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Espido Freire: ´No nací para perder, aunque me tachen de poco femenina´
"Cuando gané el Planeta era joven, pero no tonta. A diferencia de compañeros más polémicos, el público me trató con generosidad. Mi esfuerzo por superarme a veces se confunde con pedantería"
01:18



Espido Freire, en la ensenada del Orzán Víctor Echave
La escritora de origen gallego María Laura Espido Freire (Bilbao, 1974) abandonó una carrera operística para dedicarse a la literatura. A los 25 años, se convirtió en la ganadora más joven del premio Planeta con la novela ´Melocotones helados´. En ´Cuando comer es un infierno´ desveló sus problemas con la bulimia. Ahora acaba de publicar ´La flor del norte´, una novela histórica en torno a la cuñada noruega de Alfonso X ´El Sabio´. En esta entrevista se enfrenta a su leyenda de mujer poco femenina y arrogante
MATÍAS VALLÉS –¿Preferiría ganar el Planeta este año?
–No. Si se gana al inicio de una carrera, los sueños están al final. Cuando obtuve el Planeta era muy joven, pero no era tonta ni una ingenua, por lo que me dio confianza en que mis deseos eran posibles.
–¿Siempre sale a ganar?
–No nací para perder, ni a las damas. Se me ha tachado de poco femenina y arrogante por esta actitud, pero ya me echarán atrás los demás, yo me echo hacia adelante. Nunca he robado nada a nadie pero, si vamos a pelear, la mejor, yo.
–¿Han sido más tolerantes con una autora joven?
–A diferencia de compañeros más polémicos, el público me ha tratado con generosidad, y con indiferencia la gente a quien no le he gustado. Mi esfuerzo, mi interés por superarme y mi seriedad son muy obvios, aunque a veces se toman por pedantería.
–¿Por qué dejó la música?
–Renuncié a cantar porque no quería ser el personaje, sino la autora.
–¿Las divas literarias son comparables a las operáticas?
–Ni mucho menos. Comparada con la ópera, la literatura es un paseo. Tenemos egos razonables, y a veces llamo la atención, pero es un juego.
–¿Vende una imagen de sí misma?
–No hay fingimiento, soy demasiado vaga. Ojalá supiera si encajo con lo que mis lectores piensan de mí.
–¿Su Cristina de Noruega en ´La flor del norte´ es un antecedente de María Antonieta?
–María Antonieta tuvo la suerte de reinar y Cristina, no. La primera tuvo hijos y Cristina, no. La reina de Francia fue ejecutada, y Cristina, no. Ambas fueron despreciadas, pero María Antonieta cumplió con su deber y Cristina no hizo nada de lo que se esperaba de ella.
–¿Por qué no abordar directamente al fascinante Alfonso X El Sabio?
–Porque es inacabable. He leído varias biografías, y no dejó nada por hacer. En mi caso es su cuñada Cristina de Noruega quien enciende la llama, me ha interesado más la visión femenina.
–¿Se puede interrumpir la escritura sobre la Edad Media para ir al frigorífico?
–Cuando lo haces, sigues pensando en la Edad Media. La contradicción te preocupa hasta que te has hecho con el personaje.
–¿Novelar la historia es mentir?
–La historia es una versión de lo ocurrido, la ficción es la única historia. Yo he escrito mi Cristina de Noruega.
–¿Es más difícil ser española en Noruega o noruega en España?
–A un noruego, los españoles podemos desesperarle por caóticos y ruidosos, allí te puedes encontrar solo y aislado. Sin embargo, olvídate de la idea gélida de los noruegos. No son alemanes, y además son más cálidos que la falsa amistad de los españoles. Y encima, con el paisaje más bello que he visto.
–Stieg Larsson nos ha descubierto que los países nórdicos no son para tanto.
–Larsson era sueco. Tiene poco que ver con los noruegos, es como igualar a italianos y españoles. En Noruega son más francos y menos sofisticados, pero con un sentimiento democrático que para sí quisieran otros países. Los suecos tienen un problema de violencia de género.
–¿La escritura condena a la soledad?
–No, la pide. Te permite que la soledad no sea dolorosa, aunque mi carácter nunca fue de bares y fiestas.
–¿Escribir para no comer, contra la bulimia?
–Al encontrarme enferma, el diario fue esencial para curarme, y recomiendo la escritura como terapia. Cuando comer es un infierno es el libro del que estoy más orgullosa y el que más me han agradecido mis lectores.
–Sintoniza usted CNN+ y le sigue apareciendo Gran Hermano.
–Para no olvidar que la decadencia está a un paso, creo constantemente en la marcha atrás. Tengo esperanza en la rectificación, pero la veo frustrada porque olvidamos lo importante y sólo nos preocupa lo esencial. Nos toman por tontos, apagamos fuegos a corto plazo.
–¿Su España sin toros sería mejor que la actual?
–España no sería mejor, pero no tendría toros. Oponernos a ellos no nos hace mejores personas, pero sí más sensibles a cierto tipo de crueldad. Me cuesta ver un animal que sufre. Cuando es por motivos de alimentación, me gustaría que no fuera en público y como un hito cultural.
–Los escritores eran muy comprensivos con las descargas, hasta que llegó el libro electrónico.
–Ha habido autores que lo han sido, yo denuncio desde hace tiempo las descargas ilegales, y creo que la ley Sinde es un principio.
"Cuando gané el Planeta era joven, pero no tonta. A diferencia de compañeros más polémicos, el público me trató con generosidad. Mi esfuerzo por superarme a veces se confunde con pedantería"









Espido Freire, en la ensenada del Orzán Víctor Echave
La escritora de origen gallego María Laura Espido Freire (Bilbao, 1974) abandonó una carrera operística para dedicarse a la literatura. A los 25 años, se convirtió en la ganadora más joven del premio Planeta con la novela ´Melocotones helados´. En ´Cuando comer es un infierno´ desveló sus problemas con la bulimia. Ahora acaba de publicar ´La flor del norte´, una novela histórica en torno a la cuñada noruega de Alfonso X ´El Sabio´. En esta entrevista se enfrenta a su leyenda de mujer poco femenina y arrogante
MATÍAS VALLÉS –¿Preferiría ganar el Planeta este año?
–No. Si se gana al inicio de una carrera, los sueños están al final. Cuando obtuve el Planeta era muy joven, pero no era tonta ni una ingenua, por lo que me dio confianza en que mis deseos eran posibles.
–¿Siempre sale a ganar?
–No nací para perder, ni a las damas. Se me ha tachado de poco femenina y arrogante por esta actitud, pero ya me echarán atrás los demás, yo me echo hacia adelante. Nunca he robado nada a nadie pero, si vamos a pelear, la mejor, yo.
–¿Han sido más tolerantes con una autora joven?
–A diferencia de compañeros más polémicos, el público me ha tratado con generosidad, y con indiferencia la gente a quien no le he gustado. Mi esfuerzo, mi interés por superarme y mi seriedad son muy obvios, aunque a veces se toman por pedantería.
–¿Por qué dejó la música?
–Renuncié a cantar porque no quería ser el personaje, sino la autora.
–¿Las divas literarias son comparables a las operáticas?
–Ni mucho menos. Comparada con la ópera, la literatura es un paseo. Tenemos egos razonables, y a veces llamo la atención, pero es un juego.
–¿Vende una imagen de sí misma?
–No hay fingimiento, soy demasiado vaga. Ojalá supiera si encajo con lo que mis lectores piensan de mí.
–¿Su Cristina de Noruega en ´La flor del norte´ es un antecedente de María Antonieta?
–María Antonieta tuvo la suerte de reinar y Cristina, no. La primera tuvo hijos y Cristina, no. La reina de Francia fue ejecutada, y Cristina, no. Ambas fueron despreciadas, pero María Antonieta cumplió con su deber y Cristina no hizo nada de lo que se esperaba de ella.
–¿Por qué no abordar directamente al fascinante Alfonso X El Sabio?
–Porque es inacabable. He leído varias biografías, y no dejó nada por hacer. En mi caso es su cuñada Cristina de Noruega quien enciende la llama, me ha interesado más la visión femenina.
–¿Se puede interrumpir la escritura sobre la Edad Media para ir al frigorífico?
–Cuando lo haces, sigues pensando en la Edad Media. La contradicción te preocupa hasta que te has hecho con el personaje.
–¿Novelar la historia es mentir?
–La historia es una versión de lo ocurrido, la ficción es la única historia. Yo he escrito mi Cristina de Noruega.
–¿Es más difícil ser española en Noruega o noruega en España?
–A un noruego, los españoles podemos desesperarle por caóticos y ruidosos, allí te puedes encontrar solo y aislado. Sin embargo, olvídate de la idea gélida de los noruegos. No son alemanes, y además son más cálidos que la falsa amistad de los españoles. Y encima, con el paisaje más bello que he visto.
–Stieg Larsson nos ha descubierto que los países nórdicos no son para tanto.
–Larsson era sueco. Tiene poco que ver con los noruegos, es como igualar a italianos y españoles. En Noruega son más francos y menos sofisticados, pero con un sentimiento democrático que para sí quisieran otros países. Los suecos tienen un problema de violencia de género.
–¿La escritura condena a la soledad?
–No, la pide. Te permite que la soledad no sea dolorosa, aunque mi carácter nunca fue de bares y fiestas.
–¿Escribir para no comer, contra la bulimia?
–Al encontrarme enferma, el diario fue esencial para curarme, y recomiendo la escritura como terapia. Cuando comer es un infierno es el libro del que estoy más orgullosa y el que más me han agradecido mis lectores.
–Sintoniza usted CNN+ y le sigue apareciendo Gran Hermano.
–Para no olvidar que la decadencia está a un paso, creo constantemente en la marcha atrás. Tengo esperanza en la rectificación, pero la veo frustrada porque olvidamos lo importante y sólo nos preocupa lo esencial. Nos toman por tontos, apagamos fuegos a corto plazo.
–¿Su España sin toros sería mejor que la actual?
–España no sería mejor, pero no tendría toros. Oponernos a ellos no nos hace mejores personas, pero sí más sensibles a cierto tipo de crueldad. Me cuesta ver un animal que sufre. Cuando es por motivos de alimentación, me gustaría que no fuera en público y como un hito cultural.
–Los escritores eran muy comprensivos con las descargas, hasta que llegó el libro electrónico.
–Ha habido autores que lo han sido, yo denuncio desde hace tiempo las descargas ilegales, y creo que la ley Sinde es un principio.