Finalmente,
El odio será publicado. Como ha dicho la
periodista Antía Yáñez,
"las herramientas para hacerle daño a la madre de las criaturas que José Bretón asesinó siguen estando disponibles para el maltratador". Mientras sigamos sin ver que esto es violencia contra Ruth Ortiz, perderemos el foco en debates estériles sobre censura sí o no. Aquí no se trata de censura ni de libertad de expresión, sino de un maltratador condenado que sigue ejerciendo violencia. ¿Dónde ponemos el límite sobre lo que se publica y lo que no? En la legalidad. Y la publicación de este libro podría vulnerar varias leyes:
Quebrantamiento de condena (art. 468 del Código Penal): El libro es una vía indirecta de comunicación con Ruth Ortiz, incumpliendo la prohibición de contacto impuesta por la justicia.
Delito de acoso o violencia psicológica continuada (art. 172 ter y 173.2 del Código Penal): Este libro supone una forma de maltrato, refuerza el daño emocional y revictimiza a Ruth Ortiz.
Derecho al honor y a la intimidad (art. 18 de la Constitución y Ley Orgánica 1/1982): Si el contenido afecta la dignidad de Ruth Ortiz y sus hijos o invade su intimidad, podría vulnerar derechos fundamentales. La propia Ruth ha denunciado que los fragmentos del libro publicados en medios incluyen detalles que ni siquiera aparecen en la sentencia porque son íntimos.
Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género (LO 1/2004): Esta ley protege a las víctimas de violencia machista y podría servir de base para impedir la difusión de un contenido que perpetúa el maltrato.
No se trata de opiniones ni de gustos literarios. Es un maltratador utilizando un libro para seguir ejerciendo violencia. Y eso no es libertad de expresión, es impunidad.