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CICLISTAS​

El buenismo político ha impuesto el “carril bici” a la ciudadanía, y el ciclista y el patinetista se han adueñado de las calles.
junio 3, 2022
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Antonio Mingote era muy amigo de Luis García Berlanga. “Lo que no alcanzo a comprender, es que a un tipo tan inteligente e ingenioso como Berlanga le guste el ciclismo. Sigue a diario las etapas del “Tour” de Francia”. Antonio Mingote tuvo un romance de bicicleta. Terminada la Guerra Civil, en la que tomó posesión de Barcelona en completa soledad para visitar a su madre, fue destinado a San Sebastián, al cuartel de Loyola.

Y se echó novia en Tolosa, a treinta kilómetros de San Sebastián. Casi a diario, cubría a caballo la distancia, y paseaba con su novia de una manera extraña. Él, sobre el caballo, y ella, montada en una bicicleta. Y hacían manitas. El noviazgo terminó por dos motivos. La oposición de un párroco de Tolosa a que una “neska” tolosarra escandalizara a sus paisanos con su amor por un oficial “maqueto”, y porque fue destinado a Madrid. Su manía a las bicicletas le llevó a reírse en muchos dibujos del ciclismo. En uno de ellos, magistral, dos ciclistas extenuados, con la lengua fuera, sudando como pollos, suben un puerto de montaña del “Tour”. Quizá el Aubisque, el Tourmalet, el Puy de Dôme, al Alpe D, Huez o el Galibier. Y entre ellos, con la gorrilla al revés, en una bicicleta tosca, pedalea sonriente un vendedor ambulante de helados, con el cajón frigorífico entre los manillares. Y el vendedor les dice a los ciclistas profesionales: – Ahora vuelvo. Voy al pelotón de cabeza por si quieren algún helado y en un pispás estoy aquí de nuevo-.

En el Diccionario de Tontos que inició Jaime Campmany, se incluyó el “Tonto de las Cumbres” a petición mía. El tonto de las cumbres es aquel que en las etapas de montaña pasa la noche anterior en una tienda de campaña y anima a los corredores en los últimos kilómetros del ascenso.

Llevan banderas, y la mayoría de tontos de las cumbres españoles, ondean “ikurriñas” y “estrelladas” separatistas catalanas, lo que refuerza la justicia de su inclusión en el Diccionario de Tontos inconcluso. Ignoro los motivos de su emoción y entusiasmo. Ver cómo pasa un ciclista agotado carece de interés. Si el ciclista subiera cantando o haciendo cabriolas sobre la bicicleta, se entendería el entusiasmo del público. Pero no hacen otra cosa que pedalear. En el caso de que dejaran de pedalear, se darían un morrón. Quizá esa posibilidad, que tiene mucho que ver con Newton, sea la causa de su frenesí. El ciclismo es duro y peligroso. Algunos profesionales del ciclismo han fallecido ascendiendo por un puerto. El inglés Simpson, por ejemplo, en plena subida al Mont Ventoux.

Ahora, el ciclismo es peligroso para los peatones. Las ciudades se han convertido en un peligroso lugar para pasear. El buenismo político ha impuesto el “carril bici” a la ciudadanía, y el ciclista y el patinetista se han adueñado de las calles. Ellos van a su aire, y si arrollan a un viandante despistado, denuncian al viandante antes de que éste sea trasladado en una ambulancia al hospital más cercano.

En mi última estancia en Madrid, que es mi ciudad y mi cuna, he estado a punto de ser atropellado por siete ciclistas y dos patinetistas. De ahí que agradezca todos los días la maravilla de vivir en un pueblo pequeño y civilizado. A cien metros de mi casa, los lobos han matado en lo que va de año treinta ovejas. Pero el peligro de ser devorado por los lobos guarda mucha más dignidad que el riesgo a ser atropellado por un ciclista mal educado en la confluencia de las calles de Serrano y Ayala. Es un decir, claro está.

Alfonso USSÍA
 

Oasis de Las Ventas​

El Rey, en el Palco Real de Las Ventas, certifica la unión de la Corona con el pueblo llano y perseguido por su lealtad a la más universal de nuestras joyas culturales
03/06/2022Actualizada 01:30
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El Rey presidió, como es tradicional, la Corrida de la Beneficiencia. Su padre, Don Juan Carlos I, lo hizo en treinta y nueve ocasiones. Su aparición en el Palco Real fue respondida por una ovación unánime. El Rey no es el más aficionado a los toros, pero ser Rey es estar y encontrar su sitio, a las duras y las maduras. Los tres toreros, Morante de la Puebla, Julián López 'El Juli' y Ginés Marín le brindaron la muerte de sus primeros toros. El Rey los recibió con sus cuadrillas al término de la corrida. Y se reunió con los miembros de la banda de música y con todos los empleados y acomodadores de Las Ventas. Formidable novedad. Estuvo acompañado en el Palco Real por la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el presidente de la Asociación de Ganaderos de Toros de Lidia, Antonio Bañuelos, y el confuso consejero de la comunidad madrileña, Enrique López, colaborador fijo del grupo Atresmedia, que días antes, en La Sexta, vomitó el primer capítulo contra la Corona. Atresmedia está en la izquierda republicana. Guardo en mi memoria y mi archivo los pormenores de la concesión del titulo nobiliario al fundador de Planeta, José Manuel Lara Hernández, marqués del Pedroso de Lara. Título, en mi opinión, merecidísimo, pero cuya concesión estuvo salpicada de coacciones e irregularidades. Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa del Rey en aquellos tiempos, mantuvo guardado en el cajón de su mesa del despacho durante meses el expediente. Ahora van contra la Monarquía, porque en La Sexta no se hace nada si no lo autorizan Crehueras, Casals y el republicano Silvio. Extraña manera de agradecer un honor.
No escribo la crónica de la corrida porque para tal menester están los grandes críticos, como Vicente Zabala y Andrés Amorós. Pero sí la síntesis. Morante de la Puebla toreó como los dioses, a cámara lenta. 'El Juli' asombró una vez por su maestría, y Ginés Marín tuvo una gran actuación. Los toros de Alcurrucén, de preciosa estampa y todos complicados.
Sin venir a cuento, o quizá, viniendo a cuento más de lo que creen algunos, en el quinto toro toda la plaza se puso en pie para ovacionar al Rey. No se trató de una cortesía programada. La plaza de las Ventas, con público de todas las sensibilidades e ideologías, ovacionó al Rey cuando no estaba previsto. Una ovación unánime y prolongada. El propio Rey, se sintió turbado, y más aún cuando Isabel Ayuso le comentó: «Esto es para Su Majestad». Lo que hizo el público de Las Ventas, libre y soberano, es aplaudir a su Rey en una tarde de toros, por estar ahí, por manifestar con su presencia su apoyo a la Fiesta, que tiene muchos y enconados adversarios, a los que hay que respetar, pero aún más aficionados y partidarios, a los que hay que respetar también. El Rey, en el Palco Real de Las Ventas, certifica la unión de la Corona con el pueblo llano y perseguido por su lealtad a la más universal de nuestras joyas culturales. Y como el público es libre y soberano, además de imprevisto, le agradeció con esa ovación no programada su asistencia a Las Ventas. Gratitud del público, de los toreros y sus cuadrillas, de los sufridos ganaderos que han soportado dos años en blanco sin perder la esperanza, de todos los que, cada tarde, areneros, monosabios y mulilleros hacen el paseíllo mientras suena el pasodoble de turno, que a ver si un día el director de la banda se acuerda de Nerva, el más emocionante de los pasodobles, en los últimos años olvidado en el cajón de las partituras.
Así se resume la tarde de la corrida de la Beneficiencia. En el brindis de Morante, tan breve como contundente. ¡Viva España y Viva el Rey!
Eso. Eso que se oye como se tiene que oír. Con emoción.

Más de Alfonso Ussía​

 

Aquella honradez​

Con don Santiago Bernabéu no sólo se fue un presidente irrepetible y un dirigente reconocido y respetado en todo el mundo. Se fue la honradez, la decencia, la austeridad y la honra
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Se han cumplido 44 años del fallecimiento de don Santiago Bernabéu. Con el cáncer muy avanzado, prestó al Real Madrid su último servicio. Viajó junto a Molowny y Santisteban a Colonia, para asistir a un partido entre el Colonia y el Borussia Möngelblagdad. Molowny tenía que seguir e informar de Bonhoff, que meses más tarde ficharía por el Valencia, y Santisteban de Simonsen, que terminaría en el Barcelona. Terminado el partido, en el palco, les pidió su opinión, y uno y otro recomendaron sus contrataciones por ser muy buenos jugadores para el Real Madrid. Bernabéu se encaró con ellos. «Parece mentira que habiendo sido tan buenos futbolistas, no tengáis ni puñetera idea de fútbol. Ni Bonhoff ni Simonsen. Bajad al vestuario y contratad al hijop*ta de los bigotes, que es un fenómeno». Se trataba de Stielike. El último gran acierto de Bernabéu.
Se adelantó a los tiempos. Levantó uno de los estadios más grandes del mundo y creó un equipo invencible. El fútbol nacional se quedaba pequeño y acudió a la llamada del diario francés L´Equipe para fundar la Copa de Europa, hoy Liga de Campeones. Durante su mandato, el Real Madrid ganó en seis ediciones y le robaron la séptima los árbitros ingleses Ellis y Leaf. El segundo anuló cuatro goles legales al Real Madrid por orden de la Uefa. Pasó el Barcelona, pero los catalanes perdieron la final. Le preguntaron cuáles eran, en su opinión, las dos mejores delanteras de la Historia del Real Madrid. «Una de ellas, Kopa, René Petit, Di Stéfano, Puskas y Gento. Pero aún mejor, Muñoz-Lusarreta, Raimundo Saporta, Di Stéfano, Antonio Calderón y Agustín Domínguez». Di Stéfano figuraba en las dos grandes delanteras, y en la segunda –la mejor–, acompañado de cuatro directivos y gerentes del club. «Cuando uno conoce sus limitaciones se tiene que rodear de personas mucho más inteligentes, y ése ha sido mi único mérito».
Bernabéu era políticamente liberal. Y monárquico. Cuando jugaba en Portugal, visitaba a Don Juan y a Doña María en «Villa Giralda» acompañado de todo el equipo, lo que le valió más de un contratiempo con el Régimen. Y con una enorme timidez. En una cena de amigos, su mujer, doña María Valenciano, bebió en los postres algún chupito de más, y ante el estupor de don Santiago le formuló en público la siguiente y agobiante pregunta: «Santiago, ¿verdad que me quieres mucho?». Bernabéu no sabía dónde meterse, y con el rostro escarlata por el rubor le respondió: «Sí, María, sí, te quiero mucho, pero no me lo recuerdes».
También era caprichoso. Cuando el Real Madrid perdió su primera final contra el Benfica de Lisboa, Di Stéfano vio en el mozambiqueño Eusebio a su sucesor. Y acompañado de Puskas y Gento se reunió con el fenómeno portugués, que estaba deseando jugar en el Real Madrid. Fueron al despacho de Bernabéu a contarles la buena noticia: «Don Santiago, tenemos a Eusebio a tiro. Vendría feliz al Madrid». Aquella mañana Bernabéu se había levantado con el pie izquierdo y los mandó a paseo.
«No quiero futbolistas negros con bigote». Al año siguiente ficho a Didí, que era negro y llevaba bigote, y fue un fracaso.
La enfermedad fue apagando a don Santiago. Al fallecer, la Junta Directiva del Real Madrid, sin hacer uso del dinero del club, regaló a su viuda, doña María Valenciano, un aparato de televisión en color, que ya se comercializaban en 1978. Un Grundig de 18 pulgadas. Don Santiago, por cuyas manos pasaron decenas de miles de millones de pesetas, no pudo permitirse el lujo de regalárselo. Con él no sólo se fue un presidente irrepetible y un dirigente reconocido y respetado en todo el mundo. Se fue la honradez, la decencia, la austeridad y la honra.
El Rey Don Juan Carlos se lo anunció en el descanso de un partido en el Bernabéu. «Santiago, quiero concederte un título». «Señor, me estoy muriendo. Y no tengo hijos. No me veo de marqués agonizante. Pero me emociona que lo haya pensado Vuestra Majestad».
En el cementerio de Almansa, junto a los de su madre, descansan sus huesos decentes.

Más de Alfonso Ussía​


 

Desamor​

Dar un golpe de Estado para, posteriormente, renunciar al golpe y escapar en el maletero de un coche de media gama, no es experiencia saludable
06/06/2022Actualizada 12:45
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Es doloroso el desamor. Es imposible amar a todo y a todos, y de la misma manera, inaplicable el sentimiento de odio a todo y todos. Tiene que resultar agobiante y torturador. Para colmo, si el odiador y fracasado, odia y se recrea en sus fracasos en un lugar paradisíaco, los paisajes pueden aliviar el odio y la frustración. Pero si todos los sentimientos de la derrota y la cobardía se alimentan desde el tostón de una localidad belga, como Waterloo, el desamor hacia la humanidad tiene que ser insoportable. Y eso le ha sucedido y le está sucediendo a la fregona semoviente de Puigdemont.
Dar un golpe de Estado para, posteriormente, renunciar al golpe y escapar en el maletero de un coche de media gama, no es experiencia saludable. El duque de Demonshire enloqueció cuando se vio obligado a escapar en el maletero de su Morgan, conducido por su chófer Richard, de las iras de su amigo Jimmy Gibbons –de conocida familia filatélica–, cuando este sorprendió al duque mientras se elaboraba a la señora Gibbons en la esquina de una recoleta de rododendros. En el maletero de un Morgan, un hombre, ya sea de costado, en decúbito prono o en decúbito supino, se desencuaderna en pocos minutos. Para colmo, cuando Richard abrió el somero maletero para esconder a su duque, no reparó en el ingreso de una avispa despistada con la que tuvo el duque que compartir la huida durante los tres kilómetros de la fuga. Al abrir la maleta, ya a salvo, Richard, además de recomponer el desbarajuste óseo de Su Señoría, tuvo que transportarlo al hospital más cercano en un estado comatoso como consecuencia de los dieciséis aguijonazos avisperos que recibió durante el breve trayecto. En la camilla del hospital, el duque, que jamás había pronunciado una palabrota en su vida, gritó –¡coxx!– ( en inglés, claro), y expiró.
No le deseo semejante experiencia al paleto de Gerona. Pero le recomiendo sosiego. Se despedía de su cargo, por llamarlo de alguna manera, de presidente de «Junts», y arremetió contra todo lo que se movía y se figuraba. Contra España, el Rey, la Justicia, Llarena, los de ERC, el Supremo y el Constitucional. No se atrevió a meterse con su sucesora, la presidente del «Parlamentet», Laura Borrás, que le saca una cabeza y de un soplamocos le deja sin fregona. Pero en Cataluña ha creado confusión. Que los separatistas golpistas como Puigdemont odien a los separatistas golpistas de la banda de Junqueras tiene que causar desazón. Cuando la mentira y el aldeanismo se dividen, tanto la mentira como el aldeanismo crecen sin prudencia ni medida.
Para mí, que Puigdemont tenga una muy larga vida en Waterloo. No imagino peor condena. Contando chistes belgas, y recibiendo visitas y delegaciones de paletos, si bien han disminuido en los últimos meses. Le deseo, siempre que no cambie de domicilio, una larga y forajida existencia en «Villa Maleta». De no haber huido, ya estaría en libertad, indultado por Sánchez. Tendría a un golpe de mirada el azul de su Mediterráneo, el sol de España, y una oferta de mariscos menos ceñida que al consumo de mejillones. No espero, ni lo deseo, que Puigdemont sea extraditado a España. Ese modelo de delincuentes es muy pesado de sobrellevar. Que se quede en «Villa Maleta», y disfrute de un sereno atardecer. El sereno atardecer en Waterloo es aburridísimo, y melancólico, y con un clima atroz.
Hasta la Cataluña más cateta, burda y palurda se ha situado dando la espalda a Puigdemont. Se trata de un fracasado cobarde y ridículo que ha contagiado de fracaso y ridículo a la mentira y la aldea.
Se extinguirá de aburrimiento. Con la nacionalidad belga y despreciado por todos aquellos a los que traicionó, empezando por los suyos. A vivir que son dos días, aunque en Waterloo, dos días parezcan un trimestre.

Más de Alfonso Ussía​

 

Objetofilia​

Después de siete años manteniendo una relación estable con una grúa, Érika le ha devuelto los regalos inesperadamente, y se ha liado con un patinete
05/06/2022Actualizada 01:18
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El gran Antonio Mingote lo decía y repetía cuando llegaba a sus oídos algún pormenor de amores confusos. «En asuntos de braguitas y braguetas/ nunca opines ni te metas». Pero lo de hoy no se puede pasar por alto ni sobrevolarlo. Después del titánico esfuerzo de Irene Montero desde su Ministerio de la Igualdad y las Obsesiones Sexuales, para hacer oficial la existencia de 18 sexos diferentes, surge inesperadamente el décimonoveno. La objetofilia. El objetófilo es todo aquel ser humano o humanoide que renuncia al amor con otros individuos de su especie o subespecie, y se entrega apasionadamente a los objetos. Omito sus apellidos, pero no su nombre de pila. La primera objetófila que se ha atrevido a salir del armario es barcelonesa y se llama Érika. Lleva catorce años manteniendo con diferentes objetos relaciones sentimentales. Hoy, Érika –así lo ha reconocido–, pasa por trances de melancolía y tristeza. Todo final es penoso. Recuérdese la balada francesa de mis años juvenilesCapri c'est finiinterpretada magistralmente por Hervé Vilard. Después de siete años manteniendo una relación estable y enriquecedora con una grúa, Érika le ha devuelto los regalos inesperadamente, y se ha liado con un patinete. No se desliza sobre su amor. Duerme con el patinete, y le susurra todas las noches esas cosas bonitas que tanto agradecen los patinetes sensibles. La grúa se ha quedado literalmente destrozada. Mi pobre imaginación alcanza a figurarse el acto sexual de Érika con la grúa, pero ante su nuevo amor, el patinete, me veo obligado a tremolar la bandera blanca de la rendición. Por otra parte, entregar el amor a un patinete al que se acaba de conocer, conlleva riesgos y peligros. Antes de alojar al patinete en su casa, y ofrecerle para su dicha y posterior descanso la mitad del espacio de su lecho –que tiene que ser amplio, porque de lo contrario no podría haber mantenido durante siete años una relación estable con una grúa–, lo recomendable es conocer a la madre del patinete. A las madres hay que conocerlas, y si no, que le pregunten a Florentino Pérez, que no quiso tratar a la madre de Mbappé, y así le ha salido el tiro por la culata. Un patinete desconocido puede resultar comprometido y de proceder incierto. Abandonar a una grúa leal y cariñosa en beneficio de un patinete de familia regular, se me antoja, amén de extravagante y caprichoso, excesivamente precipitado. Intento entender a Érika, una mujer libre, sostenible y chulísima y que vota a Ada Colau. Se topa con el patinete de su vida, prende la llama del amor, la pasión inunda sus deseos, y se lleva el patinete a casa, sin preguntarle de donde viene, y peor todavía, sin que el patinete le haya asegurado que no pretende aprovecharse de ella para desaparecer después de haberla poseído.
Porque Érika, y eso lo debe saber el patinete, no es flor de un día. Faltaría más.
Urge que la ministra Montero lleve al próximo Consejo de Ministros la propuesta de reconocer oficialmente la objetofilia, y promover talleres y cursos especializados de tan respetable ocurrencia sexual. De no hacerlo, demostraría que no trata con igualdad a todas las mujeres. Y yo, de ser ella, que no lo soy, intentaría adquirir experiencia y mantener una breve relación de fin de semana con una segadora de césped, que según tengo entendido, son encantadoras cuando se sienten queridas y tratadas con respeto.
Para legislar, hay que conocer y experimentar al décimonono s*x*.
O ella, o se obliga a la niñera, y a ver qué tal.

Más de Alfonso Ussía​


 

BOLITA NO HIZO LA MILI​

No es cuestión de estrellas y galones. Es cosa de cultura, de tradición, de amor por unas notas y una Bandera que representa a todos los españoles y al paso de la Historia.
junio 7, 2022
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Parece que no. De cualquier manera, no es necesario haber hecho la Mili para comportarse correctamente cuando se oye el Himno Nacional. En Rolland Garros, como en Mónaco, tienen la buena costumbre de homenajear al ganador de su torneo con el himno nacional del vencedor. En los últimos 17 años, se ha oído el Himno Español o Marcha Real gracias a Nadal. El himno se oye en pie, con los brazos rectos a lo largo del cuerpo, en posición de firmes, con toda naturalidad y respeto. Pero el ministro de Cultura y Deportes, Bolita de Sebo, que se ubicaba al lado del Rey en la cancha Philippe Chatrier de París, no sabe aplicar a su orondo cuerpecillo la posición de firmes. Cruza sus manitas sobre la zona umbilical y pone expresión de cuerno.

A Bolita de Sebo le convendría pasar una semana en cualquier Unidad Militar para hacer instrucción. Se mantiene, a pesar de su aspecto esférico, ágil y grácil. Baila divinamente. Es un bailarín reconocido. Que yo recuerde, sólo un ser humano más gordo que él ha bailado mejor. Oliver Hardy, aquel actor genial, que junto a Stan Laurel, otro fenómeno, formó la pareja de El Gordo y el Flaco, cuando el cine era en blanco y negro, y le faltaban muchos años para alcanzar el color. Eso sí, el baile que se monta Oliver Hardy con Stan Laurel, tenía poco de histérico. Un baile cadencioso, entre folclore irlandés y ballet de Tchaikowsky. Bolita de Sebo baila otras cosas, que no me atrevo a juzgar y menos aún a definir, porque puede ser interpretado de manera confusa y desconcertante.

Un ministro del Gobierno tiene la obligación de saber cómo hay que situarse corporalmente cuando se oye el himno Nacional. No se les exige que adopten la marcialidad del Rey o de un general. Lo cierto es que en todo acto militar, del general al último soldado de la última fila de la formación se comportan con la misma emoción, compostura y respeto. No es cuestión de estrellas y galones. Es cosa de cultura, de tradición, de amor por unas notas y una Bandera que representa a todos los españoles y al paso de la Historia. Bolita de Sebo, mucho me temo, oye y actúa con mayor respeto cuando suena eso de los Segadores. El socialismo catalán, por aquello del complejo charnego, es más nacionalista a veces que los separatistas de Junqueras. Pero tendrían que pasar un examen con anterioridad a su juramento o promesa ante el Rey como ministros del Gobierno de España. Se le manda un cabo al ministerio, el cabo le enseña respeto y comportamiento, y Bolita de Sebo estará listo para ser ministro y representar a su Gobierno. En la Mili, el recluta más torpe, más tonto y menos preparado desde casa, aprendía la posición de firmes en menos de una hora.

Yo mismo, que soy uno de los Cabos 1º en la reserva más antiguos de España, me comprometo a enseñar en media hora a Bolita de Sebo a ponerse firmes. Siempre, claro está, con una tercera persona presente en la instrucción. Hay que ser cauteloso.

Alfonso USSÍA
 

Barullo​

Si Cataluña derrocha el dinero de los españoles en sus embajadas y chiringuitos para conseguir el apoyo internacional a la mutilación de España y el Gobierno de España se lo permite, ¿quiénes somos los españoles para obstaculizar tan magno proyecto internacional?
07/06/2022Actualizada 01:43
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Cataluña tiene embajadas. Resulta extraño. Y las embajadas catalanas, cuyo único fin es promocionar fuera de nuestras fronteras el independentismo catalán, las pagamos y financiamos todos los españoles. Cataluña, que es una mera comunidad autónoma, gasta en política exterior con dinero público español cinco veces más que el presupuesto de la Casa Real. El Ministerio de Asuntos Exteriores, cuyos diplomáticos tuvieron en el pasado prestigio internacional, pelan la pava, porque si se oponen a pelar la pava, los pelados son ellos.
No se trata de una incoherencia, y menos aún, de un contrasentido. Cataluña es especial. Sevilla tiene un color especial y Cataluña una moral especial. Todavía no han juzgado a Jordi Pujol, que gracias a las comisiones que percibió en su bolsillo procedente del empresariado y los más distinguidos grupos familiares de Barcelona, dícese que guarda en Suiza, Liechtenstein, Andorra, San Marino o Mónaco una fortuna de 3.000 millones de euros. Y no se le juzga porque es catalán, que de haber sido alcaldesa de Valencia o presidente de esa Comunidad (Rita Barberá o Francisco Camps) estarían cumpliendo años de prisión por un bolso de Hermés y cinco trajes. Rita no, porque fue asesinada por propios y extraños con el puñal del deshonor.
«Organización criminal». Así fue definida por la Udef de la Guardia Civil, de acuerdo a la documentación investigada, la familia Pujol. El problema es que si Pujol, el jefe de la banda, su mujer y sus niños no han sido juzgados todavía –sí dos de ellos, por causas menores y ya están bailando sardanas– se debe a regates y retrasos impuestos por los diferentes Gobiernos de España a la justicia. Los Pujol conforman una familia de hondas raíces cristianas. Y han decidido que a ellos, por unos pecadillos terrenales solo Dios está autorizado para juzgarlos. ¿Qué son y qué significan tres mil millones de euros en los Azules Infinitos? Nada. Por otra parte, si ellos han medrado, si los empresarios y los miembros de las mejores familias de Cataluña les han regalado miles de millones de euros a cambio de una cierta tranquilidad en sus negocios y patrimonios, los Pujol solo pueden ser juzgados por velar, estabilizar y apoyar el desarrollo de los negocios y patrimonios de la alta y media burguesía de Cataluña, y tan loable menester no puede ser considerado delito. De ahí que lo recomendable es que los españoles que hemos nacido en tierras de España alejadas de Cataluña, optemos por no intentar comprender lo que allí sucede. Pero digo yo, humilde madrileño afincado en Cantabria, que si Revilla se deja de anchoas y abre, como termina de hacer Aragonés y la Generalidad de Cataluña, unas «embajadas» al más alto nivel político en Washington y Eslovenia, se enfadaría con Revilla hasta Bertín Osborne, su íntimo. Yo, en cambio, le aplaudiría, porque me gusta estar representado en Washington y Eslovenia, y ahora más que nunca, cuando ya no nos representan ni las embajadas ni los consulados de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores. El problema es que si Cantabria abre embajada en Washington, se va a retrasar aún más el AVE hasta Reinosa, y yo les deseo a mis nietos que puedan celebrar algún día lo que a mi generación y la siguiente en cronología nos ha sido vedado.
De ahí, que si Cataluña derrocha el dinero de los españoles en sus embajadas y chiringuitos para conseguir el apoyo internacional a la mutilación de España y el Gobierno de España se lo permite, ¿quiénes somos los españoles para obstaculizar tan magno proyecto internacional? Tenemos que aprender a callarnos y aceptar que la política exterior de una comunidad multiplique por cinco los presupuestos de la Casa Real, que es también la Casa del Rey, y asimismo la Casa del Jefe del Estado. Todo lógico.

Más de Alfonso Ussía​

 

CHURCHILL EN BRAGAS​

En mi desorden de papeles –creo que no lo he publicado-, me topo con un homenaje a los pensamientos de doña Carmen Calvo,
junio 8, 2022
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En mi desorden de papeles –creo que no lo he publicado-, me topo con un homenaje a los pensamientos de doña Carmen Calvo, catedrática de Derecho Constitucional, ex vicepresidente del Gobierno de Sánchez, ministra de Cultura con Zapatero, y simpática polemista. Leídos y releídos sus pensamientos, se llega a una conclusión. Deja en bragas –como se demuestra en el presente texto-, a Sir Winston Churchill. Desbordado ingenio.

Churchill es –o era, hasta Carmen Calvo-, el creador y acuñador de las frases y pensamientos más ingeniosos del siglo XX. En España tuvimos a Agustín de Foxá. Ni uno ni otro le llegan a la arruga primera del pie izquierdo a nuestra egabrense, es decir, nuestra cordobesa de Cabra.

“Yo he sido cocinera antes que fraila”.

“El idioma español está lleno de anglicanismos”. Es decir, que la catedrática confunde los anglicismos con los anglicanismos.

“Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie”. ¡Toma Jeroma, pastillas de goma!

“Me gusta madrugar para pasar más rato en el baño. Allí leo el periódico – probablemente “El País”-, oigo la radio –será la SER-, oigo música – Mozart y Beethowen prohibidos-, y hablo con alcaldes en bragas”. La última frase es confusa. ¿Habla en bragas la señora Calvo o los alcaldes se ponen bragas para hablar con la señora Calvo?

“Los socialistas somos gente de fiar. Tenemos líneas rojas. Por ejemplo, jamás pactaremos con Bildu”.

“Simón tiene ese cargo por razón de su expertitud”. Ni Cánovas, ni Sagasta, ni Castelar, ni Séneca.

“Un concierto de Rock – al que fueron en avión Begoña y Pedro, en Italia, Antonio-, hace más por el castellano que el Instituto Cervantes».

”Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas”.Vaya lío para la Unesco, que por otra parte, es una cueva de vagos, enchufados y ladrones. Pero no merecen un castigo tan duro como “legislar para todos los planetas”.

“Las señoras tienen que ser caballeras, quijotas y manchegas”.

“El Rocío es la explosión de primavera en el Mediterráneo” La catedrática, que es andaluza, prolonga el Mediterráneo hasta bien entradito el Atlántico, que es el océano que baña a la costa de Huelva.

Breve muestra del ingenio arrollador de Carmen Calvo, la culta del PSOE. Deja a Churchill, Foxá, Bernard Shaw, Malaparte, Saki, Montanelli, Cela, Daninos, Wodehouse, Barney, Wilde y tantísimos talentos universales igual que cuando habla con los alcaldes o los alcaldes cuando hablan con ella. En bragas.

Alfonso USSÍA
 

Ecologismo militar​

Mi recomendación a los ecologistas sandía, coñazo, y barbacoa. Cuidadito con el senderismo en Cantabria y Asturias. Hay más lobos que hormigas
08/06/2022Actualizada 01:30
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Si algo molesta y deteriora el ánimo de los ecologistas sandías y coñazos es recordarles que los militares han sido y son ecologistas activos cuando el ecologismo y el animalismo profesional no se habían inventado todavía. Ellos, los militares, los de Tierra, Mar y Aire, cuidan en silencio la estabilidad natural de sus unidades, los parques marítimos acotados y el equilibrio de la naturaleza. Sin apenas presupuesto, sólo compiten con la Iglesia en el mantenimiento del patrimonio artístico, arquitectónico y natural que tienen encomendados. Y cuando se sienten señalados por una institución civil, resuelven la incomprensión con rapidez, educación, señorío y sentido del humor.
Transcurría el año 1999. Aquel año se sumaron a los ecologismos coñazo y sandía dos nuevas modalidades. El ecologismo pijo y el barbacoa. En algunas sociedades estivales de alto poder adquisitivo, las de Marbella y Sotogrande, se pusieron de moda los cerditos vietnamitas como mascotas. El cerdo vietnamita no sirve absolutamente para nada. Tiene menos jamón que un pollo, su carne es comestible exclusivamente desde la heroicidad, no es simpático en el trato y por muy limpio que se mantenga, huele fatal. Pero un par de famosas adquirieron cerdos vietnamitas, los llevaban a la playa, los paseaban entre jacarandas, lantanas y buganvillas, y la moda se impuso. En Sotogrande, por un descuido, un cerdito vietnamita, a causa del empecinamiento propio de las criaturas orientales, interpretó que el mar era una pradera líquida, acudió a husmear la pradera, y se ahogó. Su dueña se hallaba reunida bajo una sombrilla con las organizadoras del campeonato de pádel tenis en beneficio de Somalia, y cuando se apercibió de la tragedia, ya era tarde. El cerdito vietnamita «Sweet Huong Kuo» se había tragado una porción de Mediterráneo superior a la estimada por la ciencia para intentar sobrevivir. Y la dueña, destrozada, interrumpió su veraneo, retornó a Madrid y no quiso conocer los nombres de las campeonas del torneo de pádel «Salvemos a Somalia». Y después vinieron los ecologistas barbacoa, gracias a los cuales se han incendiado y calcinado desde 1999 a nuestros días decenas de miles de hectáreas de parques nacionales y reservas naturales como consecuencia de sus fuegos de campamento «sostenibles».
En 1999, después de asistir a un acto militar en el acuartelamiento Queipo de Llano de Sevilla, un alto representante del PSOE en Andalucía escribió al coronel de la Unidad y al general jefe de la Región Sur, alarmado por una visión espeluznante. De la espadaña de la Capilla Castrense de dicho acuartelamiento había caído al suelo un nido de cigüeñas. Algo indignante para el alto representante del PSOE. El general jefe de la Región Sur, con membrete del Ministerio de Defensa, escribió al Coronel para interesarse por el atroz desmoronamiento del nido de cigüeñas, y el coronel le respondió con respeto, rapidez y precisión, como siempre hay que responder a un mando superior.
«Asunto: nido de cigüeña del acuartelamiento Queipo de Llano.
Exmo. Sr. general jefe de la JST. Sur. Sevilla.
Como continuación a lo expuesto a V. E. en los escritos de los antecedentes, le comunico que con el temporal de lluvia y viento del pasado mes de octubre, el nido del asunto terminó de caerse sin originar daños personales ni materiales. Una nueva pareja de animales ocupa la espadaña de la capilla castrense de este acuartelamiento, y se afanan en construir un nuevo nido, pero, por causas que este jefe del acuartelamiento desconoce, la labor realizada por los animales durante un tiempo es deshecha por ellos mismos. En cualquier caso se va a proceder a construir, en lugar próximo a la espadaña y más seguro, un armazón por si facilitara la anidación de tan preciado animal. Sevilla, 4 de noviembre de 1999. El coronel jefe del acuartelamiento. Marle-Sur. Fernando Rodríguez Vizcaíno».
A mejorar lo presente, ecologistas. Y tomen ejemplo. Documento rescatado de mi archivo «Militaria III». Joyas que aparecen cuando menos son esperadas.
Y mi recomendación a los ecologistas sandía, coñazo, y barbacoa. Cuidadito con el senderismo en Cantabria y Asturias. Hay más lobos que hormigas. Vamos, valientes.

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Monterías​

Si quieren perseguir al Rey Juan Carlos por no declarar las monterías a las que ha sido invitado, que me persigan a mí. Pero que me avisen previamente y con tiempo para pedir el crédito o preparar el recurso contra la sanción de Hacienda
09/06/2022Actualizada 03:39
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Ya no saben qué hacer para obstaculizar su vida. Ahora es Hacienda la que ha iniciado una investigación al Rey Juan Carlos «por recibir monterías como regalo». Se trata de una paletada. Las monterías no se regalan. Hay monterías de cuadrillas locales a las que acuden los socios que arriendan los cotos. Monterías que el propietario de la mancha que se montea encomienda a un orgánico o gestor que se encargue de la organización, del cobro y se lleve un porcentaje de los beneficios, haciéndose cargo de la contratación de las rehalas, los gastos de los secretarios y postores, el taco y la comida. Monterías en las que el propietario de la finca no comercia con sus puestos e invita a sus amigos o quien le salga del pirulí, y al final de la jornada «pasa el guante» a sus invitados para corresponder con una buena propina a guardas, postores y rehaleros. Y hay monterías en las que el dueño del coto invita en plenitud a sus amigos, los cuales llegan, cazan y se van sin el deber de soltar ni un euro. A mí, que no soy el Rey Juan Carlos, me han invitado plenamente a muchas monterías, y creo que aceptando y agradeciendo la invitación y la generosidad de mis amigos propietarios de cotos, no he cometido delito alguno. El novio o compañero de hecho y lecho de nuestra simpática fiscal general del Estado, el juez inhabilitado por prevaricador Baltasar Garzón fue invitado de gorra y agasajo a centenares de monterías y barreras taurinas durante sus años de esplendor, y no cometió delito alguno contra la Hacienda pública. Para acudir, pagando o en calidad de invitado a una montería, es exigible estar al corriente de toda suerte de licencias. La licencia de armas, la licencia de caza de cada comunidad autónoma, la guía del arma con la revisión aprobada por la Guardia Civil y el seguro obligatorio de responsabilidad civil. También fue frecuentemente invitado a monterías en Sierra Morena y demás paraísos cinegéticos de España el que fuera ministro de Justicia del Gobierno de Zapatero, Mariano Sánchez Bermejo, y no actuó contra las leyes por aceptar las invitaciones. Lo hizo porque no tenía ni la licencia de caza ni el permiso de armas ni la guía de su rifle ni el seguro reglamentario. Se dice de un montero en las mismas condiciones, que al serle requerida por los agentes del Seprona su documentación en regla, y al no llevar nada de nada, el agente le decomisó el arma, le impuso una fuerte sanción y le regaló el siguiente comentario: «Tiene usted menos papeles que el ministro Bermejo».
Pero no se sabía que acudir invitado a una montería, a los toros, a comer en un buen restaurante, o a la cubierta de un barco para seguir en vivo las regatas de traineras de la Concha, en San Sebastián, obliga a pagar un impuesto especial. Y que aquel que no lo ingrese en el Tesoro Público para financiar las guarraditas del ministerio de Irene Montero está defraudando a la Agencia Tributaria. Me acuso públicamente de haber aceptado la invitación a cazar de mis amigos más generosos. En alguna ocasión, coincidiendo con el Rey Juan Carlos. Y me acuso de haberlo pasado muy bien cuando la montería tuvo ladras, movimiento, buen desayuno, mejor comida, y partida de mus, y haberme aburrido como una encina cuando ni ladras ni movimiento, ni buen desayuno ni buena comida, y partida de mus con aficionados. Como se dice entre los cazadores: «La montería es una maravilla hasta que te dejan sólo en el campo esperando que entre el jabalí que no entra jamás».
Es decir, que si quieren perseguir al Rey Juan Carlos por no declarar las monterías a las que ha sido invitado, que me persigan a mí. Pero que me avisen previamente y con tiempo para pedir el crédito o preparar el recurso contra la sanción de Hacienda.
A este paso van a perseguir al Rey Juan Carlos por no haber declarado el regalo de Primera Comunión de sus nietos.

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El genio medido​

Daniel García Pita no ha escrito el libro sobre su abuelo para defenderlo. Lo ha hecho porque los groseros estaban empujando a don José María para arrebatarle el sitio, y Daniel, sencillamente, lo ha colocado en su lugar de nuevo
10/06/2022Actualizada 02:14
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La medida, el control, el triunfo del señorío, son piezas que encajan en la buena educación. El genio medido es aquel que se detiene antes de ofender. Nada tiene que ver, en este caso, la medida con la limitación. Me refiero a un genio medido por su elegancia. De no llevarla en su ánimo podría haber sido un genio más cercano al hachazo que a la ironía, la misericordia y la sonrisa. Porque escribo de un genio tan luminoso como su bahía, la de Cádiz. El Caso Pemán, la Condenación del Recuerdo es un gran libro que termina de nacer. Lo ha escrito su nieto mayor, el prestigioso abogado y amigo desde la primera juventud Daniel García Pita Pemán, con un brillante prólogo de Bieito Rubido. Uno se pregunta al leerlo: ¿qué temen de Pemán? ¿Qué les ha hecho José María Pemán a los mediocres para que haya sido condenado al silencio y al olvido? Le han retirado bustos y placas, arrebatado calles, enterrado honores, y ahí está, en tanto que sus enterradores no soportarían ni la primera palada de desprecio. Creo conocer bien la literatura andaluza. Jamás se me ha ocurrido leer un poema de Carlos Álvarez. En esta ocasión mi deber es el silencio. Escribió lo siguiente de don José María, que le sacaba leguas y leguas de ventaja en el talento y la obra: «Poco quedará de don José María Pemán en los libros del futuro, aunque llenara en su tiempo las crónicas de los aduladores; dramaturgo fácil, poeta ingenioso y sin hondura que alcanzó la cima de la poesía humorística con su Poema de la Bestia y el Ángel; articulista sumamente habilidoso que sabía no decir nada de un modo sumamente encantador». Se equivocó Álvarez. Tanto ha quedado de don José María que para empujarlo a la desmemoria necesitan apalearlo, amordazarlo y herirlo, como los medianejos del rencor. José María Pemán no fue sólo un gran escritor. Fue un hombre bueno, jefe y fundador de su extensa y poblada tribu, la buena educación y la gracia irónica en persona. Igual que Rafael Alberti no fue sólo un extraordinario poeta. Además de grandísimo poeta fue una mala persona, un cabrón con pintas. Pero el liberalismo no borra ni ahoga, y Alberti, cuando las nubes del odio se alivien, pasará a la historia de la literatura española como lo que fue escribiendo, no como lo que hirió en la vida. Y Pemán se situará en la cumbre en sus dos facetas, el gran escritor y el hombre bueno, el marido, padre y abuelo ejemplar. De ahí la envidia, la condenación de su recuerdo, que hoy se ha revolucionado con la memoria de su nieto Daniel García Pita, que simplemente, con tan buena prosa como documentación, sin herir a nadie, ha puesto las cosas en su sitio. Divertido el párrafo que abre en solitario la edición. «Pemán ha sido uno de los mayores representantes de las letras gaditanas. Es un embajador de las letras gaditanas, y así tiene que seguir siendo». José María González Santos, Kichi, alcalde de Cádiz. El principal «pemanicida», como la burra de una alcaldesa socialista. Burra en el sentido colegial de la palabra. «Y usted, por burra, al rincón».
Leo a don José María desde que recuerdo que sé leer. Y he seguido su rumbo institucional impecable, como presidente del Consejo Privado de Don Juan. Tuve la suerte de visitarlo en su casa de la calle de Felipe IV. Quería conocer unos versos míos escritos en Jerez. Me regaló, muy bien dedicados, tres libros. No fue un poeta fácil como escribió el pobre Álvarez. Era un poeta que escribió tan bien que se leía sin esfuerzo. La buena literatura no puede torturar. Su deber es facilitar la lectura y la comprensión después de situar a gusto de la perfección las palabras en su sitio. Pemán jamás perdió el sitio, ni en la vida ni en el papel. Defendió lo suyo sin ofender, porque la buena educación sostenía sus impulsos. Su talento se formó con la reunión de sus ingenios acumulados. El genio de la prosa, del verso, de la oratoria, del artículo, del ensayo y de la soleá. Ea.
Daniel García Pita no ha escrito el libro sobre su abuelo para defenderlo. Lo ha hecho porque los groseros estaban empujando a don José María para arrebatarle el sitio, y Daniel, sencillamente, lo ha colocado en su lugar de nuevo. Y para siempre.

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Islas del Guadalquivir​

La OTAN recela, la UE advierte, Argelia se harta, Marruecos chantajea, los españoles preparamos nuestra huida a no se sabe dónde, y la Alhambra, la Mezquita y el castillo de San Marcos ya están envueltos en papel de regalo
11/06/2022Actualizada 02:17
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Argelia ha roto su amistad con España. O mejor escrito. Ha roto su amistad con Sánchez por su entrega del Sahara a Marruecos. Foxá lo dijo cuando España, injustamente, fue expulsada a principios del franquismo de la Sociedad de Naciones. «Menuda patada le han dado a Franco en nuestro culo». Después de la operación «Pegasus», Sánchez está desenfrenado. Los marroquíes tienen en su poder toda suerte de detalles escabrosos y financieros del matrimonio que hoy nos gobierna en España. Porque nos gobierna el matrimonio, y de eso no alberguen la menor duda. Se cambia el turno de los versos y esto sale: «Monta tanto, tanto monta/ Perico como Begoña». Me entero ahora de que han echado a Begoña del Instituto de Empresa, y eso muestra la debilidad de la chica. Lo cierto es que Sánchez está siendo chantajeado por un Estado a cambio de no sacar a la luz sus secretos. Y Argelia se ha sentido traicionada y nos ha mandado a paseo, cuando yo, como español por los cuatro costados, jamás he tenido la necesidad de traicionar a Argelia. El gran poeta de las marismas, Fernando Villalón, ganadero de reses bravas sin posible lidia, garrochista, señorito, quiromántico y poeta tardío pero excepcional además de marqués de Miraflores de los Ángeles, lo escribió en soleares: «¡Islas del Guadalquivir/ donde se fueron los moros/ que no se quisieron ir!». A este paso, si los espías de Mojamé siguen coaccionando al matrimonio que nos gobierna, Sánchez les va a entregar, en nombre de todos los españoles, la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba –con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho–, y hasta el señero castillo de San Marcos en el Puerto de Santa María, que domina la muerte del Guadalete en la bahía de Cádiz, y donde Alfonso X el Sabio escribiera algunas de sus cantigas. Guadalete, el río, el agua del olvido. Y habrá que cambiar los versos de Villalón: «¡Islas del Guadalquivir,/ donde fuimos los cristianos/ que no nos quisimos ir!».
Ya están enviando pateras abarrotadas desde las costas de Argelia a las Islas Baleares, su España más próxima. Ceuta, Melilla, los peñones de Vélez y la Gomera, el de Alhucemas, las islas Chafarinas y hasta la discreta y reconquistada isla del Perejil, serán de Marruecos en menos tiempo del necesario para que el dromedario preferido de Mojamé proceda a su pedorreta matinal. Territorios que son España con cuatro siglos de antelación a la creación del Reino de Marruecos serán entregados a cambio del silencio. No confíe tanto el singular matrimonio que en la Moncloa yace y despega, en el silencio de la morería. De repente, se hartan y sueltan todo lo que saben. Y lo que saben de Sánchez equivale –lo calculó un experto días atrás–, al contenido de más de 2.500 libros de una biblioteca especializada. Por eso y mucho más, la OTAN recela, la UE advierte, Argelia se harta, Marruecos chantajea, los españoles preparamos nuestra huida a no se sabe dónde, y la Alhambra, la Mezquita y el castillo de San Marcos ya están envueltos en papel de regalo.
Todo está muy bien. Sucede que Sánchez y su esposa han olvidado que España, tan prudente, tan mansa, tan obediente, tan abandonada por la cultura –me refiero a la España de hoy–, tan desligada de su historia, tan manipulada, de golpe, sin que se presienta su reacción, se levanta y no consiente ser regalada, ni troceada ni humillada. Y ese levantamiento está a punto de producirse, no por la fuerza de las armas, sino por los resultados de los votos que serán depositados en miles de urnas en apenas diez días. Y por ahí puede iniciarse la nueva reconquista, y retornar a los tiempos de la diplomacia flexible, y al matrimonio y su cuadrilla de incompetentes y traidores, pues que les vaya bonito. Y nada hay más bonito que una panorámica, un paisaje español visto a través de unos barrotes. O una estancia en el Caribe con toda suerte de comodidades y hasta el final de sus días. Yo, personalmente, de ser Sánchez, elegiría la primera opción. España más cerca y con menos mosquitos.

Más de Alfonso Ussía​

 
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