Fallece el escritor JUAN GOYTISOLO en Marrakech

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Literatura
El escritor Juan Goytisolo muere en Marrackech
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  • 4 jun. 2017 14:32
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El escritor español Juan Goytisolo muere a los 86 años en Marrakech

El cuerpo del escritor, Premio Cervantes en 2014, ha sido trasladado a la morgue de la ciudad marroquí
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EFE 04/06/2017 14:34h - Actualizado: 04/06/2017 15:26h



El escritor español Juan Goytisolo, de 86 años, ha muerto esta mañana en Marrakech, según ha confirmado este domingo desde su domicilio Ricard Parise, amigo personal del escritor.

Parise, también residente en Marrakech, dijo desconocer las circunstancias exactas del fallecimiento, aunque el escritor estaba muy delicado de salud en los últimos meses, en los que tuvo que ser hospitalizado en varias ocasiones.

El cadáver del escritor, Premio Cervantes en 2014, ha sido trasladado a la morgue de Marrakech, y por el momento se desconoce si será enterrado en la ciudad marroquí donde residió en las últimas décadas o será repatriado a Barcelona.


El cadáver del escritor, ahora en el Tanatorio de Marrakech, no será repatriado a España, ya que la familia ha decidido que sea enterrado en Marruecos en los próximos días, aunque se desconoce el cementerio donde será sepultado.

En España, el escritor José María Ridao ha sido designado por la familia para hacerse cargo de las gestiones sobre su muerte y entierro, y se le espera en las próximas horas en Marrakech.

Goytisolo, que residía desde hace décadas en Marrakech, tenía una conexión especial con la ciudad ocre, y fue el principal impulsor de que su famosa Plaza Yamaa al Fna, en el centro de la ciudad, fuera declarada «Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad» en 2001.
 
Biografía de Juan Goytisolo
Publicado por Julián Yanover 1 de Noviembre de 2007

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Nació en Barcelona el 6 de enero de 1931. Su familia, burguesa de origen vasco y balear, produjo además, otros dos escritores: sus hermanos, José y Luis, su familia la completaba su hermana Marta.

Su madre murió como consecuencia de un bombardeo franquista. Su cuidado, al igual que el de sus hermanos quedó a cargo de una criada. Sus estudios, transcurrieron en colegios religiosos y en la Universidad de Barcelona, con conocimientos vedados al espíritu crítico, lo que originó que se transformara en un autodidacta.

Su vida transcurrió entre Marrakesh y París, donde fue asesor literario de la editorial Gallimard. En Estados Unidos se desempeñó como catedrático de literatura. Viajero incansable, las distintas culturas que conoció lo transformaron en un literato crítico y realista, que cuenta hechos históricos trascendentes del mundo árabe y europeo.

En sus obras, se refleja su ideología antifranquista que le valiera la censura desde 1963, su visión árabe y antioccidental, con su prédica anticonsumista y de retorno a la naturaleza.

Entre las narraciones, pueden citarse: “Juegos de manos” (1954), “Duelo en el Paraíso” (1955), “El circo”, la Trilogía “ El mañana efímero”, (1957), “Fiestas”, la Trilogía “El mañana efímero” (1958), “La resaca” (1958), “Para vivir aquí, Relatos” (1960), “La isla” (1961), “La Chanca” (1962),“Fin de Fiesta, Tentativas de interpretación de una historia amorosa” (1962), “Señas de identidad” (1966), “Reivindicación del conde don Julián” (1970), “ Juan sin Tierra” (1975), “Makbara” (1980), “Paisajes después de la batalla”(1985), “Las virtudes del pájaro solitario”, (1988), “La cuarentena” (1991), “La saga de los Marx” (1993), “El sitio de los sitios” (1995), “Las semanas del jardín” (1997), y “Telón de boca” (2003).

Los ensayos más relevantes son: “Problemas de la novela” (1959), “Furgón de cola” (1967), “España y los españoles” (1979), “Crónicas sarracinas” (1982), “El bosque de las letras” (1995), “Disidencias” (1996), “De la Ceca a la Meca. Aproximaciones al mundo islámico” (1997), “Cogitus interruptus” (1999), “El peaje de la vida” (2000), “El Lucernario: la pasión crítica de Manuel Azaña” (2004).

Entre sus Memorias: “Coto vedado” (1985), “En los reinos de taifa” (1986) y “Memorias” (2002).

Fue condecorado en varias oportunidades: recibió el Premio Europalia, en 1985, el Premio Nelly Sachs, en 1993 y el Premio Octavio Paz de Literatura, en 2002. En 2004 se lo galardonó con el Premio Juan Rulfo.

Libros:
España y los españoles
 
El heterodoxo perpetuo

Sostuvo casi siempre una naturaleza polemista y hosca, que quizá en el fondo escondiera un disgusto con una obra de ficción que no cuajó entre los lectores jóvenes.
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Juan Goytisolo - AFP
JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS 05/06/2017 00:53h - Actualizado: 05/06/2017 10:50h. Guardado en: Cultura Libros


Seguramente pocos escritores tomarían como un elogio recibir el adjetivo de disidente, y sin embargo conjeturo que nada le gustaría más a Juan Goytisolo que ser recordado como tal. Ha muerto en Marrakech donde vivía desde hace muchos años, haciendo testimonio de una elección vital por una cultura que marcó la evolución de su obra literaria, desde «Reivindicación del conde don Julían» (1970) y especialmente «Juan Sin tierra» (1975) y «Makbara» (1980).

Quiso situarse en una línea de vindicación experimentalista que lo alejara de lo consabido, pero que denunciara al mismo tiempo la espalda que Occidente había dado al mundo árabe. No siempre fue a favor suyo el permanente juego con el lenguaje, porque siguen siendo preferidas las obras anteriores a esos juegos, especialmente «Campos de Níjar» (1960) un hermoso y temprano libro de viajes por el pueblo de Almería, al calor del alcarriano de Cela y sobre todo «Señas de identidad» (1966), novela autobiográfica que lo inicio en lo que luego se ha llamado autoficción. Si tuviera que destacar dos libros que lo harán pasar a la historia literaria quizá elegiría los dos volúmenes de su autobiografía, titulados «Coto vedado» (1985) y «En los reinos de taifa» (1986).

El primero narra su vida personal y familiar (con el valiente testimonio de su homosexualidad), el segundo dedicado a su vida pública en París, en especial como asesor que fue para la literatura en español de la prestigiosa editorial Gallimard. Su perfil literario quedará unido también a su singular defensa de las tesis que sobre la cultura española hizo don Américo Castro, idealizando notablemente la convivencia antigua de las culturas judía castellana y mozárabe. Sirvió muchas veces esa disidencia, y la estela de Vicente Llorens, discípulo de Castro, para vindicar españoles que fueron realmente exiliados, por ejemplo la obra de Jose María Blanco White que en los años previos a la muerte de Franco editó y estudio.


Tuvo mucho tino en adscribirse a la figura poética de José Ángel Valente, compañero suyo de generación con quien compartía la admiración por la mística española y la figura de San Juan de la Cruz, que analizó en «Las virtudes del pájaro solitario». Su obra literaria última había derivado en un experimentalismo satírico que dio títulos bastante despendolados como «Carajicomedia» en una línea más quevedesca (la que realmente sigue) que cervantina, que le hubiera gustado seguir y declaraba hacerlo.

Quedará en la memoria de muchos españoles su compromiso antibélicoen las crónicas y artículos periodísticos que mandó desde Sarajevo en la guerra de los Balcanes («Cuaderno de Sarajevo», 1993). Fue muy coherente en situarse al frente de las dictaduras, y fue de los primeros en abjurar de la cubana de Castro, en el conocido caso Padilla, cuando tal cosa no hacía casi nadie en el mundo de las letras. Si bien estuvo siempre, y en comandita con otros, en pasar por exiliado del mundo cultural, no estaba tan ajeno a él y mantuvo bastante intransigencia para con estéticas que no compartía. En la estética literaria sostuvo casi siempre una naturaleza polemista y hosca, que quizá en el fondo escondiera un disgusto con una obra de ficción que no cuajó entre los lectores jóvenes. De manera que fue un vanguardista al que el futuro iba abandonando conforme llegaba.
 
Gran escritor, pero qué tristeza tan grande tenía en su mirada, seguramente por la durísima infancia que vivió.
 
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