Gaza e Israel entran en guerra tras un ataque sin precedentes desde la Franja

Mira, que alguien todavia piense que esto es por liberar al mundo de Hamás

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Te tienes que reír por no llorar
 

El exterminio del siglo XXI​


Nada ni nadie detiene a unos dirigentes israelíes que, desde un nacionalismo extremo y un supremacismo lleno de prepotencia, llaman con falsedad “derecho de defensa” a lo que es aniquilación

Jesús López-Medel 16/01/2024



Comienzo con una confesión: hace mucho que no me sucede lo que con este artículo, que queriendo escribir sobre lo que está pasando en Oriente Próximo, he llevado un tiempo no sabiendo cómo empezar. Así ha sido porque fluyen en mí y se entremezclan, agolpándose, muchos pensamientos y sentimientos, preguntas y respuestas. Todo ello desde el intento de racionalizar sobre lo que es inhumano y conjugarlo con la ira, la compasión, el dolor que no cesa.

Acaso en todo eso influya el haber pisado en cuatro ocasiones esos lugares sagrados que parecen malditos. Una desgracia sucedida en un lugar que uno ha visitado una vez, afecta. Pero si han sido varias veces... Golpe fuerte. El haber sentido sobre esa tierra lo que significa de historia, de hermosura y de tragedia la visión de los olivos, las partes desérticas y áridas, el muro infame de hormigón, los dátiles de Jericó, el valle de Josafat, la pared que quedó del templo de Salomón convertida en lugar de lamentaciones, la Jerusalén apropiada, la Belén de Judea donde nació un revolucionario de la justicia y cuyos sucesores convirtieron su mensaje radical en una doctrina, la Mezquita desde donde Mahoma subió al cielo en un equino… Muchas evocaciones. Y esto es más importante para mí incluso que el haber tenido la oportunidad de reunirme con varios dirigentes históricos de la región, como Mahmud Abbas, Simón Peres, el rey Abdalá o Hosni Mubarak.

Pero hay también un lugar donde lloré a borbotones en Jerusalén y donde siempre he vuelto: el Museo del Holocausto. Sobre él escribiría hace ahora quince años y allí me sentí profundamente judío y solidario con ese pueblo que sufrió un genocidio atroz. Pero también me pregunté cómo los hebreos eran capaces a su vez de infligir tanta crueldad a la población palestina. Me parecía ya tremendo entonces. En aquella crisis de 2008-2009 murieron 1.600 palestinos en Gaza. En la actual, van ya 25.000 personas asesinadas.

Ahora no puede ser sino espantoso lo que está sucediendo: un verdadero exterminio del pueblo palestino. Nada ni nadie detiene a unos dirigentes israelíes y a un pueblo que, desde un nacionalismo extremo y un supremacismo lleno de prepotencia y carácter excluyente, llaman con falsedad “derecho de defensa” a lo que no es otra cosa que aniquilación. ¡Y desde el Occidente “civilizado” se les aplaude!

Debe recordarse que, en 1947, antes de la creación de Israel como Estado, prácticamente casi todo el territorio estaba ocupado por pequeños poblados palestinos. La visión de los mapas permite comprobar la evolución desde entonces y cuando el fracaso colectivo llamado ONU hizo la partición del territorio, otorgando el 55% al nuevo Estado. Lo que queda ahora para un pueblo que ya estaba ahí, aunque no tiene aún el carácter de Estado, es casi nada.

Desde la Nakba se ha tejido el gran desastre que está suponiendo la desaparición de un pueblo. Todo empezó de modo intenso, privándoles de su derecho a vivir en unas tierras donde llevaban siglos. Ahí fueron llegando de modo planificado colonos judíos desde todo el mundo que expulsarían a los pacíficos pobladores palestinos. Entonces fueron 700.000. Hay una nota que Roald Dahl apunta a modo de pincelada en su autobiografía, Volando solo, como piloto británico de un país que ejercía un protectorado sobre la zona. Aterrizada su avioneta junto a un campo de maíz, se le acercaron unos niños alborozados a los que preguntó quiénes eran y si era esa su tierra. El aviador recibió la respuesta, eran refugiados judíos y esa esa tierra “aún no era suya”. Era 1941.

Uno de los mejores poetas árabes de la historia, Mahmud Darwish, publicó antes de morir hace casi quince años uno de los más bellos libros que he leído y releo y que he regalado con frecuencia. En Presencia de la ausencia narra con una prosa preciosa su historia y sus sentimientos. De niño fue obligado a salir de su casa y su tierra, Palestina. Solo se llevó un cuadro que iba colocando en las paredes de los lugares adonde le llevaba su exilio eterno, porque ningún palestino despojado de su casa y expulsado de la que siempre fue su tierra tiene derecho alguno al retorno.
Desde el sionismo, que puso las raíces de ese Estado invasivo y excluyente, al que el mundo occidental, conmovido por la tragedia del Holocausto, ha venido permitiendo constantes excesos, llegamos a la actualidad, con una extrema derecha corrupta que lleva años golpeando la democracia interna, pero en la lucha armada todos los demás partidos, incluso los opositores, han hecho piña en esta locura criminal contra otro pueblo, el palestino.
El hipernacionalismo contiene una sustancia muy tóxica, el fanatismo y, en el caso de Israel, tiene un potencial armamentístico enorme
El hipernacionalismo, sea el catalán, el español o cualquiera, siempre me ha parecido muy peligroso. Contiene una sustancia muy tóxica que se llama fanatismo y que, en el caso de Israel, además tiene unas claves ancestrales bíblicas y un potencial armamentístico enorme. A eso se le suma el apoyo de Estados Unidos, la nación donde el imperialismo invasor es una constante y donde se produce una blasfemia atroz escribiendo el nombre de Dios en cada billete. El apoyo sin fisuras del octogenario Biden abre aún más las puertas a los republicanos en noviembre pues, aunque sean minoritarios, cada vez hay más votantes demócratas a los que no les gusta lo que sucede. Ya a Hilary Clinton en las presidenciales del 2016 le pasó factura en forma de abstención la gran ayuda del muy poderoso lobby judío.
Por otra parte, es patético que Alemania, una nación que en su historia “luce” el mayor exterminio del siglo XX, para hacerse perdonar lo que sus antecesores nazis hicieron y toda la población consintió mirando para otro lado, apoye sin fisuras a los genocidas de hoy. Porque si tienen aún que lavar su conciencia por exterminar a unos, no puede ser que apoyen a los que buscan y están consiguiendo lo mismo: aniquilar a todo un pueblo. La rapidísima visita de la presidenta alemana de la UE, Von der Leyen, a Tel Aviv como muestra de apoyo absoluto a Netanyahu para su respuesta militar nos repugnó a muchos europeos. Estoy seguro de que incluso a Josep Borrell.

Tras los atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre, algunos pensamos que la reacción, que supuestamente buscaba acabar con Hamás, verdaderamente pretendía acabar con Gaza, bien matando a la población, bien dejándoles en unas condiciones penosas. Ya han generado más de un millón de desplazados internos sin posibilidad de retornar, pues muchas de las casas e instalaciones de servicios han quedado destrozadas. Han dejado una tierra técnicamente inhabitable. Hay que recordar cómo, en un principio, los atacantes israelíes pidieron a la población del norte de la Franja que se fuese al sur. Una vez allí, bombardearon sin piedad esa zona. Mientras, también se han ido sucediendo ataques y muertes en Cisjordania, y el conflicto con Hezbolá en Líbano azota el avispero que es esa región. ¡Es todo de infame crueldad!
En todo caso, resulta muy injusto y manipulador que a quienes respetamos a Israel, pero somos críticos con esas barbaridades que está cometiendo su Gobierno, se nos califique como antisemitas. Es una falsedad más. Ellos, sus autoridades, sí que son una máquina de crear antisemitismo. Nosotros somos, como dice la canción de Jorge Drexler, “un moro judío que vive con los cristianos”, aunque estos estén en trance de extinción total de esa tierra santa y blasfema a la vez e incluso en la ciudad de Jerusalén, de gran significación histórica.
Un último apunte. He releído en esta etapa un librito muy potente de Susan Sontag donde hace sugerentes reflexiones sobre cómo reaccionamos Ante el dolor de los demás. Tanta miseria, que más allá de la visión del horror no es capaz de reaccionar, aunque sea rebelándose internamente sin esperar a que los políticos o incluso intelectuales digan y hagan algo sin hipocresía, es inhumanidad.
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Jesús López-Medel

Es abogado del Estado. Ha sido observador de la Organización de Estados Americanos (OEA) y presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Democracia de la OSCE.
 

Radiografía de los centros de tortura israelíes para los detenidos de Gaza​

Los palestinos arrestados en el norte de la Franja de Gaza relatan cómo los soldados israelíes maltrataron sistemáticamente a civiles, aplicando métodos que van desde la privación grave hasta la violencia física brutal
Yuval Abraham 14/01/2024


A principios de diciembre, circularon imágenes por todo el mundo con decenas de hombres palestinos en la ciudad de Beit Lahiya, en el norte de la Franja de Gaza, que habían sido despojados de su vestimenta –quedándose apenas en ropa interior–, obligados a arrodillarse o a sentarse con la cabeza gacha e introducidos en camiones militares con los ojos vendados como ganado. La amplia mayoría de los detenidos eran civiles sin ningún tipo de vinculación con Hamás –como después confirmarían funcionarios de seguridad israelíes–, a quienes el ejército se llevó sin informar a las familias de su paradero. Algunos de ellos nunca regresaron.
+972 Magazine y Local Call conversaron con cuatro de los civiles palestinos que fueron arrestados en las inmediaciones y trasladados a centros de detención del ejército israelí, donde permanecieron recluidos durante varios días, o incluso semanas, antes de ser liberados y regresar a Gaza. Sus testimonios –y los de otros 49 vídeos publicados por medios de comunicación árabes en los que aparecen palestinos arrestados en circunstancias similares durante las últimas semanas en los barrios norteños de Zeitoun, Jabalia y Shuja’iya– constatan la tortura y el abuso sistemáticos de los soldados israelíes contra todos los detenidos, ya sean civiles o combatientes.

Los relatos incluyen descargas eléctricas, quemaduras con mecheros, escupitajos en la boca y privación del sueño, la comida y el acceso al baño, llegando incluso a defecarse encima. Muchos cuentan que los ataron a una valla durante horas, teniéndolos esposados y con los ojos vendados casi todo el día; algunos declaran haber sufrido palizas por todo el cuerpo y quemaduras de cigarros en el cuello o la espalda. Es más: varias personas fallecieron debido a las condiciones en las que fueron retenidas.
Los palestinos con los que conversamos narraron cómo, en la mañana del 7 de diciembre –cuando se obtuvieron las imágenes de Beit Lahiya–, los soldados israelíes entraron en el barrio y exigieron a los civiles que salieran de sus casas. “Gritaban: ‘Que todos los civiles salgan y se rindan’”, contó Ayman Lubad a +972 y Local Call, un investigador en materia legal del Centro Palestino de Derechos Humanos que fue detenido ese día junto a su hermano menor.

Conforme a los testimonios, los soldados ordenaron a todos los hombres que se desvistieran, los reunieron y les sacaron las fotos que después se divulgaron en redes sociales (desde entonces, compartir las imágenes les ha valido las reprimendas de altos mandos militares). Por su parte, a las mujeres y los niños les ordenaron ir al hospital Kamal Adwan.
De acuerdo a cuatro testimonios independientes que recabaron +972 y Local Call, mientras tenían sentados y esposados en la calle a los detenidos, los soldados entraron en las casas del vecindario y les prendieron fuego –+972 y Local Call consiguieron imágenes de una de las casas quemadas–. Los soldados les dijeron que estaban arrestados porque “no habían evacuado hacia el sur de la Franja de Gaza”.
A pesar de las órdenes de expulsión emitidas por Israel desde el principio de la guerra que llevaron a cientos de miles de palestinos a huir hacia el sur, quedan civiles en el norte de la Franja de Gaza, si bien se desconoce cuántos. Las personas a las que entrevistamos enumeraron múltiples razones para no emprender ese camino: miedo a ser bombardeadas por el ejército israelí en el trayecto hacia el sur o estando refugiadas allí; miedo a que los combatientes de Hamás les disparasen; problemas de movilidad o discapacidades entre los miembros de la familia y preocupación sobre el día a día en los campos para personas desplazadas en el sur. Una mujer de Lubad, por ejemplo, acababa de dar a luz y temían los peligros de marcharse de la casa con un bebé recién nacido.
Los datos disponibles indican que hay más de 660 palestinos de Gaza detenidos, la mayoría en la prisión de Ketziot, en el desierto de Naqab/Néguev
En este vídeo, grabado en el lugar de los hechos en Beit Lahiya, un soldado israelí se coloca con un megáfono en mano frente a los residentes detenidos –que están desnudos y arrodillados en fila, con las manos detrás de la cabeza– y proclama: “El ejército israelí ha llegado. Hemos destruido Gaza (ciudad) y Jabalia sobre vosotros. Hemos ocupado Jabalia. Estamos ocupando todos los rincones de Gaza. ¿Eso es lo que queréis? ¿A Hamás?”. Los palestinos, en respuesta, gritaron que eran civiles.
“Nuestra casa ardió ante mis ojos”, contó Maher a +972 y Local Call, un estudiante de la Universidad de Al-Azhar de Gaza que aparece en una fotografía de los detenidos en Beit Lahiya (nos pidió que usásemos un pseudónimo por miedo a que el ejército israelí tomase represalias contra los miembros de su familia, que siguen retenidos en un centro de detención militar). Testigos presenciales afirmaron que el fuego se propagó sin control, la calle se llenó de humo y los soldados tuvieron que alejar a los palestinos –a quienes tenían atados– de las llamas a varias decenas de metros.
“Le dije al soldado: ‘Mi casa quedó hecha cenizas, ¿por qué hacéis esto?’ Y me respondió: ‘Olvídate de esta casa’”, recordaba Nidal, otro de los palestinos que sale en una de las fotografías de Beit Lahiya y que nos pidió que usásemos un pseudónimo por los mismos motivos que Maher.
“Me preguntó dónde me dolía y luego me golpeó con fuerza”
Los datos disponibles en la actualidad indican que hay más de 660 palestinos de Gaza detenidos en prisiones israelíes, la mayoría en la prisión de Ketziot, en el desierto de Naqab/Néguev. Un número mayor, que el ejército se niega a revelar y podría ascender a varios miles, se encuentra retenido en distintas bases militares, incluida la base militar Sde Teyman cerca de Be’er Sheva, donde se estarían cometiendo muchos de los abusos.
Según los testimonios, cargaron a los detenidos palestinos de Beit Lahiya en camiones y los llevaron a una playa, donde los dejaron atados durante horas y les sacaron otra foto que también difundieron en redes sociales. Lubad describió cómo una soldado israelí exigió a varios detenidos que bailasen y los grabó.

Después trasladaron a los detenidos, aún en ropa interior, a otra playa de Israel, cerca de la base militar de Zikim, donde, de acuerdo a sus declaraciones, los soldados los interrogaron y les propinaron palizas. Informes de medios de comunicación apuntan que los interrogatorios iniciales fueron conducidos por integrantes de la unidad 504 de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), un cuerpo de inteligencia militar.
Cargaron a los detenidos palestinos de Beit Lahiya en camiones y los llevaron a la playa, donde los dejaron atados horas y les sacaron fotos
Masher compartió su experiencia con +972 y Local Call: “Un soldado me preguntó cómo me llamaba y empezó a darme patadas y puñetazos en la barriga. Me dijo: ‘Llevas dos años en Hamás, cuéntame cómo te reclutaron’. Le contesté que era estudiante. Me abrieron las piernas entre dos soldados y me golpearon en la entrepierna y en la cara. Empecé a toser y me di cuenta de que no respiraba. No paraba de repetirles que era civil. Recuerdo mover la mano hacia la parte inferior de mi cuerpo y sentir algo pesado. No me di cuenta de que era mi pierna. Ya no sentía el cuerpo. Le hice saber al soldado que me dolía; entonces, paró y me preguntó dónde. Cuando le dije que me dolía la barriga, me pegó con fuerza en el estómago. Me ordenaron que me levantase. No sentía las piernas y no podía caminar. Cada vez que me caía, me volvían a pegar. Sangraba por la boca y por la nariz, y me desmayé”.
Los soldados interrogaron a varios detenidos con el mismo método, los fotografiaron, revisaron sus documentos de identidad y los dividieron en dos grupos. La mayoría, incluido el hermano menor de Maher y Lubad, fueron enviados de vuelta a Gaza y llegaron a sus casas esa misma noche. El propio Lubad fue parte del segundo grupo de alrededor de 100 detenidos en Beit Lahiya ese día, a quienes trasladaron a un centro de detención militar en Israel.
Durante su reclusión, los detenidos escuchaban con frecuencia “aviones despegando y aterrizando”, por lo que es probable que estuviesen en la base de Sde Teyman cerca de Be’er Sheva, que cuenta con un aeródromo. Conforme indica el ejército israelí, esta es la base donde se retiene a los detenidos de Gaza que van a ser procesados; es decir, donde se decide si se clasifican como civiles o como “combatientes ilegales”.
La oficina del portavoz de las FDI recalca que el único propósito de los centros de detención militares es interrogar a los detenidos y llevar a cabo las investigaciones iniciales antes de trasladarlos al servicio penitenciario israelí o liberarlos. Los testimonios de los palestinos que fueron retenidos en el centro, en cambio, describen un panorama completamente distinto.
“Nos torturaron todo el día”
En la base militar, dividieron a los palestinos en grupos de en torno a 100 personas. Sus testimonios confirman que siempre estuvieron esposados y con los ojos vendados, y que solo les dejaron descansar entre las doce de la noche y las cinco de la mañana.
Solo había un detenido por grupo con los ojos sin vendar: alguien a quien los soldados elegían porque hablaba hebreo y a quien se referían como “Shawish” (término coloquial que significa “sirviente” o “subordinado”). Estos detenidos revelaron que los soldados que los custodiaban tenían linternas de láser verde para marcar a cualquiera que se moviese, cambiase de posición por el dolor o hiciese algún ruido. Entonces, el Shawish tenía que conducir a los detenidos marcados hasta los soldados que estaban al otro lado de la valla alambrada que cercaba el centro, donde recibían un castigo.

Los relatos coinciden en que el castigo más común era estar atados a una valla con los brazos levantados durante varias horas; si los bajaban, los soldados se los llevaban y les propinaban una paliza.
“Nos torturaron todo el día”, aseguró Nidal a +972 y Local Call. “Estábamos arrodillados, con la cabeza baja. Si no aguantabas, te ataban a la valla, [durante] dos o tres horas, hasta que un soldado decidiese desatarte. A mí me ataron durante media hora. Tenía todo el cuerpo cubierto en sudor y las manos entumecidas”.
A un detenido que se negó a arrodillarse se lo llevaron. El detenido insultó al soldado y, a esto, le siguió un disparo. Desconocen si sigue vivo
“Estaba prohibido moverse”, explica Lubad al recordar las reglas. “Si te mueves, el soldado te apunta con un láser y le ordena al Shawish que te saque y te levante los brazos. Si los bajas, el Shawish te lleva afuera y los soldados te dan una paliza. Me ataron dos veces a la valla. Aguanté con los brazos en alto porque tenía gente al lado a la que le estaban haciendo mucho daño. Uno volvió con una pierna rota. Escuchas los golpes y los gritos al otro lado de la valla. Te da miedo mirar o echar una ojeada a través de la venda. Si te ven, te castigan. También te llevan afuera o te atan a la valla”.
Otro de los jóvenes detenidos refrendó esta historia ante los medios cuando volvió a Gaza: “Torturaban sin parar. Escuchábamos los gritos. [Los soldados] nos increparon: ‘¿Por qué os quedasteis en Gaza? ¿Por qué no os fuisteis al sur?’ Yo les repliqué: ‘¿Por qué tendríamos que irnos al sur? Aún tenemos casa, y no estamos vinculados con Hamás’. Nos respondieron: ‘Marchaos al sur. Celebrasteis [el ataque dirigido por Hamás] el 7 de octubre’”.
A un detenido que se negó a arrodillarse y bajó los brazos en vez de dejarlos en alto se lo llevaron al otro lado de la valla alambrada con las manos esposadas, añadió Lubad. Escucharon los golpes; después, el detenido insultó al soldado y, a esto, le siguió un disparo. Desconocen si realmente le dispararon a él y si está vivo o muerto; en cualquier caso, mientras nuestros entrevistados permanecieron retenidos, él no volvió con el resto del grupo.

Dichos detenidos testificaron en conversaciones con medios de comunicación árabes que otros prisioneros retenidos en el centro habían muerto a su lado. “Adentro se muere gente. Había un hombre con una enfermedad del corazón y se deshicieron de él. No querían hacerse cargo”, comentó una persona a Al Jazeera.
Los palestinos que fueron devueltos a Gaza describen cómo los soldados quemaban a los detenidos con cigarros e incluso les aplicaban descargas
Varios de los detenidos que estuvieron con Lubad también le mencionaron esa muerte. Además, contaron que, antes de su llegada, un hombre mayor del campo de refugiados Al-Shati, que estaba enfermo, falleció en el centro debido a las condiciones de detención. Entonces, los demás decidieron empezar una huelga de hambre para protestar por su muerte y devolvían todas las porciones racionadas de pan y queso a los soldados. Por la noche, los soldados entraban y los golpeaban violentamente, estando ellos esposados, y luego les tiraban gas lacrimógeno. Así terminó la huelga.
El ejército israelí admitió a +972 y Local Call que en el centro murieron personas detenidas de Gaza. “Se ha confirmado el fallecimiento de personas detenidas en el centro de detención”, declaró el portavoz de las FDI. “De conformidad con los procedimientos, se investigan todos los casos de defunción de personas detenidas, y se indaga sobre las circunstancias en las que se produjo el deceso, entre otras cuestiones. Los cuerpos de los detenidos se retienen en cumplimiento de las órdenes militares”.
En las grabaciones, los palestinos que fueron devueltos a Gaza describen cómo los soldados quemaban a los detenidos con cigarros e incluso les aplicaban descargas eléctricas. “Estuve detenido durante 18 días”, informó un joven a Al Jazeera. “[El soldado] ve que te estás quedando dormido, coge un mechero y te quema con él en la espalda. A mí me la quemaron con cigarros varias veces. Uno de los chicos [que tenía los ojos vendados] le dijo [al soldado] que quería beber agua; este le respondió que abriera la boca y le escupió adentro”.
Otro detenido contó que lo habían torturado durante cinco o seis días: “¿Quieres ir al baño? Está prohibido”, le dijo un soldado, según relató. “[El soldado] te pega. Yo no soy de Hamás, ¿qué culpa tengo yo de nada? Pero insistía: ‘Eres de Hamás, todos los que se quedan en Gaza [ciudad] son de Hamás. Si no lo fueras, te habrías ido al sur. Os dijimos que fuerais al sur’”.
Shadi al-Adawiya, otro detenido que fue liberado, compartió su testimonio con TRT en una grabación: “Nos quemaban con cigarros en el cuello, las manos y la espalda. Nos pegaban en las manos y en la cabeza. También dan descargas eléctricas”.

“No puedes pedir nada”, comentó otro detenido liberado a Al Jazeera tras llegar al hospital en Rafah. “Si les dices que quieres beber, te pegan por todas partes. No importa cuántos años tengas. Yo tengo 62. Me pegaron en las costillas y desde entonces me cuesta respirar”.
“Intenté sacarme la venda y un soldado me dio un rodillazo en la frente”
Israel puede retener a los detenidos hasta 45 días sin expedir una orden de detención –una disposición con implicaciones preocupantes–
Los palestinos que Israel detiene en Gaza son retenidos en virtud de la Ley de Combatientes Ilegales del 2002, tanto si son combatientes como civiles. La ley israelí permite al Estado retener combatientes sin otorgarles estatus de prisionero de guerra, así como detenerlos durante periodos prolongados de tiempo sin estar sujeto a los procedimientos legales estándar. En ese sentido, puede impedir que los detenidos se reúnan con su representante legal y posponer el control judicial hasta 75 días –o hasta seis meses, de aprobarlo un juez–.
Tras el estallido de la guerra actual el pasado octubre, se modificó la ley: con arreglo a la versión aprobada por la Knéset el 18 de diciembre, Israel puede retener a los detenidos hasta 45 días sin expedir una orden de detención –una disposición con implicaciones preocupantes–.
“Durante 45 días no existen”, apuntó Tal Steiner, director ejecutivo del Comité Público contra la Tortura en Israel, en una charla con +972 y Local Call. “No notifican a las familias. Durante ese periodo, los detenidos pueden morir sin que nadie lo sepa. Cómo demuestras que incluso se produjo esa muerte. Muchas personas pueden desaparecer y ya”.
HaMoked, una ONG israelí de derechos humanos, recibió llamadas desde Gaza de 254 ciudadanos palestinos que habían sido detenidos por el ejército israelí y cuyas familias desconocían su paradero. La ONG presentó una petición ante el Tribunal Superior de Israel a finales de diciembre para solicitar que el ejército publique información sobre los residentes gazatíes que tiene retenidos.
De hecho, una fuente del servicio penitenciario israelí aseguró a +972 y Local Call que el ejército retiene a la mayoría de los detenidos de Gaza y no los trasladan a las prisiones. Lo más probable es que estén tratando de obtener información de inteligencia de civiles valiéndose de la Ley de Combatientes Ilegales para encarcelarlos.
Los detenidos que conversaron con +972 y Local Call señalaron que habían estado retenidos en un edificio militar con personas que reconocían como integrantes de Hamás o de la Yihad Islámica. Los testimonios recalcan que los soldados israelíes no distinguen entre civiles y miembros de esos grupos, y tratan a todos de la misma manera. Parte de los arrestados en Beit Lahiya hace casi un mes aún no han sido liberados.
Nidal advierte que, además de la violencia que sufrieron los detenidos, las condiciones de detención eran extremadamente duras. “El inodoro es un hueco estrecho entre dos pedazos de madera. Nos dejaban ahí con las manos atadas y los ojos vendados. Entrábamos y nos meábamos la ropa. Y ahí también era donde bebíamos agua”.
Los civiles que estuvieron encerrados en la base militar israelí relataron a +972 y Local Call cómo días después los trasladaron de un centro a otro para interrogarlos. La mayoría sufrieron palizas durante los interrogatorios, en los que les preguntaron si conocían combatientes de Hamás o la Yihad Islámica; qué opinaban de lo ocurrido el 7 de octubre; qué integrante de su familia era combatiente de Hamás, quién entró a Israel el 7 de octubre y por qué no habían evacuado hacia el sur como les “pidieron”.
HaMoked recibió llamadas desde Gaza de 254 ciudadanos que habían sido detenidos por Israel y cuyas familias desconocían su paradero
A Lubad lo llevaron a Jerusalén para interrogarlo tres días después. “El interrogador me dio un puñetazo en la cara. Al final, me sacó y me vendó los ojos”, explicó. “Intenté retirar la venda, porque me lastimaba, pero un soldado me dio un rodillazo en la frente, así que la dejé. Media hora más tarde, trajeron a otro detenido, un profesor universitario. Al parecer, no cooperó durante el interrogatorio y le dieron una paliza brutal a mi lado. Le dijeron: ‘Estás defendiendo a Hamás; no respondes a las preguntas. Ponte de rodillas, levanta las manos’. Sentí que se me acercaban dos personas y creí que me tocaba a mí, que me iban a pegar, así que contraje el cuerpo para prepararme. Alguien me susurró al oído: ‘Di cerdo’. Le dije que no entendía. Añadió: ‘Di que a cada cerdo le llega su San Martín’”. O sea, la muerte o un castigo.

Después lo llevaron a la celda de detención. Para Lubad, las condiciones en Jerusalén eran mejores que las del centro localizado en el sur. Por primera vez, le quitaron las esposas y la venda de los ojos. “Me dolía todo tanto y estaba tan cansado que me quedé dormido, y eso fue todo”, concluyó.
“Nos trataban como a ovejas o gallinas”
El 14 de diciembre, una semana después de que se llevasen a Lubad de su casa en Beit Lahiya, donde quedaban su mujer y sus tres hijos, lo metieron en un autobús hasta el paso de Kerem Shalom, entre Israel y la Franja de Gaza. Contó catorce autobuses y cientos de detenidos. Tanto él como otro testigo mencionaron a +972 y Local Call que los soldados les dijeron que corriesen y que, si alguien miraba hacia atrás, le dispararían.
Los detenidos caminaron desde Kelem Shalom hasta Rafah –una ciudad que se ha convertido en un campo de refugiados gigantesco en las últimas semanas, albergando a cientos de miles de personas palestinas desplazadas–. Llevaban un pijama de rayas gris y algunos mostraban a los periodistas palestinos las lesiones que tenían en las muñecas, la espalda y los hombros, presumiblemente producidas por las torturas que sufrieron mientras estaban detenidos. También llevaban unas pulseras numeradas que les habían dado al llegar al centro de detención.

Palestinos desplazados por los bombardeos de Israel soportan condiciones de vida extremadamente alarmantes en un nuevo campamento en la zona Tel al-Sultan de Rafa, en el sur de la Franja de Gaza. 8 de diciembre del 2023. / Mohammed Zaanoun
Euro-Med Monitor, una organización de derechos humanos con sede en Ginebra que cuenta con varios investigadores en el terreno, informó a +972 y Local Call de que, según sus cálculos, en las últimas semanas liberaron al menos a 500 gazatíes en Rafah que habían estado bajo custodia israelí y habían sido objeto de graves torturas y abusos.
En conversación con los periodistas, los detenidos manifestaron no saber a dónde ir en Rafah ni dónde estaban sus familias. Muchos iban descalzos. “Tuve los ojos vendados durante 17 días”, dijo uno de ellos. “Nos trataban como a ovejas o gallinas”, comentó otro.
Uno de los detenidos que llegó a Rafah explicó a +972 y Local Call que llevaba dos semanas viviendo en una tienda de nailon –esto es, desde que lo liberaron–. “Hasta hoy no tuve zapatos, me los acabo de comprar”, dijo. “En Rafah hay tiendas de campaña por doquier, mires donde mires. Desde que me liberaron, me siento muy mal psicológicamente. Hay un millón de personas amontonadas en una ciudad de 200.000 [antes de la guerra]”.
En cuanto Lubad llegó a Rafah, llamó a su mujer. Fue una alegría saber que ella y sus hijos seguían con vida. “Cuando estaba en la cárcel no paraba de pensar en mi familia, en mi mujer, que vivía una situación difícil: estaba sola con un bebé recién nacido”, explicó.
Con todo, al hablar con su familia por teléfono sentía que le ocultaba algo. Tiempo después, se enteró de que su hermano pequeño, que había regresado tras estar retenido en la playa Zikim, fue asesinado por un proyectil israelí que cayó en una casa cercana.
Lubad recordaba la última vez que lo vio: “Estábamos sentados en calzoncillos y hacía mucho frío. Le susurré: ‘No pasa nada, no pasa nada. Vas a volver sano y salvo’”.
Euro-Med Monitor informó de que, según sus cálculos, en las últimas semanas liberaron a al menos 500 gazatíes en Rafa
Mientras Lubad estuvo detenido, su mujer les dijo a los hijos que se había ido de viaje; sin embargo, él no está seguro de que las criaturas lo hayan creído: ese día, su hijo de tres años lo vio sacándose la ropa en la calle. “Mi hijo tenía muchas ganas de ir al zoo, pero [ya] no hay ninguno en Gaza. Así que le conté que en el viaje había visto un zorro en Jerusalén (y, de hecho, cuando me interrogaban por las mañanas, veía pasar algunos zorros). Le prometí que, cuando pasase la tormenta, lo llevaría a verlos”.
Como respuesta a la información incluida en este artículo acerca de los soldados israelíes que incendiaron las casas de los palestinos detenidos en Beit Lahiya, el portavoz de las FDI comentó que se “estudiarán” dichas demandas y añadió que “encontraron documentos de Hamás en algunas viviendas y una gran cantidad de armas” y hubo disparos dirigidos a las fuerzas israelíes desde el edificio.
Asimismo, aclaró que los palestinos de Gaza están detenidos “por su implicación en actividades terroristas” y que “al comprobar que los detenidos no están implicados en actividades terroristas y no existir ninguna razón que justifique su detención, se envían a la Franja de Gaza tan pronto como es posible”.
En lo que respecta a las declaraciones de maltrato y tortura, aseveró que “se investigan exhaustivamente todas las denuncias de conducta indebida en el centro de detención. Las esposas se colocan en función del nivel de riesgo de los detenidos y de su estado de salud, tras una evaluación diaria. En el centro de detención militar se realiza un reconocimiento diario con un médico que revisa el estado de salud de los detenidos que lo requieran”.
Lejos de esto, los detenidos que conversaron con +972 y Local Call afirman que únicamente los revisó un doctor cuando llegaron al centro y que no recibieron ningún tratamiento médico posterior a pesar de haberlo solicitado en repetidas ocasiones.
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Esta investigación periodística se publicó originalmente en hebreo en Local Call, y en inglés en +972 Magazine. Agradecemos a ambas publicaciones que hayan permitido a CTXT traducir y publicar el artículo.
Traducción de Cristina Marey Castro.

AUTOR >

Yuval Abraham​

Vivo en Jerusalén, estudio lingüística y cine documental, traduzco del oeste y sueño con justicia e igualdad para todos los habitantes del país, entre el río y el mar. Y escribo habitualmente en Local Call.
 
Mira, que alguien todavia piense que esto es por liberar al mundo de Hamás

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Te tienes que reír por no llorar

Bueno, teniendo en cuenta que cualquier moromierda desde la Federación Rusa a Tailandia, pasando por Níger y Kuwait, son de Hamás (o parecido), la prima tiene clarísimo que lo suyo es librarse de 1.500 millones de musulmanes.
 
Las tierras de Israel, que hace mas de 100 años compró y ganó en las guerras que le declararon es inconfundiblemente de israel y va a mantenerse así. Ve haciendote a la idea. A mi que me vas a contar de que un tio que ha nacido y crecido en khan younis dice que tiene que irse a la casa que le dijeron que su tatarabuelo tenia en tel aviv (😂). Es lastrar las vidas de toda una población por promesas y mentiras

Tienes que hacer una triple voltereta mortal para decir que los soldados son responsables de matar niños, y no. Hamas es responsable de ello. Vivan los soldados israelies que estan arriesgandolo todo para poder liberar al mundo de hamas 🇮🇱

Si al menos se hubieran conformado con lo robado y lo que la ONU les regaló…
Ellos quieren más y más, y lo admiten abiertamente.

Las volteretas mentales ya te las dejo a ti, que hasta le quieres atribuir a Hamas el asesinato de más de 10.000 niños causadas por el ejército israelí. Hamas es culpable de sus masacres y el ejército Israel de las suyas, por mucho que insistas en atribuirle toda la culpa a Hamas.






 

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Si al menos se hubieran conformado con lo robado y lo que la ONU les regaló…
Ellos quieren más y más, y lo admiten abiertamente.

Las volteretas mentales ya te las dejo a ti, que hasta le quieres atribuir a Hamas el asesinato de más de 10.000 niños causadas por el ejército israelí. Hamas es culpable de sus masacres y el ejército Israel de las suyas, por mucho que insistas en atribuirle toda la culpa a Hamas.







Puedes ser mas concreta? Que tierras robó exactamente israel y cuales les regalararon segun tu?

Si quieren mas y mas no entiendo que hicieron devolviendo el sinaí a egipto a cambio de la paz, la verdad. Me da que deberias darte cuenta de que los protocolos de los sabios de sion es un libro ficticio de propaganda antisemita, no una retorica a repetir.

Me pones a los ultraderechistas de cisjordania, pero es que estamos hablando de gaza. En gaza no hay colonos
 
Puedes ser mas concreta? Que tierras robó exactamente israel y cuales les regalararon segun tu?

Si quieren mas y mas no entiendo que hicieron devolviendo el sinaí a egipto a cambio de la paz, la verdad. Me da que deberias darte cuenta de que los protocolos de los sabios de sion es un libro ficticio de propaganda antisemita, no una retorica a repetir.

Me pones a los ultraderechistas de cisjordania, pero es que estamos hablando de gaza. En gaza no hay colonos

Gaza y Cisjordania conforman Palestina. No son dos temas independientes.
 
La hija de Yossi
 


En Hamas han visto al perfecto chivo expiatorio, por eso no es de extrañar ese interés de Netanyahu en darle financiación en su momento.

Cómo las fuerzas israelíes atraparon y mataron a los ravers en el Festival Nova
Nuevas pruebas señalan que las fuerzas de seguridad israelíes, no Hamas, fueron las que causaron la mayor cantidad de muertes en el festival de música: muertes de civiles que luego fueron utilizadas para justificar el genocidio de Tel Aviv en Gaza.

 
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