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Capados de la Uni​

Pablo Iglesias, encendí
Y con su prosa fluí,
Educación y cultú,
Propinó a su antigua amí,
La pobre Yolanda Dí
Una patada en el cú​

08/11/2022Actualizada 01:35
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En la «Uni» de Podé
Intervino Pablo Iglé
Y fue bastante aplaudí,
Lo mismo que Monedé,
La Belarra, la Monté,
Isa Serra y Echení.
El salón de Conferén
Dicho sea, sinceramén
No era demasiado gran,
Y el público vehemén
No superó la asistén
De un partido de Petán.
Pablo Iglesias, encendí
Y con su prosa fluí,
Educación y cultú,
Propinó a su antigua amí,
La pobre Yolanda Dí
Una patada en el cú,
Una patada que rom
Cualquier nalga, cualquier pom,
Cualquier glúteo, antifoná,
Cachas, tafanario en bom,
Culete al sol o a la som,
En invierno ó en verá.
Fue entonces, cuando su Iré
Subió al estrado y dio un bé
A su antiguo machirú,
Un excitante morré
A quien compró junto a é
Su hermoso chalé de lu.
Un morreo variopin,
Pringoso, hasta la larin,
Y que no hizo mucha gra
Por celos y pos instín
A doña Lillith Verstryn,
Zanahoria enamorá.
Yolanda estaba llorán
Pensando en Francisco Fran
Que es la causa de sus lló,
Y hallándose en pleno llán
(es muy llorona Yolán)
Dobló el tono del solló,
Al leer que Pablo Iglé
Le puso de vuelta y mé
En la «Uni» podemí,
Cuando fue el propio Colé
Quien dijo que fuera é
Su heredera en el partí.
La «Uni» salió estupén,
Con un futuro tremén
En la nueva democrá.
Y el triunfo, heroico y valién
De exhumar urgentemén
Al facha Queipo de Llá.
Llora Yolanda, Monté
Morrea con Pablo Iglé,
tuerce el gesto al verlo, Lí,
Habló también Monedé,
La Belarra, Isabel Sé,
Y el simpático Echení.
La clausura, emocionán,
Puño en alto, y ¡Adelán!
¡Por la Tercera Repú!
¡Hemos derrotado a Fran!
¡Muchas gracias, Pedro Sán!
Pues nada a tomar por cú.

Más de Alfonso Ussía​

 

Francisco Ferrol​

Jamás fui partidario de Francisco Ferrol, pero hay que reconocer que muchas cosas las hizo mejor que bien​

09/11/2022Actualizada 01:30
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Los que me conocen saben que jamás fui franquista. En mi casa me educaron en la lealtad a Don Juan. Y cuando Don Juan fue definitivamente descartado, seguí del lado de Don Juan hasta su renuncia a los derechos históricos de la Corona en beneficio de su hijo, Don Juan Carlos I. Mi padre estuvo siempre a la sombra del gran perdedor, y fue el español que en más ocasiones fue convocado por el Tribunal de Orden Público por sus constantes estancias y viajes a Estoril, superando las 150 comparecencias. Pero ahora, me permito creer que, en la culminación de mi existencia, tengo que reconocer muchas cosas buenas a quien no reconocí ninguna por la lógica estupidez ardiente y juvenil. Y como ese reconocimiento hoy se considera delito, he decidido que lo más prudente es intentar la justicia y el equilibrio refiriéndome a don Francisco Ferrol, por cuanto sus verdaderos nombre y apellido están penados por la nueva Ley de la Memoria Democrática, y solamente es tolerable mencionarlo si es para ponerlo a parir. En mi infancia y juventud se vivía en un régimen autoritario que desembocó en una dictablanda. Efectivamente, la militancia política –no sólo la de izquierdas–, estaba perseguida, pero fuera de ella, en España había más libertad que en nuestros días. Y, además, impuestos ridículos, grandes obras públicas, sociedades estatales con un funcionamiento perfecto –Correos, Iberia, Renfe, etc.–, hospitales públicos, más de cuatro millones de viviendas protegidas y una política económica que llevó a nuestra nación de la desolación de la posguerra a ocupar el noveno lugar de las economías mundiales durante el régimen de don Francisco Ferrol. En aquellos tiempos se expandió la clase media, el tejido social que mantiene en todos los países la estabilidad y la libertad de los mercados. Don Francisco Ferrol creó la Seguridad Social, determinó las vacaciones obligatorias, las pagas extraordinarias, y unos tribunales laborales en los que el noventa por ciento de las causas a juzgar se sentenciaban favorablemente a los obreros. Y se vivía en paz y muy bien, con la seguridad ciudadana garantizada y con plena libertad, siempre insisto, renunciando al ejercicio político. Ha dicho Cristina Almeida, además de narrar su negativa a compartir en sueños sus ardores con Bertín Osborne, que Francisco Ferrol prohibió el s*x*. Mentira. A mí, al menos, no me lo prohibió, y tuve amigos «gays» que se encontraban en sus bares y discotecas sin que nadie le aplicara la Ley de Vagos y Maleantes promulgada durante la Segunda República, o fueran fusilados por el Ché Guevara por ser homosexuales. El funcionariado era el preciso, y la administración del dinero público, modélica. Y sí, Madrid era el centro. Hubo centralismo, como en Francia con París, en Inglaterra con Londres y en Portugal con Lisboa. Aquella España, con todos sus defectos, era infinitamente más libre –excepto en el ejercicio de la política–, que esta España entregada a los que la aborrecen, a los terroristas que han asesinado a los españoles, y a los separatistas que han convertido sus regiones y ciudades en espacios abiertos a la delincuencia.
Ahora han decidido los resentidos ignorantes, iletrados y resentidos, eliminar a don Francisco Ferrol de la historia, ya centenaria de la Legión. Una bandera lleva su nombre, la que mandó como su primer comandante. Eliminar al general Ferrol de la historia de la Legión es empresa imposible, por haber sido junto al general Millán Terreros –posteriormente Millán-Astray–, uno de sus fundadores y primeros jefes.
Empresa tan tonta como borrar de la Compañía de Jesús a Íñigo de Loyola para sustituirlo por el padre Ángel, que capaces son.
El fundamental problema de estos propagadores del odio no está en la mentira, en la rabia, en la injusticia y en la necesidad que tienen en ganar una guerra que perdieron por su culpa hace más de ochenta años. En un bando había un ideal, España, y en el otro un desbarajuste que terminó a tiros entre ellos al grito de ¡viva Stalin! El fundamental problema es que además de recuperar el odio, lo han hecho desde la más supina estupidez. Y las tonterías de los tontos no tienen recorrido.
Jamás fui partidario de Francisco Ferrol, pero hay que reconocer que muchas cosas las hizo mejor que bien.

Más de Alfonso Ussía​


 

Qatar​

Lo único que tiene es dinero, y creo que los estados que han construido son maravillosos, dejando siempre un paso para facilitar los desplazamientos de las caravanas de dromedarios​

10/11/2022Actualizada 01:34
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El señor Blatter, presidente de la FIFA cuando se acordó designar a Qatar, el paraíso nacional de Xavi Hernández, sede del Mundial de Fútbol, reconoce ahora que aquella decisión fue un grave error. «Nos equivocamos». Está bien, ¿Y el dinero? Porque detrás de aquel monumental error volaron sin ser vistos ágiles sobres con petrodólares, algunos de los cuales aterrizaron en desahogados bolsillos de directivos del fútbol mundial. Blatter acusa a Platini de ser el máximo responsable de la absurda elección. Creo yo, desde mi infinita humildad y modestia – jamás he sido presidente de nada-, que el máximo responsable de los aciertos y los desaciertos en cualquier asociación o empresa, es el presidente, más aún, si actúa como presidente ejecutivo. Para suavizar las tensiones, el embajador del mundial, Khalid Salman, ha advertido que todos los visitantes a su país están obligados a someterse a sus leyes. «La homosexualidad es un daño mental y su práctica está rigurosamente prohibida en Qatar». Si yo fuera Rubiales, que a Dios gracias no es el caso, retiraría a la Selección de España de este Mundial por respeto al movimiento LGTBI, pero no estimo posibilidades de que lo haga. Por respeto, y por evitar riesgos al ministro de Cultura y Deportes, señor Iceta, que, por lógica, tendrá que presentarse en Qatar para asistir a uno cualquiera de los partidos que dispute la Selección de España. Seamos o no partidarios o detractores de su persona, muchos nos sentiríamos descorazonados, si por un momento de debilidad, nuestro ministro bailarín terminara en una comisaría, y llevado en presencia de un juez con turbante después de ser sorprendido por la policía catarí moviendo frenéticamente la peonza celebrando en una fiesta privada de Rubiales un triunfo español.
Qatar no representa nada respetable en el fútbol mundial. Lo único que tiene es dinero, y creo que los estados que han construido son maravillosos, dejando siempre un paso para facilitar los desplazamientos de las caravanas de dromedarios. Sucedió en un taxi en Madrid, y el taxista tuvo que acudir ante el juez denunciado por el cliente. Por fortuna, su Señoría tenía sentido del humor y archivó la causa. En La Castellana esquina con Martínez Campos, un viandante alzó un brazo para detener al taxi, y le pidió al conductor que le llevara al Palacio de Santa Cruz, sede del ministerio de Asuntos Exteriores. El taxista oía la radio, una emisora musical, que en ese momento difundía una canción de Shakira, cuando era todavía señora de Piqué. El cliente, diplomático catarí, le ordenó que apagara la radio. – Es una música pecaminosa y maligna, como todas las canciones occidentales-, El taxista obedeció. Pero su obediencia apenas duró veinte segundos. En el primer semáforo, el taxista abandonó el volante, abrió la puerta trasera del coche e informó al diplomático catarí que el trayecto había terminado. -No le cobro nada, pero le ruego que salga de mi taxi. Detenga a otro para que le lleve hasta su destino. Y si no encuentra a otro taxi libre, aguarde en la acera de la derecha, sitúese a la sombra, bajo ese árbol tan frondoso, y espere que pase algún dromedario con el cartel de «libre» colgado de sus orejas. Me gusta mucho Shakira y me dispongo a encender la radio y ponerla a todo meter”.
Actuó de acuerdo con sus costumbres y las de Madrid. Libertad musical. En Qatar probablemente los visitantes homosexuales que caigan en la tentación del desahogo pasional, no tendrán un castigo tan leve como el del taxista madrileño al diplomático catarí. Allí encierran a los homosexuales, y gustan de azotarlos, y si son reincidentes, pueden pasar veinte años en las santas cárceles de Alá y de Mahoma, que era su Profeta.
Por ello, una nación libre, abierta y desarrollada como es España, no debe acudir a competiciones organizadas por Estados medievales que no respeten plenamente la homosexualidad.
España debe retirarse de esa competición devaluada. Y así, nos libramos del tostón. Creo, que por esta vez, Irene Montero y los podemitas estarán de acuerdo con mi propuesta. Porque también están castigados el lesbianismo y el movimiento Trans. Anda, Irene, sea usted valiente.

Más de Alfonso Ussía​

 

"LA GRAN MENTIRA" Por Alfonso Ussía​


Érase una vez que se era... Un país donde, sin que nadie la votara, amaneció un día una República. Los políticos de izquierdas y de derechas que habían conspirado largamente para traerla se pusieron de acuerdo, en lo que se fuma un puro, para nombrar presidente y gobierno. Fue el 14 de abril de 1931.

Tras un breve periodo constituyente se fue a elecciones (nov 1933) y éstas, vaya por Dios, fueron ganadas por las formaciones de derechas (por cierto, de manera abrumadora).

Las izquierdas ya habían advertido de que, en caso de que las urnas les fueran adversas, irían contra "la república burguesa". Algo muy democrático, claro, según afirma hoy el Gobierno Sánchez, haciendo de esta barbaridad ley.


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1934. Claustro de la Universidad de Oviedo quemado y arrasado por los revolucionarios marxistas tras los sucesos de la Revolución de Asturias del mes de octubre.


Y cumplieron con lo anunciado: en octubre de 1934 se produce un levantamiento obrero en la cuenca minera asturiana, organizado, financiado y armado por el PSOE. Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, a la sazón líderes socialistas, habían convocado para tales fechas una Huelga General Revolucionaria, confiando en extender la insurrección armada por toda la geografía hispana, pero aquel Golpe de Estado (oigan: GOLPE DE ESTADO) se quedó en mera (aunque sangrienta) aventura, porque salvo en pequeñas localidades de Albacete y Cádiz, el obrero eligió quedarse en casa. Y más aún cuando vieron que, aprovechando que el Pisuerga para la ocasión pasaba por la cuenca del Nalón, Lluis Companys proclamaba el Estat Catalá.


Fueron dos semanas de destrucción y crimen, que obligaron al presidente Lerroux a recurrir al Ejército de África para devolver el orden constitucional.

Lógicamente los cabecillas fueron procesados y, a instancias del Gobierno, Largo Caballero, líder de la UGT, fue juzgado por el Tribunal Supremo y acusado por el Fiscal General de la República, Valentín Gamazo.


Gamazo pidió 30 años de reclusión para Largo Caballero por "rebelión militar". Sin embargo, y a pesar de las abrumadoras pruebas presentadas a lo largo de los cinco días de la vista, el líder socialista fue declarado inocente.


El Fiscal Jefe Gamazo, jurista de fuste donde los hubieren, dimitió. Desde ese día, Paco Largo, bien desde el periódico Claridad, bien en sus propios mitines, no dejó de exhibir sus ideas ante masas enfervorecidas: o Dictadura del Proletariado o guerra civil. Y oigan: la tuvo. Luego volveremos a este punto.


Agosto de 1936, el fiscal Gamazo en compañía de su esposa Narcisa y sus 9 hijos se ha trasladado a Rubielos, una aldeita en la provincia de Cuenca. Hasta allí se llegan un par de matones mandados desde Madrid, en compañía de otros 20 milicianos de localidades próximas. Toman preso a Valentín y a tres de sus hijos: José (21 años), Francisco (20 años) y Luis (17 años).

El padre suplica que lo maten a él y tengan piedad de sus hijos, pero en una carretera próxima los matan a todos cómo a perros, siguiendo el orden de menor a mayor en un alarde de morbosa crueldad. El Fiscal Jefe de la (gloriosa) República vio como asesinaban uno tras otro a sus hijos mayores antes de morir él.


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1936. Cadáver del que fuera fiscal de la República Marcelino Valentín Gamazo, asesinado por las milicias socialistas, comunistas y anarquistas en el inicio de la Guerra Civil Española


Capone fue un puto aprendiz al lado del vengativo Largo Caballero. Los cadáveres fueron abandonados en un paraje tan inhóspito que, para cuando Narcisa los encontró varios días después, ya eran sólo unos bultos hediondos.


Y esto, amiguitos y amiguitas, resume el "Estado de Derecho" de la gloriosa Segunda República Española contra la que se sublevaron un grupo de "desalmados fascistas". Mire, querido imbécil: si la guerra civil hubiera sido un capricho de Franco no hubiera pasado de Melilla. Lea mientras pueda.


Para el recuerdo: Valentín Gamazo fue Abogado del Estado, al igual que José Calvo-Sotelo, Juan de Isasa, Porfirio Silván, Juan Manuel de Estrada, José Gómez de la Serna, Leandro González, Manuel Gómez Acebo, Pedro Redondo, Wenceslao Manzaneque, Antonio Marín, Manuel Mondéjar, Santiago Alonso, Julio Colomer, Federico Salmón, Luis Belda, Dimas Adánez, Jesús Yébenes, Teodoro Pascual, Fermín Daza, Luis Rúiz Valdepeñas, Juan Rovira, Juan Gómez, Celestino Lázaro, Angel Aguado, Angel Castro y Juan Godinez. Todos ellos ASESINADOS en 1936 por el Frente Popular.

Dos años despues de acabada la guerra, una persona reconoció a uno de los secuestradores de la familia Gamazo. El sujeto andaba tranquilamente por las calles de la capital.

Lo denunció y, tras ser efectivamente identificado y con un juicio justo, fue condenado a muerte y ejecutado. Aquel hijo de put* hoy es reivindicado por asociaciones de Memoria Histórica como "asesinado vilmente por el fascismo". Igual hasta sus descendientes reclaman un jornalito... "¡Ay de mi pobre abuelito!".


La verdad, la put* verdad, es que la guerra civil solo la deseaba un bando: la izquierda. Los "Golpistas" fueron aquellos convidados que no se resignaron a ser de piedra.

Y es lo que hay. Se ganó la guerra y además se ganó la paz... y eso es exactamente lo que os quieren ocultar.


Si en verdad eres un demócrata full equipe, déjanos contarlo tal cual pasó, machote. Quién tiene miedo a la verdad?
 

Tres fallidos masones​

De primer plato, los tres masones fallidos nos zampamos «blinis con caviar iraní». Al masón durmiente le salió por un ojo de la cara invitar a los masones fallidos​

11/11/2022Actualizada 01:30
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El restaurante Jockey de Clodoaldo Cortés –Félix, Carmelo y el gran Torres– se ubicaba en la calle de Amador de los Ríos. Era, con Horcher y el Zalacaín de Jesús Oyarbide, el templo de la gastronomía madrileña, sin olvidar el Club 31 y el Príncipe de Viana, y por supuesto el Real Nuevo Club, en la calle Cedaceros, sólo al alcance de sus socios. Nos reunimos a comer en Jockey José María Stampa, el gran penalista y catedrático, el genial Antonio Mingote y el narrador con el fin de arreglar el mundo, nuestra diversión compartida y favorita. En la mesa enfrentada a la nuestra se sentaron dos exministros y dos importantes hombres de negocios. Según Stampa, uno de ellos era masón, y no masón normal, sino de mandil florido y bordado en oro, de los gordos. Y nos formuló a Mingote y al narrador, inesperadamente, la siguiente pregunta: «¿En alguna ocasión os ha tentado la masonería para captaros?» Nuestra respuesta fue negativa. Stampa también había sufrido el desinterés del Gran Oriente español. «En la mesa de enfrente hay un masón», prosiguió el formidable abogado. «Vamos a hacer el gesto secreto que usan los masones para comunicarse mutuamente que forman parte de una Logia». Y nos instruyó al respecto. «Podemos negarnos a pertenecer a la masonería, pero no me explico –Stampa hablaba– que a tres personas tan influyentes y entretenidas como las nuestras, no nos haya tentado el Gran Oriente para incluirnos en su banda». El gesto secreto de identificación consistía en rascarse el lóbulo de la oreja izquierda con los dedos de la mano derecha. Un gesto muy mejorable. Pero José María, Antonio y el narrador nos pasamos toda la comida rascándonos la oreja izquierda con la mano derecha, por si tocaba la flauta aunque fuera por casualidad. Comer renunciando a la mano derecha es quehacer complicado, pero merecía la pena intrigar al masón de la mesa de enfrente, y esperar su reacción. Al fin, uno de ellos se incorporó y se acercó a nuestra mesa. Su curiosidad fue sintética y concisa. «Estamos muy intrigados. ¿Esos gestos que hacéis tienen algún sentido? ¿Os pican las orejas a los tres?». Hicimos el ridículo. Estuvieron observándonos y riéndose de nosotros durante toda la comida. Mingote, que era como una gota de agua cristalina, le informó de nuestra sana intención. «Hemos decidido que uno de tus compañeros es masón, y José María Stampa nos ha convencido a Alfonso y a mí de la existencia de un gesto secreto para identificarse entre los masones. Pero creo que no lo hemos hecho adecuadamente». El comensal curioso lloraba de risa. Y nos informó al respecto. «Ninguno de mis tres compañeros de mesa es masón, o al menos, yo no tengo noticias de que lo sean. Yo sí lo he sido, y estoy en situación de 'durmiente'. Pero nunca los masones se han identificado con ese gesto tan absurdo de tocarse la oreja izquierda con la mano derecha. Nosotros nos identificamos de otra manera. De todas formas, y para agradeceros lo bien que lo hemos pasado viendo cómo os rascabais las orejas tan serios y solemnes, permitidme que os invite a comer».
Ahí terminó nuestro brevísimo periplo masónico. Superó en minutos a la proclamación y posterior renuncia de la «República de Cataluña» de Puigdemont. Aceptamos la invitación del «masón durmiente» y decidimos que no valía la pena seguir en el empeño. Una señora muy elegante, que tampoco era masona, también se interesó por nuestras orejas.
«Sois tan buenos amigos que las orejas os pican simultáneamente a los tres». Nos dijo más que sonriente. «He comido con mi marido, y no teníamos nada que decirnos el uno al otro, pero gracias a vuestras orejas, lo hemos pasado de maravilla».
Los tres masones fallidos abandonaron Jockey risueñamente avergonzados. Y conjurados para no aceptar jamás ninguna oferta del Gran Oriente. Lo cierto es que nunca nos la ofrecieron. Eran tiempos de buen humor y surrealismo. No identifico al masón durmiente porque ya ha fallecido, pero le reitero mi hondo agradecimiento por su invitación. De primer plato, los tres masones fallidos nos zampamos «blinis con caviar iraní». Al masón durmiente le salió por un ojo de la cara invitar a los masones fallidos. Tiempos aquellos….

Más de Alfonso Ussía​

 

El sellito​

El PCE, IU, Podemos, ERC, Bildu, Compromís y demás bazofias tienen la misma raíz. El comunismo. Y nosotros celebramos el centenario del PCE con un sello de Correos que ha criticado hasta Kasparov, el ajedrecista ruso​

12/11/2022Actualizada 01:30
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Hay seres humanos que nacen con la predisposición de convertirse en mascotas, y algunos lo consiguen. La mascota preferida de Sánchez, ese descontrolado felón capaz de cometer cualquier vileza para mantenerse en la Moncloa, es su presidente de Correos, Juan Manuel Serrano. Gesto apacible solicitando caricias y obediencia asegurada. Un buen ilustrador lo dibujaría entre perrito pequinés y koala, porque trepar, trepa de dulce. Cuando Sánchez, para agradecerle sumisiones y afectos personales, nombró a Serrano presidente de Correos, la gran empresa pública estaba en números negros. Pero llevado de su ideología e incompetencia, Navarro puso a Correos en números rojos con extraordinaria diligencia. Doscientos sesenta y cuatro millones en 2020 y ciento treinta dos en 2021. Ahora ha escandalizado al personal con un sellito horroroso, que además contraviene la resolución de la Unión Europea sobre el comunismo y el nazismo. Serrano ha humillado a la filatelia con un sello conmemorativo del centenario de la creación del Partido Comunista de España, sucursal y filial del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética. Quizá Serrano ignore que detrás de esa hoz, ese martillo, y esa estrella de cinco puntas, hay más de ciento veinte millones –120.000.000– de muertos. El comunismo es la ideología, convertida en férrea dictadura, más criminal y asesina de la historia de la humanidad. España es socia en la UE de naciones que sufrieron el yugo comunista y hoy siguen llorando a sus muertos. España ha sido –y eso no se perdona– el primer país que venció a la URSS, a Stalin y al comunismo en el campo de batalla. Cuando los generales y coroneles soviéticos derrotados por el bando nacional retornaron a Rusia, Stalin ordenó que todos fueran fusilados. No existen partidos nazis en Europa, y de existir estarían legalmente perseguidos. El comunismo lo está desde 2019, pero en España forma parte del Gobierno de Sánchez y del necesario apoyo de sus socios. El PCE, IU, Podemos, ERC, Bildu, Compromís y demás bazofias tienen la misma raíz. El comunismo. Y nosotros celebramos el centenario del PCE con un sello de Correos que ha criticado hasta Kasparov, el ajedrecista ruso. Un sello, insisto, feísimo, y que tendría que molestar a muchos comunistas españoles, porque ha amariconado sus símbolos. De emitir ese sello conmemorativo del horror, tendría Serrano que haber respetado la originalidad siniestra de su significado. Fondo rojo, con la hoz y el martillo en blanco o amarillo. Pero no. La hoz y el martillo aparecen en el sello de Correos adaptados a los movimientos LGTBIQXYZ. Un martillito y una hoz multicolores, monísimos, manteniendo en su versión cromática original la estrella roja de cinco puntas, Una vergüenza para la filatelia de España, que muchos coleccionistas obviarán de sus colecciones. Y sobre todo, una monumental falta de respeto a los más de 120.000.000 de seres humanos masacrados, torturados, y asesinados en poco más de un siglo por el comunismo internacional.
El valor facial del sello ignominioso es de 0,75 euros. El color predominante: el amarillo golpista y el morado podemita. La emisión es de 135.000 ejemplares. Una porquería de sello, insultante, hortera, feo y prescindible. Podría ser retirado si la UE lo exigiera. No lo exigirá. La primera nación que venció al comunismo celebra el centenario del partido más criminal. El mundo es una noria.

Más de Alfonso Ussía​

 

El sellito​

El PCE, IU, Podemos, ERC, Bildu, Compromís y demás bazofias tienen la misma raíz. El comunismo. Y nosotros celebramos el centenario del PCE con un sello de Correos que ha criticado hasta Kasparov, el ajedrecista ruso​

12/11/2022Actualizada 01:30
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Hay seres humanos que nacen con la predisposición de convertirse en mascotas, y algunos lo consiguen. La mascota preferida de Sánchez, ese descontrolado felón capaz de cometer cualquier vileza para mantenerse en la Moncloa, es su presidente de Correos, Juan Manuel Serrano. Gesto apacible solicitando caricias y obediencia asegurada. Un buen ilustrador lo dibujaría entre perrito pequinés y koala, porque trepar, trepa de dulce. Cuando Sánchez, para agradecerle sumisiones y afectos personales, nombró a Serrano presidente de Correos, la gran empresa pública estaba en números negros. Pero llevado de su ideología e incompetencia, Navarro puso a Correos en números rojos con extraordinaria diligencia. Doscientos sesenta y cuatro millones en 2020 y ciento treinta dos en 2021. Ahora ha escandalizado al personal con un sellito horroroso, que además contraviene la resolución de la Unión Europea sobre el comunismo y el nazismo. Serrano ha humillado a la filatelia con un sello conmemorativo del centenario de la creación del Partido Comunista de España, sucursal y filial del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética. Quizá Serrano ignore que detrás de esa hoz, ese martillo, y esa estrella de cinco puntas, hay más de ciento veinte millones –120.000.000– de muertos. El comunismo es la ideología, convertida en férrea dictadura, más criminal y asesina de la historia de la humanidad. España es socia en la UE de naciones que sufrieron el yugo comunista y hoy siguen llorando a sus muertos. España ha sido –y eso no se perdona– el primer país que venció a la URSS, a Stalin y al comunismo en el campo de batalla. Cuando los generales y coroneles soviéticos derrotados por el bando nacional retornaron a Rusia, Stalin ordenó que todos fueran fusilados. No existen partidos nazis en Europa, y de existir estarían legalmente perseguidos. El comunismo lo está desde 2019, pero en España forma parte del Gobierno de Sánchez y del necesario apoyo de sus socios. El PCE, IU, Podemos, ERC, Bildu, Compromís y demás bazofias tienen la misma raíz. El comunismo. Y nosotros celebramos el centenario del PCE con un sello de Correos que ha criticado hasta Kasparov, el ajedrecista ruso. Un sello, insisto, feísimo, y que tendría que molestar a muchos comunistas españoles, porque ha amariconado sus símbolos. De emitir ese sello conmemorativo del horror, tendría Serrano que haber respetado la originalidad siniestra de su significado. Fondo rojo, con la hoz y el martillo en blanco o amarillo. Pero no. La hoz y el martillo aparecen en el sello de Correos adaptados a los movimientos LGTBIQXYZ. Un martillito y una hoz multicolores, monísimos, manteniendo en su versión cromática original la estrella roja de cinco puntas, Una vergüenza para la filatelia de España, que muchos coleccionistas obviarán de sus colecciones. Y sobre todo, una monumental falta de respeto a los más de 120.000.000 de seres humanos masacrados, torturados, y asesinados en poco más de un siglo por el comunismo internacional.
El valor facial del sello ignominioso es de 0,75 euros. El color predominante: el amarillo golpista y el morado podemita. La emisión es de 135.000 ejemplares. Una porquería de sello, insultante, hortera, feo y prescindible. Podría ser retirado si la UE lo exigiera. No lo exigirá. La primera nación que venció al comunismo celebra el centenario del partido más criminal. El mundo es una noria.

Más de Alfonso Ussía​

 

Luis Enrique​

Este Luis Enrique es peculiar. En el refrendo ilegal de los golpistas a punto de ser elevados a las glorias sanchistas, Luis Enrique reconoció en las redes sociales que había votado con un «¡Visca Catalunya!»​

13/11/2022Actualizada 01:30
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Luis Enrique tiene nombre de galán latino en tormentosa serie venezolana.
–Caminas en belleza, Laura Melissa–
–Eres un provocador, Luis Enrique–.
– Quiero hacerte mía, Laura Melissa–,
–Sabes muy bien que pertenezco a Guillermo Honorio–.
–Serás mía, Laura Melissa–.
–Jamás, Luis Enrique. Guillermo Honorio es mi dueño–.
Y así, treinta minutos más, transcurridos los cuales, el espectador queda impactado, y aguarda con impaciencia el siguiente capítulo sin atreverse a vaticinar si Luis Enrique va a poseer a Laura Melissa, si Guillermo Honorio está al corriente de las intenciones de Luis Enrique, si Laura Melissa resiste, o si, por el contrario, al saber Laura Melissa que Guillermo Honorio ha tomado el café con su antigua prometida Luz Susana, Laura Melissa, impulsiva y engañada, decida entregarse a Pedro Yonatán, primo de Guillermo Honorio, socio de Luis Enrique, y divorciado de Gloria Verenice, la hija de doña Inés Julia, mujer de mucho carácter y difícil para el perdón. Yo mismo estoy a un paso de intrigarme.
Nuestro Luis Enrique es otro. Hoy, cuando escribo, está en todas las salsas y conversaciones. Me dicen que es el seleccionador de España. No de todos los españoles, sino de los futbolistas que competirán con la camiseta española en el próximo Mundial de Qatar, ese que los prestigiosos comentaristas deportivos denominan «los Mundiales de Qatar», como si fueran a celebrarse en Qatar varios campeonatos del mundo simultáneos. Los mismos que se refieren a las «inolvidables Olimpiadas de Barcelona», cuando en Barcelona tuvieron lugar unos Juegos Olímpicos muy bien organizados y subvencionados por todos los españoles. La Olimpiada, así en singular, no es otra que el tiempo que transcurre desde que se apaga el pebetero de unos Juegos Olímpicos hasta que se enciende el de los siguientes. Es decir, que la Olimpiada dura cuatro años, y los Juegos Olímpicos, un mes.
Este Luis Enrique es peculiar. Asturiano, algo sesgado, chuleta, jugó en el Sporting de Gijón, en el Real Madrid y posteriormente en el Barcelona, club con el que se identificó plenamente. Tanto, que en el refrendo ilegal de los golpistas a punto de ser elevados a las glorias sanchistas, Luis Enrique reconoció en las redes sociales que había votado con un «¡Visca Catalunya!». Para agradecerle el detalle, fue designado como seleccionador de España, y ayer hizo pública la relación de los futbolistas elegidos para corretear en los estadios petrolíferos, en un Mundial que se disputará cuando el sol se esconda, porque en Qatar pega el sol con más fuerza que los latigazos a las mujeres que desean ser libres como las occidentales. Y esa relación de jugadores, como es habitual, ha sido motivo de airadas protestas y sinceros entusiasmos, como siempre ocurre. En mi caso, aún siendo un gran aficionado al fútbol, madridista profundo y seguidor de la Selección de España –los periodistas le dicen «La Roja» aunque juegue de azul, o de blanco–, he superado la polémica, porque no pienso seguir ningún partido. No por culpa de Luis Enrique, de su barcelonismo vírico y de la elección de sus muchachos. No voy a seguir este Mundial de Qatar porque me parece vergonzoso que sea Qatar su sede, porque creo que muchos dirigentes del fútbol son más ricos después de elegir Qatar para la competición que se avecina, y porque Luis Enrique y la mayoría de sus seleccionados, me caen muy mal y no me representan. Soy libre –todavía–, para comportarme con parcialidad y subjetividad. El fútbol se inventó en el siglo XIX, y su gran cita se celebrará en el siglo XI. Demasiado para una mentalidad tan simple como la mía.

Más de Alfonso Ussía​

 

Muy bonita, pero estropeada​

Putin, cada día que pasa, está más cuestionado por la ciudadanía rusa, que se siente íntimamente avergonzada. Su Guerra Santa, su «Slavianka», ha dado paso a la Guerra Chapuza​

14/11/2022Actualizada 01:30
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Trabajé muchos años con Juan Garrigues Walker, un tipo maravilloso, generoso, altruista e ingenuo. Presidía una sociedad CIEX, dedicada a la exportación de productos españoles a la URSS. Todavía no se habían establecido relaciones diplomáticas al máximo nivel, y el representante legal de la URSS en España era Yuri Kozhyn, simpatiquísimo, listo, y gran depredador de angulas y jamón de bellota. Cuando España y la URSS formalizaron sus relaciones con embajadores, el de la URSS fue Serguei Bogomolov, que vestía con gabardina de espía, bastante fea, probablemente adquirida en los almacenes GUM de la Plaza Roja de Moscú, unos almacenes en los que era imposible encontrar algo atractivo para gastarse los rublos. Su mujer era guapísima, y Bogomolov invertía la mitad de su tiempo en procurar que no se la levantaran. Y estaba Nadolnik, un hermano gemelo de Steve Mac Queen nacido en Moscú, Afanasiev, gran ajedrecista, y un secretario de embajada, Igor Ivanov, listo, inteligente –no es lo mismo–, con un español perfecto, y que era el que, en verdad, mandaba. Mandaba en la embajada soviética tanto o más que el chófer del embajador, miembro de la KGB, y al que Bogomolov temía más que a un nublado. Para celebrar algo que no recuerdo, Juan Garrigues tuvo la idea de organizar un tablao flamenco en honor de los diplomáticos soviéticos. El embajador aceptó encantado, también lo hicieron Nadolnik y Afanasiev, Igor Ivanov puso algún reparo, y el chófer se opuso al ambigú. Y no hubo tablao flamenco..
Cuando la URSS se desintegró, gracias fundamentalmente al Papa San Juan Pablo II y Ronald Reagan, y el Muro de Berlín fue derribado por los alemanes que querían volver a ser alemanes y no esclavos del comunismo, sin olvidar a Gorbachov, comunista pragmático que consideró imposible mantener la ruina económica y social del imperio rojo, Igor Ivanov fue nombrado embajador de la Federación Rusa en España, sucediendo al elegante Dubinin, que se instaló en Suiza.
Don Juan tenía gran interés en conocer a Ivanov. Y organicé en el restaurante El Bodegón de la calle del Pinar una cena a la que asistimos, Don Juan, el embajador Ivanov, el hoy almirante Teodoro de Leste, –ayudante de Don Juan–, y el que escribe. Teodoro y el que escribe somos testigos vivos de aquel encuentro, y me figuro que Igor Ivanov también. Don Juan deseaba tener información, como buen marino, del estado de la flota rusa . Ivanov le adelantó que era el embajador de Rusia y otros territorios, pero cada día que pasaba dejaba de serlo de alguno. –Hoy, Señor, he dejado de representar a Ucrania y Georgia–. Y llegamos a la flota rusa. Ivanov le informó a Don Juan de su estado y capacidad de maniobra con una descripción sencilla y breve: «La flota, en sus diferentes bases del norte y del sur, está en un ochenta por ciento amarrada. Muy bonita y con los buques recién pintados. Pero la mayor parte de ellos, no están operativos. Tenemos la flota más bonita y más estropeada de Europa-.
He recordado este episodio con motivo de los acontecimientos que se suceden en la invasión de Rusia a Ucrania. El poderosísimo Ejército ruso ha perdido 100.000 soldados. Muchos de sus generales han fallecido de forma extraña, a la manera de Stalin. Sus carros de combate han amontonado más chatarra que los alemanes en la batalla de las Ardenas. Ucrania resiste y avanza. Los triunfos rusos se reducen a los lanzamientos de misiles y drones iraníes contra las ciudades, con más muertos civiles que militares. Y se habla de la posibilidad de que Putin, rodeado por sí mismo, use contra Ucrania la fuerza de su armamento nuclear. Putin, el que fuera destacado miembro de la KGB, tiene bastante de Stalin, un tirano complementado con su sueño de ser un nuevo Zar de Rusia, no inspirado en Alejandro o Nicolás II, sino en Pedro el Cruel. Pero me temo que su terrible arsenal nuclear puede hallarse en las mismas condiciones que aquella flota del post-comunismo, muy bonito, pero algo estropeado. A Rusia jamás le ha importado que mueran sus soldados, el valor más importante de sus Ejércitos. Pero Rusia no es Putin. Es una nación con una Historia y una Cultura fabulosas. Creo que hoy por hoy, la invasión de Ucrania puede volverse contra Putin y su Estado Mayor, porque el pueblo ruso ya sabe lo que es disfrutar de una libertad condicionada, pero libertad rotunda comparada con la cárcel soviética. Ucrania le ha puesto en ridículo con un coraje y un heroísmo insuperables. Y Putin, cada día que pasa, está más cuestionado por la ciudadanía rusa, que se siente íntimamente avergonzada. Su Guerra Santa, su «Slavianka», ha dado paso a la Guerra Chapuza. Todo es muy aparente, bonito y espectacular. Pero no arranca. No funciona. Está estropeado. Como la Flota en 1992.

Más de Alfonso Ussía​

 

La manifestación​

La izquierda no puede con Madrid, principal motor económico de España, y la región más atractiva para disfrutar de las inversiones de las grandes empresas europeas​

15/11/2022Actualizada 01:30
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No soy de manifestaciones. Acudí a una gran concentración de españoles en Madrid cuando fue vilmente asesinado Miguel Ángel Blanco.
No me ofrecieron ninguna bolsa con un bocadillo, un refresco y una lata de conservas. Y tampoco me entregaron veinte euros, o su equivalente en pesetas, en señal de gratitud por mi asistencia. Y lo mismo que a mí, a los más de 1.500.000 españoles que coincidieron en su impulso voluntario e individual para manifestarse contra los hijos de la gran put* de la ETA y sus simpatizantes traidores, muchos de ellos sentados hoy en los escaños del Congreso y del Senado, y en el Consejo de Ministros.
Las manifestaciones organizadas por la política son nubes que pasan. Dio mucho que hablar, en los años cincuenta del pasado siglo, la convocada desde el Gobierno y Falange Española ante la embajada del Reino Unido exigiendo la devolución de Gibraltar. Manifestación controlada hasta que unos desalmados se desahogaron lanzando piedras contra la embajada. Rotura de cristales y un funcionario británico levemente herido. El embajador llamó al ministro del Interior, en aquellos tiempos de Gobernación, que si no yerro, era el general Camilo Alonso Vega. «Señor ministro, la Embajada del Reino Unido está siendo apedreada, y hay un diplomático herido»; «¿desea el señor embajador que le mande más policías?»; «no, señor ministro, me conformo con que me mande menos manifestantes».
El Gobierno y los sindicatos subvencionados por todos los españoles, amparándose en la Médica, Madre, Mema y Mónica, montaron una manifestación, con la excusa de la Sanidad Pública, contra Isabel Díaz Ayuso. La Sanidad Pública de Madrid, como todas, es mejorable, pero de las mejores de España. Los datos son incuestionables. Pero las izquierdas no soportan el resultado electoral de Ayuso, y van a por ella. Es conveniente recordar que la Médica, Madre, Mema y Mónica convocante de la manifestación sindicalista, anestesióloga de profesión, se dio de baja durante la pandemia de la covid, si bien se olvidó de darse de baja también de su sueldo, y estuvo cobrando como parlamentaria y «médica» hasta que fue detectado su «olvido» y obligada a devolver el dinero mal percibido. La Sanidad Pública fue la excusa. Prueba de ello es que la manifestación, a pesar de su generoso apoyo económico, reunió en Madrid a poco más de 200.000 personas, de las cuales más de la mitad procedían de otras regiones, se abría con un muñeco insultante que representaba a Isabel Ayuso, responsable de haber obtenido en las urnas 62 escaños, y responsable también de que las encuestas le vaticinen la mayoría absoluta en las elecciones del próximo mes de mayo. La izquierda no puede con Madrid, principal motor económico de España, y la región más atractiva para disfrutar de las inversiones de las grandes empresas europeas. Y hay que acabar con Isabel Ayuso como sea, con los sindicatos, con los cineastas chulos del sistema –muy aficionados a la Sanidad Privada como Almodóvar–, con los podemitas, comunistas y socialistas profesionales, y con la buena voluntad de los imberbes ideologizados que no se enteran de nada. Con el apoyo financiero que ha tenido la manifestación, desde el transporte hasta Madrid a las bolsitas de alimentos y los 20 euros de propina, me considero capaz de reunir como mínimo a los mismos manifestantes que la mujer de las cuatro «emes», para protestar por lo que sea, de cualquier tontería y con cualquier excusa, porque el dinero del poder asegura siempre, y más en las izquierdas, el viaje a Madrid y su gozo callejero.
Pero no le arriendo las ganancias, y menos aún la victoria, a la simpática pistolera gestual. Más de la mitad de los que se manifestaron ayer en Madrid, no votan en Madrid. Y sí lo hacen 5.000.000 de madrileños y censados en Madrid que se quedaron en sus casas.
Y lo de los cineastas me emocionó. Vaya madrugón.

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Cifras​

Con 600.000 facultativos dispuestos a trabajar y no hacer política, por muy malvada que sea Isabel Ayuso, ni Pedro Almodóvar, ni Luis Tosar, ni Carmen Calvo, ni Pablo Echenique se verían obligados a sanar sus enfermedades en la Sanidad Privada​

16/11/2022Actualizada 01:30
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La ultraizquierda de las redes sociales, siempre perfectamente informada y bien educada, no está de acuerdo con la cifra de manifestantes facilitada por la Policía Municipal de Madrid. Aseguran los informados y bien educados ultraizquierdistas que fueron 600.000 los que se manifestaron, y para no caer en la imprecisión, aportan un dato demoledor: «Seiscientos mil médicos y médicas». El buen futuro de la Sanidad Pública madrileña, como diría Rubén Darío, es de «rosados amaneceres». Claro, que si los 600.000 «médicos y médicas» que se manifestaron en Madrid hacen lo mismo que Mónica Médica y Madre, es decir, darse de baja cuando surge una terrible pandemia para no trabajar a destajo, la escalofriante cifra pierde toda su importancia. Con 600.000 facultativos dispuestos a trabajar y no hacer política, por muy malvada que sea Isabel Ayuso, ni Pedro Almodóvar, ni Luis Tosar, ni Carmen Calvo, ni Pablo Echenique se verían obligados a sanar sus enfermedades en la Sanidad Privada, que de acuerdo a la nómina de doctores de la Pública, su número rondará en torno a los 300.000 médicos. Sumados los médicos públicos y médicos privados, me salen 900.000 doctores en Medicina. Por lógica deductiva, si con 900.000 facultativos, los madrileños tienen que esperar 72 días para ser intervenidos quirúrgicamente en lugar de aguardar los 340 días que tienen que diferir los pacientes censados en otras autonomías más democráticas, la culpable es Isabel Díaz Ayuso y la convocatoria de la manifestación entra de lleno en la corrección social. Ahora se entiende la elección de hospital de la pareja Bardem-Cruz para que doña Pe diera a luz a su primer hijo, el californiano, carísimo y judío Monte Sinaí, pues de haber optado por un hospital de Madrid Capital o Alcobendas, el niño habría nacido con pelitos en las piernas y llevando entre sus brazos una biografía del Ché Guevara. Y todo por culpa de Isabel Ayuso, que en los días del feliz acontecimiento no era la presidente de la Comunidad de Madrid, si bien ya se le veían las malas intenciones.
En su «Comisaría de Papel» deLa Codorniz, el gran Evaristo Acevedo destacó la errata de un entusiasta diario de la Prensa del Movimiento –creo queEl Lanzade Ciudad Real– que exageró un ápice el número de manifestantes reunidos en la plaza de Oriente para expresar su adhesión al jefe del Estado, don Francisco Franco, aunqueEl Lanzase refiriera al «caudillo». La noticia publicada decía así: «Miles de millones de españoles, aclaman en la plaza de Oriente a su caudillo». El comentario de Evaristo a la noticia era escueto y sintético, «¡joé!».
Los únicos que no yerran en cifras son los comunistas. En Cuba, riquísima y avanzada democracia, su Asamblea es más numerosa que en España. Cuenta con 605 diputados. Se trata de una institución ejemplar, en la cual los diputados de un partido no dicen cosas desagradables a los de la Oposición. Claro, que sólo existe un partido legal y los 605 diputados representan al partido único, es decir, al Partido Comunista de Cuba. Y su prensa y cadenas de radio y televisión jamás se equivocan. «Ayer fue renovada la Asamblea democráticamente, y fueron elegidos 605 diputados que ocuparán los 605 escaños disponibles».
Aquí nos pasamos el día perdiendo el tiempo con las cifras.

Más de Alfonso Ussía​

 

Reyes de verdad​

Él, S.M. Piotr I de Monclovia, vistió un 'batik' indonesio, aparentemente horroroso, pero con mucho mensaje​

17/11/2022Actualizada 08:48
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Creo que Pedro Sánchez y su distinguida y saunífera esposa, Begoña Gómez, harían bien en imitar la vestimenta en los eventos internacionales de Sus Majestades los Reyes Piotr y Bigognia de Monclovia, que han causado asombro y veneración en la inútil reunión del G-20 celebrada en Bali, Indonesia. Eso es tener majestad. Mientras el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, se presentaba con una camisa blanca y pantalones grises marengo, los Reyes de Monclovia, Piotr I y Bigognia después, lucieron en la recepción nocturna balinesa con especial resplandor. Ella, que siempre acompaña a su esposo a los viajes y congresos a los que no acuden las mujeres del resto de los mandatarios y «líderes» mundiales, vistió con los colores de la bandera de Ucrania, que le sientan divinamente. Creo que Zelenski, cuando supo del detalle, se emocionó con tan incomensurable hondura, que no pudo reprimir el caudal de sus lágrimas, lo que Virgilio, el poeta latino creador de las metáforas, definió como «el amargo dulzor del ánimo». Él, S.M. Piotr I de Monclovia, vistió unbatikindonesio, aparentemente horroroso, pero con mucho mensaje. La elegancia no está en la prenda, sino en la manera de llevarla. Elbatikle venía un poco largo, pero esos pocos centímetros de más no le reducían la distinción. Por otra parte, entonaba a la perfección con los pantalones pitillo negros, muy propios de la tradición protocolaria del Reino de Monclovia. Su llegada a la cena oficial, con ese paso natural y parsimonioso que sólo los grandes líderes mundiales atesoran, dejó sin habla a los propios indonesios. Lástima que el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, luciera unbatikidéntico al de Piotr I de Monclovia, lo que restó importancia al brillante vestido de la Reina Bigognia con los colores de la bandera de Ucrania. De cualquier manera, Lavrov no cubría sus gambas con pantalones pitillo, sino con pantalones normales, lo cual le restó prestancia y autoridad. La imagen de la reunión del G-20 que ha dado la vuelta al mundo no ha sido otra que la de los Reyes de Monclovia, Piotr I y Bigognia después, con el presidente de Indonesia Joko Widodo y su bella pero bajita esposa, Iriana Joko Widodo, que allí es habitual que ellas asuman los mismos apellidos que ellos. Por poner un ejemplo contundente y cristalino. Si el presidente de Indonesia se llamara, en lugar de Joko Widodo, Mojuko Lapola, su esposa no podría presentarse como Iriana Joko Widodo, y se vería obligada a asumir sin rechistar el nombre de Iriana Mojuko Lapola. Espero que haya quedado diáfana para el entendimiento mi sutil aclaración.
Durante los discursos, S.M. Piotr I de Monclovia como líder internacional más aclamado, exigió al ministro ruso Lavrov el inmediato fin de la invasión de Ucrania, y Lavrov, impresionado por las palabras del Rey de Monclovia, le respondió que no. Entre dos personas que van vestidas con la misma prenda balinesa, la sinceridad prevalece sobre la diplomacia.
Después del éxito de la gestión, los Reyes Piotr y Bigognia de Monclovia embarcaron en su Airbus particular y retornaron a Monclovia con los deberes hechos. Fueron recibidos en su precioso palacio por su Pelota Mayor del Reino y ministro de Presidencia, de Relaciones con las Cortes y de la memoria Democrática de Monclovia, Felicias Bognalovsky, el cual, aprovechando la euforia del momento, solicitó a Piotr I que le donara elbatikazul tornasolado en carmesíes para exponerlo en el Museo de la Elegancia, el más visitado de Monclovia.
Y ella, como no había hecho nada de nada durante el viaje oficial, se retiró a descansar.

Más de Alfonso Ussía​


 
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