Ésta es la historia de Trini. La Trini, un personaje, era buena persona en general, la típica mujer que entra en un lugar y todos se dan la vuelta, siempre la recordaré rodeada de amigos, estaba separada sin hijos y ligaba mogollón, bueno, encima anda que se iba con cualquiera, en su harén de tíos te podías encontrar polis, bomberos, abogados, un notario, sus relaciones de amistad y amores eran bien interesantes; era un retaco la mujer, pero muy guapa, vamos, llamaba la atención y caminaba por la calle de manera que muchos se daban la vuelta para ser un tapón.
Pero lo interesante de la Trini era, que tenía muy mala hostia. En mi familia siempre decían "la Trini es para llevarse bien con ella", en dos ocasiones la vi en acción y para ser la hija de padres de educación muy alta, le salía una vena kinki que esparció el rumor equívoco de que tenía algo de gitana (os lo juro, sus cabreos recordaban a los de Lola Flores).
Esta tía aún con su escaso 1'60 justito, podía destacar entre diez mil personas, es que es un puto personaje de mujer. Profesión: modista y costurera. Su sueño era tener su empresa propia, pero tuvo muy mala suerte en general en temas laborales y siempre anduvo siendo una asalariada que rotaba de trabajos cada dos por tres; no por nada malo, lo suyo era gafe.
La Trini, por su especial suerte para los hombres y popularidad, desprendía envidias de cualquier mujer a su lado, creo que era el gafe que la pobre tenía para los curros, hasta que un día, pareció que la suerte la sonrió, y acaba en un taller de costura que preparaba la ropa para importantes empresas textiles, entre ellas, las míticas ya extintas Galerías Preciados.
Como la empresa ya no existe y muchos de sus moradores están hasta muertos (esta historia es vieja), puedo cotillear de esto libremente. Por la empresa en la que trabajaba nuestra Trini pasaban prendas que iban a parar a cualquier empresa textil importante de Madrid y de España, hasta algún que otro taller francés y hasta italianos.
Trinidad empezó el trabajo con mucha ilusión porque tenía una habilidad total para la costura y recibía cumplidos por sus superiores, tremenda la mujer, pero siempre con sus impedimentos para ascender: siempre había alguien que le hacía la putada, en su taller, las nuevas a tocar los huevos se llamaban Feli y Conchi. La Feli llevaba como desde los tiempos en los que Massiel ganó Eurovisión y hablamos ya de la movida madrileña en nuestra historia, Conchi empezó como dos semanas antes, parecía pronosticado: desde los primeros días Conchi enfiló a Trini y de ahí en adelante se propuso hacer de su vida laboral un infierno; Feli, por su parte, era el claro ejemplo de calentamiento de silla en horario laboral y no hacía ni el huevo, pero era encargada, por lo tanto, tenía su poder en el lugar.
Feli andaba interesada en hacerse amiga de Conchi, la otra nueva, porque ésta entró enchufadísima, no se sabe por quién pero no era normal los privilegios que tenía la chica ni de dónde venía ese afán de los jefes de tenerla como una princess y como Feli no trabajaba, calentaba sillas y desordenaba costureros, siempre estuvo mosca por si le birlaban el puesto de trabajo las nuevas y competitivas entries. El lema de la Feli "haz como que trabajas y que el trabajo te lo hagan las demás para que tú te cuelgues medallas", el lema de la Conchi "yo mato a mi madre con tal de que digan que soy la mejor", el lema de Trinidad "como me toquéis el c**o, no sabéis lo que habéis hecho y con quién os estáis metiendo".
Los tristes talleres "Don Cosme, S.A", de repente se pusieron interesantes: tres gatas salvajes cada una con sus intereses se van a tirar de los pelos por currar aquí. Los jefes estaban encantados.
Volvamos a la Trini, qué ambiciosa fue, pero en serio, qué puñetera mala suerte tenía; trabajaba, trabajaba, and so on y los elogios para Conchita y Felisita, dos compinchadas en colgarse medallas, Trini continuaba trabajando, y nada, todo para las otras dos, en concreto para la trepa de Conchi, que ya había demostrado con creces que si era propio matar a una virgen en un cruce de caminos en luna llena para ser la number one ella no tenía reparo alguno.
Después de dos años y medio y algún que otro encontronazo con esta gilipollas lameculos, Trini decidió que ya no quería trabajar en los talleres por muy prestigiosos que éstos fueran. Ninguneada, ignorada y malpagada, empezó a buscar otra cosa.
Nada, su gafe legendario la tuvo como dos años y medio y hasta tres allí metida con el otro par de asquerositas, la vaga que estaba pegada a su puesto de trabajo y era imposible de echar (llevaba dos décadas) y la otra elementa que adquirió un poder inmenso. Ésto último fue lo que trastocó a Trinidad: antes de irme de aquí, yo me como a estas dos.
Trini empezó a limpiar casas para sacarse un sueldo extra, y allí, entre fregasuelos y lejías con un talento en la costura totalmente desperdiciado porque no encontró su oportunidad, tuvo la idea, se le encendió la luz. Decidió que sí, había llegado el momento de derribar completamente al par de arpías que frenaban su progreso.
El jefe de esta empresa entra en acción: no era mala persona, pero era muy competitivo y algo cabroncete, borrachín y si un día se levantaba con el pie izquierdo, cágate María Dolores. Como había dejado durante todos estos años que Felisita, la Vaga, hiciera y deshiciera a su antojo, no se daba cuenta de que el material, hilos, telas tijeras, botones, patrones, pues no estaba siendo bien contado ni bien gestionado, hasta que un día, Don Cosme, decidió ponerse a hacer recuento del material: pérdidas importantes, desorden y cero control, un caos todo, también se juntó que no vendía como tanto ni ganaba como antaño, ¿a quién le iba a rendir cuentas de su situación? a la que tenía más a mano: la Feli, encargada. Nuestra vaga redomada por primera vez en su vida vio como su puesto de cuasi funcionaria peligraba pero bien, por lo que pidió ayuda a su vasalla Conchita, que siendo una trepa de primera demostró que si a la otra la echaban ella tendía ascenso fijo: no la ayudó. Felisa, viendo que no le quedaba otra, recurrió a Trinidad: Trini que faltan hilos de hilvanar, que las telas no están, un porrón de dedales a tomar por culo, Trini ayúdame. La Trini puso cara de circunstancia y haciendo creer que la ayudaría a encontrar todo ese material perdido, se dio media vuelta y se largó de vacaciones con una sonrisa como la del Grinch del descojonamiento que llevaba por dentro. Sabía dónde estaba el material. Pero ella se iba de vacaciones y dijo "te comes tú lo que no has sabido hacer tú, y ésta es la mía".
¿Qué pasó con el material que costaba miles y miles de pesestas de entonces? Ahí entra en batalla Petra, que estaba en otro departamento, ajena a las movidas de las otras tres, pero con un severo problema: le gustaba robar. Petri robaba hasta en las tiendas, robaba todo lo que podía y su trabajo no iba a ser menos. Petri tenía acceso al almacén porque era señora de la limpieza, hábil costurera, pero no era su profesión, ella limpiaba. Sabedora que Feli era despistada, torpe y cortita, entraba y salía del almacén porque sabía que ni el Tato la pillaría. Robaba todo: tijeras, costureros, hilajes,hilos, todo lo que os podáis imaginar. Y durante años. Cogía todos los bártulos y para el coche de su marido, que la esperaba en la puerta. Se puede decir que Petri se hacía su propia ropa con todo lo que iba birlando del trabajo. Ella, Feli y Conchi eran las tres únicas empleadas de todo el taller con acceso al almacén, órdenes de arriba, así se controlaba. Qué control habría allí que Petra podía abrir un taller por sí misma de todo lo robado, vamos.
Una noche, mucho frío, poquito para vacaciones de otoño antes que la navidad aceche. Petra, robando como es habitual, bajaba con material para meterlo en el coche del marido, que se rumoreaba era quinqui de barrio peligroso de Madrid. No se sabe qué pasó, pero el coche salió pitando por alguna razón (alguna urgencia, no se sabe), que Petri tiró inconscientemente el material al suelo para subir apresurada al coche. Tuvo que ser algo gordo para tirar todo eso a pocos metros de la puerta de entrada al trabajo. Lo recogió Trinidad, que se fumaba un cigarro esperando a que el calefactor del coche arrancara de una vez; allí mismo, paralizada por lo que había visto, tuvo un impulso: ahora el material me lo quedo yo que sé qué hacer con él. Pa dentro.
Desde tijeras, dedales, hilos de todos colores y telas de todo tipo, había hasta seda. Patrones y mil patrones, la caja era inmensa.
El tesoro estuvo en casa de Trinidad hasta saber qué hacer con todo eso. Un pastón. No le interesaba el dinero, quería dar por culo en el trabajo, donde la puteaban hasta la saciedad. Se esperó un tiempo, durante el cual, los jefes hablaban ya de juntas serias y reuniones porque era pasta lo que se había perdido y nadie sabía nada.
Trinidad estuvo toda una noche trabajando sola porque le habían encargado unos uniformes para una empresa que vendía ropa laboral y era urgente. Estaba sola, con algún que otro compañero, los días estaban siendo horribles, llegaba llorando a casa y había perdido unos seis kilos, para colmo, la gilipollas de Conchi había vuelto a descargar su mierda contra ella, se salió a fumar, allí no había ni Dios, si quería, ni Justo, el vigilante, se encontraría con ella en toda la noche porque este tipo se quedaba dormido en su garita. Mientras Justo andaba en sueños, Trini robó la llave del vestuario de las dos eminencias de la empresa: Conchi y Feli. Allí no había entrado nunca y fijaos si eran clasistas que sólo las dos putas estas tenían vestuario, el resto se cambiaba en baños apartados. Imposible que alguien entrase allí que no fuesen ellas dos, el vestuario lo compartían con Teresa, la fina modista que preparaba modelos de alta costura y había estado hasta en los ateliers de un prestigioso modisto francés, Teresa ignoraba a las otras dos imbéciles y las hablaba con sí, no y adiós, las tenía mucha tirria por sus tejemanejes.
Para allá se fue la Trini, fue separando material, los hilos los metió en un armario, los patrones en oros, las sedas en otro, y fue desperdigando por todo el vestuario de manera que en cuanto se abrieran los armarios, todo aparecería.
Y cierta mañana llegó Teresa y al cambiarse el uniforme abre el armario y ve como sedas y demás menesteres se desparramaban para el suelo para su asombro. Serían las 6:00 y nadie había llegado, recordemos que en ese vestuario sólo entraban ella, Feli y Conchi y la Petri para limpiar, que cuando la llamaron para ayudar a ordenar el estropicio de material por todos lados no podía salir de su asombro al ver que lo había robado estaba allí mismo. Limpió si decir ni pío y con boca cerrada por si la pillaban. Si ella, limpiadora y por profesión aparentemente sin interés alguno en la costura no había sido (imposible, demasiado choni para coser ropa de tan alta calidad) y Tere, que siendo una prestigiosa modista no iba a arriesgar su puesto por unos robos de telas, ¿quién había robado el material que apareció en el vestuario exclusivo de sólo las reinas del lugar?
A pedir explicaciones a Felisa, que en su habitual desastre no sabía ni qué decir ni qué contestar, Felisa sí que es cierto que cosía muy bien y demostró interés en más de una ocasión en material de la empresa. Ahora preguntemos A Conchi, la hija de p*ta que era capaz de matar a su abuela y capaz de todo por permanecer allí. Conchi negó haber hecho nada pero ahí quedó la sombra de la duda pues era imposible que nadie más de los talleres entrase allí, y Petra, la de limpieza, tenía buena reputación como para que sospecharan de ella de un robo (cuando había robado toda la vida pero con una suerte loca porque no la pillaron jamás).
De quien menos sospechaban era de Trinidad, que siendo una "cualquiera de abajo", una mandada, que se callaba y obedecía no podía tener acceso a esa zona aún trabajando allí tres años. Los jefes, por primera vez en 20 años de actividad, empezaron a dudar de Feli, y por primera vez pusieron el debate encima de la mesa acerca de si una persona tan sumamente trepa y ambiciosa como Conchi sería o no capaz de robar material y guardarlo en los armarios de sus compañeras con tal de que las otras fuesen metidas en un atropello y tuvieran mala reputación. De Tere no sospechaban porque tenía reputación impoluta y por lo visto así era: ella no ganaba nada metiéndose en esos berenjenales.
Era la primera vez en la empresa que se hablaba ya de la valía o no de Felisa, cómo una mujer con tantos años no pudo controlar la situación, y como su arrimada, Concepción, tampoco vio nada.
Lo que no supieron nunca es que tenían a una cleptómana entre sus filas que se acabó jubilando con ellos sin levantar sospecha alguna y que la que montó el pollo fue una resentida Trinidad que estaba hasta el c**o de tanto mamoneo.
No echaron a nadie, pero el ambiente no fue nunca el mismo. Y este incidente provocó el parón y una fuerte brecha en una de las empresas más conocidas de textil de la capital española, porque lo que se robó, perdió y luego Trinidad esparció, era un pasta gansa monumental que necesitaba ser llevada a Bilbao con carácter urgente de 48 horas y nunca llegó, y la empresa vasca casi rompe relaciones laborales con este taller por este incidente.
Se acabaron los cachondeítos de Feli y su vagancia, su amiguismo con la zorrona y trepa de Conchita, porque con este episodio nada fue igual, y a veces cosas así tienen que pasar. Conchita ya no trabajaba con tanta motivación porque por primera vez le habían insinuado que si tenía que ver con un caso serio de robo, y poco a poco por sus forma de ser mostró su verdadero carácter; Feli lo pasó mal y el ser acusada de robo fue un palo, pero a la vista está que ni ella ni Conchita controlaban material cuando queda claro que éste desapareció y nadie sabe cómo pasó. Las dos habían quedado mal. Muy mal, y el marrón que se comió la empresa cuando una industria importante del norte no recibió su encargo.
Se habló de despidos, pero éstos no vinieron nunca, se acojonaron pero bien. Se cerró el caso. Ya nada fue igual.
La que valía era Trinidad, que algo notó en que la iban tratando mejor, pero cierto Lunes de Pascua dijo "vengo a dejar el trabajo" dejando atónitos al personal. Unos tres años y medio cotizados y suelta eso, allí, en los almacenes "Como Molo" que hacían ropa de prestigio para toda España.
Si entró a las 9 a decir eso, eran las 12:00 y le pedían explicaciones, no podía ser, la Trini, que se va la Trini, la que en realidad, y los jefes lo sabían "trabajaba" en condiciones.La convencieron, la camelaban. No había forma.
No se le ocurre otra cosa que soltar que va a montar su negocio propio, cuando lo que acabó haciendo era coser en su casa que a efectos prácticos era "su negocio".
¿Por qué te vas Trini? Si aquí molamos, no te vayas que a ver quién trabaja aquí ahora....De Trinidad se acordaron durante años. Si es que nada fue igual. Don Cosme anduvo enamoriscado de ella todo aquel tiempo aún estando casado, Teresa la tenía cariño y fueron amigas siempre, Feli echaría de menos alguien que le sacaba castañas del fuego, y Conchi, esa imbécil, se moría de la envidia al saber que su archienemiga ahora, cosería por su propia cuenta. Conchi ya no era igual, sobre todo desde que la sombra del descontrol y el robo la acompañó durante todo ese tiempo.
Se les fue la Trini y nada fue igual. Nunca, en décadas, y ni siquiera cuando la empresa cerró por cese, se supo que fue Trinidad la que bloqueó un pedido de cientos de miles de pesetas a Bilbao y que casi le cuesta el puesto a más de uno allá por los años 80 en unos talleres de muchísimo prestigio en Madrid.
Os cuento la historia de Trinidad, porque mi tía, modista y proveedora, que tuvo contactos con esa empresa, a la que conocía bien era a Concepción porque era con la que trataba profesionalmente, la mala de la película, y a través de Conchi terminó por conocer a Trinidad, de la que se hizo amiga hasta el punto que Trinidad era amiga de mi familia.
Esta semana pasada nos hemos enterado que Conchi ha muerto, cincuenta y pico años, le ha reventado la vesícula biliar entre otros problemas, ha dejado de vivir. Se ha muerto sola, no le ha dado tiempo ni a que viniera su hermana, y sus padres están metidos en una residencia, no ha tenido hijos, y el marido la dejó por otra hace ya muchos años.
De nada le sirvió hacer amigos por interés, dejar cadáveres por el camino, trepar, ambicionar, creerse más que los demás, denostar y maltratar a la gente, como lo hizo con su compañera, porque se ha muerto sola. Y llevaba diez años o más con depresión.
Lo que es la vida. Quería contaros esto, siempre me acuerdo de la historia de la Trini , pero estos días más que nunca porque al decirle "se murió Conchi", este personaje de mujer va y suelta cantando a Louis Armstrong "Whaaaaaaaaat a wonderfuuuuuuuuul wooooooooooooorld". Se ha fumado su enésimo cigarrillo del día y ha seguido a lo suyo.
Ala Conchi. Te sea leve.