No hace mucho lei un articulo justamente de eso que comentas. Las mujeres son mucho mas discretas, y por tanto en ese aspecto tambien. Llamalo discretas llamalo listas

Decia que si bien el % de hombres infieles es mayor la cifra se invierte en descubrir el pastel. A la mayoria de hombres se les acababa pillando y las mujeres era un % bajisimo
A mis amigas, cuando las han pescado te aseguro que ha sido porque han querido. Me vienen dos casos ahora mismo. Yo creo que en las clases medias-altas, ellas ponen los cuernos muchísimo más que ellos. Para empezar porque se tiene más tiempo. A saber.
El marido se ha largado de casa a las siete y media, porque sale escopetado a la oficina a trabajar para porveer a su mujer y su familia el nivel de vida que "ella" espera y que se presupone que "él" debe garantizar. Ella se queda en la cama. Como mucho a las ocho y media la despierta la interna para decirle que los niños están listos para ir al cole, que si los lleva ella o quien (hay jardinero/chofer). Se levanta y lleva a los crios, (en su Range Rover o Porche Cayenne) al cole, y así aprovecha para mirarle el culo al papá de una de las compañeritas de su hijo mayor. Vuelve a casa, no sin antes haberse pasado una horita por el Gym, donde también ficha a tres o cuatro macizos. Se prepara porque ha quedado para almorzar (no para comer, para almorzar) a la una con su amiga Pituca, que le tiene que preguntar que tal su madre, que ha estado malísima la pobre. Come con su amiga Pituca en una terraza en un restaurante ideal de la Calle Padre Claret, que ha abierto, con un socio, un primo de su amiga Sonso, que es majísimo y ha dicho que les inviten a un agua con hierbabuena, él no estaba, porque este mes del año aún lo pasa en Ibiza. Son las tres de la tarde y ni el papá del cole, ni los tres macizos ni el primo de Sonso han estado disponibles. Llama a su amigo Íñigo, el hermano de su amiga Aldara, para invitarle a tomar un café en el Eurobulding. A las cinco se va del Eurobulding como una seda, tras los dos polvazos que ha echado con Íñigo, que además le ha estado contando los superplanes de la superfiesta que le está preparando a su hermana por su cuarenta cumpleaños. Tiene que comprarle algo a Aldara, ya pasará por el centro otro día y le mirará algo. Ahora se va corriendo porque quiere, es superbuena madre, recoger a sus niños que salen del cole a las cinco y media (porque hacen una extraescolar). Recoge a sus nenes con el mal rollo de cruzarse con la mujer del papá macizo, que es superincomprensible para ella que esa zafia de pueblo se casara con ese hombre, es borde a más no poder y encima ni se pinta ni se arregla ni nada, y tiene superacento gallego al hablar que parece medio lela. Debe ser un putón en la cama, o eso o tiene pasta, aunque lo disimula de pu.ta madre con lo mal que viste, en todo caso. A las seis, superatasco en la M30, llega a casa. La interna se encarga de los niños, y a las seis y media llega una profe a ayudarles con los deberes. Ella aprovecha ese rato para relajarse un poco. Comprueba que en la casa todo está como debe estar, jope es que o estás encima de ellas o las chicas no hacen na-da, no limpian na-da, hay que decírselo todo. A las ocho los niños ya tiene los deberes hechos y la interna los baña, a las nueve ya están cenados y acostados. Ella, es superbuena madre, les lee un cuento y les da un besito. Adora a sus hijos, son superideales, tiene que acordarse de llevar a Beltrán, el pequeño de los cuatro, a la peluquería a que le corten las puntas, sólo un poquito, es supermono su niño con su pelito rubio, como su papá, el hermano de su amiga Pituca. Llega su marido a las diez, pica algo en la cocina que le ha dejado preparado la interna. Ella, por supuesto, no cena, se toma un té. Y ya. Da un beso a su marido cuando entra en el salón y le pregunta, por rutina, qué tal el día. Le cuenta lo del cumpleaños de Aldara y le recuerda que ese finde han quedado con Pelayo y Txiqui para ir a la antigua casona de su abuela en el coto en Extremadura, el viernes que no salga tarde, porfa. Se sube acostar mientras su marido se queda en el salón con la tele puesta. Dedica tres cuartos de hora a ponerse crema y hacer ejercicios para los músculos faciales. A las once se acuesta. A las once y diez escucha como su marido se hace una Paj* en la ducha. Se duerme. Ha sido un día ideal.