Los cristianos palestinos celebraron el Domingo de Ramos con gran alegría, recordando la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén.
Las familias se reunían en las calles, agitando ramas de palma y cantando himnos, aferrando la fe y la esperanza en medio de los desafíos diarios. El espíritu del día estaba lleno de amor y una profunda conexión con la tierra donde todo comenzó.