Dentro del salón, el primer punto del orden del día de la velada era que el rey Frederik daría un discurso.
Parte de su discurso fue personal.
Porque aquí mencionó tanto a su madre, la reina Margrethe, como a su padre, el príncipe Henrik.
El rey Frederik mencionó que “Francia tiene un lugar especial” en su corazón.
Crecer con una madre danesa y un padre francés me dio el privilegio de abrazar lo mejor de cada cultura. De mi madre aprendí el valor del pragmatismo, de mi padre el poder de la pasión. De mi madre aprendí a ver más allá de mis propios impulsos, de mi padre a confiar en mis instintos. De ambos aprendí que siempre debo buscar una perspectiva amplia —dijo el rey Frederik en su discurso—.
El rey Frederik continuó hablando de cómo los daneses y los franceses se complementan entre sí en muchos aspectos. Tal como lo experimentó en casa.
Concluyó su discurso, que en realidad estaba en inglés, en su segunda lengua materna, el francés.