Así son los arrebatos de la Reina Letizia que traen de cabeza a funcionarios y escoltas

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1641758159539.jpeg El carácter de la Reina Letizia sigue generando comentarios entre los medios de comunicación y el pueblo. Su último enfrentamiento con un escolta, así como la decisión de despedir a otro, vuelve a poner el foco sobre la peculiar forma que tiene de comportarse la consorte de Felipe VI. Su obsesión por controlar hasta el más mínimo detalle que la rodea es una de las principales críticas que ser vierten sobre la figura de doña Letizia.
El carácter de la Reina Letizia sigue generando tensiones en la Casa del Rey. Según a quién se pregunte sobre cómo es el comportamiento en palacio de la consorte de Felipe VI, los adjetivos varían. Unos la califican como “excesivamente perfeccionista” y otros hablan directamente de “mal carácter”.


El último encontronazo de Letizia con un escolta ha vuelta a sacar al debate público las formas de la Reina de España y cómo se enfrenta a según qué situaciones. Durante una vista oficial la consorte se acercó a saludar al público al salir del coche oficial. Tropezó con un escalón y sin dejar de acercarse a la gente se dirigió al escolta con un tono tajante: “No me has avisado”. El momento fue grabado en vídeo y se hizo viral.


Una vez más el carácter de la esposa de Felipe VI volvía a ser cuestionado tras lo que muchos consideran una “metedura de pata”. “Letizia se esfuerza en caer simpática pero no es su naturaleza. Sin embargo, desde hace tiempo se lo ha tomado como una obligación, pero siempre acaba pasando algo”, asegura a elcierredigital.com un periodista acostumbra a seguir la agenda de la Reina.


Una de esas cosas que “acaban pasando” son situaciones como la narrada con el escolta. Otro más sonada si cabe es su enfrentamiento con la Reina Sofía la pasada Pascua en la catedral de Palma. Un vídeo donde las tensiones familiares se hicieron más evidentes que nunca. “Cada vez que algo echa por tierra meses de trabajarse su imagen, se derrumba. Su actitud es fruto de su obsesión por controlarlo lo todo” añade la referenciada periodista.
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Bronca de Letizia a un escolta.

Esta peculiar forma de comportase por parte de doña Letizia es bien conocida por los trabajadores de Zarzuela. El control y orden que la Reina pretende mantener hasta sobre el nimio detalle ha provocado no pocos encontronazos con ella. El último del que se han hecho ecos algunos medios como Informalia es la orden fulminante por parte de la consorte de que un escolta sea despedida.
¿El motivo? Una vez más su obsesión por la intimidad.


Los monarcas acudieron junto a sus hijas la Princesa de Asturias Leonor y la Infanta Sofía a un concierto de Ara Malikian en Madrid y una mujer los fotografió por la espalda, subiendo la imagen a las redes sociales más tarde.
Letizia ha achacado esto a un fallo de seguridad cometido por un escolta que ya habría sido apartado del servicio a petición expresa de la Reina.

Controlando a los funcionarios

La llegada al trono de Felipe VI supuso cambios en la forma de trabajar en La Zarzuela. Los Reyes Eméritos Juan Carlos y Sofía, según los conocedores de los ambientes monárquicos, dejaban hacer a los funcionarios de palacio sin mayores injerencias. No sería así en el caso de Letizia. Entre las anécdotas que se cuentan sobre ella una refleja muy bien su carácter.
En Zarzuela se izaba y bajaba bandera a toque de corneta a diario. Letizia impuso su voluntad y ahora sólo se realiza una vez al mes.

“Imagina a la actitud de los funcionarios. Letizia les descoloca. Los que trabajan en un ministerio saben que tarde o temprano si un Ministro o un subsecretario es insoportable se irá. Lo mismo pasa en una embajada o en un ayuntamiento. En una monarquía no. El puesto es para siempre y tienen que convivir con ello” asegura a elcierredigital.com un veterano fotógrafo acostumbrado a seguir las andanzas de la Casa Real.

Los que conocen bien a Letizia aseguran que ha asumido que una parte de su papel es intentar controlar los arrebatos de su carácter, pero inevitablemente, su naturaleza le juega malas pasadas.
 

Por qué España odia a Letizia Ortiz​

Cinco periodistas analizan la fontanería real en plena crisis
Foto: Imagen: E.V.


Carlos Prieto 29/04/2018

Cosas que han pasado en España tras el rifirrafe entre reinas (Letizia contra Sofía) y a las que quizá no estamos prestando suficiente atención:

1) Boda del familiar de una alta personalidad del 'establishment'. Ambiente (muy) selecto. Llegada la hora de los postres, y tras la clásica ingesta descontrolada de bebidas espirituosas, los invitados proceden a dar vivas “a la Reina Sofía” a voz en grito…

2) Intervención de Juan Manuel de Prada en ‘Espejo público’. El escritor se pregunta entre risas cómo es posible que España tenga una reina vegetariana y tan estricta con la dieta de sus hijas dada nuestra larga tradición de monarcas con gota [que se ponían ciegos de carnaza y alcohol].

3) Un medio digital publica el siguiente titular: “El día que Letizia echó de casa al querido perro de Felipe para que lo devoraran las alimañas”. Y no era ‘El Mundo Today’.

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Portada del 'Hola'

Portada del 'Hola'
4) El ‘Hola’ no llegó a tiempo de cubrir el choque mallorquín entre la reina saliente, la reina entrante y reina futura (ríete tú de ‘Juego de Tronos’). La publicación -tan institucional que solo el Boletín Oficial del Estado la supera como elemento cohesionador y estabilizador de las clases pudientes- tuvo una semana para meditar bien su enfoque sobre el incendio. La Casa Real echó una mano apagando el fuego con una escenificación apaciguadora: una Letizia Ortiz sonriente y a los pies de su suegra -¿pero quién es aquí la reina?- durante una visita al hospital donde estaba ingresado el rey emérito Juan Carlos I.

Pero hete aquí que, en lugar de vender reconciliación y buen 'rollito', el ‘Hola’ se echó al monte y dinamitó la frágil paz real con un titular de portada: “LA REINA LETIZIA SE ENFRENTA A SU PEOR CRISIS” (así, en mayúsculas, como le gusta a la publicación) y un enfoque que rehuía las componendas. El ‘Hola’ podía haber alegado que todo había sido un malentendido, un fallo de protocolo, una confusión que en ningún caso emborronaba la relación fluida entre ambas reinonas. Pero lo que dijo el ‘Hola’ fue:

“La desafortunada ‘riña’, que ha dado la vuelta al mundo, habría puesto en evidencia que las relaciones entre doña Sofía y doña Letizia no son idílicas, además de crear a la Familia Real española un problema de imagen. La escena familiar más vista de la historia no suma puntos a la Institución que encabeza Felipe VI. La ‘crisis de las Reinas’ ha dejado expuesta a la Monarquía. A la del presente, e incluso, de soslayo, también a la del futuro”.

“La Reina doña Letizia, normalmente muy perfeccionista, en esta ocasión ha provocado que Felipe VI haya tenido que hacer en público una llamada al orden familiar, además de mostrar la supuesta sobreprotección hacia sus hijas de la que tanto se habla. Inexplicablemente, doña Letizia dio lugar a lo que siempre ha querido evitar: el foco en Leonor. Y también expuso al Rey en un momento de intimidad. El marido al que siempre quiere proteger y al que no soporta que critiquen”.

“El ‘choque de dos reinas’ llega a Palacio con los primeros indicios de la consolidación de su reinado y de la recuperación del prestigio de la Institución”.





Se lo traducimos por si no lo han entendido: Letizia culpable, Letizia mala, Letizia tonta, Letizia está poniendo en peligro la institución (he aquí el mensaje que ha llegado directo al cerebro del ejército de señoras con cardado que lee el ‘Hola’ y tiene más influencia cultural sobre el curso del país de la que usted se puede imaginar).

“El ‘Hola’ ha ejercido la función correctora que otras veces ejerció el ‘ABC’ como periódico monárquico oficial: pegar el toque de atención a Letizia cual guardianes de las esencias y grandes prescriptores de lo real. Por otro lado, ningún medio de comunicación puede mantenerse al margen de la tendencia mayoritaria o del sentir de la gente/sus lectores; nadie quiere arriesgarse a perder la conexión con el público”, cuenta un periodista que prefiere permanecer en el anonimato. Otra plumilla que tampoco quiere ser citada habla de una nueva muestra del “clasismo” de la familia Sánchez-Junco, propietarios históricos del ‘Hola’.

Fuera como fuese, oigan, si el ‘Hola’ dice que está todo muy mal, ya pueden ir ustedes comprando víveres y gasolina para hacerse fuertes en sus domicilios, porque la guerra nuclear debe estar a punto de estallar… ¿Qué está pasando? ¿Por qué media España odia de pronto a Letizia Ortiz?

‘El Rey ante el espejo’, ensayo sobre el reinado de Felipe y Letizia publicado este año por la periodista Ana Romero, vaticinaba la tormenta que ha acabado descargando sobre Letizia: las críticas a la reina eran tantas y tan intensas en privado -en el Madrid de los chismorreos y de los reservados- que era cuestión de tiempo que acabaran explotando y saliendo para fuera. “La imagen de la reina Letizia está compuesta, sobre todo en la burbuja madrileña, de una suma de tópicos y de prejuicios, con un claro desequilibrio entre el panegírico y la crítica feroz, sobre todo oral y anónima… Hagan la prueba. Pregunten por la reina Letizia, sobre todo en reuniones en las que las personas se quieren dar por bien informadas. ‘Me cae fatal’, es la respuesta habitual, sobre todo por parte de señoras que jamás han cruzado una palabra con ella.
Ahora bien, esta reacción también se encuentra entre los que han estado cerca y han detectado malas maneras: un rapapolvo al guardaespaldas que no alcanza a ponerle bien el abrigo o una simple mirada de censura con unos ojos grandes e inquisidores que pueden convertirse en gélidos.
En la apertura oficial de la legislatura en noviembre de 2016, un miembro del PP me lo dijo así de claro: ‘Nos ha puesto mala cara porque piensa que somos todos unos corruptos’”.



“Abundan las historias truculentas sobre la reina Letizia”, prosigue Romero. “En Madrid, basta con pegar la oreja a la acera o a la mesa del restaurante.
Uno presenció cómo se refería al príncipe Felipe como ‘éste’ delante de los expertos en política exterior del Real Instituto Elcano, a los que censuró que a ella no la invitaran ‘nunca’.
Otro se llevó las manos a la cabeza porque al príncipe lo llamó ‘él’ y no por su nombre.
Un tercero aseguró que la reina sacó el espejo delante de María Dolores de Cospedal para retocarse el maquillaje en la Pascua Militar de 2017 ‘porque no la aguanta’”.

En el último acto en el que coincidieron Letizia Ortiz y Cristina Cifuentes -en medio del escándalo del máster trucho y antes del vídeo del robo del Eroski- tres cuartos de lo mismo, ni miradas ni cruces de palabras.

Hablamos con cinco periodistas conocedores de la psicología de la Casa Real para entender qué se está cociendo por debajo y desvelar las claves del enfrentamiento entre aristócratas y hipsters por controlar el relato real. Una gran guerra cultural en la que se mezclan el clasismo, los prejuicios culturales y una lucha de poder entre dos mundos.

Cinco plumillas con puntos de vista diferentes -de izquierdas y de derechas; de los cercanos a una monarquía de toda la vida, a los que se mueven entre dos aguas, pasando por los que critican el clasismo contra Letizia o los que no creen en la monarquía- pero que coinciden en algo: el choque entre reinas ha abierto una brecha cultural de consecuencias impredecibles.

El rifirrafe, el tuit y la reconciliación​


Pilar Eyre, periodista y escritora: “La escena entre Sofía y Letizia conllevó muchas cosas: el desprecio a una anciana -doña Sofía- que ahora es muy querida (aunque antes no lo era). Si a esto le sumamos que la imagen de Letizia ya no era buena antes -se le acusa de distante, aunque en persona sea bastante simpática- pues todo ello ha cristalizado en una gran hostilidad hacia la reina”.

Martín Bianchi, jefe de sociedad de ‘Vanity Fair, que el día que se filtró el vídeo del encontronazo real mantuvo una conversación en Twitter con Maria-Chantal de Grecia en la que la mujer del príncipe Pablo de Grecia (primo de Felipe VI y sobrino preferido de doña Sofía) criticó abiertamente a Letizia:

“Que fuera criticada por un miembro de la familia es muy significativo; que alguien cercano deje entrever que el propio entorno no acepta a Letizia… No hay peor fuego que el fuego amigo, porque el fuego enemigo se aguanta, pero cuando viene del núcleo duro desvela cierto hartazgo familiar”.

Había un caldo de cultivo contra Letizia que venía de lejos… y esto ha sido la puntilla

Jaime Peñafiel, decano de la prensa real y crítico mordaz de Letizia desde el primer día: “Luego intentaron arreglarlo con el paripé en la puerta del hospital de la Moraleja [con Letizia abriéndole la puerta del coche a doña Sofía]. Eso es tratar a los españoles como menores de edad. ¡Menudo paripé tan falso! Hay que dejar que las cosas se arreglen. Felipe debe poner orden independientemente de si su matrimonio va bien o mal, que yo no lo sé. Estas cosas no deben trascender, porque la razón de ser de las monarquías es que todos sus miembros parezcan ejemplares de puertas para fuera, aunque en la intimidad cada cual lleve su vida. Letizia no ha sido ejemplar y Felipe tiene que controlarla porque está dañando la imagen de la monarquía y de una familia real que ahora mismo no puede considerarse como tal”.1641761048482.jpeg
Pilar Eyre:
“Los aristócratas ven el choque entre Letizia y Sofía como una ofensa a la institución, pero las señoras normales y corrientes lo ven como una ofensa a una abuela. Había un caldo de cultivo contra Letizia que venía de lejos… y esto ha sido la puntilla”.

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El fin del pacto de silencio​


El pacto (no escrito) que marcó las relaciones entre la Casa Real y los medios de comunicación desde la Transición tiene menos valor ya que un sello del Fórum Filatélico. Del ‘no comment’ sobre la familia real hemos pasado a la barra libre. O Letizia bajo el fuego tras varias décadas de periodismo cortesano lisonjero.

No hay peor fuego que el fuego amigo, porque el fuego enemigo se aguanta, pero cuando viene del núcleo duro desvela cierto hartazgo familiar

Bob Pop, crítico de televisión, colaborador de Buenafuente y escritor:
“Han perdido la capacidad de controlarlo todo. Cuando ibas a un acto de la Casa Real, alguien decía cuando se grababa y cuando se dejaba de grabar, nunca habíamos visto que alguien grabara algo no destinado a ser emitido. Antes los robados se guardaban en cajones, pero eso ya se ha acabado”.

¿Por qué cae mal Letizia?​


Las amigas de Letizia denuncian “doble rasero” entre el actual trato a Letizia y el trato a Juan Carlos I en los días de vino y rosas de la democracia y antes de su caída en desgracia. Aunque ya hemos visto que la ruptura del pacto de silencio tiene que ver bastante con la propagación de las críticas a Letizia, la teoría del doble rasero tiene también su aquel.

¿Ha tomado partido España por doña Sofía por sentimiento de culpa? La reina emérita sufrió durante años numerosos desplantes públicos de su marido, ante el silencio de los mismos que se lanzan ahora a la yugular de una Letizia que podría estar pagando los platos rotos de tres décadas de fascinación acrítica hacia la figura de Juan Carlos I.

¿Hay algo de machismo subterráneo en defender a Juan Carlos I y criticar a Letizia Ortiz por los mismos actos?
¿Y en denunciar que Letizia manda en Palacio porque Felipe es un calzonazos?
Son preguntas difíciles de responder, pero parece evidente que Juan Carlos I caía bien y Letizia cae mal, del mismo modo que una persona campechana cae bien y una distante cae mal.
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Martín Bianchi: “Ojo que estas virtudes pueden ser armas de doble filo. La misma campechanía que alabamos durante décadas de Juan Carlos I, se le acabó viniendo en contra. El hombre cercano, informal, que entraba y salía cuando le daba la gana… de pronto todo eso tornaron defectos.

Con Letizia pasó lo mismo: cuando se anunció su compromiso con el Príncipe, se alabó que fuera una mujer de la calle, normal, que pagó su hipoteca, que es tan espontánea que hasta interrumpe al Príncipe… Pero los mismos argumentos que sirvieron durante años para alabar a Letizia, se utilizan ahora para criticarla. La opinión pública es volátil y pasa del amor al odio fácilmente”.

Bob Pop:
“Gente que odiaba a Letizia porque siempre parecía perfecta, arremete ahora contra ella porque ha cometido un desliz. ¿Si la odiáis porque lo tiene todo bajo control la vais a atacar por una vez que pierde las formas?”

Martín Bianchi:
" Lo de la lejanía de Letizia igual es más un problema de la institución que de ella, no logran tener la cercanía de otras casas reales. Justo antes de lo de Mallorca estaban intentando paliar eso, con los vídeos que sacaron de la familia real en situaciones íntimas y cotidianas, que, eso sí, no quedaron todo lo bien que tenían que haber quedado…”.

Jaime Peñafiel:
“A diferencia de Máxima de los Países Bajos, Letizia cae mal a todo el mundo. Pero estamos centrando nuestras críticas solo en ella y nos olvidamos de que el responsable de todo es Felipe, que no sabe poner orden en la familia, no sabe controlar el genio y el mal carácter de Letizia; Felipe es muy buena persona… y un pobre hombre respecto a su mujer.
Igual tiene miedo a sus reacciones, lo que es comprensible, no sería el primer marido que calla para tener la fiesta en paz”.1641761240575.jpeg


Bob Pop:
“Letizia no da la imagen de española media. La reina Sofía si encajaba porque era el estándar de señora bien. Letizia ni siquiera tiene look de pija, sino de estrella del Hollywood dorado, es un referente lejano con el que no es fácil sentirse identificado.
Una señora va a una boda y no se puede poner lo que se pone Letizia; mientras que una señora iba antes a una boda, se cardaba el pelo, se ponía un vestido terrorífico… y era la reina Sofía en persona. Eso también molesta de Letizia”.

Marco Chavarri: “Letizia es como todos nosotros. Y por eso nos da asco. ¿Nunca te has topado con alguien que te caía mal porque te recordaba todos tus defectos? La clase media se rasga las vestiduras al ver a una reina de clase media porque les devuelve una cosa horrorosa que les recuerda demasiado a ellos mismos”.
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El clasismo contra la plebeya​


En los días posteriores a la colisión entre reinas, se produjo un aluvión de adhesiones aristocráticas “a la reina Sofía” en Instragram, por ejemplo, la de una grande de España, Cayetana Martínez de Irujo.

“Yo creo que no se mide nunca con el mismo rasero a la reina Sofía y a la reina Letizia y creo que es un tema que tiene que ver con cierto clasismo… La reina Letizia suele llevarse siempre la peor parte cuando se analizan sus gestos (…) por no ser de sangre real”. Lo dijo hace unos días Imma Aguilar, periodista y amiga de Letizia, en lo que algunos interpretaron como la opinión de la reina contada a través de terceros.

Marco Chavarri: “Cuando Diana de Gales se casó con Carlos le hicieron todo tipo de putadas y trampitas clasistas. Son los prejuicios culturales de la clase alta. Y eso que Diana era una Spencer. Diana le dijo una vez al Duque de Edimburgo: "Ándate con ojo, Phillip, que mi título es bastante más viejo que el tuyo'".

Bob Pop: “Los chascarillos sobre Letizia empezaron el mismo día que fue presentada como prometida del Príncipe: se chismorreaba sobre su falta de educación cuando conoció a los amigos de Felipe, que eran todos unos pijos insoportables; que si Letizia pedía tuppers para llevarse las sobras cuando iban a restaurantes finos...
Esa clase de apreciaciones -el ‘esta chica es una cateta’- circulan desde el principio. El sector monárquico más rancio nunca le ha perdonado sus orígenes sociales a Letizia”.

Martín Bianchi: “No me convence el argumento del clasismo para explicar las críticas a Letizia: creo que tiene más que ver con la ruptura del pacto de silencio. Cuando pasó lo del rey Juan Carlos y el elefante, hubo un cambio de paradigma, la sociedad empezó a juzgar a todos los miembros de la Casa Real sin importar la clase. La opinión pública -del periodista que escribe en un periódico a la persona anónima que manda un WhatsApp- hace tiempo que juzga de otra manera a la Casa Real”.

Martín Bianchi:
“Marie-Chantal también es plebeya, aunque sea millonaria de cuna. Creo que el hartazgo no tiene que ver tanto con el clasismo como con bandos dentro de la familia real, se ha caído el telón y hemos visto lo que pasa por detrás. Eso es lo que tienen que resolver ahora, aunque van a tener difícil proyectar una imagen idílica... de algo que no está ocurriendo en realidad”.

Bob Pop: “Tiene que ver con la clase. Cuando te crees con derecho a todo te puedes permitir una actitud populachera y campechana. Pero cuando estás tensa porque te sientes en el punto de mira, te limitas a interpretar qué es lo que se espera de ti. Es un cargo institucional, se supone que tienes que dar lo que se espera de ti, pero las señales que recibe Letizia no son claras y está confusa”.

La errática modernización 'hipster' de la institución​


Hay muchas risitas con lo que podríamos llamar el 'hipsterismo' cultural de Letizia Ortiz.
Desde el pitorreo en Twitter cuando supimos que a sus hijas les gustaba Kurosawa hasta el tema de su vegetarianismo. ¿Estamos volcando nuestros prejuicios culturales sobre Letizia o hay algo más? ¿Ha fracaso la hipsterización modernizadora de la Casa Real?

Bob Pop:

“El gran problema de Letizia es que ni es princesa del pueblo ni es princesa de corte.
Está entre dos tierras, no se encuentra respaldada por nadie, es una posición jorobada”.

Martín Bianchi: “Muchas familias intelectualizadas introducen a sus hijos en ese tipo de productos culturales y nadie se ríe. Son las costumbres de cierta clase media. Los hijos de los que viven en urbanizaciones en Torrelodones van a miles de clases de idiomas o de deportes. Sí, los reyes no son la clase media, pero las costumbres culturales que Letizia trata de inculcar a sus hijas son las costumbres típicas de cierta clase media, de las que nadie se ríe normalmente. Dicen que ver películas de Kurosawa demuestra una pretenciosidad exagerada, pero yo no termino de ver el chiste.

Bob Pop: “Si quieres ser un referente plebeyo -plebeyo es una palabra horrible, por cierto... pero si quieres ser un referente alternativo -que no esté podrido y esté por encima de las dinastías- tienes que encontrar tu lugar.
Creo que Letizia ni lo ha encontrado ni le han dejado que lo encuentre. Lo único que tiene ahora Letizia son las apariencias, pero las apariencias tampoco las está gestionando bien, supongo que porque su capacidad de maniobra es limitada, salvo en casos como el de Mallorca, cuando se lío la manta a la cabeza y mira la que montó”.

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El futuro​


Pilar Eyre: “Lo que más le preocupa ahora a la Casa Real es que esto afecte a la Princesa de Asturias. Estuve hace poco en una charla en Barcelona con señoras normales y me preguntaban cosas inimaginables: ‘¿Por qué no se divorcian?’; eso no lo había oído yo ni en los tiempos en los que todos sabíamos que la relación entre Juan Carlos I y doña Sofía estaba rota”.

Jaime Peñafiel: “La monarquía había que modernizarla: es una institución medieval que ha llegado al siglo XXI de aquella manera. En España, por ejemplo, sirvió para hacer la Transición. Pero modernizarla no significa vulgarizarla. Lo de plebeyo ya no existe, es una cosa antigua y superada, uno se enamora de quien quiere. Eso sí, a lo mejor, o a lo peor, la actual crisis es el resultado de haberse casado con quién quiso y no con quién debió. Ahora bien: lo que ha publicado una revista alemana –“¡Los reyes de España se divorcian!”- es totalmente ridículo. No se van a divorciar. Aunque una cosa sí te digo: el divorcio no tiene nada de malo, es una ley al alcance de los ciudadanos, la infanta Elena se divorció y no pasó nada, Juan Carlos y Sofía se podían haber divorciado en lugar de arrastrar su desamor públicamente. Pero en este caso no habrá divorcio”.

Bob Pop: “Las críticas de ciertos sectores hacia Letizia no son un ataque a la institución. Se han cuidado muy bien de aislarlo: defender a la parte más rancia de la institución -la reina emérita- para atacar a la parte menos asentada de la monarquía. La lógica sería la siguiente: ‘Si el Rey se quita de en medio a Letizia para que la institución siga como siempre, pues ni tan mal’. Como si la monarquía hubiera elegido mal a esta señora, como antes eligieron mal a los maridos de las infantas”.

El Waterloo de la burguesía​


Y ahora varias reflexiones personales medio en broma medio en serio.

La monarquía del siglo XXI vive de las relaciones públicas, de escenificar ilusión y felicidad familiar, si no hay una imagen idílica que vender y no son capaces siquiera de mantener el protocolo, el Palacio se tambalea.

Como explica Ana Romero en su libro, algunos borbones -en especial Juan Carlos y su hija Elena- tienden a regodearse en el plebeyismo cultural; con el rey emérito abrazando las costumbres más castizas del pueblo: comilonas, toros, chascarrillos y ligoteos.
Por el contrario, la plebeya Letizia no parece encontrarse cómoda del todo entre las élites cortesanas.

Que Juan Carlos I tenga unos gustos culturales más plebeyos que Letizia es una bonita paradoja.
Los monárquicos españoles (los célebres juancarlistas) pasaron tres décadas fascinados con el cuñadeo bon vivant del monarca. Pero Juan Carlos I se hundió, y llegó la hora de escenificar regeneración y sobriedad. No obstante, la cabra costumbrista española tira al monte: entre el castizismo borbónico y el hipsterismo letiziano, la militancia monárquica parece preferir el castizismo borbónico, con sus salidas de protocolo, sus amantes y sus paellas con Arévalo y Bertín Osborne
Al rollo malaseñero, progre y sofisticado de Letizia le cuesta calar en el imaginario popular realista.

Este eterno coitus interruptus de la hegemonía burguesa , hegemonía progre en su versión más elitista,ha vivido momentos dantescos en su ascenso a Palacio.
La dinámica sería la siguiente:
1) Se anuncia que Letizia es vegetariana o que a las hijas de la reina les chiflan las películas de Kurosawa.
2) Se deduce que el pueblo llano debería celebrar unos hitos culturales que podrían quitarle la caspa a la monarquía.
3) Pero, ¡ay!, lo único que se consigue es que el pueblo se ría del hipsterismo cultural de Letizia.

Insistimos:
El fracaso del anuncio de que Letizia y sus hijas veían películas de Kurosawa tiene mucha miga.
Intentas montar un rollo hegemónico que sustituya al borbonismo castizo… y el pueblo llano se lo toma a cachondeo.
 

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Para que veáis la obsesión por el control que tiene. Nadie lleva los móviles de ella.

El rey no lleva el móvil encima en los actos oficiales. Tiene una persona 24 horas que se encarga de esas y otras cosas. Son 6 personas. Un guardia civil y el resto son militares de los distintos ejércitos que trabajan en turnos de 24 horas.
Esa persona, la que toque esas 24 horas, trabajan para el rey, la reina, los dos o con las crías si toca. Pero ella lleva el móvil siempre con ella. Él no.

Es como el detalle de los paraguas. Tiene que llevarlo ella.

Esas cosas dificultan el trabajo de los de alrededor.
Por no hablar de las veces que se la ha pescado a ella mirando el móvil en actos oficiales.
 
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