Desconozco como está el tema ahora, pero en tiempos era muy complicado, primero que te concedieran una plaza en la EI pública, y segundo un horario que permitiera llegar a tiempo al trabajo.
En esto (EI) como en tantas cosas, “lo público” necesita un repaso y reforma de arriba abajo abajo.
Y sí, hay mucha inquina hacia la iniciativa privada. Absurdo, e irracional. Sin iniciativa privada no se sostiene “lo público”, eso por una parte, y por otra, en “lo público” no hay incentivos para la mejora. Si el funcionario es bueno, suerte que tendremos, y si no lo es, ahí seguirá. Pero nada, defendamos “lo público” a capa y espada, aunque a menudo sea sinónimo de privilegios e ineficiencias.
Los buenos funcionarios deberían ser los primeros en reivindicar reformas para cumplir su servicio público, para el que supuestamente trabajan.
La iniciativa privada debería merecer más respeto. No es el demonio. Tampoco “lo público” está integrado por funcionarios perfectos e impecables en su totalidad. Muy al contrario, abundan los comodones, los “mi-plaza-en-propiedad-no-me-pueden-echar”. En “lo público”, como “el dinero no es de nadie” (Calvo dixit) pues ancha es Castilla. Por eso acaba resultando más barato concertar con la privada o subvencionar que construir el propio estado.