Ayer por la tarde hablamos mi madre y yo como hace tiempo que no hablamos. Ella tiene sus arranques en los que empieza con el chantaje emocional a lo bestia y con pullas, y me dice que después no se acuerda, o se acuerda un rato después de que me tira las pullas.
Cuando por la tarde la vi tranquila, le dije que me alegraba de que estuviera así y no tirándomelas. A lo que ella contestó, que cuando lo haga, que no se lo tenga en cuenta, y se empezó a emocionar. Ahí me quedé y hablamos un poco. Le comenté que voy a la psicóloga porque lo paso mal y las pullas me fastidian, ella me contestó algo así como que pensaba que no me afectaba lo que me dijera.
Tendrá sus momentos buenos y sus momentos malos, siempre he oído que, de mayores, empeoramos nuestros defectos. Su forma de desahogar siempre han sido pullas y en algunos momentos gritos, aunque no era tanto de gritar (no la estoy justificando, que a quien se las tiraba en el pasado, hasta que me independicé, ha sido ha mí, no a mi padre por ejemplo), y ahora, que se ve fastidiada y en su mente no sé yo ya cómo lo razona, tiene sus momentos de mala baba, que, como soy la que estoy pendiente de ella, vuelven a tocarme a mí.
Una amiga me dice que, cuando empiece así, que me vaya a otro cuarto y la deje con la palabra en la boca.
No le he dicho que la terapia no sólo es por el momento actual, sino por toda mi vida, sobre todo la que viví con mis padres en mi pubertad/adolescencia/juventud. Mi padre era peor, pero ella no ayudaba, y en algunas cosas lo complementaba para acabar de rematar. Mi psicóloga me ha dicho que ella no estuvo a la altura. Y todavía tengo mucho que contarle.
Quizás no se acuerde ni de lo que hablamos ayer por la tarde, yo ya no sé de lo que se acuerda realmente. Pero que me lo haya dicho ha sido un pequeño bálsamo para mi ánimo. Hasta escribiendo estas líneas me emociono.
Las heridas del alma se pueden sobrellevar, pero no sé si se pueden curar. Tengo casi 51 años, y me encuentro llorando cada poco. Y las situaciones me generan sentimientos también que no son dignos de mí.
Pero aquí sigo.