Trumpadas 2.0

Denunciar a tus colegas? Como si no hubiéramos visto algo así a lo largo de la historia. Jamás pensé que esto fuera posible en EEUU.

"Se envió un cable a embajadas de todo el mundo con el nombre del Secretario de Estado Marco Rubio. El cable anima a los empleados del Departamento de Estado a denunciarse a través de un formulario de denuncia que puede ser anónimo. "Los informes deben ser lo más detallados posible, incluyendo nombres, fechas, lugares (por ejemplo, puesto u oficina nacional donde ocurrió el incidente". Las instrucciones también se dieron a conocer en un aviso a todo el departamento."




 
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Perdón, puede que lo sepan, pero por las dudas.

Desde el miercoles las redes sociales comparten su ubicacion 24/7.

Entren a configuracion, ubicación, permisos y cancélenlos.

Aparentemente el trompetas ordenó que se haga eso para ubicar inmigrantes 24/7, pero se ve que era mucho trabajo hacerlo solo para usa, lo hicieron para todo el mundo. Es un peligro, sobre todo si tienen cuentas públicas

A quienes estamos fuera (o dentro) de usa, no nos afecta ice. Pero la ubicacion es precisa con numero y depto. Nunca se sabe a donde llegan las capturas de pantalla, que no caiga en manos de malvivientes esa info.
 
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Pregunta:

Por qué las mujeres en usa suman el apellido del esposo en su documento?

Pregunto porque aca las mujeres ponen sus apellidos de soltera ya que cuando se saca el dni estan solteras.


Tradicionalmente al casarse la mujer cambia su apellido por el del marido. La mayoría lo hace y cambia de apellido en el Seguro Social cada vez que cambia de marido. (Ante la sociedad se convierte en Mrs.) No hay ninguna ley que te obligue a cambiarlo. Desde los años setenta, con el movimiento de liberación de la mujer ha ido cambiando la tradición y muchas mujeres profesionales retenemos nuestro apellido de soltera y nos llaman Ms. so-and-so.
 
Tradicionalmente al casarse la mujer cambia su apellido por el del marido. La mayoría lo hace y cambia de apellido en el Seguro Social cada vez que cambia de marido. (Ante la sociedad se convierte en Mrs.) No hay ninguna ley que te obligue a cambiarlo. Desde los años setenta, con el movimiento de liberación de la mujer ha ido cambiando la tradición y muchas mujeres profesionales retenemos nuestro apellido de soltera y nos llaman Ms. so-and-so.
Aún cuando la mujer opta por cambiarse al apellido del marido no sé que dificultad puede haber en registrarse en el censo con el nuevo apellido para votar, es un trámite que hay que hacer una sola vez si cambias de apellido y supongo que hasta se podrá hacer online 🤷‍♀️
 
Aún cuando la mujer opta por cambiarse al apellido del marido no sé que dificultad puede haber en registrarse en el censo con el nuevo apellido para votar, es un trámite que hay que hacer una sola vez si cambias de apellido y supongo que hasta se podrá hacer online 🤷‍♀️

La verdad que no se, pero no creo que sea fácil cambiar el apellido. Cuando me casé decidí retener el mio por motivos profesionales, pero tampoco estaba por la labor. El papeleo no era sencillo y en aquella época no se gestionaba online. No sé si desde entonces habrá cambiado, pero sé de mujeres que se han cambiado de apellido más de una vez y siempre ocasiona contratiempos y enredos con la Seguridad Social y lo peor es que están encantadas de llamarse Mrs. so-and-so.
 

Vaya, vaya…
IKER SEISDEDOS

Los consumidores que estos días se temían en Estados Unidos un futuro de teléfonos iPhone o Samsung al doble de su precio actual respiraron este sábado aliviados con el último bandazo comercial del presidente estadounidense. Teléfonos, ordenadores, chips, discos duros y otros componentes electrónicos que tradicionalmente no se fabrican en el país quedan excluidos de la aplicación de los gravámenes con los que la Administración de Trump ha iniciado guerra comercial de alcance global e imprevisibles consecuencias.

Un documento publicado el viernes por la noche por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, la responsable de recaudar los aranceles sobre los bienes que importa Estados Unidos, dio cuenta discretamente de una nueva excepción en el errático programa arancelario de Trump. Según esa salvedad, una serie de productos tecnológicos quedan exentos tanto de la tasa del 145% sobre los bienes llegados desde China (y la contraria, del 125%, con la que respondió Pekín durante esta semana de órdagos cruzados entre ambas capitales) como del arancel recíproco del 10% con la que el pasado 2 de abril Washington decidió castigar a la mayoría de sus socios comerciales.

Las exenciones afectan a un sector, el tecnológico, en el que la fantasía de Trump de que los aranceles provoquen una vuelta de las industrias que una vez se fueron es sencillamente imposible. Lograr que esos componentes se fabriquen en Estados Unidos llevaría años. Las exclusiones se aplican a teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles, discos duros, procesadores y chips de memoria. Estos populares productos electrónicos de consumo no se fabrican generalmente en Estados Unidos.

También quedarán excluidos de los aranceles las máquinas utilizadas para fabricar semiconductores. Cabe interpretar el gesto como un guiño los fabricantes de chips, y especialmente a Taiwan Semiconductor Manufacturing, que ha anunciado una importante inversión en Estados Unidos. Es uno de los sectores más sensibles a la ofensiva arancelaria. Y Trump ha prometido en repetidas ocasiones un impuesto específico, del estilo de los que ha impuesto hasta ahora a sectores como el de los fabricantes de coches y los productores el acero y el aluminio (todos ellos, gravados con un 25%). No está en cualquier caso claro cuál sería la tasa concreta para los chips.

La alegría de los consumidores de teléfonos inteligentes podría, con todo, ser efímera. Estas exenciones responden a una disposición inicial que impide que los aranceles sectoriales se acumulen sobre las tasas generales impuestas a las exportaciones de cada país. Los analistas ya han advertido que los productos que de momento se libran de los recargos podrían estar sujetos a otros aranceles más adelante. Así que una vez más, en la nueva era comercial de Trump, la incertidumbre reina.

El anuncio llega al final de una semana en la que las hostilidades comerciales entre Pekín y Washington han escalado como en una partida de póker. Al final, los dos rivales terminaron sus apuestas con un arancel del 125% a los productos estadounidenses importados por China y de un 145% a los chinos importados por Estados Unidos. “Si insisten en seguir dañando sustancialmente nuestros intereses, China tomará represalias firmes y peleará hasta el final”, afirmaron sus autoridades comerciales en un comunicado hecho público el viernes, poco antes de que la Administración de Trump añadiera sus últimas excepciones.

Esa escalada de gravámenes ponía en peligro el futuro de una compañía como Apple. Las nuevas tasas auguraban un incremento de 700 dólares en el precio de un iPhone valorado en mil dólares y fabricado en China. Realidades empresariales como esa, y el desplome de los mercados durante esta semana, parecen estar guiando a Trump en la moderación de la “revolución económica” con la que promete devolver su grandeza a Estados Unidos (Make America Great Again).

Esta semana, el presidente estadounidense tuvo que rendirse a la evidencia de que estaba llevando al país, y con él a la economía global, a una recesión y renunciar a la la guerra comercial que declaró al mundo el dos de abril, que bautizo como el “Día de la Liberación”. El miércoles anunció una suspensión durante 90 días de los mal llamados aranceles “recíprocos” con la excepción de China. Para el resto, deja en vigor un arancel universal del 10%

No es la primera vez que el mandatario republicanos juega la carta de las exenciones para móviles y dispositivos electrónicos. Ya lo hizo durante su primer mandato en su relación con China. Entonces, la administración Trump eximió de gravámenes a los teléfonos y relojes inteligentes, así como a la mayoría de los dispositivos electrónicos.

El equipamiento eléctrico y electrónico es la partida más abultada de las importaciones de Estados Unidos desde China (con un valor de 127.000 millones de dólares). Le siguen la maquinaria y los reactores nucleares (85.000 millones de dólares). Los coches suman 18.000 millones, y los artículos de acero o hierro, 13.000.
 

Vaya, vaya…
IKER SEISDEDOS

Los consumidores que estos días se temían en Estados Unidos un futuro de teléfonos iPhone o Samsung al doble de su precio actual respiraron este sábado aliviados con el último bandazo comercial del presidente estadounidense. Teléfonos, ordenadores, chips, discos duros y otros componentes electrónicos que tradicionalmente no se fabrican en el país quedan excluidos de la aplicación de los gravámenes con los que la Administración de Trump ha iniciado guerra comercial de alcance global e imprevisibles consecuencias.

Un documento publicado el viernes por la noche por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, la responsable de recaudar los aranceles sobre los bienes que importa Estados Unidos, dio cuenta discretamente de una nueva excepción en el errático programa arancelario de Trump. Según esa salvedad, una serie de productos tecnológicos quedan exentos tanto de la tasa del 145% sobre los bienes llegados desde China (y la contraria, del 125%, con la que respondió Pekín durante esta semana de órdagos cruzados entre ambas capitales) como del arancel recíproco del 10% con la que el pasado 2 de abril Washington decidió castigar a la mayoría de sus socios comerciales.

Las exenciones afectan a un sector, el tecnológico, en el que la fantasía de Trump de que los aranceles provoquen una vuelta de las industrias que una vez se fueron es sencillamente imposible. Lograr que esos componentes se fabriquen en Estados Unidos llevaría años. Las exclusiones se aplican a teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles, discos duros, procesadores y chips de memoria. Estos populares productos electrónicos de consumo no se fabrican generalmente en Estados Unidos.

También quedarán excluidos de los aranceles las máquinas utilizadas para fabricar semiconductores. Cabe interpretar el gesto como un guiño los fabricantes de chips, y especialmente a Taiwan Semiconductor Manufacturing, que ha anunciado una importante inversión en Estados Unidos. Es uno de los sectores más sensibles a la ofensiva arancelaria. Y Trump ha prometido en repetidas ocasiones un impuesto específico, del estilo de los que ha impuesto hasta ahora a sectores como el de los fabricantes de coches y los productores el acero y el aluminio (todos ellos, gravados con un 25%). No está en cualquier caso claro cuál sería la tasa concreta para los chips.

La alegría de los consumidores de teléfonos inteligentes podría, con todo, ser efímera. Estas exenciones responden a una disposición inicial que impide que los aranceles sectoriales se acumulen sobre las tasas generales impuestas a las exportaciones de cada país. Los analistas ya han advertido que los productos que de momento se libran de los recargos podrían estar sujetos a otros aranceles más adelante. Así que una vez más, en la nueva era comercial de Trump, la incertidumbre reina.

El anuncio llega al final de una semana en la que las hostilidades comerciales entre Pekín y Washington han escalado como en una partida de póker. Al final, los dos rivales terminaron sus apuestas con un arancel del 125% a los productos estadounidenses importados por China y de un 145% a los chinos importados por Estados Unidos. “Si insisten en seguir dañando sustancialmente nuestros intereses, China tomará represalias firmes y peleará hasta el final”, afirmaron sus autoridades comerciales en un comunicado hecho público el viernes, poco antes de que la Administración de Trump añadiera sus últimas excepciones.

Esa escalada de gravámenes ponía en peligro el futuro de una compañía como Apple. Las nuevas tasas auguraban un incremento de 700 dólares en el precio de un iPhone valorado en mil dólares y fabricado en China. Realidades empresariales como esa, y el desplome de los mercados durante esta semana, parecen estar guiando a Trump en la moderación de la “revolución económica” con la que promete devolver su grandeza a Estados Unidos (Make America Great Again).

Esta semana, el presidente estadounidense tuvo que rendirse a la evidencia de que estaba llevando al país, y con él a la economía global, a una recesión y renunciar a la la guerra comercial que declaró al mundo el dos de abril, que bautizo como el “Día de la Liberación”. El miércoles anunció una suspensión durante 90 días de los mal llamados aranceles “recíprocos” con la excepción de China. Para el resto, deja en vigor un arancel universal del 10%

No es la primera vez que el mandatario republicanos juega la carta de las exenciones para móviles y dispositivos electrónicos. Ya lo hizo durante su primer mandato en su relación con China. Entonces, la administración Trump eximió de gravámenes a los teléfonos y relojes inteligentes, así como a la mayoría de los dispositivos electrónicos.

El equipamiento eléctrico y electrónico es la partida más abultada de las importaciones de Estados Unidos desde China (con un valor de 127.000 millones de dólares). Le siguen la maquinaria y los reactores nucleares (85.000 millones de dólares). Los coches suman 18.000 millones, y los artículos de acero o hierro, 13.000.
Vaya vaya, quien está bajándose los pantalones ;) ;)
 

Vaya, vaya…
IKER SEISDEDOS

Los consumidores que estos días se temían en Estados Unidos un futuro de teléfonos iPhone o Samsung al doble de su precio actual respiraron este sábado aliviados con el último bandazo comercial del presidente estadounidense. Teléfonos, ordenadores, chips, discos duros y otros componentes electrónicos que tradicionalmente no se fabrican en el país quedan excluidos de la aplicación de los gravámenes con los que la Administración de Trump ha iniciado guerra comercial de alcance global e imprevisibles consecuencias.

Un documento publicado el viernes por la noche por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, la responsable de recaudar los aranceles sobre los bienes que importa Estados Unidos, dio cuenta discretamente de una nueva excepción en el errático programa arancelario de Trump. Según esa salvedad, una serie de productos tecnológicos quedan exentos tanto de la tasa del 145% sobre los bienes llegados desde China (y la contraria, del 125%, con la que respondió Pekín durante esta semana de órdagos cruzados entre ambas capitales) como del arancel recíproco del 10% con la que el pasado 2 de abril Washington decidió castigar a la mayoría de sus socios comerciales.

Las exenciones afectan a un sector, el tecnológico, en el que la fantasía de Trump de que los aranceles provoquen una vuelta de las industrias que una vez se fueron es sencillamente imposible. Lograr que esos componentes se fabriquen en Estados Unidos llevaría años. Las exclusiones se aplican a teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles, discos duros, procesadores y chips de memoria. Estos populares productos electrónicos de consumo no se fabrican generalmente en Estados Unidos.

También quedarán excluidos de los aranceles las máquinas utilizadas para fabricar semiconductores. Cabe interpretar el gesto como un guiño los fabricantes de chips, y especialmente a Taiwan Semiconductor Manufacturing, que ha anunciado una importante inversión en Estados Unidos. Es uno de los sectores más sensibles a la ofensiva arancelaria. Y Trump ha prometido en repetidas ocasiones un impuesto específico, del estilo de los que ha impuesto hasta ahora a sectores como el de los fabricantes de coches y los productores el acero y el aluminio (todos ellos, gravados con un 25%). No está en cualquier caso claro cuál sería la tasa concreta para los chips.

La alegría de los consumidores de teléfonos inteligentes podría, con todo, ser efímera. Estas exenciones responden a una disposición inicial que impide que los aranceles sectoriales se acumulen sobre las tasas generales impuestas a las exportaciones de cada país. Los analistas ya han advertido que los productos que de momento se libran de los recargos podrían estar sujetos a otros aranceles más adelante. Así que una vez más, en la nueva era comercial de Trump, la incertidumbre reina.

El anuncio llega al final de una semana en la que las hostilidades comerciales entre Pekín y Washington han escalado como en una partida de póker. Al final, los dos rivales terminaron sus apuestas con un arancel del 125% a los productos estadounidenses importados por China y de un 145% a los chinos importados por Estados Unidos. “Si insisten en seguir dañando sustancialmente nuestros intereses, China tomará represalias firmes y peleará hasta el final”, afirmaron sus autoridades comerciales en un comunicado hecho público el viernes, poco antes de que la Administración de Trump añadiera sus últimas excepciones.

Esa escalada de gravámenes ponía en peligro el futuro de una compañía como Apple. Las nuevas tasas auguraban un incremento de 700 dólares en el precio de un iPhone valorado en mil dólares y fabricado en China. Realidades empresariales como esa, y el desplome de los mercados durante esta semana, parecen estar guiando a Trump en la moderación de la “revolución económica” con la que promete devolver su grandeza a Estados Unidos (Make America Great Again).

Esta semana, el presidente estadounidense tuvo que rendirse a la evidencia de que estaba llevando al país, y con él a la economía global, a una recesión y renunciar a la la guerra comercial que declaró al mundo el dos de abril, que bautizo como el “Día de la Liberación”. El miércoles anunció una suspensión durante 90 días de los mal llamados aranceles “recíprocos” con la excepción de China. Para el resto, deja en vigor un arancel universal del 10%

No es la primera vez que el mandatario republicanos juega la carta de las exenciones para móviles y dispositivos electrónicos. Ya lo hizo durante su primer mandato en su relación con China. Entonces, la administración Trump eximió de gravámenes a los teléfonos y relojes inteligentes, así como a la mayoría de los dispositivos electrónicos.

El equipamiento eléctrico y electrónico es la partida más abultada de las importaciones de Estados Unidos desde China (con un valor de 127.000 millones de dólares). Le siguen la maquinaria y los reactores nucleares (85.000 millones de dólares). Los coches suman 18.000 millones, y los artículos de acero o hierro, 13.000.

Cuánto le habrán pagado en crypto a Trump Apple, Samsung, Taiwan Semiconductors y otras empresas para que le hiciera el "favor" de excluir sus productos de los aranceles?

El 'favor' no es gratis. Hay que ver cómo se negoció y lo que pagaron.

Algún día se sabrá.
 

Vaya, vaya…
IKER SEISDEDOS

Los consumidores que estos días se temían en Estados Unidos un futuro de teléfonos iPhone o Samsung al doble de su precio actual respiraron este sábado aliviados con el último bandazo comercial del presidente estadounidense. Teléfonos, ordenadores, chips, discos duros y otros componentes electrónicos que tradicionalmente no se fabrican en el país quedan excluidos de la aplicación de los gravámenes con los que la Administración de Trump ha iniciado guerra comercial de alcance global e imprevisibles consecuencias.

Un documento publicado el viernes por la noche por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, la responsable de recaudar los aranceles sobre los bienes que importa Estados Unidos, dio cuenta discretamente de una nueva excepción en el errático programa arancelario de Trump. Según esa salvedad, una serie de productos tecnológicos quedan exentos tanto de la tasa del 145% sobre los bienes llegados desde China (y la contraria, del 125%, con la que respondió Pekín durante esta semana de órdagos cruzados entre ambas capitales) como del arancel recíproco del 10% con la que el pasado 2 de abril Washington decidió castigar a la mayoría de sus socios comerciales.

Las exenciones afectan a un sector, el tecnológico, en el que la fantasía de Trump de que los aranceles provoquen una vuelta de las industrias que una vez se fueron es sencillamente imposible. Lograr que esos componentes se fabriquen en Estados Unidos llevaría años. Las exclusiones se aplican a teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles, discos duros, procesadores y chips de memoria. Estos populares productos electrónicos de consumo no se fabrican generalmente en Estados Unidos.

También quedarán excluidos de los aranceles las máquinas utilizadas para fabricar semiconductores. Cabe interpretar el gesto como un guiño los fabricantes de chips, y especialmente a Taiwan Semiconductor Manufacturing, que ha anunciado una importante inversión en Estados Unidos. Es uno de los sectores más sensibles a la ofensiva arancelaria. Y Trump ha prometido en repetidas ocasiones un impuesto específico, del estilo de los que ha impuesto hasta ahora a sectores como el de los fabricantes de coches y los productores el acero y el aluminio (todos ellos, gravados con un 25%). No está en cualquier caso claro cuál sería la tasa concreta para los chips.

La alegría de los consumidores de teléfonos inteligentes podría, con todo, ser efímera. Estas exenciones responden a una disposición inicial que impide que los aranceles sectoriales se acumulen sobre las tasas generales impuestas a las exportaciones de cada país. Los analistas ya han advertido que los productos que de momento se libran de los recargos podrían estar sujetos a otros aranceles más adelante. Así que una vez más, en la nueva era comercial de Trump, la incertidumbre reina.

El anuncio llega al final de una semana en la que las hostilidades comerciales entre Pekín y Washington han escalado como en una partida de póker. Al final, los dos rivales terminaron sus apuestas con un arancel del 125% a los productos estadounidenses importados por China y de un 145% a los chinos importados por Estados Unidos. “Si insisten en seguir dañando sustancialmente nuestros intereses, China tomará represalias firmes y peleará hasta el final”, afirmaron sus autoridades comerciales en un comunicado hecho público el viernes, poco antes de que la Administración de Trump añadiera sus últimas excepciones.

Esa escalada de gravámenes ponía en peligro el futuro de una compañía como Apple. Las nuevas tasas auguraban un incremento de 700 dólares en el precio de un iPhone valorado en mil dólares y fabricado en China. Realidades empresariales como esa, y el desplome de los mercados durante esta semana, parecen estar guiando a Trump en la moderación de la “revolución económica” con la que promete devolver su grandeza a Estados Unidos (Make America Great Again).

Esta semana, el presidente estadounidense tuvo que rendirse a la evidencia de que estaba llevando al país, y con él a la economía global, a una recesión y renunciar a la la guerra comercial que declaró al mundo el dos de abril, que bautizo como el “Día de la Liberación”. El miércoles anunció una suspensión durante 90 días de los mal llamados aranceles “recíprocos” con la excepción de China. Para el resto, deja en vigor un arancel universal del 10%

No es la primera vez que el mandatario republicanos juega la carta de las exenciones para móviles y dispositivos electrónicos. Ya lo hizo durante su primer mandato en su relación con China. Entonces, la administración Trump eximió de gravámenes a los teléfonos y relojes inteligentes, así como a la mayoría de los dispositivos electrónicos.

El equipamiento eléctrico y electrónico es la partida más abultada de las importaciones de Estados Unidos desde China (con un valor de 127.000 millones de dólares). Le siguen la maquinaria y los reactores nucleares (85.000 millones de dólares). Los coches suman 18.000 millones, y los artículos de acero o hierro, 13.000.

Justo venia a traerlo....

Baia Baia Baia... Ya le están apretando las tuercas!
 
Stephanie Rhule con un contundente curriculo en Wall Street tiene su propio programa en MSNBC y conoce a la perfección la trayectoria empresarial de Trump en NYC. Esto es parte de un podcast analizando lo que pudiera haber llevado a Trump a poner una pausa en los aranceles. La versión completa de la conversación se puede acceder en la biografía/descripción.

 
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