Es triste mezclar los cochinos, politiqueos, con las cabras, cultura y arte. Diferente es que no te gusta alguien por muy reconicido que esté o sea. Además, para mí, la muerte no es motivo de chanzas, nos vamos todos con nuestros aciertos y errores, pero acordarse de un artista tras su muerte por un marujeo político, sin tener en cuenta nada más......uf. También puede ser, falta de conocimiento sobre esa persona, más allá de la tontería de un momento o que ni te interese ni la cultura, ni el arte, ni la madre que nos parió, más allá de Ayuso, o Sánchez o Perico el de los Palotes, lo cual ya es aun más triste todavía.
Fallece Marisa Paredes
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VANITATIS
El Madrid insospechado de Marisa Paredes a través de sus casas: del chalé de Pozuelo a Torres Blancas
La gran actriz vivió la mayor parte de su vida en el centro de la capital. Se crio en la plaza de Santa Ana y actualmente vivía en el barrio de Justicia, pero también exploró otras zonas
18/12/2024 - 05:00
"Vive en el centro de Madrid. ¿Hace eso que llaman vida de barrio?", le preguntaban a Marisa Paredes en una entrevista para la web de AISGE (Artistas Intérpretes, Entidad de Gestión de Derechos de Propiedad Intelectual). "Me encanta salir a la calle y estar rodeada de tiendas, teatros y sitios donde poder ir andando. Cuando me separé de Antonio [Isasi-Isasmendi, director de cine] dejé la urbanización de las afueras donde vivíamos y me instalé en el centro de Madrid porque me fascina caminar por sus calles. Cuando vivía en Pozuelo, yendo al teatro, un día el coche me dejó tirada en el túnel del Arco de la Victoria. Armé una buena. Tuvo que venir la policía a rescatarme porque llegaba tarde a la función. Así que me dije: nunca más. Ahora vivo al lado del María Guerrero, del Marquina, del Español, de la Gran Vía… Y si hay huelga de autobuses, voy a pie", respondía ella.
La vida de Marisa Paredes podría entenderse y contarse siguiendo la ruta de las casas en las que vivió. Desde épocas en las que priorizó su vida personal y vivió lo que ella llamó "una especie de 'american way of life'" en la urbanización Monteclaro, en Pozuelo de Alarcón, "y en Majadahonda"; a otras en las que su trabajo le consiguió una bonanza económica que le permitió regalarle a su hija un piso en la céntrica plaza del Ángel y comprarse ella otro en la calle Piamonte, también muy céntrica.
Pero si hubo una zona de Madrid a la que la intérprete estuvo siempre vinculada fue a la plaza de Santa Ana. En el número 13 se encuentra el edificio en el que su madre ejercía de portera en la posguerra madrileña. En una entrevista reciente con 'Icon' Paredes describió aquella casa en la que vivían los cuatro hermanos con los padres, él trabajador de la fábrica de cervezas de El Águila: "Me encerré en el único cuarto que teníamos. Teníamos dos habitaciones, sin baño, la taza del váter estaba en la cocina, con eso te lo digo todo". No es casualidad que la capilla ardiente se instale hoy en el Teatro Español, en la misma plaza de Santa Ana donde sorteó Paredes a la pobreza con talento y astucia.
Le marcó profundamente el colegio de las Hijas de la Caridad en el que las niñas ricas entraban por un sitio diferente al de las niñas pobres, como ella. En esa puerta trasera de la calle Provisiones entendió Marisa todo lo que había que entender sobre la diferencia de clases: "Iba a un colegio de monjas que había en la calle Mesón de Paredes, en Lavapiés, y con esta conciencia social que por fortuna aún conservo, por entonces ya me indignaba que las niñas ricas entraran por una puerta y nosotras, las pobres, entrásemos por otra. Llevábamos hasta uniformes diferentes. Cuando tenía siete, ocho, nueve años, la vida era la ilusión de jugar con las otras niñas de la plaza, pero también convivíamos con el pavor. Esa pederastia de la que ahora se habla tanto estaba a la orden del día. Y nadie decía nada", explicó en la citada entrevista de AISGE.
Con el tiempo, el amor y la maternidad, Marisa Paredes, que llevaba desde los 14 años trabajando, decidió tomarse un tiempo sabático. Se enamoró del director de cine Antonio Isasi-Isasmendi, con quien tuvo a su hija María, otra actriz de impecable factura. "Yo nunca me he casado, por principios. Con Antonio me quedó una especie de 'american way of life' en Monteclaro (Pozuelo) y Majadahonda. [Nostálgica] 3.000 metros de parcela teníamos. 3.000. Pero de suerte porque Antonio no era un millonario, ¿eh? Era un buenísimo director. [Pausa]. Pero, en fin, las cosas duran lo que tiene que durar. O menos. [Pausa]. Lo cierto es que en siete años aquello se acabó. La separación fue traumática, tremenda", reconocía en 'Icon' hace unos meses.
Cuando se separaron dejó las afueras de Madrid y regresó al centro, donde cambió el parcelón por un piso de 130 metros cuadrados en la calle Piamonte (hoy una de las zonas más codiciadas de Madrid) que fue ya para siempre su sede y sería también la del gran hombre de su vida, Chema Prado, quien fuera director de la Filmoteca Española durante 27 años. Cerca de todos los teatros de Madrid y de toda la vida con la que había crecido. Es la única –y nada desdeñable– herencia inmobiliaria que le deja a su única hija, dado que en ese barrio se están pagando cifras récord por las viviendas, de hasta 10.000 euros por metro cuadrado.
Aunque la generosidad de Paredes la llevó a compartir esa herencia antes de tiempo. Cuando vivía su momento más importante a nivel económico, "con películas en Francia, en Italia, hasta en Alemania", le compró a su hija María un piso en la plaza del Ángel, muy cerca de donde ella misma había nacido. "Tampoco era muchísimo" el dinero que ganó, advertía en esa entrevista. "Aquí la gente se piensa que los actores…"
Aún hay otro barrio de Madrid donde Marisa Paredes encontró su lugar. En la zona de Avenida de América se levanta uno de los edificios más singulares de la capital, construido por el arquitecto Sáenz de Oiza y conocido como Torres Blancas. Marisa Paredes y Chema Prado alquilaron allí un apartamento en los años 80, como contaron en la revista de decoración 'AD'.
"En la planta 21, Prado alquiló una vivienda en el edificio, y ambos disfrutaron de la época probablemente más dorada de Torres Blancas. 'Aquella primera época fue divertidísima', nos contaba Marisa en la visita que hicimos en 2019. 'Había en la última planta un restaurante buenísimo al que, ocasionalmente, porque era muy caro, le pedíamos que nos preparara la comida y nos llegaba a través del montaplatos. Era todo mágico y tan misterioso'. Después de aquella primera época, compraron otro apartamento más grande", de 120 metros cuadrados, que servía "de segunda vivienda y despacho para ambos".
El centro de Madrid, la plaza de Santa Ana, rodeada de esas cervecerías donde su padre se tomaba una los domingos con la camisa recién planchada, será también el escenario de su último adiós a Madrid cuando hoy abra la capilla ardiente en el Teatro Español. La ruta de su vida acaba en el mismo lugar donde empezó.
El Madrid insospechado de Marisa Paredes a través de sus casas: del chalé de Pozuelo a Torres Blancas
La gran actriz vivió la mayor parte de su vida en el centro de la capital. Se crio en la plaza de Santa Ana y actualmente vivía en el barrio de Justicia, pero también exploró otras zonas
18/12/2024 - 05:00
"Vive en el centro de Madrid. ¿Hace eso que llaman vida de barrio?", le preguntaban a Marisa Paredes en una entrevista para la web de AISGE (Artistas Intérpretes, Entidad de Gestión de Derechos de Propiedad Intelectual). "Me encanta salir a la calle y estar rodeada de tiendas, teatros y sitios donde poder ir andando. Cuando me separé de Antonio [Isasi-Isasmendi, director de cine] dejé la urbanización de las afueras donde vivíamos y me instalé en el centro de Madrid porque me fascina caminar por sus calles. Cuando vivía en Pozuelo, yendo al teatro, un día el coche me dejó tirada en el túnel del Arco de la Victoria. Armé una buena. Tuvo que venir la policía a rescatarme porque llegaba tarde a la función. Así que me dije: nunca más. Ahora vivo al lado del María Guerrero, del Marquina, del Español, de la Gran Vía… Y si hay huelga de autobuses, voy a pie", respondía ella.
La vida de Marisa Paredes podría entenderse y contarse siguiendo la ruta de las casas en las que vivió. Desde épocas en las que priorizó su vida personal y vivió lo que ella llamó "una especie de 'american way of life'" en la urbanización Monteclaro, en Pozuelo de Alarcón, "y en Majadahonda"; a otras en las que su trabajo le consiguió una bonanza económica que le permitió regalarle a su hija un piso en la céntrica plaza del Ángel y comprarse ella otro en la calle Piamonte, también muy céntrica.
Pero si hubo una zona de Madrid a la que la intérprete estuvo siempre vinculada fue a la plaza de Santa Ana. En el número 13 se encuentra el edificio en el que su madre ejercía de portera en la posguerra madrileña. En una entrevista reciente con 'Icon' Paredes describió aquella casa en la que vivían los cuatro hermanos con los padres, él trabajador de la fábrica de cervezas de El Águila: "Me encerré en el único cuarto que teníamos. Teníamos dos habitaciones, sin baño, la taza del váter estaba en la cocina, con eso te lo digo todo". No es casualidad que la capilla ardiente se instale hoy en el Teatro Español, en la misma plaza de Santa Ana donde sorteó Paredes a la pobreza con talento y astucia.
Le marcó profundamente el colegio de las Hijas de la Caridad en el que las niñas ricas entraban por un sitio diferente al de las niñas pobres, como ella. En esa puerta trasera de la calle Provisiones entendió Marisa todo lo que había que entender sobre la diferencia de clases: "Iba a un colegio de monjas que había en la calle Mesón de Paredes, en Lavapiés, y con esta conciencia social que por fortuna aún conservo, por entonces ya me indignaba que las niñas ricas entraran por una puerta y nosotras, las pobres, entrásemos por otra. Llevábamos hasta uniformes diferentes. Cuando tenía siete, ocho, nueve años, la vida era la ilusión de jugar con las otras niñas de la plaza, pero también convivíamos con el pavor. Esa pederastia de la que ahora se habla tanto estaba a la orden del día. Y nadie decía nada", explicó en la citada entrevista de AISGE.
Con el tiempo, el amor y la maternidad, Marisa Paredes, que llevaba desde los 14 años trabajando, decidió tomarse un tiempo sabático. Se enamoró del director de cine Antonio Isasi-Isasmendi, con quien tuvo a su hija María, otra actriz de impecable factura. "Yo nunca me he casado, por principios. Con Antonio me quedó una especie de 'american way of life' en Monteclaro (Pozuelo) y Majadahonda. [Nostálgica] 3.000 metros de parcela teníamos. 3.000. Pero de suerte porque Antonio no era un millonario, ¿eh? Era un buenísimo director. [Pausa]. Pero, en fin, las cosas duran lo que tiene que durar. O menos. [Pausa]. Lo cierto es que en siete años aquello se acabó. La separación fue traumática, tremenda", reconocía en 'Icon' hace unos meses.
Cuando se separaron dejó las afueras de Madrid y regresó al centro, donde cambió el parcelón por un piso de 130 metros cuadrados en la calle Piamonte (hoy una de las zonas más codiciadas de Madrid) que fue ya para siempre su sede y sería también la del gran hombre de su vida, Chema Prado, quien fuera director de la Filmoteca Española durante 27 años. Cerca de todos los teatros de Madrid y de toda la vida con la que había crecido. Es la única –y nada desdeñable– herencia inmobiliaria que le deja a su única hija, dado que en ese barrio se están pagando cifras récord por las viviendas, de hasta 10.000 euros por metro cuadrado.
Aunque la generosidad de Paredes la llevó a compartir esa herencia antes de tiempo. Cuando vivía su momento más importante a nivel económico, "con películas en Francia, en Italia, hasta en Alemania", le compró a su hija María un piso en la plaza del Ángel, muy cerca de donde ella misma había nacido. "Tampoco era muchísimo" el dinero que ganó, advertía en esa entrevista. "Aquí la gente se piensa que los actores…"
Aún hay otro barrio de Madrid donde Marisa Paredes encontró su lugar. En la zona de Avenida de América se levanta uno de los edificios más singulares de la capital, construido por el arquitecto Sáenz de Oiza y conocido como Torres Blancas. Marisa Paredes y Chema Prado alquilaron allí un apartamento en los años 80, como contaron en la revista de decoración 'AD'.
"En la planta 21, Prado alquiló una vivienda en el edificio, y ambos disfrutaron de la época probablemente más dorada de Torres Blancas. 'Aquella primera época fue divertidísima', nos contaba Marisa en la visita que hicimos en 2019. 'Había en la última planta un restaurante buenísimo al que, ocasionalmente, porque era muy caro, le pedíamos que nos preparara la comida y nos llegaba a través del montaplatos. Era todo mágico y tan misterioso'. Después de aquella primera época, compraron otro apartamento más grande", de 120 metros cuadrados, que servía "de segunda vivienda y despacho para ambos".
El centro de Madrid, la plaza de Santa Ana, rodeada de esas cervecerías donde su padre se tomaba una los domingos con la camisa recién planchada, será también el escenario de su último adiós a Madrid cuando hoy abra la capilla ardiente en el Teatro Español. La ruta de su vida acaba en el mismo lugar donde empezó.
Imagino se refiera a que, cuando murió Franco esta mujer tenia 30 años, edad que para una actriz es joven ( en el sentido de que todavia no ha tenido tiempo de que le llege EL PAPEL que cambie su trayectoria como efectivamente pasó después). Hacia papeles ya importantes en teatros, y sobre todo en la tele (Estudio 1) pero no olvidemos que viviamos en una dictadura, y si los hombres del teatro y la cultura (tradicionalmente "nido de rojos") eran mirados con lupa, no digamos las mujeres, que hasta los 23 años no eran legalmente mayores de edad y tenian que contar con el permiso del padre o marido para absolutamente TODO.
Como ha manifestado en miles de ocasiones, sintió la llamada del teatro desde muy niña y supongo que estaba centrada en triunfar en la profesión (enhorabuena para ella porque lo consiguió). Una vez acabada la dictadura, ya fué libre para expresar sus opiniones (como todos los españoles), pero antes, y si queria trabajar, mejor estaba calladita (como todos los españoles tb)
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Cambio un poquito el tema (no me matéis). Todos o casi todos los que han ido al tanatorio -que representan a la cultura española- ¿Tienen que ir así de mal vestidos? ¿Con esa pinta de "no duchados"? ¿Sin peinar? ¿Eso quiere decir que son "cultos"? A mí lo que me transmite es no saber estar en ninguna ocasión, así como falta de respeto y educación, por ellos mismos y los demás. Asco.
Que esto mismo haya que explicarlo una y otra vez pues llama mucho la atención. Me irrita profundamente el típico argumento de "Fulanito/a bien que trabajó con Franco y luego se hizo progre". A ver ¿y qué otra opción había? ¿vivir del aire?¿tan difícil es de entender?
Lo que ocurre es que en España, tan demócratas y modernos que somos, sigue molestando ser una persona crítica y de pensamiento libre, como era ella. Casi cuarenta años de dictadura no pasaron de puntillas ni fueron en balde.
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A que si querías hacer cine, teatro o televisión en esos años irremediablemente trabajabas en instituciones controladas por el Franquismo, porque de eso se trata un régimen autoritario: de controlar todos los espacios de trabajo y culturales para controlar a la población. Era eso o emigrar, cosa que no a toda la gente se le da tan fácil. Algunas cosas se harían clandestinamente y por eso no se conocen masivamente, porque eran clandestinas. No es lo mismo trabajar en tiempos de régimen que trabajar por el régimen.
Más que esos 40 años (que tb) fué el famoso "no a la guerra" (una guerra absurda, para destruir unas "armas de destrucción masiva" que no existian como se comprobó después) el que levantó ampollas. Ninguna generación de actores ha sido tan odiada hasta "los de la ceja". La maquinaria de la prensa en el poder hizo un trabajo increible para desprestigiarles, no solo como artistas, sino como personas. Te pueden caer mejor o peor, puede gustarte su obra más o menos, pero las cosas que he leido (personales, que como digo, su "arte" te puede gustar más o menos y eso es indiscutible) de algunos artistas que están en el olimpo de los grandes y han llevado nuestro nombre y cultura a todos los rincones de la Tierra son.. pero bueno, en este caso dice más del que habla que del que se habla.
Hasta Franco dejaba vivir en paz a artistas e intelectuales porque un pais sin arte (ni ciencia, ni agricultura, industria o pon lo que quieras, todo es necesario) no es nada y entendia que en una autarquía, que se hable de tu pais en toda la prensa mundial gracias a los ases del deporte, artistas. etc, siempre es bueno.
Claro, el miedo es libre, y no se puede exigir que sean luchadores en ese momento con el régimen, habia que trabajar.
Pero que se hagan las valientes y antifranquistas ahora que lleva muerto 50 años pues ya me dirás si es comprensible.
Te contesto lo mismo que a diosa coronada por no repetirme.
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Lo mismo se puede decir de los que fueron al tanatorio cuando murió Caritina, por ejemplo. Los que se supone que son la crema y nata de la alta sociedad española, tan conservadores y religiosos ellos . Y para no mencionar las bodas “de alto postín”. que son un carnaval .
No creo que vayan de "antifranquistas" ya que ese señor murió hace 50 años, sino de antiguerras absurdas para invadir paises solo por llevarse su petróleo impunemente . Como expliqué más arriba, las grandes corporaciones que estaban metidas en esa guerra pusieron en marcha sus resortes gracias a la prensa y los políticos de cada pais y de ahi viene todo. Odiar a un gremio (fueron los actores los que lo empezaron, pero podian ser taxistas o ferreteros lo mismo) azuzados por el poder en la sombra es de las cosas más increibles que han pasado.