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Pues se parece mucho a algo que viví yo. Mi hijo estuvo enfermo muy a menudo cuando era pequeño y desde que empezó la guardería (virus, convulsiones febriles, pulmonías). Estuvimos de médicos y hospitales hasta que cumplió 6 años. Ni vacaciones ni nada porque siempre enfermaba. Yo vivía en un estado de estrés y tristeza constantes porque no teníamos ni ayuda ni familia cerca, estuve muy sola. Cuando las cosas empezaron a mejorar y poco a poco recuperamos nuestras vidas, empecé a sentirme fatal, con todos los síntomas que has enumerado. No me apetecía hacer nada, sobrevivía en vez de vivir (levantarme, limpiar, cocinar, estar con mi hijo, dormir). Además no tenía trabajo porque con todas las bajas por enfermedad del niño no duraba nada en las empresas (en el trabajo de mi marido eran mucho más comprensivos, por suerte). Me acuerdo que un día al despertarme no fui capaz de sentir nada, ni nervios, ni tristeza, nada. Fue una sensación tan rara que me asusté. Llegó un momento en el que estaba segura de que me estaba muriendo, que poco a poco dejaba este mundo y que lo que veía era una transición al otro, fue de locos. Busqué un terapeuta y fui a un par de sesiones, me explicaron que mi cuerpo y me mente no reaccionaron como debían a todas las malas situaciones vividas y que me pasaba factura a largo plazo.
Durante una temporada hablé más con otra gente, me esforcé por salir y socializar y hacer ejercicio y poco a poco volví a ser yo misma, pero tardé varios meses. Lo hice sin medicación, por suerte. Pero a día de hoy aún tengo momentos en los que me vienen recuerdos de esos días de enfermedades y sustos y mi humor empeora, o me pongo a llorar sin motivo. Nadie sabe que me pasa esto, me lo guardo para mí. Por suerte se me pasa en unas horas pero sigue ahí. Por ejemplo, mi hijo ya es mayor pero si me dice que se encuentra mal, o que le duele la cabeza, o que está incubando algo empiezo a sentir esa angustia horrible de tal intensidad que tengo que ir al baño por las náuseas. Mi lado racional sabe que no pasa nada, que todos enfermamos de vez en cuando pero mi otro lado oscuro revive las emociones de aquellos tiempos con la misma intensidad. Imagínate, por un catarrillo de nada mi cuerpo reacciona de la misma manera que cuando lo llevaban en ambulancia inconsciente, es de locos. No pasa un día en el que no me preocupe por su salud o su estado de ánimo y cuando estoy en el trabajo miro el teléfono todo el rato, esperando noticias del instituto (en el colegio me llamaban para decirme que estaba malo bastante a menudo). Mi médico me dice que no es normal preocuparse así por un adolescente de casi 15 años pero mi mente sigue reaccionando como en el pasado.
No sé si es exactamente lo que has descrito pero se parece un poco, creo.
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