A mí hay un tipo de postureo que se dio durante el confinamiento duro de marzo abril y mayo que me ponía el gilipollómetro a 1000: los de "es que con el teletrabajo, no puedo desconectar porque es como tener la oficina en casa y acabado trabajando más que en la oficina, es horrible, además es que se me acumula el trabajo, ay, ay, ay, es que el trabajo es como el virus, crece exponencialmente".
Vamos a ver. Lo de no poder desconectar, ¿es por qué el portátil ejerce una especie de fuerza gravitacional o qué? Que digas que tenías trabajo acumulado y ya que estábamos en casa sin poder ir a ninguna parte aprovechaste para ponerte al día, vale. Que trabajas en una empresa de las que multiplicaron las ventas durante la pandemia, vale. Pero esos posturetas que te decían que hacían jornadas maratonianas porque NO PODÍAN DESCONECTAR me parecen eso, unos posturetas de cuidado. Nada te impide cerrar el portátil a tu hora. Yo es que debo ser rara pero sólo trabajo más y desde casa cuando hay alguna urgencia fuera de horas o algo que corre mucha prisa y no da tiempo a terminar.
Pero es que vamos a ver: que la economía mundial estaba PARADA. Que si tu empresa no vende, el trabajo baja para todos. Ojo, no digo que todo el mundo estuviera en casa sin trabajar, pero vamos, que la carga de trabajo de (pongo por caso) un administrativo en una empresa no esencial se tuvo que reducir por narices. Pero claro, quedaba muy bien en las reuniones de zoom decir que ibas desbordado y no tenías ni tiempo para contestar un Whatsapp cuando la realidad era que el trabajo de verdad era justificar en qué empleabas el tiempo.