Cuando testifique el pobrecito yerno, sube el pan.
Que ya lo han hecho familiares en esa línea.
Estoy convencida de que al asesino quedará retratado como un hombre extraordinariamente autoritario, al que llevarle la contraria en algo por mímino que fuese era en la cabeza del asesino una "afrenta terrible", reaccionando con broncas.
Segura estoy también de que el asesino además de pagar la casa, impuso su distribución: nada de pisos separados por sendas puertas, sino un ascensor para subir y bajar a placer. Menudo respeto a la intimidad, y el yerno el pobrecito, y la hija, tendrían que haber tragado muchísimas cosas de ese tirano.
La gente víctima de estos energumenos cada vez se hace "más pequeñita" y deja de hacer y decir cosas con tal de no enfadar al dictador.
Hace dos meses, en un accidente en el que ese sinvergüenza jamás debía de estar al volante, porque era un peligro, pues pierde a su mujer y a su hija. Le retiran el carnet y sigue sl volante, eso es antisocialidad pura y dura.
Le dolería, sí. Pero en mi opinión ese hombre al que vieron cambiar a peor no estaba sumido en una "tristeza al uso", sino que vio como su reinado de poder se esfumaba. Lo descolocó en la vida, en su rol.
Sigue con la misma actitud en esa casa, pero ahora con un yerno afectado por el accidente que lo culpa de ir al volante cuando no debía para nada, y lo culpa de seguir conduciendo.
Discuten con frecuencia, en la que varias veces el suegro lo encañona con la escopeta.
El tirano incluso amenaza con pedir la custodia de los niños. Ve al yerno como un obstáculo y como un rival, no como alguen al que querer, tratar bien y respetar. Porque no estamos hablando de un abuelo prosocial normal, sino de un sinvergüenza de carácter muy jdido.
Cuando el yerno le comunica que se muda, el asesino decide actuar.
Planea la noche, tiene las pastillas preparadas pero en dosis insuficientes para ambos niños. De ahí que dispare a uno por la espalda.
Mientras la gc está fuera, el asesino hace tiempo para tener la seguridad de que nadie podrá salvar a los niños, se emborracha, fuma, mira recuerdos y ngaña a la GC.
Cuando todo está consumado, se dispara.
La violencia, la venganza, la ira, la planificación delictiva... no son enfernedades mentales.
La violencia de género no es una enfermedad mental.
La violencia vicaria, tampoco.
Los vecinos seguramente sabrán que el asesino era terco, autoritario, irascible o el jefe de la familia, pero no le dan la importancia que tienen a esos factores, de toxicidad pura, con lo ocurrido, cuando realmente son los grandes desencadenantes de lo que decidió hacer ese sinvergüenza.