La Semana Santa con sorpresas del Papa Francisco, el Vaticano preocupado por las intenciones de la Misa, otros espolios pontificios en la historia.

por SPECOLA | 14 abril, 2025
Empezamos la Semana Santa y ayer, al final de la Misa de Ramos en la plaza, nueva aparición pública del Papa Francisco. Nos dicen, hay imágenes, que se detuvo a rezar ante la tumba del Apóstol Pedro y ante el monumento a Benedicto XV antes de regresar a Santa Marta. Bergoglio también saludó a algunos miembros de la Curia y entregó un pequeño regalo a una niña, en un encuentro preparado. La plaza de San Pedro estaba con una discreta asistencia, nuestra imagen de hoy, quizás incluso menor que en otros años por estas fechas sin ser jubileo. Ya nos hemos olvidado del ver una plaza de San Pedro llena, han pasado años. La breve aparición, por lo que podemos ver, muy forzada, indica la debilidad enorme del Papa Francisco y sus grandes dificultades, unidas a todas las demás, para poder incluso pronunciar una breve frase. Todo muy preparado para dar una imagen de normalidad que en ningún caso lo es.
Tras su alta hospitalaria el 23 de marzo, los médicos recomendaron una convalecencia protegida en el segundo piso de la residencia donde vive. Sin oxígeno de nuevo, en silla de ruedas acompañado por su enfermero de confianza Massimiliano Strappetti y un secretario. Deseó a los fieles una “feliz Semana Santa”. Se detiene para saludar a la Hermana Petrini, a Emilce Cuda. Se siente mejor y no parece tener intención de seguir la estricta prescripción médica que impondría dos meses de convalecencia en aislamiento en Santa Marta. Si bien no celebrará ni presidirá ninguno de los ritos de la Semana Santa, no estará ausente y de algún modo, a menudo de manera improvisada como la de hoy, participará en las celebraciones del período más sagrado de todo el calendario litúrgico. A estas alturas no sería de extrañar que el próximo domingo, Domingo de Pascua, además de impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi desde la logia exterior de la Basílica de San Pedro, decidiera estar presente en la Misa de Pascua que, según sabemos y como escribimos hace unos días, será celebrada por el cardenal decano Giovanni Battista Re.
Ante un pontificado que se encamina a su final se hace cada vez más evidente la sombra de las polarizaciones internas, delineando dos facciones: quienes apoyan las innovaciones y los mensajes de apertura del Papa Francisco , y quienes temen una deriva del dogma y la doctrina. Las dos facciones dentro del Sagrado Colegio pueden identificarse por una serie de características distintivas. Por un lado, los “franciscanos” luchan por una Iglesia inclusiva que abrace la diversidad. Representada por cardenales y obispos que han abrazado la Carta de Asís y las exhortaciones de la Encíclica “Laudato si’”, esta facción encuentra su punto de apoyo en ideologías 2030. Por otro lado, está el “Circuito Tradicionalista”, un grupo que empieza a hacer oír su voz con insistencia. Aparece como una resistencia no sólo contra el pontífice, sino también contra cualquier forma de modernismo que comprometa el rigor doctrinal. Las numerosas declaraciones públicas y acciones llevadas a cabo por los cardenales revelan una Iglesia en una encrucijada.
Con cada momento que pasa, aumentan las expectativas sobre un posible cambio en el trono de San Pedro, un evento que no sólo implicaría la elección de un nuevo Papa, sino que marcaría el comienzo de una era potencialmente cargada de tensión y conflicto interno. ¿Habrá un pontífice capaz de encontrar un equilibrio entre las diferentes almas del catolicismo? La Iglesia parece enfrentarse a una especie de autodestrucción debido a sus divisiones internas y es un símbolo de los conflictos más amplios que enfrenta la sociedad contemporánea. Las futuras decisiones, que no serán una mera cuestión de votación en el cónclave, se convertirán en una prueba crucial para el clero y los fieles: ¿qué dirección elegir? Sólo el tiempo y el próximo cónclave lo dirán.
Al cardenal elector George Alencherry, le quedan cinco días, nació en una familia católica en Kerala (India) el 19 de abril de 1945. En 1961 ingresó en el seminario menor archidiocesano de Parel, también en Changanacherry. Completó sus estudios filosóficos y teológicos en el Seminario Pontificio de San José en Aluva. En París se doctoró en teología bíblica en la Sorbona y se especializó en catequesis en el Instituto Católico. El 11 de noviembre de 1996, Juan Pablo II lo nombró primer obispo de la nueva diócesis sirio-malabar de Thuckalay. Tras la muerte del Cardenal Varkey Vithayathil, el 24 de mayo de 2011, fue elegido canónicamente Arzobispo Mayor de Ernakulam-Angamaly en el Sínodo de Obispos de la Iglesia Sirio-Malabar. El indio Mar George Alencherry fue el cuarto arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly en recibir la púrpura. Participó en el cónclave de marzo de 2013 que eligió al Papa Francisco. Fue creado y proclamado Cardenal por Benedicto XVI en el Consistorio del 18 de febrero de 2012.
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El elector Carlos Osoro Sierra, Arzobispo Emérito de Madrid (España), nació en Castañeda, diócesis de Santander, el 16 de mayo de 1945, le queda un mes de elector, tiene estudios de magisterio, pedagogía y matemáticas, ordenado sacerdote el 29 de julio de 1973. El 27 de diciembre de 1996 Juan Pablo II lo nombró obispo de Orense, el 7 de enero de 2002 fue promovido a arzobispo de Oviedo y el 8 de enero de 2009 fue trasladado por Benedicto XVI a la sede metropolitana de Valencia y el Papa Francisco lo nombró arzobispo de Madrid el 28 de agosto de 2014. Creado Cardenal por el Papa Francisco en el Consistorio del 19 de noviembre de 2016.
El Dicasterio para el Clero publicó ayer un decreto con nuevas normas sobre la disciplina de las intenciones de la Misa, aprobado por el papa Francisco el 13 de abril. El documento reitera que «según la costumbre aprobada por la Iglesia, es lícito que todo sacerdote que celebra la Misa reciba la ofrenda dada para que pueda aplicar la Misa según una intención específica». El decreto especifica que «la aplicación colectiva de múltiples ofrendas para una sola misa sólo se permite si los oferentes, previamente y explícitamente informados, han consentido libremente», y que «la voluntad de los oferentes nunca puede presumirse ni inferirse del silencio». Además, se recomienda “ofrecer la posibilidad de celebrar diariamente Misas de única intención” y se reitera que “es gravemente ilícita la aceptación de ofrendas con ocasión de una simple celebración de la palabra o de un simple recuerdo durante la Misa”. Llama a no degradar la tradición eclesial, recordando que «la Misa no es un premio para los perfectos, sino un remedio generoso y un alimento para los débiles».
Una vez más, la Santa Sede interviene en cuestiones delicadas de formas que parecen anacrónicas y distantes de la realidad concreta que se vive en las comunidades. En Europa, por ejemplo, asistimos a un descenso progresivo de las peticiones de celebración de Santas Misas, tanto por los difuntos como por los vivos, son muchos los sacerdotes que no cuentan con la intención de la misa de forma ordinaria. En muchos casos la gente ni siquiera es consciente de que se puede celebrar una misa por sus intenciones. “Si el Papa dice que el infierno está vacío, ¿qué sentido tiene celebrar misas por los difuntos?” ¿Cómo podemos culparlo? Para los sacerdotes diocesanos, el salario vinculado al sostenimiento del clero es a menudo insuficiente. Lo mismo ocurre con las personas religiosas, que deben depender del apoyo financiero de sus comunidades. Los costos que hay que afrontar, unidos a las solicitudes de ayuda que muchos sacerdotes reciben diariamente, superan ampliamente las posibilidades que ofrecen las formas de apoyo actuales. Puede que algunos sacerdotes busquen en ellas una manera de “ganar dinero”, pero es una minoría. El riesgo es que, en el intento de contener algunos casos extremos, terminemos fomentando el laicado contra la gran mayoría de los sacerdotes, que cada día desempeñan su ministerio con dedicación, en medio de mil dificultades y con cada vez menos recursos disponibles.
A consecuencia del espolio pontificio en la Basílica de San Pedro, recordamos que no es, ni mucho menos, el primer Papa que renuncia a la tradicional sotana y solideo blanco. Los menos jóvenes, que no sólo han conocido un pontificado marcado por la enfermedad, recuerdan cómo Juan Pablo II fue un Papa deportista en sus primeros años . Entre sus grandes pasiones estaba el esquí, que practicó en su juventud en los montes Tatra, al sur de Cracovia. En los años 60, durante sus estancias en Roma con motivo del Concilio Vaticano II, Wojtyla conoció el Terminillo, la montaña de los romanos. Una vez elegido Papa, el polaco no renunció a la nieve y su viaje más famoso sigue siendo el de 1984 a un refugio en Adamello en compañía del entonces presidente de la República Italiana, Sandro Pertini. Ambos filtraron la noticia vía Ansa y las imágenes de un Papa con botas de esquí rojas, un mono azul , gafas de sol y un gorro de lana siguen siendo históricas. Continuó esquiando de incógnito en el Gran Sasso hasta 1994, debido a una fractura de fémur derecho. Juan Pablo II también fue fotografiado por Roberta Hidalgo y otros tres colegas en traje de baño y gorro de baño mientras nadaba en la piscina construida para él en la residencia papal de Castel Gandolfo. Informado de la existencia de las imágenes, Wojtyła dio su consentimiento para su publicación, pero el asunto se convirtió en una historia de espionaje con participación del P2.
Pío IX, el último Papa rey, eliminó la sotana blanca. Lo hizo en el otoño de 1848, frente a los movimientos revolucionarios que conducirían al nacimiento de la República Romana. Pío IX se dio cuenta de que Roma ya no era segura para él y al amanecer del 24 de noviembre de 1848 se quitó el hábito blanco pero también «el camauro y las babuchas rojas de marroquín con cruces bordadas en la parte superior» y salió del Quirinal vistiendo una sencilla sotana negra de sacerdote . Abandonó la Ciudad Eterna en el carruaje de la condesa Teresa Giraud Spaur, se detuvo en Albano Laziale y luego reanudó su huida hacia Gaeta donde fue acogido por el rey de las Dos Sicilias, Fernando II.
El profesor Alberto Melloni explicó que Pío IX solía salir del Quirinal para ir a tomar un café en la Piazza Venezia, vestido como un simple sacerdote. Seguro que hay otros casos históricos de espoliación pontificia, en estos tiempos en los que todos llevamos una cámara en el bolsillo son más complicados de ocultar. El caso del espolio del Papa Francisco se produce en el interior de la Basílica, no para esquiar, o tomar un baño, ni mucho menos, para salir corriendo ante sus enemigos, en esto si puede que sea único.
«Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis».
Buena lectura.