ME han sorprendido las normas que seguían las conejitas dentro de la casa
Toques de queda, s*x* deprimente y legionela: así era la vida dentro de la mansión Playboy
Un poco de historia. Fue construida en 1927 con un estilo entre gótico y tudor y fue comprada por el fundador de Playboy por un millón de dólares en 1971. Teniendo en cuenta la inflación, en la actualidad esa cifra equivaldría a 6 millones de dólares. Hefner se deshizo de ella en 2016 por 100 millones de dólares.
Así era la entrada. Para acceder a la mansión, situada en el exclusivo barrio de Holmby Hills (Los Ángeles) había que pasar por una enorme puerta de metal, un control de seguridad y un sinuoso camino escoltado por árboles meticulosamente podados. En medio del jardín, un letrero:
“Playmates jugando”.
No era una casa de fiestas, era una prisión. Al menos eso es lo que asegura Izabella St. James, una de las novias del multimillonario. Por ejemplo, había toque de queda: a las 9 de la noche todo el mundo debía estar durmiendo, a menos que Hugh estuviera de parranda. Entonces todo el mundo debía acompañarle y convertirse en sus figurantes.
Todos los viernes era el día de la paga. St. James asegura que ese día de la semana las conejitas acudían a la habitación de Hefner, recogían las deposiciones de sus perros –sí, los dejaba vagar libremente por la casa aunque no estuvieran educados- y esperaban a que el magnate de la por**grafía les soltara su sueldo: 1.000 dólares en efectivo, sacados del bolsillo de su mismísimo albornoz. Jesús Gil approves.
Hefner no era un gran amante. La Playmate Holly Madison explica en su libro Down the Rabbit Hole que el conejo jefe no besaba, no acariciaba y no era cariñoso. “Nuestro primer encuentro fue muy rápido y nada excitante. Nunca había tenido una experiencia tan desconectada. Hubo cero intimidad. No hubo besos y no hubo nada. Y fue tan breve que ni siquiera recuerdo su cuerpo sobre mí”.
Y encima era celoso. No permitía a ninguna de sus chicas tener novio. Y eso que en su momento de mayor esplendor conejil tenía 70 años, la Viagra no existía y tenía un harén de veinteañeras para él. Pero era inflexible: si alguna mantenía una relación fuera de la mansión, era expulsada.