable sabía lo feliz que me hacía). Semanas después, de la noche a la mañana, y aunque me lo decoraron como que fue un cojunto de otros factores que no estaban en mis manos, me comentaron que mi rendimiento laboral en los últimos meses había dejado que desear. Que mi responsable había considerado que yo no era apta para ese puesto precisamente por cómo había 'bajado' en la última etapa del proyecto, y que era mejor valorar a otra persona.
Mi cara fue un auténtico cuadro. Y os estaría mintiendo si os dijese, que 3 años después, no me duele lo que me hizo.