Algo tuvo que ver, en efecto. Ordenar lavar cuerpos con agua hirviendo, quemar documentos, llegar la mañana del uno de agosto cuando tenía que estar en Sotogrande -Cádiz- o viajando para allá, llegar con rasguños en la muñeca derecha, viaje express a Londres tras la detención de Rafi, al igual que hiciera Javier Anastasio, decirle a la policía días más tarde que no recordaba a qué fue a Londres, inventarse que le encargaron vender unos hoteles... Son muchos indicios. Pero el sistema procesal español es garantista en extremo y parece ser que no era suficiente para procesar.
Sobre lo de Rafi, aparte de su confesión, está el hecho de que dio detalles que no solo no sabría alguien que no estuvo allí, sino que es que ni se le ocurrirían. Aparte está el hecho de que se lo confesó en plan amigos de total confianza a los dos principales confidentes que tuvo, Mauricio López-Roberts antes de ser detenido, y al periodista Matías Antolín ya en El Dueso. En ambos casos le podía la depresión y el arrepentimiento y ya necesitaba desahogarse.
También creo -con datos-que sí se suicidó. Lo anunció repetidas veces a Matías Antolín, diciéndole que no "vengas más a visitarme porque voy a ahorcarme, lo tengo decidido". Tenía de siempre tendencias suicidas, ya lo intentó antes de ingresar en Carabanchel.
